A medio siglo del genocidio de Indonesia
Estados Unidos comprometido hasta la
médula en el genocidio indonesio
A medio siglo del terror *
La formación de un tribunal popular
internacional en La Haya y un proyecto de resolución en el Senado de Estados
Unidos para que se abran los archivos están dejando al descubierto la
participación de dos gobiernos demócratas estadounidenses en la masacre de más
de un millón de comunistas indonesios, hace medio siglo.
Marcelo Justo, desde Londres
Brecha, Montevideo, 5-11-2015
A 50 años del genocidio de más de un
millón de comunistas en Indonesia, una serie de documentos e investigaciones
está revelando el rol protagónico de Estados Unidos y otras potencias
occidentales en la matanza. Ni Indonesia ni Estados Unidos quieren hurgar en el
tema, pero el interés periodístico, la formación de un tribunal popular
internacional que sesionará en La Haya este noviembre y un proyecto de
resolución presentado ante el Senado de Estados Unidos para que se abran los
archivos están dejando al descubierto la participación de dos gobiernos
demócratas, el apoyo de los James Bond británicos y hasta la sorprendente
colaboración del espionaje alemán liderado por un ex jerarca nazi.
La apertura de los archivos ha sido
con cuentagotas, pero la luz que han filtrado muestra un paisaje típico de la
Guerra Fría, con Vietnam y la crisis de los misiles en Cuba como telón de
fondo. Los documentos desclasificados en junio revelan que en 1965 Indonesia
era uno de los ejes principales de los briefings de la Cia que recibía cada
mañana en su despacho el entonces presidente Lyndon Johnson. Bajo el liderazgo
del padre de la independencia, Sukarno, Indonesia había adoptado un papel clave
en el Movimiento de Países No Alineados y trataba de mantener un equilibrio
similar en su propio país entre el poderoso Partido Comunista, el ejército que
había combatido en la guerra colonial de 1945-49 contra Holanda, y las
poderosas organizaciones islámicas de una nación mayoritariamente musulmana. En
la perspectiva estadounidense Asia se estaba tiñendo de rojo, desde la China de
Mao hasta Corea y Vietnam, dividida en un norte comunista y un sur
proestadounidense: no había lugar para no alineados. “La neutralidad que
promovía el presidente Sukarno era para Estados Unidos un comunismo encubierto,
es decir, un insidioso enemigo a eliminar. En 1958 lo intentaron abiertamente
con un golpe de Estado siguiendo el modelo de los golpes en Irán de 1953 y
Guatemala en 1954. Pero el golpe fracasó y a partir de entonces operaron de
manera encubierta”, dijo Stephen Kinzer, autor de Overthrow: America’s Century
of regime Change from Hawaii to Irak.
Un obstáculo para una evaluación más
precisa es que los briefings están llenos de párrafos tachados porque siguen
siendo “peligrosos para la seguridad nacional”. El rompecabezas histórico hay
que armarlo con distintas piezas sueltas. Un documento de la National Security
Agency (Nsa) desclasificado en 2001 especifica que la tarea principal de la Cia
en Indonesia en 1965 era la destrucción del Partido Comunista, el Pki, aliado a
Sukarno. Otro documento, descubierto por una de esas casualidades de la investigación
histórica en una caja abandonada que sobrevivió al tsunami que golpeó a la
región en 2004, aporta una nueva clave. Se trata de la orden emitida en la
medianoche del 1 de octubre de 1965 por el general J Mokoginta, número dos del
general Suharto, cabeza de la rebelión contra Sukarno, de que se eliminara a
todos los comunistas. Esta información estaba en el despacho de Johnson el 2 de
octubre a la mañana, clara muestra del grado de intimidad informativa existente
entre Estados Unidos y los militares: en menos de un día el presidente era
informado de un comunicado top secret de las fuerzas armadas indonesias.
La desarticulación del gobierno de
Sukarno era un objetivo compartido por varios gobiernos occidentales. El
británico conservador Harold Mc Millan había establecido una alianza con el
demócrata John Kennedy que iba más allá de los colores políticos. Cuando el
laborista Harold Wilson asumió como primer ministro, en 1964, siguió con esta
“política de Estado” con el sucesor de Kennedy, Lyndon Johnson.
En la base del MI 6 (espionaje
exterior británico) en Phoenix Road, Singapur, el Information Research
Department trasladó este acuerdo a una estrecha colaboración en las campañas de
desinformación montadas con la Cia sobre la crueldad de los comunistas indonesios
y la presencia maoísta, información que atizaba el miedo de los sectores
musulmanes. Esta asistencia británica se extendió al campo militar con la
decisión de poner a un lado el conflicto existente entonces entre Malasia, que
contaba con abierto apoyo británico, y la Indonesia de Sukarno. “Buques de
guerra británicos escoltaron a un barco con tropas indonesias para que
participaran de este terrible holocausto. El trato era que una vez depuesto
Sukarno, que se había librado del Fmi y del Banco Mundial, Suharto
reincorporaría a Indonesia a ambos foros. Dicho y hecho”, señaló Roland
Challis, corresponsal de la Bbc en Asia en esa época.
La agencia de espionaje de Alemania,
el Servicio de Inteligencia Federal, bajo el mando de un ex general de la era
nazi, Reinhald Gehlen, suministró, según una investigación de la revista Der
Spiegel, “armas, radios y unos 300 mil marcos de la época para el golpe de
Suharto”. Gehlen era uno de los cerebros del espionaje durante la Segunda
Guerra Mundial, y fue reclutado por Estados Unidos para formar una red de
espías en la Alemania Occidental de la época. Uno de sus asistentes, Rudolf
Oebsger-Röder, ex coronel de las SS, se convertiría en un asistente directo y
biógrafo de Suharto. Otros generales de Suharto, como el temido Sukendro,
visitaron Alemania en la segunda quincena de noviembre del 65, en plena
matanza.
El 2 de octubre, coincidiendo con el
aniversario del comienzo de la matanza, el senador estadounidense Tom Udall
presentó un proyecto de resolución para la plena apertura de los archivos
históricos sobre Indonesia. El rechazo oficial a abrir los archivos a los
senadores no deja de sorprender si se toma en cuenta que los legisladores
tuvieron acceso a información secreta para revelar las técnicas de tortura e
interrogación empleadas luego de los atentados del 11 de setiembre de 2001:
¿cómo una historia de hace medio siglo es más sensible que esta información
contemporánea?
En La Haya este martes 10 el Tribunal
Penal Internacional analizará durante tres días la responsabilidad de
“Indonesia y otros países, incluyendo Estados Unidos, Holanda, Alemania,
Australia y Reino Unido” en el genocidio. “Buscamos la verdad de lo que sucedió
hace medio siglo. Una porción importante de esta verdad es la participación
internacional en los hechos”, dijo la coordinadora general del tribunal, la
indonesia Nursyahbani Katjasungkana.
* Tomado de Página/12, por convenio.
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