España – Asturias: «La Revolución de 1934 fue la más emblemática del siglo XX»
Colaboración desde Euskadi, España
«
Pagés continuó su intervención poniendo en valor todas las singularidades de
El profesor de Historia también insistió en su propia visión de este hecho histórico, del que quiso dejar claro su punto de vista. En su tesis descartó «la absurda teoría de los historiadores revisionistas que sitúan el origen de
Pagés argumentó que «
Después, el profesor de Historia explicó que en Asturias la alianza obrera se planteó la consecución de la revolución social «no sólo para frenar el avance del fascismo, sino para defender un régimen fundado y basado en principios sociales y federalistas».
HISTORIA DE UNA REVOLUCIÓN
ANDY DURGAN
El 4 de octubre de 1934, los trabajadores de Asturias se alzaron contra el Gobierno, y durante 14 días se desarrolló en Asturias el primer Gobierno obrero en el Estado español.
El Gobierno, elegido un año antes y liderado por el radical Alejandro Lerroux (republicano de derechas), había lanzado un fuerte ataque contra las conquistas que los trabajadores habían conseguido tras la caída de la monarquía, en 1931. La ultrarreaccionaria Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) de Gil Robles apoyó en estos ataques al Gobierno, al que se unió en octubre de 1934. El ascenso del fascismo en otras partes de Europa había dejado una profunda huella en gran parte de la izquierda.
Pero muchos trabajadores no estaban dispuestos a que se repitiera en el Estado español el desastre que le ocurrió al dividido movimiento obrero alemán. Así, siguiendo el heroico alzamiento de los trabajadores vieneses en febrero de 1934, que intentaron en vano evitar la llegada del derechista y “social-católico” Englebert Dollfuss al Gobierno austríaco, el lema de los antifascistas españoles fue: “Mejor Viena que Berlín”. La similitud entre el partido de Dollfuss y
La amenaza del fascismo provocó una radicalización del movimiento obrero, sobre todo en las filas del PSOE, que, bajo la presión de sus bases, fue sustituyendo su reformismo por llamamientos a la revolución. A principios de 1934, las Alianzas Obreras –frentes únicos antifascistas– habían comenzado a organizarse a lo largo del país. Las Alianzas se habían creado primero en Catalunya, bajo la influencia del Bloc Obrer i Camperol (BOC) –que dio origen en 1935 al POUM. Los líderes del PSOE no tuvieron mucha elección a la hora de unirse, aunque sólo fuera para poder controlar a sus bases. A pesar de ello, las Alianzas tenían un importante punto débil: la ausencia de la poderosa central anarco-sindicalista:
Unidad
Sólo en Asturias los trabajadores estaban realmente unidos. La cruel realidad de esta comunidad minera había dejado tras de sí una tradición de cooperación y unidad raramente vista en cualquier otro lugar del Estado. En marzo de 1934, las centrales socialistas y anarquistas de la región formaron una Alianza Obrera, declarando expresamente que la única manera de detener al fascismo era haciendo la revolución. El 4 de octubre,
En el pueblo minero de Mieres, el Comité Revolucionario Provincial anunció a una entusiasmada multitud la creación de la república socialista. Los comités locales de
Guardias rojos fueron organizados, con objeto de mantener el orden revolucionario. Los saqueadores fueron duramente castigados, y conocidos derechistas fueron arrestados. Las mujeres estuvieron muy involucradas a todos los niveles, y muchas de ellas estuvieron junto a los hombres en las milicias. En Madrid, la prensa de derechas, horrorizada por los hechos que sucedían en el norte del país, llegó incluso a decir que el exiliado León Trotsky se había introducido en el país y que estaba liderando la revolución.
Los mineros tenían pocas armas, dependían de las que requisaban a las fuerzas del Gobierno o a las fábricas de armas, y padecían una crónica escasez de munición. Ante esta situación, la dinamita pronto se convirtió en la principal arma de la insurrección. La enorme experiencia que tenían en su uso permitió a los mineros infligir varias y humillantes derrotas al Ejército. En los pasos montañosos, enormes catapultas fueron utilizadas para lanzar la dinamita sobre el enemigo. En las ciudades, los dinamiteros llevaban puros encendidos con los que prendían los cartuchos de dinamita que llevaban en las manos. Muchos de ellos murieron despedazados al ser alcanzados por el fuego enemigo cuando trataban de acercarse a sus posiciones.
