VARIAS CABEZAS Y UN SOLO SOMBRERO (1)

Posted by Correo Semanal on lunes, mayo 14, 2012

VARIAS CABEZAS Y UN SOLO SOMBRERO (1)




Juan Varela Reyes (*)



“Sólo en un orden de cosas en el que ya no existan


clases y antagonismos de clases, las evoluciones


sociales dejarán de ser revoluciones políticas.


Hasta que ese momento llegue, en vísperas de toda


reorganización gen eral de la sociedad, la última


palabra de la Ciencia Social será siempre:


El combate o la muerte, la lucha sangrienta o la


nada. Así está planteado inexorablemente el


dilema”






(C. Marx: “Miseria de la Filosofía”)





La conmemoración de un nuevo Primero de Mayo nos sirve de valiosa excusa para reflexionar sobre algunos de los hechos y problemas que cruzan el quehacer de los trabajadores y, sobre todo, de alguna de sus organizaciones que, para decirlo directamente, se ha arrogado impunemente la representación de las demandas de los obreros, frente a las cuales se pregonan distintas respuestas y salidas, cada cual con su propia lógica, con su propia carga, ya de mesianismo, ya de ideas vulgarizadas que contribuyen a enrarecer el clima de comprensión de las contradicciones, de los conflictos no resueltos, de las promesas incumplidas, amparadas en la impunidad del poder económico, político y también ideológico de un modelo que, con su propia racionalidad, ha profunizado aquello que cuesta tanto decir a algunos y que conviene tanto a otros: la Lucha de Clases, tan viva, tan violenta y gozando de tan buena salud en nuestra sociedad.



1.- No es necesario ir muy lejos en nuestro ejercicio reflexivo para decir que las actuales condiciones de vida y de trabajo de los obreros empeoran cada día. Forzando los datos, las cifras, el positivismo ideológico de la clase dominante ilusiona con la idea de que lo que es bueno para ellos es también bueno para el conjunto de la sociedad y lógicamente para los trabajadores. Cifras de crecimiento enarboladas como recurso para apaciguar las legítimas rebeldías que debieran aflorar como respuestas a las inequidades y las injusticias. Contrariando esa visión de las cifras aparece la cruda realidad de explotación y alienación, piedras angulares sobre las cuales se ha edificado la estatua de la propiedad privada, la ganancia de unos pocos, mientras millones de trabajadores se debaten en la inseguridad y la angustia, nuevas formas que va adquieriendo la alienación económica y política.



2.- Empiezan a surgir en ciertos círculos la pregunta sobre las nuevas formas de alienación producto de la aplicación y mantención de este modelo neoliberal – capitalista. Ciertamente dicha preocupación que compartimos, nos parece necesaria, teniendo a la vista ciertos cambios que se han producido con la implantación de aquel modelo. Se reclama en nuestras reflexiones dar cuenta de esas transformaciones, sin embargo, creemos, se torna pertinente señalar que los cambios son de distinto grado o nivel, porque sin ese ejercicio podemos caer en el manido discurso de que todo ha cambiado y que por tanto hemos llegado al “fin de la historia” y otros contrabandos ideológicos, lo que aceptarlos implicaría un escenario inédito en la historia social y de los trabajadores. Es cierto que se han generado cambios, pero muchos de ellos sólo han sido de forma, de apariencia, mientras la esencia, lo fundamental sigue ahí: la explotación como hecho fundacional de la lucha de clases sigue latente ; lo que ha cambiado son las formas de producir, de generar los bienes para la satisfacción de las necesidades humanas, más sofisticadas algunas, más desarrolladas y violentas otras, pero todas conservan lo esencial: su violencia.



Se presentan nuevas formas de alienación, indisolublemente ligadas a las nuevas formas que ha adquirido la producción de la vida material, incluido el consumo. La alienación, como distorisón mental, hunde sus raíces en la actividad material de los hombres, en la producción bajo una forma determinada: las relaciones sociales de producción. Pretender buscarlas en otra parte contribuye a reforzar la ideología dominante y sus ideas de que los trabajadores aislados son afectados por dicha distorsión, la que se situaría más como enfermedad individual que como problema de la realidad social.



En ese sentido creemos que, si bien es cierto hay nuevas formas de alienación de los trabajadores, como; el sentimiento de culpabilidad por la ausencia de éxito en su actividad, la competencia como idea traspasada al plano de la vida social de los trabajadores y que se expresa en una suerte de guerra entre pobres, persisten aquellas viejas y permanentes formas de alienación ya señaladas por Marx: entregar a otro el producto de su trabajo, vende su trabajo, su creatividad esencial como ser humano que convertida en mercancía, es transada en aquel espacio llamado mercado en donde lo importante es su valor de cambio.



También en el plano del pensar, de clarificación y construcción de nuestro conocimiento se presentan situaciones de alienación. Nuestras categorías, nuestros conceptos y nuestras metodologías son ajenas, provienen de otras latitudes, de otras formaciones sociales, principalmente de sociedades más desarrolladas que nos imponen esas visiones. Nos han prestado, a un muy alto interés, esas categorías, esos concpetos y esas metodologías, las cuales tratamos de acomodar mecánicamente a nuestras realidades subdesarrolladas, lo que nos ha llevado a un pensamiento alienado, no propio.



Obligados como estamos a pensar lo nuestro desde un pensamiento extraño y ajeno no hay espacio para la imaginación, para pensar nuestras alternativas desde lo nuestro y no desde lo prestado.



