Brasil - Después de las rebeliones 2013

Posted by Correo Semanal on miércoles, diciembre 16, 2015

 
Clase política brasilera acelera desconstrucción de la democracia    

Guilherme C. Delgado  
Correio da Cidadania
Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa

Los años de 2013.2014,2015,llevaron a las calles, en primer lugar, protestas populares gigantescas, movilizadas por fuera de los partidos políticos y movimientos sociales estructurados. Se defendían derechos difusos, particularmente la movilidad urbana, y se extendieron por varios centros urbanos del país.
Por otro lado, pasado el proceso electoral de 2014, aparentemente indiferente a las manifestaciones del año anterior, y conocidos sus resultados, se inició otro tipo de movimiento, este completamente articulado al interior del sistema político, con vistas a la destitución de la presidenta de la República electa. El último lance de ese movimiento es la iniciativa del presidente de la Cámara Federal de desencadenar el inicio del proceso de “impeachment”.
Además, el año 2015, en términos de pauta legislativa, en general iniciada en la Cámara Federal, es completamente inverso en el sentido de la afirmación de principios democráticos relativos a la profundización de la democracia política, de los derechos civiles y de los derechos sociales. Por la brevedad del este texto, no me extenderé sobre el tenor de esas pautas. Pero hay un vasto rol de medidas legislativas ya aprobadas o en trámite de carácter restrictivo a las conquistas democráticas, institucionalizadas por la Constitución de 1988.
Esos tres breves eventos (manifestaciones de 2013, elecciones de 2014 y campaña del “impeachment” de 2015), evidencian, en la coyuntura del trienio 2013-2015, una cuestión política y social en ebullición, probablemente no incorporado al reportorio convencional del sistema político – elecciones, pauta congresal, agenda de prioridades de los partidos y movimientos sociales, etc.
Hay una tensión difusa, a veces inversa  en la manipulación legislativa, que aquí denominamos provisoriamente de “cuestión democrática”, circulando al margen de una discusión política más profunda. En el año 2015, caracterizado también por la crisis económica, el malestar social se tornó todavía más pesado, teniendo en cuenta la pretensión notoria de destitución presidencial en fase de recrudecimiento del desempleo. Pero esto no elude caracterizar a las raíces políticas precedentes, de una crisis política difusa, que las calles expresaron en 2013, sin contenido.
De allí a convertir los antagonismos difusos en pautas de desconstrucción de derechos civiles, hay un paso. Cuando el tema de la igualdad civil se contamina con igualdad social, como en el caso de las tierras étnicas (indígenas y quilombadas), la desconstrucción es más ostensiva, mostrando la explicita alianza de la triple B (las bancadas del “Buey”, de la “Bala”, y de la “Biblia”) en el Congreso.
Más sofisticada, pero no menos grave, es la tentativa de promover el retroceso amplio, general e irrestricto en los derechos sociales constitucionalizados y reglamentados (seguridad social y educación básica), bajo la etiqueta algo cínica del “ajuste estructural” del Presupuesto de la Unión.
Ejemplo explícito de esa tentativa es el documento del PMDB llamado “Un puente para el Futuro”.
Finalmente, los derechos políticos, incluido el derechos ciudadano a la información, quedan también relativizado; la medida que es propia de los medios, se convierte en la orquesta política de los intereses restrictivos al pluralismo ideológico, con las excepciones de costumbre.
En este contexto, hay una fuerte amenaza de retrocesos simultáneos a los derechos políticos, sociales y civiles, operados por dentro de las instituciones de Estado, sin que la sociedad políticamente organizada los partidos políticos y la sociedad civil-, demuestre con vigor y expresión pública, la defensa de esos derechos y del propio orden constitucional subyacente. 
Por esto, nos parece relevante invertir en la reflexión sobre medios y modos de configurar la “Cuestión Democrática” que hacen a las inquietudes políticas del momento. Particularmente, es importante pasar revista a la Constitución de 1988 y a las causas explícitas o implícitas de su aparente desconstrucción; sea por una especie de “coyuntura espúrea” en que se convirtió la agenda congresual de 2015, sea debido a la propia tesis de Constituyente exclusiva, que algunos sectores de izquierda llegaron a defender luego de las manifestaciones de junio 2013. En los dos casos inquieta cierta limitación de los abordajes políticos.
Finalmente, pienso que una contribución que ofrecer al debate de la “Cuestión Democrática” pasaría por la revisita a los propios fundamentos del orden democrático constitucional, en los campos de los derechos políticos, civiles y sociales, en una perspectiva de reconstrucción del camino de 27 años, hoy en peligro de retroceso. Esa revisita, comprometida con la democracia, no puede dejar de registrar graves lagunas sufridas en el ordenamiento político del país y que están en la raíz de la crisis estructural -política y económica- en curso.
Particular atención hay que prestar a las grandes lagunas de construcción del derecho público constitucionalizado, que de cierta forma permanecen indefensas a la democratización.
1) un sistema financiero prendido a la deuda pública, pero independiente del control público;
2) un sistema de propiedad de recursos naturales estrictamente mercantil, opuesto de la función social y ambiental de la tierra;
3) un sistema de comunicación social organizado bajo la forma de monopolio y oligopolio, explícitamente en contradicción al texto constitucional.
No por casualidad, esos espacios vacíos de regulación, después de 27 años de vigencia constitucional, urden retrocesos explícitos o implícitos a los derechos reglamentados, en el formato de las agendas ultraconservadoras de 2015.