CHILE: LA POLICIA SIGUE TORTURANDO A COMUNEROS MAPUCHE.

Posted by Cunche Campos on jueves, febrero 18, 2016

Tortura en Puerto Choque.
Luis García-Huidobro.
Tirua.
“A nosotros no nos pagan por torturar” nos dijo encogiéndose de hombros el Carabinero que nos recibió en la Comisaría de Cañete el jueves en la mañana a los familiares y amigos de los detenidos del día anterior en Puerto Choque. El los vio, y sabe que lo que contaremos es cierto, aunque parezca increíble a casi 30 años de terminada la dictadura.
El pasado miércoles 10 de febrero, en el camino público entre las localidades de Puerto Choque y Paillaco en la comuna de Tirua, a 30 metros del cruce que va hacia Tranaquepe, Carabineros de las Fuerzas Especiales de la nueva zona policial “Araucanía Control Orden Público” protagonizaron acciones de tortura a comuneros mapuche dignas de los años 80.
El sector está en conflicto entre Forestal Mininco y las comunidades mapuche, contando la empresa con resguardo policial al interior de los fundos. Hace dos años y medio el Lov Choque-LleuLleu ejerce el control territorial, y en el sector ha habido varios enfrentamientos entre comuneros y carabineros.
Por el camino público que une Choque y Paillaco todas las mañanas pasan comuneros que van a trabajar de un sector a otro, sea en las faenas de recuperación como en faenas autorizadas por los dueños legales de los fundos, como el caso de Paillaco, o simplemente comuneros que tienen tierras en el sector y se movilizan por la zona.
La mañana del miércoles amaneció con un grupo de unos 20 Fuerzas Especiales ubicados estratégicamente para esperar a los comuneros que por ahí pasaran; antes de la madrugada habían sido escuchados pasar por la localidad de Tranaquepe. Previamente se habían reunido a las 4 de la mañana en la casa de una persona que tiene protección policial para iniciar desde ahí el operativo, utilizando esa vivienda particular como base de operaciones.
Durante la mañana en ese camino público rural fueron detenidos Juan Catril Puente (quiene estuvo amarrado en el suelo desde las 9 de la mañana hasta las 2 de la tarde), Jorge Antilao Catril, Herminio Ñeguey Ñeguey, Esteban Millanao Aguayo, Tránsito Millanao Ñancuil, Nelson Curihuinca García, Luis Escobar Acuña, Elieser Reinao Millahual y Rodrigo Reinao Nahuelhual. Otros comuneros pudieron escapar a la emboscada policial.
Durante toda la mañana los comuneros que fueron pasando por el camino público rural fueron siendo detenidos teniendo que soportar tortura física y psicológica por parte de las Fuerzas Especiales, en particular los siguientes métodos:
- Amenaza de violación y actos sodomíticos: un carabinero bajaba los pantalones a los comuneros y les realizaba actos sodómicos: “si no dices dónde está tal persona o dónde tienen armas te vamos a violar”, “te violo o te mato”, etc.
- Quema de vehículo y amenaza de quemarlos a ellos: carabineros lanzó lacrimógena al interior de la cabina del camión en que se trasladaban, la cual quemó el brazo de un comunero, y luego un elemento de ruido, un pitido intenso que los atontó. Luego fueron sacados de la cabina, maniatados y tirados en la carrocería, mientras otro carabinero prendía fuego a la cabina del camión : “a estos indios culiaos hay que quemarlos”, decían, “ustedes qué hacen aquí no son chilenos los mapuches son argentinos”. A continuación fueron rociados los jóvenes con bencina (las marcas de irritación de la piel todavía están) y subidos a una camioneta Mahindra de color plomo para ser trasladados a Tranaquepe. La crueldad e irresponsabilidad podría haber provocado una tragedia mayor si las llamas hubieran alcanzado a los jóvenes.
- A medida que iba llegando otra gente al camino público, una pareja de carabineros ubicados estratégicamente avisaba, entonces para esconder a los ya detenidos los lanzaban a las zarzas, atados de manos y con la boca amordazada.
- Durante toda la mañana los tuvieron boca abajo y amarrados, propinándoles golpes en la cabeza para que no pudieran mirar hacia arriba e identificar a los torturadores, sin embargo, los comuneros lograron escuchar el nombre de un civil que vive en el sector de Tranaquepe y habría actuado en complicidad con Carabineros.
- Aplastamiento de los dedos con el escudo de carabineros (todavía algunos tienen los dedos fracturados), golpes en el rostro con el canto de la mano, golpes de culata, golpes con el yugo (pues algunos comuneros iban con yunta de bueyes), golpes con hacha y pica en el sector de las nalgas y el ano: “a estos indios culiaos hay que matarlos”. Uno de los jóvenes tiene un corte de hacha en uno de los muslos.
Otros comuneros lograron escapar a la emboscada, alguno gracias a que pudo disparar una escopeta. Carabineros a los que escapaban les disparaban (suponemos que para amedrentar solamente y no al cuerpo, de lo contrario habría muerto alguien) con el fusil de asalto M4 calibre 556 que desde hace meses está usando Fuerzas Especiales en la zona, es decir munición de guerra, y también con el revólver calibre 38.
La tortura de los detenidos duró toda la mañana a pocos metros del cruce de caminos. Luego en dos grupos fueron trasladados, los primeros en una camioneta Mahindra y el segundo grupo en dos vehículos incautados a los mismos comuneros. Fueron llevados a la casa de la persona que tiene protección policial en la localidad de Tranaquepe, donde los esperaba el resto del contingente, para desde ahí ser llevados a la Comisaría de Cañete.
A la mañana siguiente uno de ellos fue nuevamente apuntado en su cabeza y amenazado con el arma de servicio.
Funcionarios del Instituto de Derechos Humanos pudieron visitar a los detenidos en el calabozo en Cañete y constatar las lesiones fruto de la tortura, aunque no les realizaron un examen exhaustivo. Luego de ir a la audiencia por control de detención concurrieron a escuchar el testimonio de uno de los detenidos que no fue llevado a la comisaría por carabineros sino había sido puesto en libertad durante la misma mañana. Luego pasaron por el lugar de los hechos a ver las camionetas quemadas que todavía están en el camino público y el árbol cortado en el camino por carabineros para detener los vehículos en el camino público. Venían de Concepción y andaban apurados, con suerte se les pudo convencer de ir hasta el lugar. No quisieron tener tiempo para escuchar el relato de cada uno de los comuneros torturados y verificar sus lesiones. Quedaron de venir en otra oportunidad.