Turquía reanuda la guerra contra los kurdos

Posted by Correo Semanal on martes, octubre 06, 2015

Entrevista a Sarah Parker
Turquía reanuda la guerra contra los kurdos

Después de dos años de alto el fuego de hecho, Turquía ha reanudado los ataques aéreos contra los combatientes del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) en el área fronteriza y ha desencadenado una oleada represiva contra la población kurda en el sudeste del país. Phil Hearse ha entrevistado a Sarah Parker, histórica activista del movimiento de solidaridad con Kurdistán.

Phil Hearse
Euorope Solidaire Sans Frontiéres

Traducción de Viento Sur

-Phil Hearse: En julio, el presidente turco, Recep Erdogan, ordenó a su fuerza aérea lanzar un vasto ataque contra los combatientes kurdos en Irak, causando, según algunas informaciones, hasta 200 muertes. Asimismo se ha intensificado la represión contra la población kurda del interior de Turquía. ¿Cómo se explica este cambio de política?
Sarah Parker: Desde 2013 había un alto el fuego de hecho (de todos modos la guerra no era más que intermitente desde finales de la década de 1990), pero Erdogan y su partido islamista AKP (Justicia y Desarrollo) rompieron la tregua a raíz del resultado de las elecciones generales de junio. Erdogan esperaba obtener una mayoría suficiente para reformar la constitución y establecer una forma de gobernar más “presidencialista”, lo que le daría más poder. Sin embargo, este plan chocó con el ascenso del HDP (Partido Democrático Popular), que consiguió el 14 % de los votos y 80 escaños. El HDP es una alianza basada en defensores de los derechos de los kurdos, grupos de izquierda, organizaciones de mujeres y otros grupos oprimidos de Turquía como los alevíes y los armenios, más otros que luchan por los derechos de los y las altersexuales.
Ese 14 % del HDP fue un resultado increíble, ya que por primera vez un partido prokurdo superaba la barrera del 10 % para tener representación parlamentaria. Esa barrera, que es muy alta, se estableció expresamente para mantener fuera del parlamento a los partidos prokurdos e izquierdistas. Erdogan no solo esperaba que el AKP conservara el poder, sino también que obtuviera una amplia mayoría para asegurarse un mayor poder presidencial, de manera que pudiera prescindir todavía más de la oposición política y de la sociedad civil en general.
En un intento de revertir a derrota sufrida por el AKP en junio se han convocado nuevas elecciones para noviembre, y el AKP pretende relanzar un nacionalismo turco estridente e insinuar que el HDP está vinculado con el “terrorismo”, aislándolo políticamente. No se trata de una mera ofensiva propagandística, ya que incluye ataques de tipo pogromo en muchos lugares y más de 100 atentados contra locales del HDP, supuestamente para hacer que cunda el miedo e impedir movilizaciones de cara a las elecciones. También es posible que se utilice directamente la legislación antiterrorista contra el HDP con el fin de acosar a sus dirigentes y tal vez ilegalizar el partido. Es una estrategia muy arriesgada para Erdogan, pues la gran mayoría de la población turca desea la paz. El HDP también continúa haciendo campaña por la paz, pidiendo al AKP que vuelva a la mesa de negociación y tratando de reforzar el movimiento por la paz.
La excusa inmediata para la reanudación de la guerra aérea contra los “terroristas” fue el atentado con bomba realizado en julio contra una delegación de jóvenes de izquierda durante una conferencia de prensa en la ciudad de Suruç, junto a la frontera con Siria, en el que murieron 33 personas y más de 100 resultaron heridas. La gente culpó mayoritariamente al Estado Islámico (EI), puesto que el grupo de jóvenes socialistas tenía previsto cruzar la frontera y acudir a Kobane para pasar allí unos días y colaborar en las tareas de reconstrucción. No obstante, muchos observadores creen que estuvieron implicados en el atentado los servicios secretos turcos con la idea de que la indignación popular permitiera al AKP lanzar ataques aéreos contra el “terrorismo”.
A comienzos de septiembre hubo diez días de enfrentamientos en la ciudad de Cizre, donde murieron más de 30 personas. El gobierno utilizó tanques y francotiradores para atacar a la población. También hubo choques en Diyarbakir y otras ciudades del Kurdistán turco. ¿Qué revela esto? Cizre es una ciudad con una historia muy combativa. Se halla en el rincón sudoriental de la parte turca de Kurdistán, junto a la frontera siria, donde el movimiento kurdo ha sido muy potente en el pasado, y justo al otro lado de Derik, uno de los centros de la resistencia de Rojava (“Occidente”, es decir, la parte occidental o siria de Kurdistán). Lo que parece que ocurrió fue una revuelta urbana –encabezada especialmente por jóvenes, aunque no solo ellos, pues también desempeñaron un papel importante las mujeres– contra el retorno de la guerra y la continuación de la represión.
