Chile - Del terremoto social al tsunami político
Raúl Zibechi
Periodista uruguayo, escritor, responsable por la sección internacional
de Brecha. Profesor e investigador en Multiversidad Franciscana de AL.
Adital
El 60% de los chilenos no votó en las elecciones municipales del 28 de octubre. En opinión de Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia y uno de los intelectuales más escuchados, si ese insólito nivel de abstencionismo se hubiera registrado sin la existencia de un movimiento social, podría hablarse de "flojera” o "escapismo”. Pero cuando en Chile existe un potente movimiento estudiantil y fuertes organizaciones territoriales en el norte y en el sur, la abstención fue "un rechazo a participar de ese modelo”[1].
En efecto, el crecimiento del movimiento social que se constata en la
última década tuvo un desarrollo exponencial en 2011: paros y protestas
regionales en Magallanes (sur), Arica y Calama (norte), levantamiento regional
contra el megaproyecto HidroAysén (sur), huelgas de los trabajadores del cobre,
acciones de comunidades mapuche, movilizaciones de los damnificados por el
terremoto de 2010 y, sobre todo el amplio movimiento por la educación pública
que incluye estudiantes, padres y docentes[2].
A mediados de 2011, en pleno fervor estudiantil, el tercer Manifiesto
de Historiadores aseguraba que estaba sucediendo un "movimiento
de carácter revolucionario-antineoliberal”[3]. En 2013 luego de dos años de intensas
movilizaciones y de la elevadísima abstención electoral, es posible acordar,
como apuntan numerosos analistas, que la clase política se tambalea. Por eso se
viene abriendo paso la propuesta de convocar una Asamblea Constituyente que,
como señala el historiador Sergio Grez, por primera vez en la historia chilena
proceda democráticamente "a la refundación de las bases de la
institucionalidad”[4].
La Constitución vigente fue aprobada en 1980 bajo la dictadura de
Augusto Pinochet. Muchos analistas consideran que fue diseñada para impedir
cambios ya que incluye algunos "cerrojos” como la necesidad de contar con
4/7 de los parlamentarios para aprobar una ley orgánica. El abogado constitucionalista
Fernando Atria sostiene: "Ningún país que uno considere democrático exige
más que una mayoría simple para la aprobación de una ley”[5].
Atria concluye que la dictadura institucionalizó tres mecanismos para
perpetrar el poder de las elites que la democracia no ha conseguido desmontar:
el sistema electoral binominal, los quórums especiales de 4/7 para aprobar
leyes importantes y el Tribunal Constitucional, que "forman un conjunto de
instituciones profundamente antidemocráticas” que "le dan poder de veto a
la derecha”. Concluye que la dictadura, a través de esa arquitectura legal,
decidió "quitarle poder a las mayorías, porque parecieron peligrosas”.
El movimiento actual rechaza la estrategia de la Concertación, coalición
centrista que gobernó entre 1990 y 2010, de desmontar paso a paso la
Constitución heredada. De hecho este proceso se detuvo porque los
"cerrojos” funcionan impidiendo reformas, como sucede con la ley de la educación
heredada de Pinochet.
La inagotable resistencia mapuche
Se llega al penal El Manzano, en las afueras de Concepción, luego de
atravesar montañas de pinos y eucaliptos que delatan la presencia del modelo
extractivo en su versión maderera. La comitiva, luego de anunciar la intención
de visitar a Héctor Llaitul y pasar tres controles de Gendarmería, no muy
estrictos por cierto, sigue el camino hacia la sanidad del penal. Sentado en su
cama, rodeado de su esposa, su madre y dos familiares de presos, saluda con una
amplia sonrisa.
La comisión está integrada por cinco premios nacionales, el presidente
de la Iglesia Evangélica Luterana, el presidente del Colegio Médico, un ex juez
y un diplomático, dirigentes estudiantiles y sindicales, diversos
intelectuales, la Pastoral Mapuche y la Comisión Ética contra la Tortura. La
mitad fueron a la cárcel de Angol, donde está detenido Ramón Llanquileo, al
igual que Llaitul miembro de la Coordinadora Arauco Malleco dedicada a la
recuperación de tierras ancestrales en manos de corporaciones forestales y de
latifundistas.
