Brasil - “El progresismo es una forma de engañar a las izquierdas”
Presidente del Movimiento de Justicia
y Derechos Humanos, Jair Krischke es un veterano militante social brasileño
ligado desde hace décadas a Uruguay. (1) En esta entrevista analiza la realidad
política en su país. A continuación lo esencial de sus declaraciones.
Daniel Gatti
Brecha, Montevideo, 11-3-2016
—La cosa va bastante más allá de lo
que pueda suceder con Lula o con Dilma. El país está paralizado. Es imposible
que funcione cuando dos de los tres poderes están bloqueados.
Dilma prácticamente no ha gobernado
desde que accedió al gobierno en enero del año pasado. El resto del tiempo ha
estado paralizada.
Por otro lado es Lula el que maneja
los hilos de la política del gobierno. Dilma cambió varios ministros por una
decisión del líder histórico del Partido de los Trabajadores. Lula no se
conformaba con la actuación de la Policía Federal e hizo cambiar al ministro de
Justicia, de quien depende la policía en Brasil, y también impuso el relevo del
ministro de Hacienda.
Pero además tenemos un parlamento en
una situación terrible: el presidente del Senado está involucrado en seis
causas por corrupción y su par de la Cámara de diputados en otras cuatro
causas, y enfrenta una quinta en la Comisión de Ética por haber mentido
respecto de que no tenía cuentas en bancos extranjeros.
Y corre el pedido de impeachment
contra Dilma, que terminó derivando hacia la justicia, como acaba todo en el Brasil
actual.
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—La nueva manera de hacer política en
este país consiste precisamente en judicializar. Por incompetencia, por escasa
formación de sus cuadros, el poder político no logra resolver problemas
netamente políticos y esos problemas derivan hacia la justicia, que es el único
poder que realmente funciona.
Este martes se publicó en el Diario
Oficial una resolución del Supremo Tribunal Federal que contiene cuatro o cinco
aspectos poco claros que deberán ser aclarados antes de proseguir el proceso de
impeachment.
Estamos ante un gran lío político,
pero con grandes repercusiones económicas: la inflación ya ha superado el 11
por ciento y el desempleo el 10, cuando hasta hace muy poco había en el país
prácticamente pleno empleo. La combinación de las dos crisis –económica y
política– está provocando de hecho una situación global muy grave.
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—Fijate que cuando Fernando Collor
fue sometido a juicio político, en los años noventa, había entonces en el
parlamento brasileño unos 60 diputados muy sólidos, muy serios, capaces, formados.
¿Y ahora? Nada. La composición actual de las cámaras es penosa, con bancadas
suprapartidarias, como la llamada bancada de la bala, la evangelista, la
ruralista y otras más.
—¿Hay algún diputado de izquierda
integrando esas bancadas?
—Bueno, primero que nada habría que
ponerse de acuerdo sobre qué entendemos por izquierda. Si nos referimos al PT,
hace tiempo que ha dejado de ser un partido de izquierda. Se habla de
progresismo. ¿Pero qué es básicamente el progresismo? Todavía nadie me lo ha
explicado, pero lo cierto es que en los hechos se trata de una forma de engañar
a las izquierdas.
Cuando Lula fue electo por primera
vez, luego de tres intentos fracasados, proclamó en una “Carta a los
brasileños”, que aquí llamamos “Lula paz y amor”, toda una serie de ideas que
ya suponían una renuncia clara a una concepción de izquierdas.
Tengamos en cuenta –las cifras así lo
demuestran– que nunca antes como en los gobiernos del PT los bancos lograron
tantas ganancias. Y está el enorme asunto de la relación con las grandes
empresas. Odebrechet, Oas, firmas que fueron creadas y prosperaron durante la
dictadura, aprendieron a robar al país con los militares, lo siguieron haciendo
luego y lamentablemente con el PT ampliaron su base de negocios, al salir por
América Latina y África con sus grandes emprendimientos, como la construcción
de aeropuertos, represas, etcétera, financiados con fondos públicos del Banco
Nacional de Desarrollo Económico y Social. Eso aumentó mucho sus ganancias.
Cuando la Copa Mundial de Fútbol de
2014, la Fifa exigió a Brasil una enormidad de obras, muy costosas, que en gran
parte no fueron concluidas o que incluso han sido abandonadas, y la gran
mayoría fueron hechas por esas grandes empresas.
Este martes se supo que Mônica, la pareja
de João Santana, el responsable del marketing de Lula y de otros presidentes
latinoamericanos, que hoy está preso, decidió acogerse al sistema de delación
premiada (véase nota de apertura). Grandes empresarios, aconsejados por sus
abogados, harán lo mismo. Se va hacia una gran vergüenza nacional, porque van a
salir todos los trapitos al sol y puede ser muy feo.
