Chile - Hacia una nueva política minera
La recaudación por Impuesto Específico a la Minería sigue disminuyendo cada año. Una de las razones pudo ser el incremento de los costos que también afectó a Codelco. Sin embargo, en los últimos años (2006-2011), el precio del cobre ha superado los US$ 3,0, frente a un promedio de US$ 2 entre 2001 y 2009.
Entre los años 1991-2005, donde los precios y costos fueron menores, sospechamos que las ganancias anuales superaron en todo caso el 50% del capital aportado por los socios, porcentaje inusual en la actividad económica. Este 50% significa que bastan dos años de ganancias reinvertidas en el negocio para formar una empresa del mismo tamaño.
Además, la depreciación acelerada de los bienes de capital se acepta sin límite como gasto, en una actividad intensiva en maquinaria y equipo. Así, con una fuerte inversión de capital, los nuevos proyectos, y los antiguos que se reponen o que se amplían, pueden eludir legalmente impuestos por muchos años.
Igualmente, se puede rebajar impuestos mediante la amortización virtual de una serie de partidas. Entre ellas, la amortización del valor imputado del yacimiento y la pérdida por operaciones especulativas en el mercado financiero de futuros. En conclusión, no resulta sorprendente que la recaudación de algunos de los impuestos disminuya en la minería. Ella depende de muchas variables, entre las cuales se cuenta, la habilidad para emplear las normas para eludir legalmente los impuestos.
Existen varias propuestas que pueden ser examinadas. Primero, reemplazar el Impuesto Específico a la Minería (IEM) por un impuesto directamente sobre las ventas (royalty), de modo que los costos informados por las empresas no sirva de pretexto para disminuir impuestos. Este tipo de impuestos es común en los países mineros. Este royalty debería ser progresivo sobre el precio de modo que en época de “vacas flacas” la empresa pueda seguir sobreviviendo. Para un precio como el actual, de US $ 3,5 y costos de operación de US$1,5, el royalty debería estar cerca del 21% de las ventas mientras que el IEM debería alcanzar un 42% (contra un IEM presente efectivo de 5%)
Además, Codelco debe fiscalizar el ingreso por su sub-productos pues sus ingenieros tienen experiencia en la materia. Por otro lado, debe colocarse el mismo impuesto a las remesas de intereses que a las remesas de utilidad para evitar que se disfracen las segundas a través de las primeras. Asimismo, se requiere colocar límite al uso de la depreciación como gasto tributario. Al mismo tiempo, se requiere cobrar un royalty por el uso del agua cruda, de modo de reflejar la pérdida país por son poder usarla en fines residenciales y agrícolas.
Otra medida inmediata es el alza de la tasa de impuesto general (impuesto de primera categoría) que grava las ganancias de las grandes empresas, sin importar el sector productivo. Estas grandes empresas, que representan menos del 2% del universo empresarial, capturaban en el año 2006, cerca del 86% de las ventas (considerando a Codelco). Esta tasa, debería aumentar progresivamente en proporción a las ganancias, de la misma forma como lo hace el impuesto a las personas (global complementario). Al mismo tiempo, deberían eliminarse las múltiples formas de eximir o postergar este impuesto. Esta medida no podría ser reclamada discriminatoria contra el inversionista extranjero.
Enseguida, de mantenerse el sistema de AFP en crisis, al menos debería abrirse de modo que la rentabilidad del fondo se beneficie de las altas rentabilidades de la minería privada. Incluso, al operar de esta manera, los fondos de pensiones de los trabajadores podrían ganar participación hasta quedarse con partes importantes de la propiedad de las empresas mineras. Por otro lado, al transformar para este efecto, las empresas privadas del cobre en Sociedades Anónimas, el Estado podría comprar paquetes accionarios de ellas para beneficiarse de su rentabilidad, mejorar la transparencia de la información y bajar el superávit fiscal “invertido” en el exterior del país.
Finalmente, las reformas tributarias no solucionan los problemas de exportación de materia prima con bajo valor agregado y la falta de una industria nacional proveedora de manufacturas para la minería. Parece aconsejable la nacionalización de los futuros yacimientos, en donde se proyecta una inversión importante. Si fuera cierto, como señalan algunos geólogos de la minería privada, que Chile tendría reservas mineras para 100 años, los actuales yacimientos representan una parte menor del futuro de Chile, con los cual no valdría la pena enfrascarse en litigios con los actuales propietarios. Bastaría no extender las autorizaciones a los actuales proyectos. Sin embargo, para confirmarlo se requiere trasparentar la información de reservas anuales disponibles, la cual resulta clave para la estrategia de desarrollo económico del país.
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