A pesar del prolongado proceso de paz y del alto el fuego, la represión contra la población kurda no cesó, en particular con la detención de miles de activistas políticos, estudiantes, defensores de los derechos lingüísticos de los kurdos, representantes de gobiernos municipales, etc. Hay miles de presos políticos que permanecen encerrados en condiciones muy duras. Lógicamente, la población local decidió hacer frente al asalto en ciernes y por las fotografías y películas que hay de los acontecimientos, se ve que fue una movilización masiva. La respuesta del ejército turco fue terrible: la destrucción recuerda los casos de Gaza y Siria. Un aspecto especialmente horrible fue el hecho de que francotiradores del ejército asesinaran a hombres, mujeres y niños que salieron durante el toque de queda en busca de alimentos o agua.
Algo parecido acaeció en en la principal ciudad kurda, Diyarbakir, que se encuentra en el sudeste de Turquía. Es un poco pronto para decir qué significa en el ámbito de la táctica de la resistencia kurda, pero la revista Business Insider (propiedad de Google) afirma que ahora opta por desafiar al Estado turco mediante una lucha basada en la población urbana y dirigida en particular por el Movimiento Patriótico Revolucionario de la Juventud (YDG-H), una especie de milicia juvenil vinculada al PKK. Business Insider también señala que el gobierno turco está muy asustado por este giro de los acontecimientos y no sabe cómo responder. Una campaña de destrucciones masivas en las ciudades dañaría mucho su imagen internacional. Esta información es probablemente correcta en general, pues como indica la revista, los combates anteriores se desarrollaron principalmente en el medio rural, de modo que es de suponer que el ejército está preparado para luchar en ese terreno, no en las ciudades. Al parecer, el ejército turco y la policía están sufriendo graves pérdidas a raíz de las acciones de represalia del PKK (en respuesta a la masacre de Suruç y al asesinato de civiles o guerrilleros kurdos), y sin duda cabe preguntarse hasta qué punto los generales están dispuestos a embarcarse en una nueva guerra o los soldados están motivados y dispuestos a luchar.
La dirección del PKK ha dicho que de momento sus fuerzas se limitan a acciones de autodefensa y represalia ante determinadas atrocidades, y que de ningún modo han desenterrado todavía el hacha de guerra, pues desean la paz, no la guerra; la guerra la ha reiniciado el AKP. A finales del año pasado, los kurdos recibieron grandes aplausos a escala internacional porque habían parado los pies al EI y resistido con éxito sus embates en el norte de Irak. Hasta el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, alabó su actuación. Es probable que hubiera cierta coordinación entre las YPG (Unidades de Protección Popular) kurdas en Siria, vinculadas al PKK, y la fuerza aérea de EE UU que bombardeaba posiciones del EI en la batalla por la defensa de Kobane. Sin embargo, a finales de julio, Turquía albergó una conferencia especial de la OTAN que dio luz verde a Erdogan para lanzar su ofensiva de bombardeos contra los kurdos. ¿Qué había cambiado?
Es difícil adivinar desde fuera qué piensa el gobierno de EE UU, pero supongo que está practicando el cinismo y ha actuado por presiones de Turquía. Por un lado, es probable que EE UU no desee que el EI se le vaya demasiado de las manos y espere conservar al máximo las simpatías de los kurdos con el fin de contar con Kurdistán como una base sólida dentro de un Oriente Medio que por lo demás le es hostil; pero por otro lado, Turquía es miembro de la OTAN y EE UU se muestra reacio a oponerse a sus designios. En un nivel existe un acuerdo práctico: la conferencia de la OTAN dio luz verde a Turquía para atacar a los “terroristas” en Siria e Irak, entendiendo bien que esto supone principalmente al EI. En realidad, claro está, supone principalmente al PKK y sus aliados de las YPG, y EE UU sin duda lo sabía. A cambio, el ejército estadounidense ha obtenido el derecho a utilizar la base turca de Incirlik para lanzar sus propios ataques al EI, cosa que hasta entonces Turquía no le había autorizado.
