Estados Unidos - Los republicanos en su laberinto

Posted by Correo Semanal on miércoles, marzo 23, 2016

 
Barry Sheppard
A l´encontre
Traducción de Viento Sur

El establishment del Partido republicano ha lanzado una campaña para intentar eliminar a Donald Trump, el favorito para las elecciones primarias republicanas, como candidato republicano a la presidencia. Por el momento, fracaso de los máximos dirigentes del Partido republicano.
Mitt Romney (su padre, George W. Romney, fue presidente de la American Motors Corporations de 1954 a 1962 y gobernador de Michigan de 1963-1969; Mitt ha estado a la cabeza de una sociedad de inversiones Bain Capital, después ha sido gobernador de Massachusetts, tras haber fracasado en 2006 en las primarias republicanas frente a Cain) había sido candidato republicano frente a Obama en 2012. Mitt Romney ha lanzado una campaña para eliminar a Trump con el eslogan “No importa quien, salvo Trump”. Declarando que un triunfo de Trump sería un desastre para “América”. Sugiere que, en el caso de que Trump ganara las primarias y fuera elegido, los electores y las electoras no deberían apoyarlo en la elección presidencial de 2016 (con la toma de posesión en enero de 2017).
A lo largo de las últimas semanas, los donantes republicanos han entregado decenas de millones de dólares para que aparezcan anuncios publicitarios contra Trump en los Estados donde se iban a desarrollar las primarias.
La victoria general de Trump en las elecciones primarias del 15 de marzo ha supuesto un revés para la campaña del establishment republicano. Ha superado a los otros candidatos y solo Ted Cruz, el senador de extrema derecha de Texas, tiene todavía alguna posibilidad -limitada- frente a él. Los sondeos realizados después de estas primarias indican que una amplia minoría de republicanos optarían por un “tercer partido” (un tercer partido o candidatura presidencial), si Trump logra ser nominado.
Al establishment republicano no le gusta Cruz y lo considera como inelegible en las elecciones generales. La campaña organizada por Romney intenta impedir que Trump gane los suficientes delegados para la convención republicana como para obtener la mayoría. Si lo logra, esto supondría una convención “negociada”, es decir, un intento entre bastidores para encontrar una alternativa a Trump como candidato del partido.
Trump ha reaccionado amenazando con que si él ganara gran número de delegados y se rechazara su nominación, habría un motín en la Convención.
A lo largo de las últimas semanas, Trump ha acentuado su retórica racista y ha animado a la violencia contra los que protestaban en sus reuniones. Desde hace algún tiempo, incita a sus seguidores a expulsar físicamente a quienes protestan de forma no violenta, silenciosa, pero ahora ha subido un peldaño en esta estrategia. He aquí algunas de las advertencias que ha lanzado a sus seguidores cuando atacaban a quienes protestaban:
•“Te digo que me gustaría romperle la cara”
•“En los buenos tiempos, esto no pasaba porque lo que les hacían a esta clase de tíos era muy, muy duro”.
•“Me gustan los viejos tiempos. ¿Sabéis qué les hacían a tipos como estos cuando venían a un sitio como este? Se les sacaba en camilla, amigos míos”.
•“Si veis a alguien que se prepara para tirar un tomate (ningún opositor ha lanzado tomates en estas reuniones), hay que zurrarles.¿No es verdad? En serio, hay que matarlos”
Cuando recuerda “los viejos buenos tiempos”, se refiere a la época de la segregación, cuando un negro que protestaba se manifestaba en una reunión racista blanca como la de Trump (“un lugar como este”), habría sido asesinado (hoy muchos de quienes protestan contra las asambleas de Trump son los negros, los latinos y otras personas de color y del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan. NT)
En un sondeo al final de la precedentes elecciones primarias, en Carolina del Sur, que Trump ganó holgadamente, un 20% de las personas que le votaron consideraban que Abraham Lincoln (presidente de Estados Unidos de 1861 a 1865) cometió un error al emancipar a los esclavos afroamericanos durante la Guerra Civil (1861-1865) y un poco más de un tercio lamentaba que los Estados sudistas no hubieran ganado la guerra. Es probable que lo lamentaran muchos más, pero les daba reparo decirlo públicamente.
Durante una reciente asamblea en Carolina del Norte, cuando un grupo de jóvenes negros eran expulsados hacia la puerta de salida del local del mitín, un partidario blanco de Trump le golpeó la cara a uno de ellos. Entrevistado en la televisión, el agresor dijo con una amplia sonrisa que se había divertido mucho en la reunión porque había podido “partirle la cara a ese...”. hizo una pausa durante la que buscaba otra palabra distinta a “negro” que la tenía en los labios- y finalmente dijo “a ese bocazas”. Enseguida añadió que en la próxima ocasión podría matarlo”. El hombre fue detenido por agresión. Trump anunció que pagaría los gastos legales de su defensa.
