Memoria - La muerte escogida de Paul Lafargue y Laura Marx
Pepe Gutiérrez-Álvarez
Kaos en la Red
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Se ha cumplido un siglo del suicidio de Lafargue y Laura
Marx, una muerte escogida que causó verdadera conmoción en el socialismo
internacional dentro de cual representaban directamente la continuidad
familiar, sobre todo desde la muerte de Engels
Se ha cumplido un siglo del suicidio de Lafargue y Laura
Marx, una muerte escogida que causó verdadera conmoción en el socialismo
internacional dentro de cual representaban directamente la continuidad
familiar, sobre todo desde la muerte de Engels. El gesto resultó obviamente
discutido, y son conocidos los comentarios de Lenin según los cuales un
socialista no se podía suicidar mientras pudiera servir a la cusa. En este
punto, la trayectoria de ambos era intachable, en su testamento, Lafargue podía
presumir de 55 años de acción militante, y aunque mucho más modesta, Laura
estuvo siempre inmersa en la causa en la que había nacido.
El acto supremo seguramente habría pasado desapercibido sin
en vez de Paul Lafargue (Santiago de
Cuba, 1842), se hubiera tratado de un militante anónimo, y claro está, si su
compañera hasta la muerte, Laura, no hubiera sido la hija de Marx. Hay mucho
que decir de Lafargue, por ejemplo que su suegro no tenía demasiado buena
opinión de él, aunque en esto también habría mucho que decir. "sembré
dragones, pero coseché pulgas", decía el "Moro", y era verdad,
pero de eso no se podía culpar al cubano-francés realizó a lo largo de casi
medio de siglo una labor más que importante. Se conoce su papel en la creación
del que fue el PSOE (que se quedó en alguna parte del exilio republicano), y
que su nombre está en la primera línea de la historia del socialismo francés y
de la Internacional. Tanto Laura como él hicieron una enorme labor en la
recuperación de los papeles de Marx.
También fue el autor de algunas obras importantes como “El
derecho a la pereza”, que el estalinismo habría quemado con el autor, y que
sigue siendo editado porque la polémica prosigue. Se creía que lo de las ocho
horas ya se había superado cuando esta antigua exigencia (ocho horas para
trabajar por un salario digno, ocho para descansar y ocho para el ocio
creativo, todo un programa para hoy), y el camarada Daniel Tanuro lo ha evocado
como uno de los antecesores del ecosocialismo.
Paul había sido hijo único de una familia de antiguos
plantadores, con sangre francesa, dominicana y cubana. Tenía seis años cuando
dejó La Habana para trasladarse a Francia con sus padres; estudiando en Burdeos
y años más tarde en Toulouse, y finalmente a París para estudiar medicina,
carrera que una vez concluida no quiso ejercer. Siendo estudiante, Paul se declara republicano y socialista,
materialista y ateo, colabora con el que será su cuñado, Charles Longuet en la
revista "Rive Gauche". Luego fue uno de los animadores del Congreso
Internacional de Estudiantes. Positivista y proudhoniano, y en 1865, Paul
visitó a Marx en Londres y se adhirió a la Primera Internacional, y continuó
sus estudios en Londres. Al año siguiente será nombrado miembro del Consejo
Federal y más tarde enviado a España como secretario del mismo. Por esta época
conocerá, cortejará y se casará --a pesar de la oposición paterna-- con la
segunda hija menor de Marx, Laura, que se convertirá en su compañera y colabora
hasta su muerte. Los tres primeros hijos del matrimonio mueren apenas recién
nacidos.
Tras la caída del Imperio, Paul Lafargue se encuentra en
Burdeos donde dirige la sección local de la AIT y su periódico, "La
Tribune", rechazando una prefectura que le es ofrecida, y con ella
cualquier compromiso con la burguesía. Cuando se proclama la Comuna de París,
Lafargue se encarga de buscarle apoyos en las provincias. Finalmente, logra introducirse
en París y participa durante cuatro semanas en las actividades comuneras.
Perseguido por la policía de Thiers, se refugia en España. Thiers reclama su
extradición acusándolo de toda clase de crímenes. Detenido en Huesca, es
liberado poco después.
Permanecerá un año en España colaborando con la se sección
española de la AIT. Junto con Pablo Iglesias, Mora y Mesa encabeza la fracción
marxista como representante de las secciones de Madrid y Lisboa, en el que será
el último Congreso de la AIT en La Haya. La mayoría bakuninista lo expulsan de
la Federación madrileña. La conexión entre Paul Lafargue y los socialistas
españoles se prolongará hasta el final de su vida, siendo uno de los autores
marxistas más traducido al castellano su tiempo.
