Uruguay - El 14 de abril
"El Pepe" fue el regalo con el que la derecha
uruguaya nunca se había atrevido a soñar
Alma Bolón
Semanario Brecha, Montevideo, 13-4-2012
I. Entre las personas vinculadas a lo que fue el Movimiento
de Liberación Nacional, "el 14 de abril" remite inmediatamente al 14
de abril de 1972. En esa memoria, esa fecha se encuentra marcada a fuego,
indica el comienzo de una derrota, de una forma del zafarrancho, del
descalabro. Una especie de "el 14 de julio" al revés.
Por cierto que todo había empezado hacía mucho, venía de
tiempos y de lugares lejanos: la represión, las huelgas, las reuniones, las
barricadas, la propaganda armada, las manifestaciones, la crítica social, las
marchas de trabajadores, el cine, la música y la literatura no domesticada, los
palazos y la picana. Pero para unos cuantos militantes, el comienzo del fin
empezó "el 14 de abril", día que con el correr de las semanas les fue
trayendo encarcelamiento, tortura y muerte (o huidas y noches a la intemperie
para los más afortunados).
Los militares y su máquina arrolladora estaban en todos
lados, los militantes encalabozados o desperdigados. Así, el 14 de abril fue
experimentado como una derrota, y la inminente victoria que la dialéctica
histórica había asegurado se vio pospuesta. Sin embargo, en aquel entonces,
nadie pudo sospechar que la verdadera derrota todavía no había sido conocida, y
que llegaría bastante más tarde, luego de la dictadura y de la mano del éxito.
La derrota genuina –la derrota para siempre– tuvo varias
estaciones, varios momentos en que se condensó y se mostró; fundamentalmente,
consistió en convencerse de que la posibilidad de ganar las elecciones
justificaba –exigía– todo tipo de sacrificios, en particular el sacrificio de
las razones por las que podría valer la pena ganar las elecciones. La historia
es conocida: primero hubo que hacer buena letra (mostrar comprensión, hasta su
incorporación, con las ideas de derecha) para ganar las elecciones, luego para
gobernar, luego para volver a ganar las elecciones. Esto es sabido: se terminó
celebrando al bid y al fmi (el ex y futuro presidente es su actual asesor),
mandando soldados a Haití, rogándoles a los inversores extranjeros que
extrajeran el agua y el hierro, que especularan con la soja (y el pan costara
carísimo), con la construcción (y Punta del Este se llenara de torres y
Montevideo de casas sin gente y de gentes sin casa). Se terminó promoviendo la
venta de títulos universitarios privados, la política educativa de Germán Rama,
el pudrimiento del conocimiento. Y el fomento del endeudamiento, vía
bancarización, de los ciudadanos. Todo esto es sabido, así que puede hablarse
de otra cosa.
II. La segunda estación de la derrota tuvo por protagonista
a José Mujica, héroe de la más exitosa operación mediático-ética de la que haya
registro en estas tierras. Desde hace dos mil quinientos años, la Retórica
aristotélica sostiene que, a los efectos de la persuasión, el ethos del orador
es fundamental. Por ethos puede entenderse el carácter, la seña que distingue,
un estilo (la marca que deja un estilete o un punzón) de acción que impide que
se confunda al Quijote con Sancho, o a Tom con Jerry, o a Astori con Mujica. En
ese sentido, el ethos de José Mujica Cordano es, por obra y gracia de los
medios de comunicación, altamente distintivo, reconocible en la marca "el
Pepe", santo y seña que permite transitar del pasado al futuro.
En efecto, la marca "el Pepe" reúne el pasado
guerrillero de Mujica Cordano (la generosidad de su entrega personal, el
desinterés material de su accionar, la firmeza de sus convicciones, el altísimo
precio pagado por ellas) junto con el presente de José Mujica (la continuidad
del desinterés material, la reconsideración de las convicciones, la
consiguiente voluntad de enmienda, el afán de advertir a quienes se sintiesen
tentados de creer en lo que él dejó atrás, el deseo ardiente de ser alabado por
los poderosos que antes combatió). La marca "el Pepe" reúne el
alocado pasado de joven guerrillero con el sensato presente de viejo sabio.
Esa es su fuerza: su doblez. Porque de viejos sensatos de
derecha, preconizadores de un sentido común que aconseja doblar el lomo y
laburar, puesto que se es pobre, chiquito y feo, está lleno Uruguay. También lo
está de viejos guerrilleros, generosos y desinteresados, que antaño también
pagaron caras sus convicciones y que hoy siguen preconizando que doblar el lomo
no es programa vital para nadie. Pero el gran hallazgo de los medios de
comunicación, su enorme golpe de suerte, es haber encontrado a quien reúne
ambas dimensiones, a quien puede, desde su condición de guerrillero, legitimar
la obligación moral de ser ex: el Pepe.