3.- Hemos asistido durante el año pasado a la irrupción de los estudiantes y su lucha por transformar la educación chilena. Lucha que se puede sintetizar en un slogan venido ya de Mayo del 68 en Francia: “critica de la educación para alcanzar una educación crítica”. A partir de ese acontecimiento hubo la pretensión de deducir, quizás por cierto ejercicio de osmosis discursiva, que ello podría anunciar también un flujo del quehacer del movimiento sindical, que la lucha de los jóvenes permitiría, como ha ocurrido en ciertos momentos de la historia, generar nuevos escenarios para la búsqueda de caminos de acción y movilización de los trabajadores, detonar las rebeldías acumuladas e iniciar algunos procesos movilizadores.



Pero la historia sigue con su porfía al señalar el primado de la dialéctica por sobre la mecánica de los acontecimientos. No basta trasladar mecánicamednte los análisis, ello, a nuestro entender implica y conlleva un calado un poco más profundo que la mera cuenta administrativa que hacen algunas organizaciones cupulares y burocráticas que se se arrogan la representatividad de los intereses de los trabajadores. Hace falta dar cuenta de cual es la situación, las condiciones en que vive la gran mayoría, recoger sus demandas y no trabajar con demandas prestadas, cuando no una burda copia. En las movilizaciones de hace un año hubo sectores, directamente ligados al conflicto de la educación, en concreto un grupo de profesores que pusieron a prueba su vocación y se la jugaron para aportar en la lucha de los estudiantes, como también hubo otros, principalmente aquellos ligados a las estructuras burocráticas, que sólo pensaron en sus mezquinos intereses, lo que les restó el coraje que se necesita para construir caminos alternativos y no tan sólo la actitud paternalista de algunos y entreguista de otros.



4.- En el plano de las salidas se expresan también contradicciones que tienen su explicación en la ausencia de un análisis que incluya la crítica como parte integrante y no análisis un meramente funcionalista, propiciador de ilusiorias armonías sociales. La salida tiene su sentido a partir de lo que analizamos y sin en ese análisis, que incluya el elemento cognitivo que produce conocimiento, no incluimos la crítica y hacemos uso de ella sólo en las salidas prácticas, las salidas aparecen desconectadas de nuestros análisis. Es en ese sentido que llaman nuestra atención ciertas propuestas que, partiendo de un análisis más o menos certero de los problemas y situación de los trabajadores se propongan “la conquista de la CUT”. Creemos necesario abandonar, de una buena vez, la idea vulgarizada, que se ubica a veces como horizonte de sentido posible, de la “conquista” del poder, porque ello se ha traducido y ha devenido en la ocupación del poder ajeno, (¿nueva forma de alienación obrera?); para luego pasar a la conquista de la propiedad ajena y de la organización ajena de los trabajadores, por ciertas élites supuestamente esclarecidas que más tarde devienen en administradoras de ese poder, de esas propiedades y de esas organizaciones ajenas a los trabajadores.



Lo que aparece como el camino corto – de ocupación de lo ajeno – en la lucha de los trabajadores, como lo hemos visto a lo largo de estos años en nuestra historia, se ha traducido en el camino largo y penoso por alcanzar la dignidad de todos. A lo más que se ha llegado es a espurias reformas que, amparadas en oscuros pactos, van dejando la situación exactamente igual.



5.- Nuestra preocupación reflexiva la queremos ubicar en aquello que hemos asentado como la praxis política, asumiendo dos dimensiones . Por un lado, una práctica social y política que se ubica en el horizonte de aportar a la construcción de alternativas, poniendo nuestro pie de apoyo en lo que vivimos, nuestra situación de trabajadores explotados; alternativas de vida y esperanzas, de utopías por construir. En ese sentido, no reivindicamos para los otros que caminan con nosotros, lo que también queremos sea nuestro: una vida digna, nuevas relaciones que excluyan radicalmente la explotación y la alienación



Por otro lado, en el plano teórico – intelectual, aportar a la construcción de un pensamiento alternativo de nuestras alternativas; construir un conocimiento de nuestra realidad social que contenga las ideas de futuro y de cambio y no sólo lo dado e inmodificable. En este sentido no podemos hablar de una separación u oposición tajante de nuestra ubicación social; no importa el lugar en que nos encontremos, debemos aportar, como tarea necesaria, a la clarificación de nuestros conceptos, aquellos que utilizamos corrientemente, porque ello nos da la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos y la cohesión con los que sufren, “los oprimidos” o “los condenados de la tierra” o como les queramos llamar a los que sufren las consecuencias de este sistema.



Un análisis más profundo de lo que ocurre, permite ver que conceptos y palabras se insertan en el curso y el discurso de hechos contradictorios, de una sociedad construida a base de contradicciones. Por ello es que en el actual proceso de definir nuestras alternativas encontramos, a manera de ejemplo, que la democracia “realmente existente” no puede ser considerada democracia y, aunque ese juicio pudiera ser considerado relativo, se hace necesario aclarar ese carácter más que nada para no continuar con inútiles discusiones. Nuestro juicio se basa en la discusión que debemos provocar entre los conceptos de proceso y proyecto, lo que en el caso de esta democracia que tenemos surge de la confrontación entre lo que se proyectó en un momento determinado y lo que verdaderamente se alcanzó. Es una discusión que debemos hacer, tanto desde un nivel teórico para determinar sus implicancias y desde la práctica para señalar las dificultades en la coherencia. Porque una alternativa, sólo considerada como proceso nos puede acarrear el caer en un cierto espontaneismo y un proceso sin un proyecto que le fundamente y acompañe deviene en burocratismos estériles, cuando no funcionales a la alternativa dominante.



Creemos necesario seguir haciendo el ejercicio de la memoria, de aportar a la provocación de nuevos acontecimientos; acontecimientos como quiebre del orden dado y la irruopción de uno nuevo que movilice y dé sentido a las alternativas.







Santiago, Mayo de 2012