En Norcorea, los escritores alineados al sistema son los que triunfan

Posted by Adán Salgado Andrade on miércoles, marzo 20, 2024

 

En Norcorea, los escritores alineados al sistema son los que triunfan

Por Adán Salgado Andrade

 

Norcorea es uno de los pocos países que quedan, que se dice comunista y que se caracteriza por un férreo control de poder familiar, casi real, en donde la dinastía Kim hace de las suyas, reprimiendo fuertemente a quien ose oponerse o protestar. Por ejemplo, su programa nuclear es incuestionable y está por encima hasta de necesidades básicas como la producción de alimentos (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/North_Korea_and_weapons_of_mass_destruction).

Por lo mismo, en todas las actividades hay férreo sometimiento y censura, cuando creadores no alineados tratan de destacar, como sucedió con Kim Ju-sŏng, escritor que siempre trató de destacar entre el medio literario norcoreano. Platica su experiencia en el artículo de The Guardian titulado “Repetidamente fallé en ganar premios: mi condenada carrera como novelista norcoreano”, título al que agrega que “Antes de que me fuera a Surcorea, gasté muchos años tratando de convertirme en un escritor de ficción en el reino paria. Trabajé duro, pero la gloria literaria me estuvo eludiendo” (ver: https://www.theguardian.com/news/2023/dec/12/my-doomed-career-as-a-north-korean-novelist).

Una foto de un par de gigantescas estatuas de Kim Jong Il (1941-2011) y de su sucesor Kim Jong Un (1982), abren el artículo, las que representan el fuerte culto a la personalidad que se practica en Norcorea, “”y que son como los dioses, los miembros de la familia real”, como dice Ju-sŏng.

Su inclusión también se dificultó porque es descendiente de japoneses, lo que se llama “zainichi”, nacido en 1960 y que en 1976, se regresó a Norcorea, a “probar éxito”. “Los zainichi eran una importante herramienta de propaganda, así como una fuente de ingreso. Debido a sus conexiones extranjeras, gozaron un estándar relativamente alto de vida, pero también sufrieron de sospechas por el régimen y prejuicio de norcoreanos ordinarios”.

Comienza Ju-sŏng refiriendo que pertenecía al Club de Escritores Coreanos, KWU, el cual tenía una colección de “literatura prohibida”, alrededor de 100 obras traducidas, de escritores tan variados como el estadounidense Ernest Hemingway (1899-1961), el japonés Seichō Matsumoto (1909-1992), otro estadounidense, O Henry, (nacido William Sidney Poitier 1862-1910), Alexander Dumas (1802-1970), otro japonés, Takiji Kobayashi (1903-1933), el italiano Dante Alighieri (1265-1321), otro italiano, Giovanni Boccaccio (1313-1375).el francés Victor Hugo (1802-1885), la inglesa Emily Jane Brontë (1818-1848), la estadounidense Margaret Munnerlyn Mitchell (1900-1949) “y el más excitante para mí, el japonés Seiichi Morimura (1933-2023) por su novela ‘Prueba del Hombre’, una novela japonesa de detectives que cuenta la historia de la cacería de un hombre de Tokio a Nueva York”.

Esa novela la pudo leer porque ya era miembro del KWU desde 1980. “Y la traducción la hizo un amigo mío, también zainichi y estaba muy bien hecha, lo que me complació bastante. Pero me dijo que por ningún motivo le dijera a alguien que él la había hecho, pues los libros japoneses y estadounidenses estaban prohibidos en Norcorea, y podría meterlo en fuertes problemas”.

En Norcorea sucede con ciertos libros como en la China maoísta, que estaban prohibidos y las pocas copias que existían estaban muy maltratadas y hasta les faltaban páginas, como platica el escritor chino Yu Hua (1960), quien refiere que así aprendió a escribir, pues a muchos de esos libros clandestinos que recibía “prestados”, les faltaban páginas iniciales y él debía de imaginar cómo comenzaban (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2013/09/china-autoritarismo-capitalismo-salvaje.html).

Y como hacen en Norcorea, si a alguna persona la descubren leyendo una novela prohibida, hasta la tratan como criminal, como bien señala Ju-sŏng, que incluso él corrió ese peligro, cuando prestó una copia a un funcionario de alto rango de la novela “Prueba del Hombre”, y que ya casi llegaba el límite para que se la regresara. De lo contrario, Ju-sŏng se arriesgaba a que lo arrestaran por prestar obras prohibidas sin autorización del KWU.

Narra cómo, con bastante temor, fue a la casa del funcionario, en donde “me recibió su hija universitaria, bastante simpática y atractiva y sus amigas, igualmente muy agradables. ¡Para mi horror, habían hecho copias manuscritas de la novela, que para su archivo! Les dije que no podían mostrarlas, porque a todos nos meterían en problemas, pero la hija del funcionario dijo que él era muy importante, que no me preocupara, que, de todos  modos, esas copias no saldrían de entre ellas, que me lo prometían. Por fortuna, eso hicieron y no hubo mayores problemas. Y no sé qué hicieron con  las copias manuscritas, pero supongo que habrán dispuesto de ellas de forma conveniente Pero no quiero imaginar cómo nos hubieran tratado a mi amigo zainichi y a mí, si hubieran salido a las luz pública esas copias. De hecho, la Ley de Control de Narcóticos considera más peligroso material literario prohibido que las drogas”.

