Chile - Nueva amenaza a la U. de Chile
A LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA
Estimadas y estimados colegas:
En el contexto de los masivos debates sobre la crisis sostenida de la Educación Superior pública por más de dos décadas en nuestro país, el 19 junio de 2011, el Senado de la Universidad de Chile hizo circular una declaración que luego apareció en El Mercurio con un número significativo de adherentes. El primer párrafo de esa declaración, decía relación con nuestro compromiso en defensa de la educación pública, la misión y naturaleza de las universidades estatales, y su rol insustituible en la creación y transmisión de conocimiento desde una perspectiva de bien público. La mayor preocupación de quienes adherimos refería a la necesidad de un aumento de los Fondos Basales que las universidades estatales recibimos de parte del Estado en bien de la sustentabilidad del conocimiento que en ellas generamos. Entre nosotros cundía la inquietud sobre la obtención de fondos estatales en el marco de convenios de desempeño. El compromiso del Estado, de haberse incrementado los Fondos Basales, implicaba además ir revirtiendo la injerencia de la economía de mercado en la producción y trasmisión de saber derivada de costos de acuerdo, problemas de rivalidades, intereses parciales y agenciamientos no siempre idóneos con la noción de bien público. En esta ocasión, a más de nueve meses de esa declaración, vemos con preocupación que los efectos de las privatizaciones en el sector terciario resuenan en la Casa de Bello en torno al convenio de desempeño de un MECESUP de educación, el cual instala en mi opinión falsos antagonismos en una comunidad como la nuestra, sacudida por el maltrato estatal durante todos estos años.
Indudablemente, la demanda de una formación superior de educadores con sentido de país no es sólo un asunto de gran relevancia para la Facultad de Filosofía y Humanidades y su Departamento de Estudios Pedagógicos, sino que constituye una reparación histórica para la Universidad y para la nación. Se trata de un eje de relevancia estratégica que exige mancomunar nuestras energías con un sentido constructivo, sin negar los distintos liderazgos que han emergido en la Universidad en torno a ésa y otras temáticas. Sin embargo, una reestructuración como la que se ha contemplado desde la rectoría no solo tendría consecuencias en política financiera, sino que erosionaría gravemente el principio de deliberación universitaria y el respeto a las Facultades. Es una forma de operar que afectaría además redes con otras Facultades de la Universidad, como la Facultad de Ciencias, de Ciencias Físicas y Matemáticas, de Ciencias Sociales, de Economía y Negocios, de Medicina, de Ciencias Veterinarias y Pecuarias, las cuales también han contribuido a la formación en educación.
Creo que las relaciones internas de nuestra comunidad y los vínculos de las facultades con el nivel central deben ser siempre objeto de respetuosa reciprocidad. Hoy más que nunca debemos velar por la coherencia interna, cuidando los principios que han hecho de la Casa de Bello un ejemplo en la defensa de la educación pública de nuestro país. Dado que fue en dictadura que se separó a las pedagogías de nuestra Facultad y de la Universidad de Chile en 1981 como consecuencia de una dura intervención, debiéramos plantearnos un debate trasparente, informado, participativo y con mucha altura de mira en torno al tema de la reparación de las pedagogías y la educación. En mis veinte años de compromiso con la Universidad, he sido testigo de la tenacidad con que la Facultad de Filosofía se ha planteado las pedagogías y la educación, aún en épocas en que se contaba con más menguado financiamiento. Incluyo ciertamente en este esfuerzo a Lucía Invernizzi y a todos los decanatos posteriores. Creo que debemos dar, una vez más, un ejemplo de vocación democrática y de proyección cohesionada en defensa de nuestra Universidad. En esta ocasión, frente a un tema tan central como es la formación de nuestros (as) profesores.
Invito a los integrantes del Senado Universitario, a nuestra comunidad y a sus estamentos a expresar ante nuestras autoridades y de cara al país, las justas reivindicaciones que se manifiestan en la tensión por la que atravesamos hoy, con la firme convicción y esperanza que una vez más estaremos a la altura de nuestra vocación pública.