Los presos Mapuche pusieron fin a la huelga de hambre de 76 días el 28
de enero, cuando la comitiva se comprometió a poner en pie una Comisión
Nacional e Internacional de observación de los derechos humanos del pueblo
mapuche. Aunque animado, Llaitul adelgazó 26 kilos que se notan sobre todo en
la holgura del pantalón y la palidez del rostro. Motivos para la huelga sobran,
pero los visitantes reparten un panfleto con siete demandas.
La libertad inmediata de Llaitul y Llanquileo, abrir una instancia de
diálogo entre el Estado y representantes mapuches, definir una agenda que
"considere la autodeterminación y formas de representación y autogobierno
del pueblo mapuche”, recuperar para las comunidades los territorios apropiados
por las forestales, indulto general a los presos mapuches, respeto del Convenio
169 de la OIT que reconoce los derechos colectivos y resguardo a la niñez
mapuche, ya que muchos niños comuneros han sido violentados por los aparatos
represivos.
Por su parte, la Cuarta Declaración de Historiadores respecto de
la Cuestión Nacional Mapuche, firmada por cientos de intelectuales, fue
difundida días después de la muerte del matrimonio de colonos suizos
Luchsinger-Mackay en Vilcún, el 3 de enero, al parecer por comuneros mapuche
que ocuparon la propiedad en el quinto aniversario del asesinato por la espalda
del comunero Matías Catrileo, por un carabinero cuando un grupo intentaba
ingresar en la hacienda de Jorge Luchsinger.
Cinco años después, en el marco de movilizaciones en homenaje al joven
estudiante de 22 años, y en demanda de que sea procesado el asesino, unos 20
mapuches ocuparon la hacienda del primo de Jorge, Werner, quien se habría
defendido disparando mientras le incendiaban su casa. La Declaraciónde
los historiadores asegura que los hechos de violencia "tienen su punto de
partida en la mal llamada ´pacificación de la Araucanía´ realizada por el
Estado chileno entre las décadas de 1860 y 1880, en violación de los acuerdos
concluidos con los mapuches después de lograda la Independencia (1825)”[6].
"Mediante una prolongada campaña militar –continúa la Declaración-,
el Estado de Chile ocupó a sangre y fuego la Araucanía y, utilizando los
métodos más violentos y crueles, usurpó grande extensiones de tierra indígena
que subastó a bajo precio o regaló a colonos chilenos y extranjeros, confinando
a los mapuches en pequeñas y míseras reducciones”. Por eso consideran que
"la violencia actual es el resultado de más de 130 años de injusticias,
despojos y negación de derechos”.
Desde la década de 1990 nuevas generaciones mapuches han creado un
sinfín de organizaciones urbanas y rurales, en lo que el historiador Gabriel
Salazar denomina como la "sexta época” de la guerra mapuche, iniciada en
1981[7]. Por primera vez en la historia las
cárceles del sur están llenas de jóvenes mapuche en calidad de presos
políticos. Piensa que el Estado chileno poco puede hacer "frente al más
antiguo e indómito movimiento social de la historia de Chile”, que cuenta con
el apoyo de la mayoría de los chilenos y simpatías internacionales. Por eso
asegura que el Estado "no podrá ir demasiado lejos”.
"Yo no presto el voto”
La noche del 28 de octubre el gobierno de Piñera debió suspender
precipitadamente los festejos programados para celebrar lo que consideraba el
seguro triunfo de los candidatos oficialistas en los distritos decisivos:
Santiago, Providencia y Ñuñoa. El derrotado alcalde de Providencia, un coronel
y ex ministro de Pinochet, mostró el estilo de la derecha al insultar a quienes
le ganaron en las urnas: "Ha vencido el odio, la intolerancia, la falta de
respeto. (…) Aquí venció de nuevo la serpiente del paraíso”[8].