Para distinguir entre los buenos "sindicatos" y
las abominables "corporaciones" ¿quién más apropiado que un
presidente que luchó en las filas populares? ¿Quién más adecuado que un
presidente desprendido con sus haberes, cuando se busca la aceptación de
sueldos de 10 mil pesos? Para aconsejarles a los pobres que permitan a los
poderosos hacer su juego y, llegado el caso, se anoten algún garbanzo ¿quién más
apropiado que un presidente introducido, como de carambola, en el patio de los
poderosos? ¿Qué mejor que la sabiduría de boliche para condenar a los
intelectuales de café? ¿Quién mejor que un incontinente filósofo de la lleca y
del rioba cuando se debe predicar la inutilidad de Aristóteles para quienes no
deben salir de su lleca y de su rioba si no es para levantar paredes en calles
y barrios ajenos?
(Filosofó Mujica en la televisión: "Por ejemplo,
cualquier muchacho que aprende hoy un oficio es macanudo, pero tiene que
empezar por entender inglés para entender el manual. En lugar de explicar al
tipo Aristóteles, no jodas, vamos a enseñarle al tipo inglés y lenguaje digital
aunque el tipo vaya a levantar paredes" [Canal 12, 15-I-12]. ¿Cabe mayor programa
de educación para la sujeción a un –supuesto– destino, a un puesto de trabajo,
a un lugar? ¿Cabe mejor programa de instrucción para levantar las paredes –de
edificios puntaesteños o de calabozos– detrás de las cuales la existencia de
muchos quedará apostada?)
El pensamiento de izquierda quedó tan desmantelado que ahora
se revela, como gran novedad, que tras las denuncias que realizan los
profesores de Secundaria sobre las condiciones materiales en que estudian los
liceales uruguayos del sistema público existe una intencionalidad política
inconfesable y por ende camuflada en protestas por temas edilicios. ¿Desde
cuándo las condiciones materiales en que trabajan docentes y estudiantes no son
consecuencia de convicciones y decisiones políticas? ¿Desde cuándo el
pensamiento político –y sindical– debe desentenderse de la diferencia entre las
condiciones materiales en que estudian los que pagan y los que acuden a la
enseñanza pública? ¿Desde cuándo hay que admitir como palabra santa el punto de
vista tecnocrático que atribuye a "la mala gestión" el origen de los
problemas educativos? ¿Acaso "la mala gestión" no se sostiene en un
cúmulo de mecanismos –con sus correspondientes criterios– políticos e
ideológicos? ¿Acaso esa "mala gestión" no se materializa en formas de
control y de disciplinamiento que sólo producen frustración, impotencia,
desidia y sometimiento en quienes quedan atrapados en ellos?)
"El Pepe" fue el regalo con el que la derecha
uruguaya nunca se había atrevido a soñar.
III. La tercera estación tiene que ver con las firmas que
Pedro Bordaberry anuncia que entregará el 17 de abril, tres días después del
14. Esas firmas de ciudadanos reclaman mano dura, mayor represión hacia los
menores de edad. Este reclamo supone sucesivas reducciones: los abundantes,
variados y dolorosos problemas del vivir son reducidos a "la
inseguridad", a su vez reducida a los "robos", a su vez
reducidos a los "menores delincuentes". Esas firmas ilustran el
proceso de concentración del mal en una única figura, la de "el menor".
Una vez que "el menor" esté encerrado, castigado, rehabilitado,
educado o reventado, la sociedad se encontraría en paz.
Ahora bien, mientras tanto, en abundantes comercios de
Montevideo se sufrió un proceso exactamente opuesto: un proceso de ampliación
del campo de la inseguridad. En efecto, es moneda corriente en muchos negocios
de 18 de Julio la obligación de dejar bolsos o mochilas a la entrada, so pena
de tenerla vedada.
Por este trámite, que trata por igual –sin discriminación
alguna– a todos los clientes como eventuales delincuentes siempre a punto de
delinquir, se contradice la reducción que el reclamo de Bordaberry y otros
firmantes realizan, ya que bajo el rótulo de "cliente" puede caer
cualquier persona, tenga la edad que tenga. ¿Cualquiera?
No, por cierto. Los ladrones de alto vuelo, los
especuladores de grueso calibre, los estafadores inimputables, los sobornadores
y sus sobornados, los tecnócratas mercenarios, los científicos embusteros, los
coimeros y sus coimeados, los que se llenan los bolsillos gracias a la
televisión chatarra y la prensa amarillista, los que están lucrando con la
construcción, la enseñanza y la salud (y los que permiten esto por convicción
y/o conveniencia) no suelen andar con bolsos o mochilas por 18 de Julio, tengan
la edad que tengan.
0 Responses to "Uruguay - El 14 de abril"
Publicar un comentario