Mujeres en tránsito irregular por México
Numerosos son los estudios publicados en
los últimos años que hablan de la migración en tránsito irregular por México a
partir de lo que acontece alrededor del tren de carga “La Bestia”, casi siempre
bajo la mirada y las experiencias de los hombres. Sin embargo, desde hace seis
décadas el 50 por ciento de las personas que migran de forma irregular
alrededor del mundo son mujeres.
Instituto Para las Mujeres en la
Migración
Brecha, Montevideo, 5-2-2016
Hacer visible la participación de las
mujeres en tránsito irregular por México necesariamente involucra un enfoque de
género que permita analizar sus experiencias y las condiciones que enfrentan en
este proceso migratorio. De acuerdo con datos de la Unidad de Política
Migratoria de la Secretaría de Gobernación, las mujeres constituyen
aproximadamente el 20 por ciento del total de personas detenidas en tránsito
irregular. La mayoría proviene de Centroamérica, especialmente de Guatemala,
Honduras y El Salvador. Son jóvenes y madres, que trabajan en su lugar de
origen antes de migrar.
Quienes deciden hacerlo cuentan con
redes y apoyos, tanto en su país de origen como en el de destino. Las
estrategias para migrar de las mujeres se distinguen por la forma en que se
toma la decisión. Aunque las razones son diversas, destaca la necesidad de
mayores ingresos económicos para brindar a sus hijas e hijos mejores
condiciones de vida; escapar de la violencia (en sus diferentes tipos y
modalidades); o como parte de un acuerdo dentro del grupo familiar (influido,
casi siempre, por las relaciones de poder existentes en la familia).
La ruta de migración irregular más
conocida en México comienza en la región del Soconusco, en Chiapas, hacia
Oaxaca y Veracruz. Las y los migrantes de Centroamérica suelen viajar en
autobús desde su lugar de origen hasta Tecún Umán (Guatemala), donde cruzan el
río Suchiate (Chiapas) en balsas; y, quienes así lo hacen, posteriormente
montan en el tren. De acuerdo con la Encuesta sobre Migración de la Frontera
Sur de México, en 2010 sólo 14 por ciento de las personas deportadas por México
y 10 por ciento de las deportadas por Estados Unidos utilizaron el tren de
carga conocido como La Bestia.
Bestia más, bestia menos
Las migrantes hondureñas suelen viajar
más en tren que las de Guatemala y El Salvador, ya que cuentan con menos recursos
económicos y redes de apoyo. En general, las estrategias de viaje de las
mujeres migrantes se distinguen de las de sus pares hombres porque: viajan de
forma más clandestina; la mayoría contrata los servicios de un traficante, ya
sea para todo el viaje o una parte de éste; portan documentación falsa; evitan
el tren de carga; se alojan en hoteles y casas de huéspedes, evitando los
albergues; se vinculan con transportistas mexicanos para hacer parte de su
recorrido; cuentan con redes trasnacionales para planear, realizar y costear su
viaje, con el objetivo de llegar con éxito a su destino. Sin embargo las
estrategias que siguen no implican necesariamente un viaje más seguro o libre
de violencia. Por el contrario, durante su experiencia migratoria continúan
inmersas en las estructuras desiguales de poder y violencia estructural de
género que permean la región.
En los últimos años se ha incrementado y
agudizado la violencia contra las personas migrantes en tránsito irregular por
México. Entre los riesgos que corren se encuentra la extorsión, con la
participación de autoridades de distintos niveles de gobierno, principalmente
durante los operativos de revisión y detención realizados en puntos móviles
carreteros; tráfico de personas, resultado de la falta de posibilidades y/o de
programas para que puedan migrar de forma regular; y diversas modalidades de
violencia.
Luego de la puesta en marcha de la
estrategia fallida del presidente Felipe Calderón para combatir al narcotráfico
se colocó el tema de la migración como un asunto de seguridad nacional, lo que
amplió la participación de las autoridades de seguridad pública y militares en
las actividades de control migratorio; dicha estrategia abrió las puertas a una
mayor corrupción e impunidad.
