Chile - Perdonazo a Johnson
EDITORIAL
Perdonazo a Johnson
En la pitilla se encuentra literalmente el director del Servicio de Impuestos Internos, SII, Julio Pereira, tras la confirmación de las anomalías e irregularidades en el caso conocido como el perdonazo a la empresa del retail, Johnson, donde ese servicio condonó la deuda tributaria de la tienda por más de 100 millones de dólares.
Pereira y el subdirector de la multitienda, Mario Vila, fueron asesores tributarios de la propia empresa Johnson, a través de la consultora Price Waterhouse Coopers, por lo que la configuración del conflicto de interés está más que acreditada.
A mayor abundamiento, como dicen los abogados, el año 2011 Contraloría ya había inhabilitado a Julio Pereira de participar del tratamiento de las repactaciones unilaterales de La Polar, justamente porque Price Waterhouse asesoraba a esta empresa.
Los principios y valores que propugna el Servicio de Impuesto Internos incluyen la excelencia, compromiso, lealtad, equidad y probidad. Los funcionarios están pidiendo la renuncia de Pereira, por las muchas irregularidades en una condonación de unos 60 mil millones de pesos.
Queda de manifiesto algo todavía más grave y es el trato ventajoso que tienen las grandes empresas en materia tributaria. Contactos, influencias e intereses cruzados configuran una práctica permanente en algunas instituciones públicas. Al final es el amiguismo llevado a su máxima expresión lo que permite este tipo de prácticas insanas, porque vulneran severamente la confianza en instituciones permanentes del Estado.
Dígame usted si la vecina que tiene un kiosco en la población podría tener este nivel de contactos y preferencias respecto a empresas de nivel nacional, muchas que pagan incluso menos impuestos que la propia vecina y su kiosco.
Cuando pasan estos hechos es porque algo no está bien, algo no calza, hay un tufillo maloliente en el aire, que refrenda una vez más las favorables condiciones en las que se mueven en Chile algunas organizaciones, cuyo nivel de contactos e influencias permite que incluso se le condonen cifras estratosféricas para permitirles seguir adelante con el negocio, mientras en la población si la vecina del kiosquito no paga lo más probable es que tenga que cerrar, como pasa cada día en Chile.
Son esas diferencias, estos tratamientos distintos los que resienten la confianza y que hacen que la gente, el pueblo sienta que siempre se los están perjudicando. Ahora en un acto de mínima dignidad Julio Pereira debería renunciar o el gobierno pedirle su dimisión, para no seguir escalando en una polémica que ya está instalada.
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