Chile - La oportunidad de recuperar nuestros derechos básicos

Posted by Correo Semanal on lunes, mayo 18, 2015

Alfredo Armando Repetto Saieg

Es el momento para que a través de la movilización popular consolidemos nuestro protagonismo en las calles, en los lugares de trabajo, en los sindicatos, en las juntas de vecinos, también en las escuelas, en los liceos y en las universidades para así imponer la agenda de los trabajadores, esas demandas de democracia real y sustantiva que contradicen los intereses de la patronal y la estabilidad de su régimen asesino y corrupto, herencia de la dictadura, que posteriormente fuera reivindicado por el duopolio.
El desafío es organizarnos políticamente a través del movimiento social, de manera independiente, clasista y combativa para construir una opción a los dogmas de la casta política- empresarial. No será posible colaborando con Bachelet, que promete reformas seniles, como pretende el PC y la cúpula de la CUT; tampoco a través de la presión para negociar en el pantano parlamentario, como intenta la dirigencia de la Confech. La historia claramente nos enseña que nuestros derechos se conquistan con el sudor, con el esfuerzo, con el compromiso y con el sacrificio de todos.

Se siente en el aire el ambiente de querer transformar el país porque nadie está conforme. La oportunidad de recuperar nuestros derechos básicos- arrebatados sistemáticamente en estos últimos cuarenta y tantos años- está más cerca que nunca. Estamos movilizados, se viene la muchedumbre. El peligro para la casta política-empresarial es que la Constitución es antidemocrática de modo que a través de ella se impide cualquier movimiento liberador del cuerpo social. Lo sabe el duopolio, reacciona en consecuencia y por eso aprueba reformas que nada solucionan, para crearnos la fantasía de que vivimos en un Chile justo.
Aún más: la élite no puede aceptar políticas democráticas porque éstas se convierten en una anomalía que traería serios problemas para la estabilidad del régimen. Es decir, como nuestra sociedad es profundamente despótica, cualquier medida en favor del bienestar común es una contradicción que cuestiona el orden vigente: el neoliberalismo no puede aceptar cambios estructurales porque éstos corroen su legitimidad. Hoy más que nunca las exigencias de nuestro movimiento social se condensan en una sola gran consigna: la Asamblea Constituyente Autoconvocada.