Vaya si es bastante intolerante el régimen norcoreano. Sólo así han podido ejercer un poder omnipotente los Kim.

Dice que en los minutos que estuvo allí, que hasta le ofrecieron un Nescafé Gold Blend, se dio cuenta de las diferencias económicas que viven los privilegiados, como ese funcionario. “Viendo todos los lujos, la gran pantalla, la VCR, el sofá, la amplia sala… me pregunté, ‘¿qué son estas personas?’, ‘¿es esto todavía Norcorea?’”

Seguramente Ju-sŏng se hizo esa pregunta porque hay norcoreanos que están muriendo de hambre y aun así deben de rendir pleitesía total a Kim Jong Un, no importa que estén famélicos. Es la sumisión total a un sistema casi feudal en cuanto a control y mando.

Señala Ju-sŏng que actualmente evita decir que es norcoreano y que sólo se contenta con afirmar que es del planeta Baltan, “pues no tengo cabida en este país con  mi pasado japonés”. De hecho, actualmente reside en Surcorea, “pues me di cuenta que era totalmente un alien en Norcorea”.

Refiere que los niveles gracias a los que un novelista norcoreano puede triunfar, son los siguientes:

1) Los trabajos número 1, los de historias sobre los logros y personalidades de la familia Kim.

2) Trabajos antijaponeses, ubicados dentro del movimiento de independencia de la etapa colonial.

3) Trabajos históricos de relatos ubicados durante la guerra de Corea.

4) Trabajos históricos ubicados en las dinastías Yi, Koguryo o Koryo.

5) Relatos reales, sobre sociedad ordinaria, desde la postguerra hasta el presente.

6) Trabajos de Surcorea.

7) Trabajos foráneos, de relatos ubicados en lugares fuera de Corea.

Dice que trató de abarcar todos los géneros, “pero sólo los escritores de élite son los autorizados para escribir trabajos sobre la familia Kim y aunque uno puede abarcar todos los géneros, son los privilegiados los que pueden incursionar en temas de la familia política en el poder, los que he dicho que son como los dioses”.

Y refiere cómo los encuentros con el líder Kim Jong Un, cuando va a visitar a alguna empresa, son tan valorados, dependiendo de si son testigos o entrevistados. “SI va a la fábrica y se ubica el líder junto a algún grupo de trabajadores, una foto les es tomada, la que se enmarca lujosamente y es exhibida en la casa de los ‘afortunados’. Pero si son entrevistados, es decir, que sostengan una conversación, aunque sea corta, con el líder, entonces los privilegios que ganan, son mayores, pues además del video, pueden tener mejores casas, viajes por todo el país, subir de empleo y hasta un Mercedes-Benz”.

Y esos relatos de los entrevistados son los que hacen algunos de los escritores privilegiados. Da Ju-sŏng un ejemplo, de un relato típico.

“En una noche, ya muy tarde, el líder iba en su auto, con su guardia personal. Vieron la ventana de una casa todavía con luz. Se preguntaron porqué esa casa tendría la luz prendida hasta esa hora, tan tarde. Kim Jong Il, el líder del momento, se propuso averiguarlo, pero su guardia objetó que no sería conveniente, pues a lo mejor se podría tratar de un intento de atentado. ‘Lo voy a hacer, pues un líder que no confía en su pueblo, no es un buen líder’. Así que fue a la vivienda, en  donde se anunció y la familia de cuatro, el padre, la madre y las dos hijas, emocionados por el gran honor, lo recibieron con todos los homenajes posibles. El líder les preguntó que porqué tenían la luz prendida hasta tarde y le dijeron que porque el padre sería nombrado miembro del partido al día siguiente. ‘Me siento muy honrado en saber eso’, dijo el líder, lo que reconfortó a una de las hijas, la que le dijo que, además, tenía un secreto adicional para él. El líder, se puso ansioso en saberlo. La hija del secreto, lo llevó a la recámara de ella y le mostró un buqué de azaleas, ‘que encontramos hace como diez días y lo pusimos a florear y, ¡por fortuna, lo hizo!. Son para usted, para agradecerle que subió de rango a mi padre’ El líder se sintió muy complacido y les prometio que estaría en la ceremonia y que les daría algunos regalos”.

Dice Ju-sŏng que allí termina la historia y que podría agregarse, como corolario, que días después la familia recibió muebles adicionales y el padre fue promovido rápidamente. “Es el modelo básico de historia que triunfa en este país”, dice Ju-sŏng.

En efecto, se ve el servilismo del modelo y cómo se rinde pleitesía al líder en turno y se le conceden cualidades sobrehumanas de profunda bondad y gran estadista, lo cual, evidentemente, es pura falsedad, pero, como dice Ju-sŏng, son las historias que retroalimentan la imagen del líder y refuerzan su “humanitario” poder, se resalta su “bondad”, casi a niveles divinos, que son lo que se sienten, dioses.

Así que si no se llega a esos niveles de servilismo ”literario”, no se será un escritor triunfador en ese país del culto enajenado a la personalidad de los mafiosos en el poder.

 

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