A Chile le hace falta Igualdad ¡Que el pueblo mande!

Posted by Correo Semanal on miércoles, junio 27, 2012

Por Coordinador de G 80


A fines de mayo, Igualdad completó la recolección de firmas para su inscripción como partido legal en la Región Metropolitana, tras una intensa campaña política en la que decenas de miles de trabajadores, estudiantes y pobladores decidieron apoyar la constitución de esta alternativa política al duopolio Alianza-Concertación y sus satélites. Los militantes de G-80 aportamos nuestro granito de arena a este empeño participando de las jornadas de inscripción y compartimos la inmensa alegría y el orgullo de todos los militantes y colectivos que forman Igualdad.

Como G-80, valoramos profundamente la inscripción de este instrumento político legal que permitirá disputar, en lo inmediato, espacios políticos importantes para la generación del consenso dominante, como es el poder municipal. Hoy en día las municipalidades son un eslabón fundamental de una relación política paternalista y clientelista del Estado con la población y creemos que debemos ir a disputar ese carácter de los municipios.

La emergencia potente del movimiento social desde el año 2011, con las movilizaciones contra Hidroaysén y, sobre todo, las movilizaciones estudiantiles por la educación gratuita y de calidad, ha significado un cambio cualitativo en la situación política, pues se ha resquebrajado el consenso neoliberal que marcaba unilateralmente hasta hace poco tiempo el campo de lo que estaba permitido y lo que no en el debate político.

Este cambio cualitativo en la situación no nos debe hacer olvidar, sin embargo, las debilidades del movimiento político-social popular. Sectores sociales decisivos, como el movimiento sindical, tienen un fuerte retraso; si bien estamos ante un creciente número de luchas reivindicativas y huelgas, los trabajadores organizados no han marcado la agenda pública ni tienen un proyecto político-social con el que hacer frente al Estado y a los gobiernos de turno. Muchas de las movilizaciones más radicales, como Aysén o Freirina, están acotadas a demandas muy particulares y, aunque han gozado del apoyo generalizado, no se han articulado con otros movimientos sociales tras una demanda unificadora. El movimiento estudiantil, que ha planteado una demanda estructural al Estado, no ha encontrado ni los medios ni las fuerzas políticas para llevar adelante esta demanda.

Esta situación, a su vez, es consecuencia de un largo proceso de imposición violenta de un orden político, económico y social que sistemáticamente ha producido segregación, fragmentación, dispersión y exclusión política de los actores político-sociales populares. Por la fuerza de las armas primero, con los instrumentos de los gobiernos civiles después, la política estatal alienta esa fragmentación y esa destrucción de tejido político-social con un proyecto de transformación social.

Esta destrucción de tejido político-social se ha expresado en la desaparición de la izquierda como fuerza política relevante, que ha terminado con el abandono de las banderas transformadoras por parte de importantes fuerzas tradicionales de la izquierda chilena. En este proceso hemos visto levantarse y desmoronarse numerosos intentos de construcción y articulación política, el último de ellos el Juntos Podemos Más.

En este contexto, el surgimiento y el éxito de Igualdad en su proceso de inscripción se constituye en una fuerte señal de reagrupamiento y de convergencia producido como síntesis de luchas sociales desde abajo, que ha ido agrupando colectivos, organizaciones y movimientos a partir de las fuerzas que fundaron el proyecto político. Al trabajo de bases y territorial se agrega además una nítida postura en la izquierda (más allá de lo problemático de dicha expresión), en su más genuina y tradicional acepción de aquellas fuerzas que se ubican, frente al conflicto de clases, del lado de los explotados.

Vemos entonces a Igualdad como un espacio político de construcción y acumulación de fuerzas populares por la transformación social, de horizonte anticapitalista, como impulsor de la unidad de los de abajo, como aglutinador de la izquierda dispersa, constructor de identidad política y social transformadora.

En el Segundo Encuentro Nacional de Comunales, Igualdad estableció como su primer principio que “el Partido Igualdad, Herramienta de los Pueblos, nace para alcanzar un gobierno de la clase trabajadora y los pueblos en nuestro país. Nuestro empeño es la creación de un instrumento político que organice, apoye y conduzca la lucha de los pueblos de Chile por sus derechos y lleve a la clase trabajadora al gobierno. Un Gobierno del pueblo trabajador sólo será posible por la unión, organización y movilización de todos los hombres y mujeres que queremos construir una sociedad igualitaria.”

Compartimos plenamente esa definición y el horizonte estratégico que ella genera.

¿Cómo se expresa tácticamente ese horizonte en la coyuntura actual? Potenciando y unificando en la calle, con movilización y lucha popular las demandas de mejores salarios, vivienda, salud, educación y nacionalización bajo control popular de los recursos naturales; siguiendo el ejemplo de la lucha de Aysén, de los estudiantes, de los trabajadores portuarios junto con ir creando al mismo tiempo asambleas y órganos de poder popular, obrero, estudiantil político para ir perfilando una ruptura democrática con el modelo capitalista neoliberal y su sistema político. Los dos pilares del sistema de dominación.

Vamos a las elecciones municipales no sólo a levantar exigencias y demandas acuciantes para el pueblo; vamos, sobre todo, como impulsores de la organización popular y de que el movimiento social sea capaz, en los hechos, de constituirse en el poder de facto de los municipios. Los alcaldes y concejales de Igualdad van como delegados del movimiento social al Municipio. Aspiran a constituirse en la voz del movimiento social y a disputar el carácter semi-monárquico que reviste hoy día el poder edilicio.

Aspiramos a que sean las organizaciones sociales las que tomen las decisiones sobre el presupuesto municipal, sobre los planes de desarrollo comunal, sobre la educación y la salud comunales. No simplemente como una suma de intereses particulares a las que las autoridades municipales tienen a bien consultar, como propugna la idea de "participación" levantada por la Concertación y sus nuevos aliados, sino como la verdadera autoridad. El ejemplo del plebiscito de Peñalolén es el paradigma de nuestra visión sobre el rol de los concejales y alcaldes de Igualdad. Ése es el contenido del que debemos llenar la consigna "el movimiento social al poder municipal".

Es el poner en el centro y en la base de la acción política a las organizaciones populares y elevarlas a la categoría de órganos de poder efectivos, el Poder Popular, el eje que articula tanto la participación en las elecciones y los espacios institucionales como el impulso a la construcción de la Vía Popular a la Asamblea Constituyente. Uno de los motores que debe impulsar ese proceso es Igualdad. Debe hacerlo discutiendo, analizando y proponiendo nuevos caminos de construcción a las organizaciones sociales populares -sindicatos, organizaciones territoriales y estudiantiles, etc. Así como apoyando sus trabajos para que en tiempos futuros volvamos a levantarnos como verdadero y legítimo poder del país.

Basados en estas ideas, nuestra posición política es que, para estas elecciones municipales, Igualdad debe levantar una lista lo más amplia y completa posible –tanto para alcaldes como para concejales- invitando para ello a integrarse a ella a dirigentes sociales legitimados y a militantes jóvenes que representen claramente este nuevo camino.

A Chile le hace falta Igualdad
¡Que el pueblo mande!