De hecho, John Kerry no habló de las YPG, sino que felicitó a los “peshmergas”. El PKK y las YPG no se llaman a sí mismos “peshmergas”, nombre que se da más a menudo a los combatientes del Partido Democrático Kurdo (KDP) de Masud Barzani. Esto refleja la preferencia por Barzani como interlocutor frente a cualquier clase de autogobierno real de la entidad kurda emergente. Barzani comparte el control del enclave kurdo en Irak con los dirigentes de la Unión Patriótica del Kurdistán (PUK), Gorran (una escisión de la PUK que propugna una serie de reformas) y un par de partidos islamistas. Es el líder kurdo favorito del Reino Unido y de EE UU, y sus combatientes han resultado completamente inútiles, por cierto, en la lucha contra el EI. “Peshmerga” es un término que también se aplica a los compatientes de la PUK. Las YPG fueron las principales defensoras de Kobane, y muchas de las combatientes eran mujeres, que se hallan cada vez más en la vanguardia del proceso revolucionario kurdo.
Hacia el final, un pequeño número de combatientes de la PUK y del KDP –equipados con armas pesadas, necesarias para combatir contra tanques– obtuvo permiso a regañadientes para cruzar Turquía y acudir como refuerzo a Kobane tras una intensa campaña pública. Kobane protagonizó una batalla que duró meses y causó numerosas bajas en las filas kurdas, mientras que las tropas turcas permanecieron de brazos cruzados a pocas millas de allí y no hicieron nada para detener la afluencia de tropas del EI y suministros a la zona, y de hecho hay bastantes pruebas de que facilitaron los movimientos del EI. En estos momentos todavía existe un bloqueo por parte de Turquía que impide la llegada de maquinaria de construcción y suministros médicos a Kobane, de manera que las cosas todavía han se transportarse clandestinamente desde Irak, recorriendo 120 millas de carreteras en mal estado. Una de las principales reivindicaciones de Rojava es la apertura de un pasillo humanitario a través de Turquía hasta Kobane.
Una reciente nota de prensa de las autoridades que trabajan en la reconstrucción de Rojava dice que de momento no se han cumplido las promesas hechas en la conferencia de reconstrucción celebrada bajo los auspicios de la UE hace unas semanas, de modo que hace falta redoblar la presión. La gente en Europa ha de ser consciente de que Kobane todavía depende en gran medida de los esfuerzos de la población local y del movimiento de solidaridad y de que seguirá sometida a las amenazas de uno u otro lado durante un futuro previsible. Las YPG y el PKK también rescataron a varios miles de yazidíes de las garras del EI cuando atacaron Shengal en el verano de 2014, de modo que la aceptación por la OTAN de los golpes contra la resistencia kurda en Turquía y en sus campamentos en las montañas del Kurdistán iraquí, al sudoeste de Turquía, en nombre de la lucha contra el “terrorismo”, es de un cinismo que no tiene parangón.
Entre los miembros de la OTAN, únicamente el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, protestó contra el ataque a los kurdos. El gobierno británico, por supuesto, sigue calificando al PKK de organización terrorista; en este terreno no ha cambiado nada, y de hecho una joven kurda, de nombre Shilan, ha estado encarcelada en el Reino Unido durante varios meses y está a la espera de juicio, acusada de colaborar con el PKK, porque supuestamente viajó a Alemania con el propósito de ir a Siria a unirse al PKK y ¡combatir contra el EI!
La fuerza aérea estadounidense también ha lanzado algunos ataques en apoyo a la defensa de Kobane y a la ofensiva de las YPG y del PKK para unir los “cantones” kurdos de Kobane y Jazireh (contiguos a la frontera entre Siria e Irak en Kurdistán). Ambas zonas están dentro de Siria, pero también lindan con la frontera turca, al sur de la región kurda de Turquía, donde el movimiento kurdo es fuerte, como en Cizre. Esta zona es estratégimente importante para el Estado turco. Es difícil saber por qué lo hizo EE UU; puede que comenzara en parte como respuesta al movimiento mundial de solidaridad con Kobane, ya que habrían quedado como estúpidos si hubieran dejado caer Kobane cuando todo el mundo sabe que tenían aviones en la zona y se hallaban en estado de guerra total contra el EI.
Su apoyo ulterior a la ofensiva kurda para unir los cantones y defenderlos frente al EI es necesario, o bien para debilitar al EI en la zona, o bien para incrementar el potencial de construcción de la entidad kurda, o bien en relación con sus planes para la gestión de Siria como tal: es difícil saber qué factores son los más importantes. También es posible que esté en marcha un proceso más profundo en la región. El EI aporta una excusa para la intervención constante de EE UU en Irak y la zona circundante. Me parece que a veces ven en el EI a un enemigo “útil” y tal vez deseen que se instale un caos controlado. Probablemente, EE UU no quiere que el EI se descontrole demasiado y está dispuesto a establecer ocasionalmente alianzas tácticas incluso con las YPG.