De acuerdo con el “Informe especial
sobre secuestro de migrantes en México”, de la Comisión Nacional de Derechos
Humanos (Cndh), de los 214 eventos de secuestro documentados entre abril y
setiembre de 2010, que involucraron a más de 10 mil víctimas, 16 por ciento de
los testimonios de víctimas y testigos correspondieron a mujeres. El mismo
informe señala que durante ese año sólo se presentaron 13 denuncias de
secuestro ante la Procuraduría General de la República, y apenas fueron
sentenciadas dos personas por el delito de secuestro de migrantes. Por lo que
las violaciones a los derechos de las personas migrantes son agravadas por la
omisión, la inacción, la aquiescencia y el perjuicio de las prácticas de las
autoridades, en todos los niveles.
(Los datos consignados en esta nota
fueron fueron obtenidos de: Gabriela Díaz Prieto y Gretchen Kuhner (2014), Un
viaje sin rastros. Mujeres migrantes que transitan por México en situación
irregular. México, Cámara de Diputados LXII Legislatura, Imumi, 4ª Editores.
Disponible en: unviajesinrastros.imumi.org)
Factores
Entre los factores que contribuyen a la
violencia contra las mujeres migrantes en tránsito irregular por México se
destacan:
Bajos índices de desarrollo humano,
tanto en los países de origen como en el de tránsito.
La militarización de la seguridad
pública y el combate al narcotráfico con un Estado de derecho débil.
La securitización de la política
migratoria, que descuida los derechos humanos de las personas migrantes y
carece de una perspectiva de género.
Los vacíos de información estadística
sobre las mujeres migrantes que atraviesan México, que impiden explicar las
especificidades de la participación femenina en los eventos de detención, y la
documentación de las violaciones de las que son objeto.
La falta de reconocimiento del papel de
las migrantes como trabajadoras que contribuyen al desarrollo económico y
social de sus familias, comunidades de origen y de destino.
Falta de congruencia entre la
legislación, las políticas migratorias y los instrumentos jurídicos de
protección de los derechos humanos de las mujeres migrantes.
Desconocimiento de los derechos de las
migrantes en México por parte de las autoridades, pero también de las propias
mujeres.
Discriminación, xenofobia, normalización
de la violencia contra las mujeres, desigualdad y exclusión social.
Falta de reconocimiento de la
corresponsabilidad de proteger y garantizar la vida y los derechos de las
mujeres migrantes que comparten los países de origen, tránsito y destino.
La corrupción, la falta de rendición de
cuentas y la impunidad.
Las estrategias de migración más
clandestinas que siguen las mujeres durante su tránsito irregular por México
pueden contribuir a que lleguen a su destino con éxito. Sin embargo, las
exponen a situaciones que involucran riesgos, violencia y violaciones a sus
derechos humanos, que difícilmente pueden sortear. De hecho, las extorsiones,
la violencia sexual y las vicisitudes asociadas al tráfico de personas muchas
veces son vistas por las mujeres migrantes como trámites por los que “deben
pasar” a fin de llegar a su destino, normalizando con ello la violencia, ante
la falta de un mecanismo de tránsito regular acorde a las necesidades de las
mujeres en la región.
Ante esta situación es necesario
garantizar la seguridad de las mujeres migrantes y su acceso al desarrollo
humano, reducir la clandestinidad y las consiguientes situaciones de
vulnerabilidad de las mujeres migrantes, y reconocer las realidades
demográficas, de integración económica y del mercado de trabajo de la región,
así como la contribución de las personas migrantes al desarrollo económico y
social de los países de origen, tránsito y destino. Además de homologar la
nueva programación política mexicana, como el Plan Nacional de Desarrollo
2012-2018, el Programa Especial de Migración 2014-2018, y el Programa Nacional
para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2013-2018 con las leyes en la materia.
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