Chile, un juicio superficial al poder total del gran empresariado
Rómulo
Pardo Silva
Un tribunal examina ilegalidades de dos, tres o
más grupos económicos. Se oyen opiniones sobre los hechos.
Ninguna
en los grandes medios sobre la raíz de donde provienen esas conductas.
El
sistema.
El
país es el dominio absoluto, legal, ilegal, de una cúpula de millonarios.
Abogados,
políticos, periodistas, comentaristas, cientistas, eluden el tema. Asumen la
función de piezas acomodadas del orden.
Incluso
los fiscales que han sido valientes.
El
fenómeno es general prácticamente en todo el mundo.
La
democracia empresarial chilena es total. No debería haber sorpresa por lo hecho
por los acusados.
Cuando
lo estiman rompen el método constitucional. Burlan las leyes de impuestos.
Organizan la distribución por clases de las ciudades. Deciden sobre entretenciones.
Fijan los contenidos y límites de la educación y prensa. Manejan la salud, el
empleo, los sueldos. Están detrás de la doctrina militar.
Los
dos bloques políticos son financiados por el poder fáctico.
El
estado es de ellos.
Nadie
debería extrañarse de lo sucedido. Legisladores pagados, funcionarios
sobornados, evasiones de impuestos, leyes sin castigo para los delitos del
dinero, abogados útiles, periodistas amenazados.
Desigualdad.
Así es la organización profunda del país.
El
dominio se ha convertido en cultura de masas.
Demasiadas
personas ubicadas más abajo imitan los procedimientos que ven arriba.
El
hijo de la presidenta, ambos militantes del partido llamado socialista, optó
por la especulación urbana.
La
única forma de terminar con esta soberanía plutocrática es establecer el otro
sistema. Un juicio con o sin condena es solo un motivo de conversación porque el
gobierno de los magnates continuará.
Por un Movimiento
para una civilización sustentable-solidaria
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