Más tarde, en otra reunión en Ohio, Trump acusó a una persona que protestaba de ser un agente del ISIS (Estado Islámico). A continuación, el 11 de marzo, durante un mitin en San Luis, 31 personas fueron arrestadas después de la bronca a golpes entre los seguidores de Trump y sus detractores. El periódico New York Daily News mostraba a un afroamericano de los que protestaban ensangrentado que yacía en el suelo bajo el título “Sangre en las manos de Don” (Donald Trump).
Las cosas fueron muy diferentes cuando Trump fue a Chicago la misma noche. Hasta entonces, quienes protestaban habían sido pocos pero en Chicago fue recibido por 3000 opositores. Se había previsto que Trump hablaría en la Universidad de Illinois-Chicago, un campus de mayoría no blanca. Cuando supieron que Trump vendría a su campus, estudiantes de algunas facultades comenzaron a organizar una movilización de protesta antirracista. Se formó una amplia coalición por los derechos de estudiantes migrantes incluyendo grupos latinos, musulmanes, árabes y negros, el sindicato de estudiantes negros y Black Lives Matter entre muchos otros, incluyendo al sindicato de los trabajadores del campus.
La tarde del mitin, quienes iban a protestar se reunieron en el campus, donde se incorporaron habitantes de los barrios de los alrededores en gran parte latinos.
Otro grupo de jóvenes negros de Chicago, Fearless Leading by the Youth (Liderazco juvenil sin miedo. NT) organizaba una manifestación porque la administración del Partido Demócrata había protegido al alcalde Rahm Emmanuel cuando un joven negro fue asesinado por la policía. Cuando los miembros de este grupo tuvieron conocimiento de la manifestación que se preparaba, decidieron juntarse y colocaron delante su propia reivindicación de dimisión de Rahm Emmanuel y de su Procurador General.
3000 manifestantes multirraciales convergieron hacia el estadio donde se iba a celebrar el mitin con pancartas en español, en árabe y en inglés con eslóganes muy diferentes contra los ataques racistas de Trump. El estadio fue rodeado por miles de carteles, banderas, una sección de reggae y una banda de mariachis.
Muchos más partidarios de Trump que opositores consiguieron entrar en el estadio y otros muchos se quedaron en el exterior. La tensión era palpable. Poco después, a solo media hora de la llegada prevista de Trump, este anulaba el mitin.
Al contrario de lo que han informado muchos periódicos, no fueron los opositores que se encontraban en el interior del estadio quienes impidieron el mitin sino que lo hizo el mismo Trump viendo el número de opositores y que estaban bien organizados y disciplinados. Simplemente esperaban la llegada de Trump para protestar.
Cuando se anunció la suspensión del mitin, los opositores que estaban en el interior del estadio, incluyendo a quienes se habían disfrazado de partidarios de Trump, comenzaron a aplaudir. Furiosos los partidarios de Trump atacaron a los opositores que a su vez, se defendieron. La candidata Hillary Clinton declaró que “¡los dos bandos eran culpables!”.
Los otros candidatos republicanos denunciaron a Trump por su incitación a la violencia. Pero el establishment republicano da pruebas de hipocresía cuando critica a Trump, pues igualmente se opone a la reforma de la emigración y la mayoría de los latinos sabe que esto es un ataque contra ellos. El establishment republicano quiere aumentar la militarización de la frontera con México. Desde el establecimiento de la “Southern Strategy” en la década de 1970, los republicanos aceptaron el racismo antinegro y restringieron el derecho a voto de los negros y los latinos en los estados que controlan.
Igualmente, insinuaron que los musulmanes son peligrosos Esta y otras cuestiones, incluidas en la política de extranjería, son la base para Trump. Lo único que les molesta es que Trump exagera burdamente la política de los republicanos, lo que les hace temer que el Partido Republicano podría no ganar las elecciones presidenciales y que Trump sea incontrolable.
Habrá que examinar en los messes venideros cómo el Partido Republicano gestionará sus profundas divisiones. Es inútil especular sobre esto: lo sabremos en la Convención del Partido Republicano o incluso más tarde.
Los demócratas no son la respuesta a las posiciones cada vez más derechistas de los republicanos, pero eso pertenece a otro artículo.