Es importante señalar que la unión de los cantones de Rojava y la declaración del autogobierno autónomo de algo así como 15 zonas kurdas en Turquía son aspectos relacionados, ya que ambas medidas constituyen un intento por parte del movimiento kurdo de dar nuevos pasos adelante en el camino de su emancipación. Es en este contexto en el que debemos interpretar la demanda turca de crear una “zona tampón” en el norte de Siria: se trataría de crear una zona bajo control turco y occidental e impedir la consolidación de una franja kurda autogobernada junto a su frontera.
-Phil Hearse: ¿Así que ahora, a cambio del apoyo occidental a sus ataques aéreos contra la dirección del PKK en Kandil, la dirección del AKP se ve obligada a aceptar los ataques de EE UU contra el EI desde territorio turco?
Sarah Parker: Sí. Recordarás que Turquía se negó a ceder a EE UU el uso de su base de Incirlik durante la guerra del Golfo y no permitió que abriera una ruta terrestre para atacar Irak por el norte. EE UU ha estado negociando con el gobierno turco el uso de bases turcas para atacar al EI durante cerca de un año. Es del todo improbable que los servicios secretos de EE UU desconozcan los lazos existentes entre el gobierno de Erdogan y el EI. El caso es que durante un par de años el gobierno turco ha permitido el paso de combatientes y equipos del EI a través de su frontera terrestre. También existen pruebas (documentos hallados en cadáveres de combatientes del EI) que demuestran los lazos existentes entre los servicios secretos turcos y el EI. Por tanto, es un cambio importante que ahora se permita el uso por EE UU de las bases turcas para atacar al EI. Claro que esperan que esto se compense con los daños infligidos a la dirección del PKK.
Sin embargo, no cabe duda de que existen tensiones entre Turquía y EE UU con respecto al control del norte de Siria. Tampoco deberíamos pasar por alto intereses como el acceso al petróleo, el gas y el mar. Sin hablar ya del chovinismo y del califato, está claro que hay tensión entre las potencias regionales en torno al control de esa parte de Siria; una zona autónoma en su mayor parte kurda desde el Kurdistán iraquí hasta Afrin significaría casi tanto como cortar a Turquía del accesio al mar Mediterráneo, e implicaría también que el petróleo y el gas podrían exportarse desde Irak o incluso desde más allá sin tener que pasar por Turquía. Esto sería un desastre estratégico para el Estado turco. Lo mismo podría suceder si las potencias occidentales lograran neutralizar la autoorganización de Rojava y al PKK en Turquía, organizando un Estado títere kurdo al mando de sus clientes predilectos, el clan de Barzani.
Por consiguiente, salta a la vista por qué hay tanta tensión en torno al control del norte de Siria y por saber si Asad será capaz o no de retener la zona occidental alrededor de Latakia durante algún tiempo. Diré de paso que algunos comentaristas piensan que el Reino Unido es más próximo a Turquía y Barzani que EE UU, debido al papel que ha desempeñado históricamente en la región y su implicación en oscursos negocios petroleros. El reciente artículo de investigación de Nafeez Ahmed es una buena introducción a este tema.
-Phil Hearse: De modo que Erdogan ha estado dispuesto a acabar con el proceso de paz con el PKK con el fin de crear un clima de crisis y potenciar el nacionalismo turco, presumiblemente con la esperanza de que esta vez sí gane, en las elecciones de noviembre, la mayoría que desea y logre marginar al HDP. ¿Qué fue lo que indujo el retroceso electoral del AKP? ¿Qué importancia tuvo el movimiento del parque de Gezi en 2013-2014?
Sarah Parker: Hay que ver las dos caras interrelacionadas del gobierno del AKP. Se trata de un gobierno corrupto, burgués, neoliberal, pero también radicalmente islamista, relacionado con los Hermanos Musulmanes de Egipto y grupos similares de toda la región. Las manifestaciones contra Erdogan proliferaron debido a los dos aspectos del gobierno.
El movimiento del parque de Gezi fue una batalla en contra del aburguesamiento de una parte de Estambul, si bien las manifestaciones y huelgas de apoyo que tuvieron lugar en toda Turquía planteaban toda una gama de cuestiones, básicamente temas relacionados con la libertad de prensa y la libertad de expresión y de reunión y la defensa de la laicidad del Estado. Junto con la izquierda y organizaciones populares, el movimiento ecologista también participó en las manifestaciones de Gezi. Y por supuesto, muchos y muchas jóvenes están hartas de las amenazas islamistas a sus libertades y desean vestir como les venga en gana, escuchar la música que más les guste, beber en los bares, etc.