Es evidente que el movimiento estudiantil agrupado en ACES, y algunos
colectivos que los apoyaron, leyeron correctamente el estado anímico de los
chilenos cuando decidieron lanzar su campaña "Yo no presto el voto”. El
mismo día electoral llegaron al Estadio Nacional a protestar en cuclillas y con
las manos en la cabeza "para recordar a los votantes que el lugar fue el
centro de detención más grande del país en la última dictadura militar, apoyada
por los candidatos de la derecha”[9].
Para las elecciones de 2012 se modificó el padrón electoral. Antes era
necesario inscribirse para poder votar, pero sólo lo hacían 8 millones de los
13 millones que podrían hacerlo, ya que mayoritariamente los jóvenes decidían
no inscribirse. En esta ocasión la inscripción era automática, pero la cantidad
de personas que no votaron fue incluso mayor que las que no se inscribían: casi
8 millones no fueron a las urnas y cinco millones votaron, o sea se abstuvieron
tres millones más. Ahora muchos políticos pretenden decretar la obligatoriedad
del voto.
Mario Sobarzo, del Centro Alerta, un colectivo que se destacó por la
campaña contra el sistema de transporte urbano Transantiago, reflexionó sobre
la abstención del 60% recordando que en las comunas más pobres, como la
periférica Puente Alto, en la capital, sólo votó el 30% del padrón[10]. En esa comuna el Transantiago tiene los
más altos niveles de evasión, en un sistema que presenta una evasión promedio
del 20%. A pesar del despliegue de guardias en todas las estaciones y en todos
los autobuses, uno de cada cinco usuarios no paga el pasaje a pesar de que
pueden ser sancionados con multas elevadas.
Para Sobarzo la abstención refleja "un deseo de innovación y cambio
que el sistema no logra representar”. Cree que "la campaña Yonoprestoelvotopolitizó
la interpretación de la abstención”. En el futuro cree que el movimiento social
debe intensificar tres procesos: "la capacidad de articular propuestas
colectivamente, la capacidad de coordinarse y cooperarse entre distintas
organizaciones y mantener la movilización como principal instrumento de
negociación”.
Los estudiantes secundarios agrupados en ACES, que es el núcleo mayor
del sector más movilizado de la sociedad chilena, siguen agrupando entre 45 y
65 liceos, según relatan Manuela y Max, recordando que en el pico del conflicto
coordinaban 120 liceos de un total de 200 que estaban ocupados. Creen que el
movimiento está lejos de haber sido neutralizado y que en asambleas semanales
han profundizado su comprensión de la realidad chilena. Apuestan a
"confluir los focos en conflicto” para lo que crearon una Comisión Mapuche
en ACES para relacionarse directamente con las comunidades afectadas por la
represión.
El tipo de relación que establecen los estudiantes secundarios con el
mundo mapuche salta por encima de las representaciones, una figura que el
movimiento rechaza, para establecer vínculos cara a cara. En las dos últimas
décadas han surgido numerosos grupos estudiantiles mapuche, muchos de ellos
vinculados a hogares y residencias estudiantiles universitarias en las
ciudades, que se han convertido en uno de los focos más importantes de
organización del pueblo mapuche.
En el marco de la movilización juvenil-estudiantil ha surgido la
Federación Mapuche de Estudiantes (FEMAE) que se define como una "red
autónoma compuesta por estudiantes de educación superior y enseñanza media, el
cual tiene un carácter territorial y se ha fijado como objetivo principal
contrarrestar el fuerte desarraigo cultural y político que sufre el
estudiantado en la educación formal que ofrece el Estado de Chile”[11].
¿Hacia una Asamblea Constituyente?
Las enormes movilizaciones estudiantiles de 2011 se estrellaron contra
el muro de la indiferencia del gobierno, pese a que el movimiento juvenil
cuenta con mayores simpatías que el presidente Piñera. Las marejadas se
dispersan pero no se disuelven. Retornan con más fuerza, buscando caminos
laterales, indirectos. En Chile hay dos procesos convergentes: la protesta
social está legitimada y desde hace una década crece continuamente; el régimen
está en cuestión, ya no sólo el gobierno.
