CHILE: A TREINTA AÑOS DEL GOLPE MILITAR DE 1973

Posted by Correo Semanal on miércoles, febrero 02, 2011

                               UNA   REFLEXIÓN   HISTÓRICA   CRÍTICA


                                                    Dr. Carlos Antonio Molina Bustos
                                                                      Magíster en Historia
                                                                      Universidad de Chile

         

          Este trabajo original fue escrito en 2003 para ser presentado en el Congreso Mundial  de  Académicos Socialistas, realizado ese año en Nueva York, Estados Unidos.
          Una síntesis se publicó en Nueva York. La cita es: Nacla. Report on the           Americas: Carlos A. Molina Bustos: “Toward the Recovery of Popular Sovereignty”.
          Volume XXXVII; Nº 1; pages 14-17; July/August. 2003. NewYork.
     
          Hoy día, recientemente fallecido el dictador Augusto Pinochet Ugarte, su contenidocobra especial significado pues parece iniciarse una reofensiva del pinochetismo, por  apropiarse de la historia de este tiempo.


          MOTIVOS E INTRODUCCION.
           

En el año en que se cumplen 30 años de la caída del Gobierno de la Unidad Popular Chilena, encabezado por Salvador Allende, en el umbral del tercer milenio, para  todos los que queremos contestar preguntas sobre este pasado – presente, es indispensable una interpretación histórico – política arraigada en el contexto de hoy.

Desde la perspectiva de la continuidad de la Historia y de la capacidad operativa del conocimiento histórico en el entendimiento del presente y la construcción del futuro, vale la pena reflexionar críticamente sobre lo ocurrido en Chile, vale la pena formularse de nuevo la vieja pregunta de Lenin, -¿Qué hacer?- para poder asumir el imperativo histórico-político de los revolucionarios y emancipadores de hoy, de intentar encontrar las respuestas que nuestros pueblos requieren y reclaman.

Como señala Eric Hobsbawn, todos nosotros formulamos inevitablemente la historia de nuestro tiempo cuando volvemos la vista hacia el pasado y, de algún modo, luchamos las batallas de hoy con trajes de época.  Quienes sólo escriben la historia de su propio tiempo no pueden comprender el pasado y lo que éste trajo consigo.

Intentar hacer la Historia del Presente significa para nosotros recuperar el espacio político.  Apostar a la legitimidad de nuestras construcciones ideológicas y de nuestros valores, para interpretar y entender aquello que protagonizamos  y aspirar hoy a la transformación de nuestra sociedad planetaria,  haciendo honor a la capacidad subversiva del conocimiento histórico.

Las luchas del pueblo chileno ocurridas en la segunda mitad del siglo XX, sus ascensos y sus derrotas, sus períodos de profundización y desarrollo democratizador que le abrieron el camino a la modernidad, la obscuridad sangrienta de la dictadura, su resistencia ascendente a la tiranía, tanto como sus esperanzas de reconstrucción democrática que se han visto seguidas de  frustración, indiferencia, cierto grado de alienación y anomia social, han concitado siempre, por complejas y reiteradas razones, el interés y la solidaridad de muchos otros pueblos del mundo, de los intelectuales, de las organizaciones sociales y de los gobiernos.

Sin ánimo de presunción alguna, válido es señalar que tanto la experiencia del proyecto de construcción del socialismo, a través de la vía chilena, como la experiencia casi aséptica de instalación del neoliberalismo desde la segunda mitad de los años setenta, constituyeron hitos políticos de gran singularidad que pueden contribuir a explicar este interés.

Junto a ello, las particularidades de la lucha contra la dictadura en la década de los ochenta, aparecida en los grandes escenarios nacionales hace 20 años, tuvieron también inspiraciones y características, formas políticas, económicas,  éticas y sociales que los demócratas y revolucionarios chilenos recogieron de las grandes revoluciones de la modernidad, de las luchas de otros pueblos y de sus movimientos de liberación.

En esa lucha, Chile volvió a contar con la solidaridad, el apoyo y la simpatía de la gran mayoría de los pueblos del mundo, no obstante la crisis terminal del mundo del socialismo y el avance hegemónico del neoliberalismo a escala planetaria.

          Ningún gobierno fue indiferente ante ese proceso emancipador emergido desde    las  
          profundidades del pueblo chileno en los años ochenta.

Ello, a pesar de que en las décadas de los setenta y los ochenta las izquierdas, en especial la marxista, iniciaban su repliegue.

Estas luchas políticas chilenas ocurrieron después de la segunda guerra mundial, período en que tuvieron lugar los cambios más extraordinarios que han transformado al mundo, con la misma gran velocidad sin precedentes que tipificó ese periodo del siglo veinte.  

Este es el marco de nuestra historia reciente, de nuestro presente político.