Chile 2012: el movimiento estudiantil en la encrucijada

Posted by Correo Semanal on sábado, enero 14, 2012


por Sergio Grez Toso*

LE MONDE diplomatique | enero-febrero 2012.



El 2011 chileno se caracterizó por un renacer de las movilizaciones sociales. Un recuento parcial debe considerar entre las más significativas los paros y protestas regionales y comunales de Magallanes, Arica y Calama; las marchas contra el mega proyecto de HidroAysén, las manifestaciones a favor de los derechos de la diversidad sexual; las huelgas de los trabajadores del cobre (de empresas estatales y privadas); los paros de los empleados fiscales; las acciones del pueblo mapuche por la libertad de sus presos políticos, por la recuperación de sus tierras y por la reconquista de otros derechos conculcados; las protestas de los pobladores de Dichato damnificados por el terremoto y maremoto de 2010 y, sobre todo, el gran movimiento por la educación pública encabezado por los estudiantes de todos los niveles de la enseñanza, que durante más de seis meses conmovió al país, concitando interés en el mundo entero.

Este movimiento fue, sin duda, el de más impacto social, político y cultural. Logró muy poco, casi nada en   el plano reivindicativo porque el gobierno sólo “concedió” reformas cosméticas al modelo de “educación  de mercado” ya que no podía satisfacer el petitorio de los estudiantes y sus aliados, so pena de poner en riesgo todo el modelo neoliberal. Pero fue muy exitoso en términos de instalar en la opinión pública la preocupación por la educación como tema de prioridad nacional, cuestionando características esenciales del modelo imperante como el lucro, la desigualdad y el rol meramente subsidiario del Estado. Los componentes del movimiento por la educación pública, especialmente los estudiantes, contribuyeron de manera notable durante el año 2011 a deslegitimar uno de los aspectos del modelo neoliberal impuesto por la dictadura y consolidado por los gobiernos de la Concertación.

Pero su aporte no se limitó al plano de la educación, también significó una crítica implacable -a veces demoledora- de la institucionalidad y de las prácticas políticas imperantes en el Chile postdictatorial.