La ecología política debe advertir todas las consecuencias de la crisis sistémica.
Rómulo
Pardo Silva
Se
sabe que los empresarios a través de sus políticos y medios ocultan hechos. Lo poco
conocido es que dirigentes de una izquierda ecologista tapan situaciones
dramáticas futuras.
Objetivamente
se agotan los combustibles, los minerales, los recursos pesqueros. El
calentamiento global aumenta, escasea el agua, crece la población. Desparecen
especies y selvas. Las potencias nucleares están en guerra fría. Hay un
conjunto de crisis que representan el colapso del capitalismo.
Sin
embargo no pocos desvían el discurso.
Un
sector de izquierda exige el fin de los recortes en Europa y Estados Unidos, impulsar
el crecimiento, disminuir la cesantía, respetar los derechos sociales de salud,
educación, previsión, subir los impuestos para que los ricos paguen los daños
que han provocado…
Algunos
más compenetrados con la ecología hablan de un comercio regional de menor uso
de transportes, modificar el modo de producción y consumo, un nuevo estilo de
vida…
Lo
que demasiadas veces no se hace es presentar el panorama completo del colapso inscribiendo
en él las medidas que se proponen, quizás porque no todas son congruentes con el
poscapitalismo a la vista.
Tampoco
se profundiza en la red que se deriva de cada sector crítico que se aborda. Así
cuando se menciona la escasez de petróleo suele no decirse que significa menos cantidad
de energía, cierre de industrias, paralización de vehículos, disminución de la
producción de cereales, cesantía, hambre, reacción masiva y violenta de gente.
Finalmente
se elude también proponer respuestas porque siempre serán duras y contrarias a
lo que la población masivamente espera en una civilización dominada por la
publicidad mercantil. ¿Qué se propone para reemplazar al trigo, a la carne? ¿Adónde
vivirán los millones de habitantes de las regiones inundadas por los océanos? Pocas
respuestas o más bien ninguna.
Extrañamente
personas importantes y organismos del sistema se atreven a ir más lejos.
Dennis
L. Meadows profesor emérito de la Universidad de Nueva Hampshire y coautor del fundamental
Informe al Club de Roma, Los límites del crecimiento, de 1972,
dice hoy
que “En los próximo veinte años, entre hoy y 2030
veremos más cambios de los que ha habido en un siglo, en la política, en el
medio ambiente, la economía, la técnica. Los problemas de la zona euro no
representan más que una pequeña parte de lo que vamos a ver. Y estos cambios no
se llevarán a cabo de manera pacífica”. Se refiere a “una sociedad que tiene
cada vez menos capacidad de satisfacer necesidades elementales: alimentación, sanidad,
educación, seguridad”.
El documento “Tendencias Globales 2030: Mundos
alternativos” del Consejo Nacional de Inteligencia publicado en Washington previene
que “De aquí a 2030, el agua puede convertirse en una fuente de conflictos más
importante que la energía o los minerales, tanto a nivel intra como
interestatal”. “El mayor cinturón de tensión hídrica del mundo se extiende a lo
largo del norte de África, Oriente Medio, Asia central y del sur, y el norte de
China”.
El sello de una posición
socialista ecológica debe ser mostrar los hechos naturales y políticos que se
esperan ocurran en el futuro próximo, las consecuencias de ellos y sus
propuestas sostenibles y solidarias para enfrentarlas. No hacerlo es optar por
la política llamada también de izquierda de continuidad del sistema productivo
y consumista con mayor justicia.
La humanidad debe ser informada
de todo. Los políticos con visión ecologistas deben asumir un realismo democrático.
El tema es el colapso de lo que
hay y el inicio de otra civilización.
Contacto romulo.pardo@gmail.com
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