A esta doble realidad llamamos tsunami, en el mismo sentido
que el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica,
Noam Titelman, para quien "el terremoto social del 2011, el movimiento
estudiantil, se está convirtiendo en un tsunami político; lo estamos viendo con
el abordaje de nuevos liderazgos y visiones distintas”[12]. Un síntoma de este "tsunami” es la
creciente politización de los movimientos. Veamos dos casos.
En 2012 la ACES publicó la "Propuesta para la educación que
queremos”, un manifiesto donde analiza brevemente el escenario político y
realiza tres propuestas educativas[13]. Consideran que luego de 2011 "se ha
abierto la puerta para que el mundo social defina el tipo de sociedad que
quiere”, porque las movilizaciones desnudaron injusticias las. Los jóvenes se
consideran "memoria y acumulación histórica (…) los hijos y los nietos del
modelo”. Y aclaran: "No estamos sometidos a los miedos y a la lógica de
los consensos, por eso tenemos libertad para gritar, levantarnos y
movilizarnos, para pensar y crear, para soñar un mundo distinto”.
Creen que la gran virtud del movimiento ha sido poner en debate uno de
los núcleos del modelo, como el lucro en la educación. Sobre ellos mismos
dicen: "Somos la punta del iceberg, de un continente social que ya no
tolera ser abusado, embrutecido, golpeado, humillado, explotado”. La claridad
del análisis de los jóvenes, pero sobre todo su decisión y falta de miedo, se
constata en cada gesto y cada palabra, en cómo se visten y hablan, y esa forma
sostenida y desafiante de mirar.
Es la misma mirada de Llaitul y de los familiares de los presos
políticos Mapuche. Para Salazar, el mapuche "es un movimiento que ha
acumulado una memoria de sí mismo casi sin parangón en el mundo, en la que se
estratifican no sólo una sino cinco o seis épocas de guerra a lo largo de seis
o más siglos de historia”[14]. Encarnan una cultura política diferente
a la tradicional, y, si se mira de cerca, muy similar a la de los estudiantes:
no se rigen por la Constitución vigente, no forman partido político ni se
acoplan al calendario electoral, no compiten por cargos en el Estado ni quieren
convertirse en parte de la clase política.
Además, "no se proponen metas fijas, objetivos únicos y programas
rígidos sujetos a evaluación periódica”[15]. Tienen una novedosa capacidad de
análisis y comprensión de su pasado y de la realidad nacional. Abundan los
colectivos de historia Mapuche y cada militante conoce en detalle la raíz de
sus problemas: la "pacificación de la Araucanía” sale en cada debate.
No es ninguna casualidad que estos actores, los abusados por el
neoliberalismo y por el Estado de Chile, estén empezando a caminar juntos,
recorriendo las grandes alamedas que nunca abandonaron, porque sólo se
sumergieron un tiempo para juntar más fuerzas, más sabiduría y coraje para
retornar a la superficie con la potencia de una erupción…o un tsunami.
[Raúl Zibechi es analista internacional del semanario Brecha de
Montevideo, docente e investigador sobre movimientos sociales en la
Multiversidad Franciscana de América Latina, y asesor a varios grupos sociales.
Escribe el "Informe Mensual de Zibechi” para el Programa de las Américas www.cipamericas.org/es].
Recursos
Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios(ACES), "Propuesta
para la educación que queremos”, La Revista Otra, MPL, Santiago,
2012.
"Cuarta Declaración de Historiadores respecto de la Cuestión Nacional Mapuche”, La Araucanía-Santiago, 19 de enero de 2013.
El Ciudadano, periódico quincenal y web: www.elciudadano.cl
Gabriel Salazar, "Movimientos sociales en Chile”, Uqbar, Santiago, 2012.