El aburguesamiento urbano, destinado a privatizar espacios públicos y destruir los barrios pobres para construir residencias de lujo, refleja la distribución desigual de la riqueza generada por el auge económico de Turquía durante los últimos diez años. Sí, existe una clase media importante y acomodada, pero también hay una pobreza masiva y asimismo mucho rencor. Un aspecto interesante del movimiento del parque de Gezi, como de la mayoría de las manifestaciones en Turquía, fue la participación masiva de la juventud; la izquierda turca tiene un perfil mucho más joven que la izquierda de muchos países europeos.
La corrupción y el autoritarismo salieron a la luz con motivo de la catástrofe minera de Soma en 2014, donde murieron 311 mineros en una mina sumamente insegura, cuyos propietarios estaban bien relacionados con el gobierno. La indignación se drigió contra este, ya que el AKP había impuesto la privatización, la desregulación y las rebajas salariales para asegurar que las minas turcas siguieran siendo rentables y atractivas para el capital occidental. Al amparo de esta estrategia se recortaron los gastos mediante la relajación de las medidas de seguridad, la “flexibilización” de las condiciones laborales, la rebaja de los criterios de formación y la subcontratación de mano de obra no cualificada o de trabajadores menores de edad no registrados. Cuando Erdogan visitó la mina, tuvo que esconderse de los familiares que se manifestaban a los gritos de “asesino” y “ladrón”. En medio del barullo, uno de los miembros del séquito de Erdogan pateó a un manifestante que se había caído: todo un símbolo gráfico de la actitud del gobierno ante la población.
Claro que la otra cara, islamista, del gobierno del AKP también es importante. Durante el último periodo del Califato, representado a la sazón por el Imperio otomano, su capital era Estambul. Creo que Erdogan desea convertirse en líder de los musulmanes suníes de la región, creando en efecto un nuevo Califato. Para ello ha de acabar, por supuesto, con las tradiciones laicas del Estado turco, arraigadas en la ideología kemalista, una ideología burguesa nacionalista autoritaria, fundada por Kemal Ataturk y el movimiento de los Jóvenes Turcos, que crearon el Estado turco moderno en 1923-1924. Erdogan ha intentado eliminar a las figuras “kemalistas” tradicionales que dirigen el ejército, la policía y el poder judicial. Está por ver hasta qué punto el AKP ha logrado purgar las altas esferas del aparato de Estado. El ejército turco es muy poderoso y parece que los jefes militares no arden en deseos de lanzar una nueva guerra contra los kurdos. No se puede descartar la posibilidad de un golpe militar.
En general la cuestión kurda sigue siendo fundamental para la clase dominante turca y para el futuro del gobierno del AKP. La dirección kurda ha impulsado el proceso con ahínco, pese a los fracasos y las decepciones, pero el gobierno turco apenas ha hecho casi nada –quitando algunas concesiones menores en el ámbito de la lengua y la radiodifusión– para satisfacer las reivindicaciones nacionales de los kurdos. Este es otro motivo importante del éxito electoral del HDP, pues el AKP perdió un montón de votos conservadores kurdos debido a su incapacidad para contribuir a resolver la cuestión kurda. La actitud real de Erdogan quedó resumida en su conocida predicción de que “Kobane caerá”. Nunca ha habido algún signo real de que el AKP tratara de hacer concesiones significativas, ni siquiera la garantía de que con el proceso de paz se produciría la puesta en libertad de los presos o la reintegración de la dirección kurda oculta en las montañas a la sociedad civil.

Mientras que algunos, incluso grandes, medios de comunicación expresan cierta preocupación por la política de Erdogan, no hay ninguna señal de alguna reacción diplomática por parte del Estado británico, lo que indica probablemente que, en lo esencial, el Reino Unido seguirá apoyando políticamentea Turquía. Muchos medios alternativos turcos están siendo cerrados, especialmente en el Este, en Kurdistán, e incluso en Europa están siendo atacadas y acosadas las páginas web prokurdas, de modo que tenemos que buscar activamente la información y unirnos a las diversas campañas y manifestaciones de solidaridad allí donde podamos. La manifestación conjunta de jóvenes kurdos y miembros de la campaña contra el comercio de armas en la feria de armamento de Londres, en septiembre, donde Turquía fue la invitada de honor, es un buen ejemplo del trabajo que se puede llevar a cabo.