Chile - ¡Llegar y llevar!

Posted by Correo Semanal on miércoles, junio 22, 2011

Manuel Riesco

Así era el negocio en La Polar desde que nació como una modesta sastrería hace más de un siglo. Junto a Casa Zavala ¡La que al vender regala! y la del "Pie Chiquitito," fueron además precursores geniales del marketing moderno: no había quién no las conociera.

Antes hacían lo mismo que cualquier almacén de barrio: vender con "libreta," como llaman en Chile el cuaderno donde anotan las ventas "al fiado," que las dueñas de casa populares saldaban religiosamente cuando llegaba el sueldo. En tiempos difíciles, el plazo se extendía bastante, hasta que el marido encontraba trabajo. A excepción de algunos abusadores, la mayoría de los comerciantes ni siquiera cobraban interés; se conformaban con sostener de este modo sus ventas.

Todo eso cambió cuando las grandes casas comerciales se transformaron en prestamistas usureros. Puesto que en eso precisamente consisten los llamados créditos de casas comerciales, los de consumo de los bancos y los créditos con aval del Estado a los estudiantes, entre otros.

No se trata de créditos productivos, como los que hacen a las empresas, que con ese dinero hacen a su vez negocios cuya utilidad destinan en parte a pagar los intereses. Acá se trata ni más ni menos que de echarle el guante a una parte de los salarios futuros de la gente. El mecanismo es sencillo: venden a crédito casi a la fuerza y luego cobran intereses elevadísimos que descuentan por planilla. Les ha resultado de maravilla: Estudios muestran que más de la mitad de los asalariados destinan más de un tercio de sus salarios al servicio de los intereses de estos créditos.

La usura siempre han sido pecado como bien sabe cualquier cristiano. A diferencia de los créditos a las empresas, los que cumplen un papel económico importante. Sin embargo, el Estado no hace nada al respecto, autorizando cobrar a las personas tasas cercanas al ¡sesenta por ciento. El argumento no puede ser más ridículo: al legalizar de este modo la usura se protegeria a los consumidores de los prestamistas informales.

Pasó lo que tenía que pasar. La Polar se pasó de la raya. Renovaba automáticamente los créditos impagos, de modo que aparecía con una cartera impecable ganando suculentos intereses, mientras sus clientes terminaban endeudados ¡por tres millones de pesos por la compra de una plancha!

Ahora todo se les vino abajo. Sus créditos incobrables equivalen a la mitad de su patrimonio. En un día perdió casi la mitad de su capitalización bursátil. Todos se echan la culpa unos a otros. Que el directorio, que los auditores, que los controladores, que los ejecutivos, que los clasificadores de riesgo, que los asesores de inversiones, que los reguladores. Y suma y sigue.

Al final todo va a quedar en nada. Otro va a comprar La Polar "a huevo" y la industria de la usura va a continuar igual. A no ser...

A no ser que el derrumbe de La Polar, como suele ocurrir, esté presagiando que se van a reventar las burbujas que se han venido inflando en diversos ámbitos de la economía. Particularmente las que afectan al peso y a la bolsa de comercio local, todo ello impulsado por la gigantesca burbuja que ha inflado los precios de materias primas a nivel mundial.

A no ser que el derrumbe de La Polar esté anunciando el principio del fin de casi cuatro décadas de abusos generalizados sobre la población por parte de una elite parasitaria. Los Hijos de Pinochet se acostumbraron a gobernar por la fuerza y vivir principalmente de las rentas: de los recursos naturales de los que se ha apropiado, del control monopólico de todos los mercados y por añadidura ¡de la usura! Se han vuelto bastante sinvergüenzas, además, como comprueba La Polar. Menos mal que 'hacen las cosas bien,' como repiten a cada rato.

Al menos, soplan buenos aires. Estudiantes, académicos y Rectores en las calles exigiendo cambios de verdad están mostrando el camino. Si en una de esas los sigue el resto de la población por tantos años maltratada, otro gallo puede cantar a la vuelta de poco tiempo.

Como decía la propaganda de La Polar ¡No se aflija Mi Negra!