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—¿Por qué si el PT es tan funcional
al sistema y le facilita las cosas a la derecha social, al gran empresariado,
se lo quiere desplazar del poder con tanta insistencia?
—Es que ha habido un abandono de la
política por parte de todos los partidos. Quienes quieren desplazar al PT del
poder quieren hacer negocios en su lugar. Sólo se piensa en ganar, en lucrar, y
hasta se puede decir que no hay oposición. El PT se ha convertido en todo caso
en más de lo mismo.
Dilma culpa a la oposición, así lo
dice, pero en realidad la mayor oposición que debe enfrentar está en el
interior de su propio partido, el PT, que además nunca la reconoció como
propia, porque se incorporó recién en el año 2000. No tiene respaldo político,
la presidenta está sola. El lunes en Caxias do Sul, cuando fue a inaugurar unas
viviendas en el marco del programa Mi Casa Mi Vida, apenas había un ministro y
dos o tres parlamentarios, cuando antes se peleaban por aparecer en la foto. La
metieron en una situación terrible y la están abandonando. La metió Lula.
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—¿Por qué usted hace tanta diferencia
entre Lula y Dilma? ¿No practican la misma política?
—Conozco a Dilma hace muchísimos años
y ella nunca fue una política tradicional, nunca postuló a un cargo electo, la
colocó Lula, al que acompañó muy estrechamente durante sus gobiernos. Le falta
experiencia política, es dura de cintura, no es una diplomática. La tengo como
una persona muy seria y estoy seguro de que no sacó ventaja alguna de todos
estos escándalos de corrupción.
—¿Y Lula?
—Bueno, habrá que ver. La finca que
se le está investigando es muy impresionante, muy lujosa. Gran parte de las
cosas que Lula tenía en la casa presidencial en Brasilia las llevó allí, y otra
parte importante estaba hasta enero en el depósito de una empresa
especializada, y su alquiler, bastante alto, lo pagaba la Oas. En enero, cuando
el tema se ventila, llevaron todo a un depósito del sindicato metalúrgico. La
propia construcción de la casa, del tríplex, fue pagada por la Oas. Van
apareciendo cosas así, y yo no puedo poner en un mismo nivel, desde el punto de
vista ético y moral, a Dilma y a Lula. Este es un país sorprendente, de todas
maneras.
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—¿Si hay una campaña mediática contra
el gobierno, como lo denuncia el oficialismo? Puede ser, ¿pero quién da el
material para esa campaña? Ellos mismos. Todos sabemos lo que son los medios
del establishment, en todo el mundo, pero bueno, no exageremos las cosas.
Se habla también de las motivaciones
políticas del juez Sergio Moro, pero 97 por ciento de las decisiones de este
magistrado han sido mantenidas por el Supremo Tribunal Federal, nueve de cuyos
11 integrantes han sido nombrados por Lula y por Dilma, incluido el presidente
del cuerpo, designado por Lula. Y el ex presidente está defendido por los
mejores abogados del país, los más caros.
Nosotros reclamamos mucho de los
medios, pero debemos reconocer que hay mucha incompetencia. Yo he dicho varias
veces en broma que si un empresario se propone hacer un diario de derechas de
calidad debe llamar a periodistas de izquierda, que le van a aportar formación
y seriedad. Bajo la dictadura, los responsables del diario O Globo les decían a
los militares que de “sus comunistas” se ocupaban ellos.
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—El panorama para la izquierda
brasileña no es fácil. Está muy dividida, cosa que no es rara, pero sobre todo
el problema consiste en que el PT ha cooptado los liderazgos de la mayor parte
de los movimientos de la sociedad civil, desde los sindicatos hasta los grupos
de defensa de los derechos humanos, el sector en que yo me muevo, pasando por
los grupos ambientalistas, que fueron pioneros en América Latina. Con los sin
tierra también pasó, pero menos, fundamentalmente porque la reforma agraria no
ha sido nunca una de las prioridades de los gobiernos del PT y bajo sus
gestiones se han entregado menos tierras a campesinos que bajo la de Fernando
Henrique Cardoso.
En cuanto a las posibilidades de una
ruptura en el PT, de una alianza de sectores del PT con el Psol y otros
partidos menores de izquierda, no creo que suceda. El Psol es algo novedoso,
una izquierda más principista, pero es pequeño. Está la Red de Sustentabilidad,
un partido creado por la ecologista Marina Silva, pero tengo miedo de sus
posturas mesiánicas y religiosas. Religión y política son cosas bien distintas,
y en todo caso prefiero a los pecadores.
Nota
1) En 1978 la acción
de Krischke fue fundamental para salvar la vida de los entonces militantes del
Pvp Lilián Celiberti y Universindo Rodríguez, secuestrados en Porto Alegre en
el marco del Plan Cóndor. En 2013 fue declarado visitante ilustre de
Montevideo, por la Intendencia.
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