Brasil - Dos modelos agotados
Correio da Cidadania
Editorial, San Pablo, 19-10- 2015
Traducción de Ernesto Herrera –
Correspondencia de Prensa
Cortes draconianos en derechos como
seguro-desempleo, jubilación, salud, educación; un presupuesto comprometido con
el pago de los intereses y amortizaciones de la deuda pública; un gobierno
frágil, sin base social después de promover un grosero fraude electoral y
entregar cada día un anillo al capital financiero y el PMDB, con el fin de
apartar las amenazas de impeachment; un congreso Nacional cada vez más distante
de los anhelos de la mayoría de la población, manipulado por un maestro de la
pequeña y corrupta política, conductor de la bancada BBB (Buey, Bala y Biblia),
para dar un el tono de un fundamentalismo conservador inédito desde la
redemocratización.
Pero esta crisis, que tiene nombres
como Dilma Rousseff y Eduardo Cunha entre sus protagonistas, no es un episodio
coyuntural. Estamos delante de una crisis de naturaleza estructural, producto
de una suma o incluso convergencia de crisis.
En líneas generales, presenciamos el
agotamiento de dos “modelos”.
El primero se refiere al padrón de
“desarrollo” del lulismo, esto es, la conducción de políticas públicas con
moderada intervención del Estado y valorización del salario mínimo. Anclado en
una coyuntura comercial externa favorable a los commodities, ese modelo
permitió a los sucesivos gobiernos petistas dinamizar el mercado interno y
contener o retardar por esa vía los efectos más devastadores de la crisis
económico-financiera internacional.
El “problema” de este modelo es que
nunca, en momento alguno, rompió con la dependencia y subordinación del presupuesto
del país al capital financiero. Religiosamente, los intereses fueron pagados en
nombre de la impagable “deuda pública”. A lo largo de la era lulo-petista, ni
siquiera se intentó realizar una auditoría de la deuda. La fecha de viabilidad
de este modelo un día llegaría.
Bastaron la desaceleración de este
escenario externo antes muy favorable, la debacle económico-financiera en el
sur de Europa, la presión del capital financiero y de la especulación por los
intereses más altos y el compromiso con ajustes y cortes sociales y laborales,
para hacer crujir el llamado “neodesarrollismo”.
Tal fragilidad cargada por el modelo
queda evidente con el hecho de que, de la noche al día, la decantada
estabilidad económica del lulismo dio lugar al trípode achique salarial-inflación-desempleo,
que vuelve a ensombrecer el cotidiano de la clase trabajadora brasilera.
La segunda de las crisis es el modelo
institucional de representaciones políticas. El agotamiento de las
instituciones de la Nueva República, heridas por el modus operandi de la
corrupción, desde el financiamiento de las campañas electorales hasta los
grandes negocios en la cadena de relaciones promiscuas entre grandes
conglomerados capitalistas y el Estado, gobiernos y partidos de ese orden.
La superación de tales crisis y la
superación de los dos “modelos” mencionados, con una ruptura de paradigmas.
Brasil precisa de otro proyecto de país, que parta de bases democráticas e
igualitarias, política y socialmente.
Al contrario de la lógica del ajuste
neoliberal, a la cual el gobierno Dilma amarra al país como remedio para la
crisis, precisamos de un modelo de desarrollo soberano, que, para comenzar,
establezca líneas de ruptura con la dominación del capital financiero, haga
girar el presupuesto estatal en torno de lo social, establezca una reforma
tributaria progresiva, capaz de tasar la fortuna del Capital, y amplíe la
oferta y la garantía de los derechos del pueblo.
Al contrario de la lógica de
restricción de derechos democráticos y civiles -propuesta cínicamente por la
derecha “social”, que sale a las calles a pedir el impeachment de Dilma, así
como por el corrupto presidente de la Cámara de Diputados y sus agresivas
bancadas, en relación a las mujeres, LGTB, negros-, Brasil precisa de más
derechos y más democracia. Pero, una democracia verdadera, no manipulada, otra
institucionalidad, con amplia y plural participación popular y poder decisorio
sobre los grandes temas del país.
No será por producto de la casualidad
pasar a pensar en otro proyecto, asentado en tales bases, para empezar la
caminada. Se trata de un largo trayecto, que dependerá fundamentalmente de la
recomposición de un bloque histórico de las clases explotadas y oprimidas, de
una pluralidad de actores sociales combativos y progresistas, juntando
movimientos sociales independientes (que no sean cooptados, ni correa de
transmisión de gobiernos y Estado), al lado de los partidos de una renovada
izquierda.
Es un desafío de largos años, que
demandará luchas sociales independientes, mucho diálogo entre los actores del
mismo campo político de oposición al orden y mucha formulación estratégica.
En tiempos que se presentan hostiles,
dada la ofensiva económica conservadora contraria a los derechos democráticos,
se profundiza, por otro lado, una tremenda crisis estructural. Es exactamente
en esta crisis que podrá reflorecer la esperanza y el espacio para la
construcción de un proyecto igualitario.
0 Responses to "Brasil - Dos modelos agotados"
Publicar un comentario