Establecido en Londres de nuevo, Paul participa desde el
principio con el grupo que edita "L´Egalité" y en la difícil
reconstrucción del movimiento obrero francés junto con Guesde. Es detenido por
su protesta contra la prohibición del previsto Congreso Obrero internacional. Después
de su proceso, lanza un programa llamado de los Socialistas Revolucionarios, y
en 1880 viaja a Londres para redactar
con Marx y Engels el programa constituyente del Partido Obrero Francés. Este
año escribe su obra más celebrada, El derecho a la pereza, heterodoxa e
irónica, una de las más frescas y valiosas del primer marxismo, una crítica
virulenta contra las concepciones burguesas que estiman el trabajo como una
virtud.
Paul Lafargue comprende que el "ocio creador" es
un privilegio de la clase dominante que se funda en la esclavitud asalariada.
Considera que el trabajo es un "dogma desastroso" y reivindica las
palabras del prosocialista germano Lessing que dicen: "seamos perezosos en
todas las cosas, excepto en amar y beber, excepto en ser perezosos". En
1882 regresa a Francia gracias a una amnistía. Encuentra trabajo en París como
redactor de una compañía de seguros, pero no durará mucho tiempo. Tendrá que
vivir de la pluma y conoce graves dificultades que serán paliadas por Engels
--que le criticará por su poco rigor en las traducciones y en la explicación de
las ideas de Marx--, que finalmente le hará heredero de su fortuna.
Lafargue será junto con Guesde el principal dirigente del
partido y su mejor exponente teórico. Escribe en toda la prensa socialista y
viaja de un lado para otro dando conferencias; su mujer lo llamará "el
judío errante". Su pluma es terrible, no respeta ningún símbolo del
sistema democrático burgués. En 1883 es detenido y condenado a seis meses de
prisión, siendo acusado de "favorecer y propugnar la muerte y el
pillaje". En 1886 será nuevamente detenido y procesado por
su campaña antimilitarista y su apoyo decidido a las luchas obreras que tienen
lugar en Decazeville.
También será uno de los fundadores de la II Internacional, y
saluda el Primero de Mayo escribiendo: "Por primera vez, la historia de la
humanidad ha mostrado el gran espectáculo de los proletarios del mundo entero
unidos por un mismo pensamiento, movidos por una misma voluntad y obedeciendo
una misma consigna". Después de ser detenido por su denuncia de la matanza
de Fourmies --donde el ejército haría una demostración de su eficacia
utilizando los novedosos fusiles Lebel--, consigue ser diputado. De su
actuación dice un representante burgués: "Con Lafargue ha entrado en el
parlamento el colectivismo". No se queda encerrado en la cámara,
aprovechando su puesto desarrolla una continua labor de agitación como
"viajero del socialismo".
Aunque estrechamente vinculado con la figura de Guesde y su
política cuyas características define
según el historiador del socialismo Claude Willard por "su
vocabulario revolucionario e internacionalista, (pero que) se instala en un
reformismo electoral, parlamentario, (y) se abandona en un patriotismo que
llega en ocasiones al chovinismo". La situación de Lafargue es de la de un
luchador situado como guardaflanco del partido que actúa sobre todo como
agitador, propagandista y polemista, sin desarrollar nunca una obra
concienzuda. Aparte de “El derecho a la pereza”, destaca sus escritos de
crítica a la ideología burguesa --a la religión en particular--, y en menor
medida sus trabajos sobre economía, distinguiese un libro notable sobre los
trutst en el que analiza certeramente la evolución del capitalismo
norteamericano. Sus posiciones favorables a la huelga general, su definición
del partido como partido revolucionario que "defenderá en todo momento una
línea de clase", sus continuos posicionamientos lo sitúan claramente en la
izquierda socialista internacional.
Paul Lafargue se suicidó junto con Laura el 26 de noviembre
de 1911, y dejó sobre un papelito la
siguiente explicación: "Estando sano de cuerpo y espíritu, me quito la
vida antes de que la impecable vejez me arrebate uno después de otro los
placeres y las alegrías de la existencia, y de que me despoje también de mis
fuerzas físicas e intelectuales; antes de que parali0e mi energía, de que
resquebraje mi voluntad y de que me convierta en una carga para mí y para los
demás. Hace ya años que me prometí a mí mismo no rebasar los setenta, siendo
por ello por que elijo este momento para despedirme de la vida, preparando para
la ejecución de mi resolución una inyección hipodérmica con ácido cianhídrico.
Muero con la alegría suprema de tener la certidumbre de que, en un futuro
próximo, triunfará la causa por la que he luchado durante 45 años. !Viva el
comunismo! !Viva el socialismo internacional!". Lenin comentó en la
ocasión: "Un socialista no se pertenece a sí mismo sino al partido. Si
puede en lo que sea, ser útil todavía a la clase obrera, por ejemplo, escribir
aunque no sea más que un artículo o llamamiento, no tiene derecho a
suicidares".
Algo sobre lo que habría mucho que discutir.
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