Reciban un saludo afectuoso,
Kemy Oyarzún
Integrante del Senado de la Universidad de Chile
Estimadas y estimados colegas:
En el contexto de los masivos debates sobre la crisis sostenida de la Educación Superior pública por más de dos décadas en nuestro país, el 19 junio de 2011, el Senado de la Universidad de Chile hizo circular una declaración que luego apareció en El Mercurio con un número significativo de adherentes. El primer párrafo de esa declaración, decía relación con nuestro compromiso en defensa de la educación pública, la misión y naturaleza de las universidades estatales, y su rol insustituible en la creación y transmisión de conocimiento desde una perspectiva de bien público. La mayor preocupación de quienes adherimos refería a la necesidad de un aumento de los Fondos Basales que las universidades estatales recibimos de parte del Estado en bien de la sustentabilidad del conocimiento que en ellas generamos. Entre nosotros cundía la inquietud sobre la obtención de fondos estatales en el marco de convenios de desempeño. El compromiso del Estado, de haberse incrementado los Fondos Basales, implicaba además ir revirtiendo la injerencia de la economía de mercado en la producción y trasmisión de saber derivada de costos de acuerdo, problemas de rivalidades, intereses parciales y agenciamientos no siempre idóneos con la noción de bien público. En esta ocasión, a más de nueve meses de esa declaración, vemos con preocupación que los efectos de las privatizaciones en el sector terciario resuenan en la Casa de Bello en torno al convenio de desempeño de un MECESUP de educación, el cual instala en mi opinión falsos antagonismos en una comunidad como la nuestra, sacudida por el maltrato estatal durante todos estos años.
Indudablemente, la demanda de una formación superior de educadores con sentido de país no es sólo un asunto de gran relevancia para la Facultad de Filosofía y Humanidades y su Departamento de Estudios Pedagógicos, sino que constituye una reparación histórica para la Universidad y para la nación. Se trata de un eje de relevancia estratégica que exige mancomunar nuestras energías con un sentido constructivo, sin negar los distintos liderazgos que han emergido en la Universidad en torno a ésa y otras temáticas. Sin embargo, una reestructuración como la que se ha contemplado desde la rectoría no solo tendría consecuencias en política financiera, sino que erosionaría gravemente el principio de deliberación universitaria y el respeto a las Facultades. Es una forma de operar que afectaría además redes con otras Facultades de la Universidad, como la Facultad de Ciencias, de Ciencias Físicas y Matemáticas, de Ciencias Sociales, de Economía y Negocios, de Medicina, de Ciencias Veterinarias y Pecuarias, las cuales también han contribuido a la formación en educación.
Creo que las relaciones internas de nuestra comunidad y los vínculos de las facultades con el nivel central deben ser siempre objeto de respetuosa reciprocidad. Hoy más que nunca debemos velar por la coherencia interna, cuidando los principios que han hecho de la Casa de Bello un ejemplo en la defensa de la educación pública de nuestro país. Dado que fue en dictadura que se separó a las pedagogías de nuestra Facultad y de la Universidad de Chile en 1981 como consecuencia de una dura intervención, debiéramos plantearnos un debate trasparente, informado, participativo y con mucha altura de mira en torno al tema de la reparación de las pedagogías y la educación. En mis veinte años de compromiso con la Universidad, he sido testigo de la tenacidad con que la Facultad de Filosofía se ha planteado las pedagogías y la educación, aún en épocas en que se contaba con más menguado financiamiento. Incluyo ciertamente en este esfuerzo a Lucía Invernizzi y a todos los decanatos posteriores. Creo que debemos dar, una vez más, un ejemplo de vocación democrática y de proyección cohesionada en defensa de nuestra Universidad. En esta ocasión, frente a un tema tan central como es la formación de nuestros (as) profesores.
Invito a los integrantes del Senado Universitario, a nuestra comunidad y a sus estamentos a expresar ante nuestras autoridades y de cara al país, las justas reivindicaciones que se manifiestan en la tensión por la que atravesamos hoy, con la firme convicción y esperanza que una vez más estaremos a la altura de nuestra vocación pública.
Reciban un saludo afectuoso,
Kemy Oyarzún
Integrante del Senado de la Universidad de Chile
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