Es 1 de mayo, son las 10 de la mañana. Miles de personas aguardan entre los metros Los Héroes y República, por la Alameda. Pero la masa se dispersa, se
disgrega, se trocea. Unos enfilan hacia el oriente, los otros van al poniente.
Son las dos marchas que el Día del Trabajador dividen sus caminos, 
en representación de dos posturas distintas que conviven dentro de un 
mismo pueblo. 

La marcha histórica, convocada por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT)
camina hacia Portugal con Alameda. Allá, un gigantesco escenario aguarda a los
manifestantes para recibir en el escenario a diversos dirigentes sindicales y
estudiantiles, liderados por el discurso de Bárbara Figueroa, presidenta de la CUT,
en una tradicional alocución que desde 2000 a 2012 protagonizó Arturo Martínez,
hablando entre pifias, cuando aún no existían dos marchas y y anarquistas y ultra
izquierda se enfrentaban a comunistas y socialistas, golpeándose con güiros y
pancartas lanzándose ofensas de lado a lado: “¡los pacos de rojo, son los 
peligrosos!”, “¡que se vayan los hueones!”. 

La otra marcha, que recién el año pasado cobró la masividad que le sacó el
estigma de “la marcha alternativa”, se originó como consecuencia de las distancias,
año a año más evidentes, que algunas organizaciones y personas comunes
sostenían con la dirigencia de la CUT, siendo ya definitiva la mermacuando el 
Partido Comunista integró la Nueva Mayoría. 

Convocada por el Comité Iniciativa por la Unidad Sindical (CIUS), la marcha que
camina hacia la Usach se declara “Clasista y combativa” y tiene como ejes
fundamentales de lucha repudiar la reforma laboral impulsada por el gobierno,
debido a su visión pro-empresarial, según declaran los organizadores. Asimismo,
buscan poner fin a las AFP’s y al subcontrato. “Esta será la marcha de los 
dirigentes honestos y combativos, esta será la marcha que reunirá a los miles 
que vienen luchando hace años. Hay que convencer (…) principalmente al 
conjunto de la clase obrera, que esta fuerza que hoy se una para luchar, es 
la arcilla de este movimiento sindical que debemos construir”, se afirma en la 
convocatoria la marcha de este 2016 que también culminará con un acto central al 
rededor del medio día frente a la Usach.

Por su parte, las demandas de la marcha de la CUT, en su carácter oficialista en
tanto la pertenencia al gobierno de parte de sus organizadores, exigen una nueva
institucionalidad laboral y una nueva Constitución política. También pide el fin de
las AFP’s y busca incidir en la reforma laboral con aportes emanados desde las
bases sindicales, bajo el nombre “Junt@s por un Chile más solidario”.

Mientras una marcha será liderada por la comunista Bárbara Figueroa, y algunos
parlamentarios y políticos como Camila Vallejo o Daniel Jadue, la otra será
encabezada por la dirigenta del movimiento Ukamau, Doris González, la ex
candidata presidencial del Partido Igualdad, Roxana Miranda y el diputado
Gabriel Boric. Al interior de la Federación de Estudiantes de la Universidad de
Chile, también hay dos caminos: la presidenta Camila Rojas (autónoma)
participará de la llamada marcha clasista, mientras que la vicepresidenta, Javiera 
Reyes (juventudes comunistas) lo hará en la marcha de la CUT. ¿Qué tanto
fortalecen o debilitan a los movimientos estas distancias?. La existencia de ambas
marchas ¿segregan la representación o potencian la fuerza en la diversidad de voces
 del trabajador en la defensa y lucha por las demandas que deberá enfrentar en un
año decisivo para la reforma laboral?