España - “No hay pan para tanto chorizo”
Una grave crisis política e institucional se suma a
la catástrofe económica y social
la catástrofe económica y social
“No hay pan para tanto chorizo”
Por Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 07/02/2013
Socialismo o Barbarie, periódico, 07/02/2013
"España sigue luchando contra la crisis económica más desgarradora de la era democrática, en un momento en que casi todas sus instituciones, desde la monarquía hasta el poder judicial, muestran signos de putrefacción." (Financial Times, 03/02/2013)
Quien dice esto no es precisamente una publicación de la izquierda revolucionaria, que podría ser sospechosa de tomar sus deseos por realidades. Es el Financial Times de Londres, que comprueba horrorizado que, en el cuarto país de la Eurozona, una crisis económico-social sin precedentes se combina con la “putrefacción” y la pérdida de legitimidad de las principales instituciones del estado burgués, “desde la monarquía hasta el poder judicial”.

Si a eso se suma que la “conflictividad” de los trabajadores y la juventud ha venido creciendo en los últimos dos años –a pesar de las traiciones de los burócratas sindicales y el freno de los referentes políticos “opositores”–, tiene razón el Financial Times en estar muy preocupado.
Una ola de indignación recorre España
En las últimas manifestaciones de protesta, se ha hecho popular un lema: “No hay pan para tanto chorizo”.
La ola de indignación tiene causas obvias. Se revela que los mismos personajes que desde el trono, el gobierno, el parlamento y los partidos exigen “austeridad” e imponen o avalan terribles medidas de ajuste a los trabajadores, viven desde hace años recibiendo mensualmente abultados “sobres” con miles de euros. Son “cometas” que grandes empresas y corporaciones pagan a estos próceres para que gobiernen y legislen a su favor.
Numerosas denuncias y, en los últimos días, la aparición de una “libreta” manuscrita donde el ex tesorero del Partido Popular –Luis Bárcenas– llevaba una cuenta de sobornos, ha hecho estallar este escándalo en medio de la crisis económico-social sin precedentes que vive el Estado español. En esa libreta Mariano Rajoy –líder del Partido Popular (PP) y actual presidente del gobierno– va segundo en el ranking con 35 jugosos sobrecitos, pero primero en la suma total de cometas con casi 400.000 euros.
Al mismo tiempo que se filtraban esos y otros datos que desnudan a la “democracia” española, se informa que España ha logrado el record europeo de desempleo con casi 5.000.0000 de parados, y una tasa del 25% de los trabajadores en general y más del 50% entre los jóvenes. Teniendo además en cuenta que en todos los países las estadísticas de empleo se falsifican tan descaradamente como en Argentina la de inflación, es indiscutible que España vive una catástrofe social.
Es en ese escenario que sube el telón y las víctimas de este genocidio social pueden ver cómo el personal de “sus instituciones” –desde la monarquía hasta los principales políticos, los jueces, etc.– se da la gran vida vendiendo sus favores y/o directamente “metiendo la mano en la lata”, como es el caso de la “familia real”.
Desde ya, no compartimos la vulgaridad de que las calamidades del capitalismo –crisis, salarios de hambre, desempleo, superexplotación– se deben a problemas “morales”. Son la consecuencia inevitable de un sistema de explotación de las masas trabajadoras por los capitalistas.
Pero las “inmoralidades” –tanto en la cosa pública como en la esfera privada– acompañan como la sombra al cuerpo a este sistema explotador… y agravan sus injusticias.
Por eso, más de una vez la exhibición impúdica del botín logrado por gobernantes y privilegiados fue el detonante de explosiones sociales y políticas. ¡Más de una revolución comenzó así, “indirectamente”, debido a un estallido de indignación y rechazo “moral”, y no porque las masas que salían a romper todo tuviesen plena conciencia del sistema de explotación vigente!
“Nada nuevo bajo el sol”… pero en una situación muy delicada
Por supuesto, en materia de corrupción el Estado español no es una excepción en Europa ni el mundo. Es un mito que bajo el capitalismo haya aparatos de estado “honestos”. Pero dentro de este hecho indudable, a España se le podría aplicar la frase de Orwell: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.
Efectivamente, el Estado español arrastra una larguísima tradición en ese sentido, que tiene que ver con la estructura (y decadencia) de su viejo imperio y los rasgos parasitarios de sus clases explotadoras. Para no ir tan lejos, la dictadura de Franco (1939-1975), que engendró a la actual monarquía, era un régimen que se destacaba por su escandalosa corrupción. Las posibilidades de llenarse los bolsillos estaban en relación directa con la proximidad respecto a la corte del “Caudillo”.
“En contra de lo que se quiere hacer creer –dice un economista español–, la dictadura no fue sólo el gobierno de un militar algo autoritario sino un régimen de terror en el que los grupos oligárquicos que dominaban las finanzas y los grandes capitales usaban el poder político para obtener beneficios extraordinarios. Un sistema que permitió hacerse ricos, muy ricos, a quienes lograban estar cerca del poder, afianzando lo que más tarde se ha llamado el capitalismo de amiguetes.”[[1]]
El actual régimen fue producto de la componenda entre los herederos de Franco (actual PP), los aparatos socialdemócrata (PSOE) y stalinista (PCE) que encabezaban la oposición obrera y popular, y las corrientes burguesas “antifascistas” de Euzkadi y Catalunya.
