Argentina - Esa sádica industria textil
El 27 de abril dos niños de origen
boliviano murieron asfixiados en el incendio de un taller ilegal en el barrio
porteño de Flores. Diez días después el mismo taller fue nuevamente incendiado.
Miles de inmigrantes bolivianos trabajan en semiesclavitud para empresas
contratadas por grandes trasnacionales, como en Bangladesh.
Manuel González Ayestaran
Brecha, Montevideo, 22-5-2015
A las 10.30 del 27 de abril se
prendía fuego el local en el que vivían y trabajaban los padres de Rodrigo y
Rolando, los dos niños fallecidos, menores de 10 años, junto al tío de ellos y
otro matrimonio boliviano. Las ventanas y puertas tapiadas para ocultar el
carácter ilegal del taller dificultaron la salida de los trabajadores, así como
la acción de los bomberos para dominar el fuego. El jueves 14, el juez Manuel
Gorostiaga determinó que la muerte se produjo cuando los chiquilines se
encontraban en un sótano “sin conexión con el exterior, sin otra abertura que una
escalera, y al producirse el foco ígneo el ambiente mismo operó como una suerte
de jaula, dentro de la cual se intoxicaron por la combustión que provocó la
propia quemadura de las prendas de vestir que fabricaban”. Gorostiaga dictaminó
también que Rodrigo y Rolando habían sido víctimas de trata y de explotación
sexual.
La familia (padre, madre e hijo
mayor) había llegado a Buenos Aires seis años antes, y ante la falta de
documentación tuvieron que comenzar a trabajar en el sector textil de forma
ilegal. “En 2009, en Bolivia había papeles, folletos y hasta se convocaba por
radio a venir aquí a Argentina”, dijo a la agencia Telam Esteban Murs, padre de
los dos niños.
La red eléctrica Edesur, beneficiaria
de la campaña de privatizaciones llevada a cabo por Carlos Menem en los
noventa, había cortado el suministro eléctrico del lugar, y por ello la familia
usaba velas para alumbrarse, llegando una de ellas, a ocasionar accidentalmente
el primer incendio.
Diez días después el local,
custodiado por la policía debido a la investigación que se estaba llevando a
cabo, volvía a prenderse fuego por causas que aún se desconocen. La abogada de
los padres de las víctimas, Gabriela Carpinetti, indicó a la prensa que se
encuentran esperando el informe de los bomberos para saber si el segundo
incendio fue provocado, ya que en el taller “había documentación que acreditaba
el vínculo laboral que estamos denunciando y otra documentación importante, y
todavía no se había realizado el peritaje”.
La Central de Trabajadores de Argentina
y la Unión de Trabajadores de la Educación (Ute) se movilizaron exigiendo
políticas públicas que garanticen trabajo digno. “Estamos lamentando vidas por
el trabajo precarizado. Hace siete años, en Luis Viale, murieron cinco niños.
La semana pasada Rolando y Rodrigo. Son niños de nuestras escuelas públicas”,
dijo a Telam Eduardo López, docente y titular de Ute. “Venimos como integrantes
de la clase trabajadora a exigir que haya mejores condiciones de trabajo, que
no haya más trabajo precarizado; y como maestro de estos chicos vengo a decir
que no vamos a permitir ni un pibe menos.”
Mafia textil
La asociación Alameda lleva más de
diez años denunciando las condiciones de los trabajadores textiles en Buenos
Aires, ofreciéndoles apoyo gremial a través de la Unión de Trabajadores
Costureros (Utc). La asociación denuncia que es común que se trabaje con el
sistema conocido como “cama caliente”, lugares en los que se vive y se labura
en turnos de entre 11 y 16 horas diarias en condiciones de insalubridad y con falta
total de privacidad. Se calcula que existen cerca de 5 mil talleres de este
tipo en la ciudad de Buenos Aires, 170 de ellos identificados por Alameda en
los barrios de Flores y Floresta.
En ellos viven familias enteras
inhalando constantemente las sustancias nocivas que emanan de los diferentes
materiales con que trabajan, ya que las ventanas que dan a la calle suelen
estar tapiadas para evitar delatar el lugar. Varios videos disponibles en la
página web de Alameda muestran paredes que se caen a pedazos, habitaciones
precarias con camas situadas entre bolsas de telas, hilos y pelusas, y, en
algunos casos, muros falsos destinados a ocultar lugares de trabajo en los que
muchas veces los niños llegan también a ser explotados.
En 2013 el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas (Conicet) realizó un estudio en el que vinculó el
incremento de los casos de tuberculosis constatado en la capital argentina con
la abundancia de este tipo de talleres. Según su informe, en los barrios de
Flores y Floresta se han detectado 138 casos cada 100 mil habitantes, cuando la
media de la ciudad es de 37,5. Alejandro Goldberg, investigador del Conicet,
afirmó que las condiciones en que viven las trabajadoras y trabajadores, en
ambientes húmedos y mal ventilados donde no entra la luz del sol, favorecen
especialmente la propagación del bacilo de Koch. Sólo en el hospital Muñiz,
donde se hizo el trabajo de campo, se registraron en un año 240 pacientes
bolivianos contagiados , y todos habían vivido o trabajado en alguno de estos
talleres.
La proliferación de estas fábricas
clandestinas en la última década se inició con la crisis de 2001, y se ha
desarrollado paralelamente al crecimiento del mercado La Salada, una gran feria
de ropa barata con alrededor de 40 mil puestos que ha sido denunciada por
Estados Unidos y la Unión Europea como el mercado negro más grande del
continente.
Gigantes esclavistas
Alameda también denuncia a gigantes
multinacionales, como Lacoste, Puma, Adidas e Inditex (que opera a través de
marcas como Zara, contra la que esta asociación lleva adelante una cruzada
particular), entre 113 marcas más, por nutrirse del trabajo esclavo producido
en estos centros.
El líder mundial de esta industria
basada en la semiesclavitud es sin duda el español Amancio Ortega, propietario
de la multinacional gallega Inditex, considerado el hombre más rico de Europa y
cuarta fortuna del mundo. Ortega, modelo del empresario “hecho desde abajo”, ha
sido premiado por el propio gobierno español con la Cruz de la Orden de Mérito
Civil.
Pero las denuncias por explotación
laboral desmedida con que carga su imperio trascienden fronteras y continentes.
El pakistaní Ehsan Ullah Khan, líder de movimientos sociales contra la
explotación de niños, declaró el año pasado que “el 100 por ciento de la
producción de Zara en Asia es trabajo infantil”. El gobierno brasileño amenazó
al imperio textil con una multa de 25 millones de reales por incumplir un
acuerdo que firmó en 2011, surgido de un escándalo ligado a la esclavitud y a
la explotación de menores. Inditex dijo que se irá de Brasil.
La asociación Alameda de Buenos Aires
tiene en su poder videos en los que se ve a proveedores argentinos de Zara
retirando mercancía de talleres como el que recientemente se incendió
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