El debate acerca del rol del dictador soviético Iósif Stalin en la historia rusa vuelve a saltar a la opinión pública. 
Unos meses después del escándalo provocado por la decisión de adornar una de las estaciones del metro moscovita con las líneas del himno soviético, que rezan “nos crió Stalin”, la discusión se desata por una razón casi similar. 

En febrero el comité de publicidad de Moscú ha anunciado su intención de instalar en el centro de la ciudad, 10 stands con los retratos del líder soviético, con motivo de las celebraciones del 65 aniversario de la victoria en la Gran Guerra Patria (1941-1945). Los representantes del comité indican que la decisión fue tomada por “numerosas peticiones de los veteranos”.

“Es una vergüenza promocionar su régimen”

Sin embargo, la medida provocó indignación no sólo entre los moscovitas, sino también entre los ciudadanos de todas las repúblicas de la ex Union Sovietica, cuyos padres contribuyeron a la victoria sobre los nazis. Políticos, historiadores y defensores de los derechos humanos catalogaron esta propuesta como una “provocación” que no aportaría a la “unidad en el día de la Victoria”.

“Los que quieren instalar los retratos de Stalin en el centro de la capital desean que se repita el terror de su época”, dijo la defensora de los derechos humanos Liudmila Alekseeva. “Más vale relatar de sus acciones durante la guerra, de sus órdenes crueles, de las enormes pérdidas humanas que sufrió nuestro ejército, sólo para lograr los fines políticos de Stalin”, declaró.

Según el presidente de la Duma Estatal (Cámara Baja del Parlamento ruso), Borís Gryzlov, “hablando de la Segunda Guerra Mundial tenemos que decir que la victoria fue conseguida gracias al pueblo y no gracias a Stalin”.

“Stalin era un delincuente y es una vergüenza promocionar su régimen durante el cual fueron asesinadas tantas personas”, considera el presidente de la organización histórica 'Memorial'Arseni Roginski.

Otro defensor de los derechos humanos, Lev Ponomarióv, declaró que “las autoridades de Moscú insultaron con su decisión, a millones de víctimas de las represiones de Stalin” y advirtió que tal paso podría provocar una confrontación en la sociedad.  

La intención de los funcionarios moscovitas, probablemente no agradará a las autoridades federales.

El presidente de Rusia Dmitri Medvédev, en diferentes ocasiones, caracterizó negativamente la política del dictador, explicando que el desarrollo del país, sus logros y ambiciones no se pueden fundar en desgracias y pérdidas humanas.

Debates en la sociedad

Desde hace más de 50 años la figura de Stalin conmociona tanto a sus simpatizantes como a sus detractores. Lo cierto es que todavía no se formó una opinión definitiva sobre su rol en la historia de Rusia. Hasta los veteranos y sus contemporáneos, no coinciden a la hora de juzgarlo.

Su cruel dictadura fue criticada ya en el año 1956, cuando el nuevo líder del Estado soviético Nikita Jrushchóv, ante el XX Congreso del Partido Comunista, presentó un informe en el cual denunció los crímenes de la época del líder autoritario, el culto a la personalidad y el dogmatismo ideológico.

Sin embargo, hasta ahora existen partidarios de la política estalinista. 
Según los últimos sondeos sociológicos, los sentimientos de la sociedad por el dictador están entre la admiración y el odio. El 37 % de los encuestados lo sigue considerando como un “gran político” que "convirtió al país agrario en una potencia militar e industrial", mientras que para otros 24 % es un delincuente culpable de las muertes de miles de personas. 

Explicando su posición, unos recuerdan que en la época de la guerra se inscribían en el Ejército Rojo para luchar  “por la Patria” y “por Stalin”;  y justifican las represiones con la finalidad suprema del Estado; otros nunca van a olvidar a sus amigos y familiares, que durante el régimen estalinista fueron declarados “traidores”, sin ninguna prueba, y enviados a los gulags.  

Uno de los escándalos más fuertes  relacionados con la figura de Stalin ocurrió en verano de 2008. Un canal federal anunció un concurso denominado “El nombre de Rusia”, que pretendía definir al protagonista más significativo de la historia del país. Durante la votación éste obtuvo una gran ventaja sobre sus “rivales”, motivo por el cual la competición fue cancelada. Los organizadores decidieron empezar de nuevo, pero ya sin Stalin.