Sergio Grez, "Chile 2012: el movimiento estudiantil en la encrucijada”, Le Monde Diplomatique, edición chilena, enero-febrero de 2012.
Raúl Zibechi, intercambio con movimientos sociales, Santiago, 28 de enero de 2013.
"Cuarta Declaración de Historiadores respecto de la Cuestión Nacional Mapuche”, La Araucanía-Santiago, 19 de enero de 2013.
El Ciudadano, periódico quincenal y web: www.elciudadano.cl
Gabriel Salazar, "Movimientos sociales en Chile”, Uqbar, Santiago, 2012.
Sergio Grez, "Chile 2012: el movimiento estudiantil en la encrucijada”, Le Monde Diplomatique, edición chilena, enero-febrero de 2012.
Raúl Zibechi, intercambio con movimientos sociales, Santiago, 28 de enero de 2013.
Notas:
[1] El Ciudadano,
2 de noviembre de 2012.
[2]Le Monde Diplomatique, enero-febrero 2012.
[3] Manifiesto de Historiadores en http://www.lemondediplomatique.cl/Manifiesto-de-Historiadores.html
[4] Le Monde Diplomatique, ob. cit.
[5] En http://www.theclinic.cl/2009/07/25/fernando-atria-abogado-constitucionalista-%E2%80%9Cla-constitucion-le-da-poder-de-veto-a-la-derecha%E2%80%9D/
[6] "Cuarta Declaración”, op. cit.
[7] Gabriel Salazar, "Movimientos sociales en Chile”, pp. 116-125. La primera época fue contra los incas, la segunda y la tercera contra los españoles, la cuarta fue la derrota en la "pacificación de la Araucanía”, la quinta el repliegue que duró un siglo y la sexta, la actual, es el "renacer”.
[8] En http://www.latercera.com/noticia/politica/2012/10/674-490641-9-labbe-reconoce-derrota-en-providencia-y-asegura-que-no-ira-a-felicitar-a.shtml
[9] El Ciudadano, 31 de octubre de 2012.
[10] El Ciudadano, 1 de noviembre de 2012.
[11] Ver http://www.elciudadano.cl/2011/07/01/38049/petitorio-federacion-mapuche-de-estudiantes-femae/
[12] El Ciudadano, 31 de octubre de 2012.
[13] "La revista Otra”, MPL, 2012, pp. 43-50.
[14] Gabriel Salazar, "Movimientos sociales en Chile”, ob. cit. p. 119.
[15]Idem, p. 118.
[2]Le Monde Diplomatique, enero-febrero 2012.
[3] Manifiesto de Historiadores en http://www.lemondediplomatique.cl/Manifiesto-de-Historiadores.html
[4] Le Monde Diplomatique, ob. cit.
[5] En http://www.theclinic.cl/2009/07/25/fernando-atria-abogado-constitucionalista-%E2%80%9Cla-constitucion-le-da-poder-de-veto-a-la-derecha%E2%80%9D/
[6] "Cuarta Declaración”, op. cit.
[7] Gabriel Salazar, "Movimientos sociales en Chile”, pp. 116-125. La primera época fue contra los incas, la segunda y la tercera contra los españoles, la cuarta fue la derrota en la "pacificación de la Araucanía”, la quinta el repliegue que duró un siglo y la sexta, la actual, es el "renacer”.
[8] En http://www.latercera.com/noticia/politica/2012/10/674-490641-9-labbe-reconoce-derrota-en-providencia-y-asegura-que-no-ira-a-felicitar-a.shtml
[9] El Ciudadano, 31 de octubre de 2012.
[10] El Ciudadano, 1 de noviembre de 2012.
[11] Ver http://www.elciudadano.cl/2011/07/01/38049/petitorio-federacion-mapuche-de-estudiantes-femae/
[12] El Ciudadano, 31 de octubre de 2012.
[13] "La revista Otra”, MPL, 2012, pp. 43-50.
[14] Gabriel Salazar, "Movimientos sociales en Chile”, ob. cit. p. 119.
[15]Idem, p. 118.
15 de Febrero de 2013
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