Así, se ratificó al rey designado por Franco y también la continuidad del “capitalismo de amiguetes”. Pero hubo que hacer lugar en el comedero para que se sentaran los ex opositores de “izquierda”, PSOE y PCE con sus respectivos aparatos sindicales –UGT (Unión General de Trabajadores) y CCOO (Comisiones Obreras)–, y también los patrones “antifascistas” vascos y catalanes.

El primer gran servicio que los nuevos comensales prestaron al régimen posfranquista y su “capitalismo de amiguetes” fue garantizar la “paz social” con los llamados “Pactos de la Moncloa” (1977). En ellos, los sindicatos afines al PSOE y el PCE, UGT y CCOO, se comprometían a no hacer huelgas y aceptar despidos y aumentos de salario por debajo de la inflación.
Esto inauguró todo un sistema de gobierno a través de “pactos sociales” entre el gabinete de turno, los sindicatos UGT-CCOO y la central patronal (CEOE), que duraría décadas, hasta el actual gobierno de Rajoy. Que esto se haya interrumpido es otro dato significativo de la crisis, aunque no por eso las burocracias de UGT-CCOO le han declarado la guerra al PP.
El mecanismo bipartidista en peligro y otras grietas del régimen
Lo peligroso –como advierte Financial Times– es que esto no afecta exclusivamente la confianza en el partido de gobierno, sino a todo el régimen posfranquista. Desde el rey para abajo, no se salva nadie o casi nadie, aunque esto se da en distintos grados.
Comenzando por los partidos del gobierno y oposición, según el último “Barómetro” del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), “un 82% dice tener poca o ninguna confianza en el presidente del gobierno [Rajoy]. No obstante, el líder de la oposición [Rubalcaba, del PSOE] está muy cerca en ese descrédito, porque el 88% dice no confiar nada o muy poco en él”.[[2]]
Pero esto tampoco ha volcado a la opinión pública hacia Izquierda Unida (PCE) –que podría reemplazar a los desgastados “socialistas”–, ni hacia los liberales de Unión Progreso y Democracia (UPyD) –que podrían ser el recambio del PP–. Hay por ahora un peligroso “vacío” político.
Esto pone en cuestión un mecanismo clave de la estabilidad política en la mayoría de los países de la Unión Europea, que es el sistema bipartidista. Cada tres o cuatro años, los “ciudadanos” son llevados como borregos a votar entre dos opciones (una de “centro-derecha” y otra de “centro-izquierda”), que al final, cuando llegan al gobierno, aplican el mismo programa dictado por el capital financiero. Esta “calesita” que gira sobre el mismo eje, ha sido fundamental para la estabilidad política europea.
¿Por qué la oposición del PSOE no llega, hasta ahora, a ser alternativa al PP? En primer lugar, la austeridad y los planes de ajuste los iniciaron los “socialistas” con Zapatero. Además, en cuanto a “chorizos”, el PSOE no tiene nada que envidiar al PP. Sus gobiernos han tenido la misma historia de corrupción.
En el Estado español, esto se da simultáneamente con el vertiginoso desprestigio de la monarquía… otro dato peligroso para la estabilidad.
Hay que tener en cuenta que el rey de España no es un rey de la baraja. Constitucionalmente, como jefe de estado, tiene poderes notablemente amplios, entre ellos, “el mando supremo de las Fuerzas Armadas” (art. 62 de la Constitución)… lo que en medio de una crisis político-social no es poca cosa.
Puesto a dedo por la dictadura de Franco, Juan Carlos logró sin embargo reciclarse en el posfranquismo gracias a la ayuda de “socialistas” y “comunistas”. Su lógico rechazo al disparatado intento de golpe militar el 23 de febrero de 1981 (el “Tejerazo”) le dio amplia popularidad y una aureola de “rey democrático”.
Pero de este consenso de hace 30 años queda poco. Hoy la mayoría juzga a la monarquía a través del lente de la crisis. Juan Carlos, en vez de callarse la boca, salió al ruedo a defender abiertamente los planes de hambre y austeridad. Poco después se destapó que el rey había gastado cientos de miles de dólares del presupuesto del Estado en ir a cazar elefantes con su amante, una “princesa” alemana. Otro golpe severo al desgastado prestigio de la monarquía lo dieron los dos principales “chorizos” de la familia real, la infanta Cristina y su marido Undargarín, que organizaron una defraudación al estado por millones de euros… hoy a buen recaudo en Suiza.
Estas noticias, para el ciudadano que ha perdido su trabajo y/o su casa, no debe generar gran simpatía hacia la pandilla dorada del Palacio de la Zarzuela.
Por último, hay una tercera grieta, que es un peligro histórico del Estado español: la amenaza de secesión de Catalunya (y tras ella de Euzkadi), que son las dos regiones económicamente más desarrolladas.
Aunque esto aparece todavía como un juego de chantaje de parte de sectores de la burguesía catalana (y en menor medida de los vascos), podría ir mucho más allá y volverse incontrolable.
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