Verano en Argentina: Aumenta temperatura social
Andrés Figueroa Cornejo
Uno.
El viejo truco de anunciar ajustes económicos antipopulares
inmediatamente después de las elecciones presidenciales todavía funciona en
Argentina. El empleo de esa triquiñuela cobra sentido en una nación que ha sido
gobernada históricamente de manera vertical, sin participación ciudadana salvo
por el recurso de la fuerza ante la sordera del mando. Los gobiernos de turno
–y el actual al parecer, no quiere ser distinto- en el territorio de Maradona y
Perón, el paternalismo y, por tanto, la desconfianza en los trabajadores y el
pueblo es la relación predominante de los de arriba. ¿Qué encierra ello? Un
miedo severo de clase que, en consecuencia, justifica el ejercicio alienante de intentar infantilizar
políticamente a las grandes mayorías. Por eso desde el Ejecutivo yla oposición
tradicional se apela sistemáticamente a un populismo que procura fortalecer que
la historia la hacen ‘los personajes’ mediante frecuentes puestas en escena y
la reproducción simbólica de la autoridad unidimensional como “salvador” o
“demonio”. La práctica en cuestión facilita el éxito parcial y a corto plazo
del populismo; esa emotividad edulcorada para aplicar medidas de alto impacto,
y los guiños frecuentes, descafeinados, sin contexto ni proyecto, y vaciados de
contenido hasta del Che Guevara, independientemente de la simpatía o no que se
tenga por su legado.
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