Tejas Verdes: el pasado que condena a Labbé y al Ejército chileno

Posted by Correo Semanal on jueves, octubre 23, 2014

La prisión preventiva decretada el lunes 20 de octubre en contra del coronel retirado Cristián Labbe, fue una sorpresa celebrada por muchos, especialmente por las víctimas de la dictadura cívico-militar. No obstante quedan varias batallas judiciales que librar para conseguir una condena efectiva en contra del militar. Lo importante es que a pesar de quedar en libertad bajo fianza continúa procesado, lo que facilita develar uno de los capítulos más negros del accionar de la DINA como fue su "escuela" de instrucción en el regimiento Tejas Verdes.
A pesar de los datos sobre la participación de Labbé en la formación de la Dirección de Inteligencia Nacional, DINA, hasta este año había sido muy difícil someterlo a juicio. Desde comienzos de los años 2000 el Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo, CODEPU acumula antecedentes sobre la "Escuelita" matríz de la DINA en el regimiento de Tejas Verdes, logrando reunir a numerosos sobrevivientes e interponer 50 querellas por tortura patrocinadas por abogados de la entidad. Entre lo recopilado destacaban testimonios que vinculan al ex uniformado con el recinto y al menos dos, hasta el momento, lo señalan no solo como "instructor" sino también como participante activo en los flagelos. Fueron estos datos los que permitieron procesarlo y someterlo a medidas cautelares, gracias además al esfuerzo de los abogados del Programa de Derechos Humanos del ministerio del Interior.
Cristián Labbe es el segundo caso en este año en que la justicia actúa contra un ex militar reconvertido en político y militante de un partido derechista. El primero fue el diputado Rosauro Martínez, de Renovación Nacional, despojado de su fuero parlamentario por la justicia a raíz de su participación en asesinatos de militantes de izquierda en la zona sur.
Ambos ejemplos son demostración de la impunidad que ha favorecido a algunos criminales de lesa humanidad. Pero en el caso de Labbé esta llegó a límites de escarnio. Apoyado por la UDI, el sujeto fue elegido por votación popular por cuatro períodos como alcalde de Providencia y desde ese cargo se empeñó en realizar todo tipo de provocaciones en contra de las víctimas del terrorismo de Estado: desde organizar el hostigamiento a las embajadas de España e Inglaterra como represalia por el arresto de Pinochet en Londres; hasta el indignante homenaje al torturador Miguel Krassnoff en noviembre de 2011.
La importancia del procesamiento a Labbé no radica solo en la en su connotación política, sino en el hecho que visibiliza como el Ejército chileno, con asesoría extranjera, instruyó en métodos de tortura a los agentes de la DINA. Enseñándoles a ser implacables, a experimentar y a no ponerse límites, salvo el evitar que la víctima muriera en plena sesión de tormentos. La brutalidad cumplía además con el objetivo de extender el terror desde el torturado a su entorno familiar y social y por eso muchos fueron dejados con vida. Hasta el día de hoy a los ex prisioneros les cuesta relatar sus calvarios y la truculencia de los métodos a fueron sometidos hace increíbles sus testimonios. ¿Cómo "caballerosos" oficiales podían atormentar a una mujer introduciéndole una rata en la vagina o hacer que la violara un perro? Pues todo eso fue posible porque el Ejército levantó una organización terrorista no solo para recabar información y desarticular a la oposición, sino para infundir en la sociedad el terror paralizante a una escala desconocida en la historia de Chile.

Anatolio

Tras el careo con quien fue su torturador, el 20 de junio pasado, el ex prisionero Anatolio Zárate abandonó conmocionado la sala de la Corte de Apelaciones de San Miguel. Afuera lo esperaban activistas de derechos humanos, sobrevivientes de campos de tortura como él y algunos medios de prensa. En su compañía esperó la salida del tribunal de Cristián Labbe, ex coronel de Ejército y desde el año pasado docente de la cátedra "Evolución del pensamiento político en Chile" en la exclusiva Universidad Finis Terrae.
Cuando Zárate conoció a Labbe también oficiaba de profesor, pero de una materia muy distinta a la que impartió en la Finis Terrae. Enseñaba métodos de tortura en la "Escuelita" del regimiento Tejas Verdes a los futuros agentes de la temible Dirección de Inteligencia Nacional, DINA. En una de las sesiones de instrucción lo reconoció por accidente, cuando la cuerda con que lo mantenían colgado se rompió y cayó violentamente al suelo deslizándosele la capucha que cubría su cabeza. Ahí pudo observar a quienes le martirizaban entre los cuales destacaba el entonces teniente Labbe. La circunstancia fue inolvidable porque cuando los estaba mirando uno le dio una fuerte patada en la espalda fracturándole una vértebra. Al dolor por los golpes y choques eléctricos se sumó esta lesión que le acompaña hasta el día de hoy.

Luisa

La ex prisionera política Luisa Stagno, tesorera de CODEPU e integrante de la Corporación 3y4 Alamos no pudo enterarse del procesamiento y arresto de Labbé. Una semana antes de este hecho y a los 71 años, su vida se extinguió a raíz de una larga enfermedad. Luisa fue una de las víctimas y conejillo de indias de Tejas Verdes en el cual permaneció tres meses luego de pasar por el recinto de Londres 38 y el regimiento Tacna.
Durante su cautiverio fue objeto de violaciones sexuales reiteradas, colgamientos, quemaduras con cigarrillos, cera hirviendo y una plancha, además de choques eléctricos y golpes con diversos objetos. Cuando les dijo a los torturadores que estaba embarazada fue peor porque comenzaron a golpearla con una fusta en el bajo vientre, buscando hacerla abortar.
La valerosa militante comunista relató sesiones diarias de tortura, durante las primeras semanas, las que luego espaciaron. Ella y otros prisioneros quedaban en tan malas condiciones tras los flagelos que los militares debían improvisar camillas con frazadas para transportarlos en calidad de bultos a las celdas. Los torturadores eran sistemáticos y actuaban sin piedad y algunos, por su acento, parecían extranjeros.
Como muchos sobrevivientes Luisa falleció sin enterarse del encauzamiento y arresto de Labbé y de otros torturadores de Tejas Verdes. Se dice que la justicia tarda pero llega, pero la tardanza de casi 40 años ha sido excesiva. Aún así Luisa no se rindió y brindó un ejemplo de coraje y persistencia que alienta la lucha inacabada por la verdad, la justicia y el castigo ejemplar a los culpables de los brutales crímenes con que la dictadura cívico-militar sometió al país por casi dos décadas.
LFA