Una vez las zonas mineras estuvieron controladas, una columna de un millar de milicianos fue enviada a tomar Oviedo. Allí, donde la burocracia del partido local y el sindicato tenían más control, los trabajadores se habían movilizado tímidamente e hizo falta la llegada de los mineros para establecer un poder revolucionario en las calles de la ciudad. Las fuerzas gubernamentales fueron rápidamente recluidas en fortalezas aisladas.
Mientras tanto, las tropas enviadas desde Madrid para combatir a los rebeldes encontraron una enorme resistencia en los pasos montañosos de las regiones que se encontraban más al sur. Varios centenares de mineros, armados principalmente con dinamita, consiguieron resistir al Ejército durante doce días. Cuando la dinamita se acabó siguieron luchando con piedras, antes de ser reducidos.
Lamentablemente,
Pasividad
En otras partes del Estado, la huelga general pronto fracasó, debido a la pasividad de los líderes del PSOE y a la falta de apoyo de
Sólo en Catalunya, que se encontraba bajo la influencia del BOC, empezó la huelga a tomar proporciones de insurrección, antes de ser minada por la actitud pasiva de ERC y la indiferencia de los anarquistas. La proclamación del Estado catalán no fue apoyada por los trabajadores. El Gobierno de Companys, así como otros líderes de izquierda fueron detenidos y encarcelados por el Ejército.
Tal era el optimismo de los trabajadores asturianos, que las noticias de la derrota del movimiento en el resto del territorio del Estado fueron tomadas como mentiras del Gobierno. Después de diez días de resistencia desesperada, los 20.000 milicianos fueron retrocediendo ante el avance del ejército. El Gobierno pronto mostró su intención de aniquilar el movimiento a cualquier precio. Las tropas que se encontraban en las posiciones más avanzadas usaron prisioneros para formar escudos humanos y los bombarderos atacaban las colas que la gente formaba para conseguir comida.
El 18 de octubre, después de algunas negociaciones, los revolucionarios decidieron rendirse. Muchos trabajadores se negaron a entregar sus armas, las escondieron, o bien huyeron a las montañas con la intención de iniciar una lucha de guerrillas. Las tropas que fueron enviadas a atajar la insurrección se encontraban bajo el mando del general Franco, que trajo consigo unidades procedentes del Magreb con una larga experiencia en reprimir salvajemente las revueltas coloniales. Como anticipo a lo que los trabajadores del resto del Estado español experimentarían en sus propias carnes dos años más tarde en
A pesar de todo, el heroísmo de los mineros no fue en vano. Su rebelión puso fin a cualquier intento “legal” de instaurar un régimen fascista. La clase trabajadora aprendió una valiosa lección. Mieres, lugar de donde partieron los mineros el día de la insurrección, fue uno de sus últimos baluartes. Allí, Belarmino Tomás –dirigente del comité revolucionario – dijo a la multitud: “Todo lo que podemos decir es que en el resto de las provincias de España, los trabajadores no han sabido cumplir con su deber y no nos han ayudado. [...] Nuestra rendición de hoy no significa más que un alto en el camino, que nos servirá para corregir nuestros errores y para prepararnos para la próxima batalla, que habrá de terminar en la victoria final de los explotados” .
Cuando, en julio de 1936, el Ejército se sublevó para derrocar al recientemente elegido Gobierno de izquierdas, millares de trabajadores se echaron a la calle para evitarlo. Su grito de guerra fue el mismo que el de 1934: “Uníos hermanos proletarios!”. La revolución española había comenzado.
______________________________________________________________________
Hoja volante distribuida a las tropas gubernamentales:
¡¡CAMARADAS SOLDADOS!!
En las calles de España se están batiendo vuestros hermanos, vuestros padres, vuestras hermanas, por conquistar más pan, más libertad. En una palabra, por una Sociedad SOCIALISTA. Todos nuestros explotadores, el clero, los militares podridos, toda la canalla se pone en pie de guerra para defender lo que han acumulado con nuestro sudor. Vuestro deber, hermanos uniformados, carne de nuestra carne, es hacer lo mismo que han hecho vuestros compañeros de Madrid, Valladolid, Cataluña, Valencia y otras provincias uniéndose al EJERCITO PROLETARIO, volviendo las armas contra la cabeza de los oficiales. Hay que machacar a todos los tiranos y sin ninguna dilación debes de salir de las filas del ejército capitalista ingresando inmediatamente en el EJÉRCITO de vuestra clase, en el EJÉRCITO ROJO. Toda la metralla que tenéis en las cartucheras debéis emplearla para introducirla en el corazón de la burguesía.
¡SOLDADO, HERMANO DE CLASE!
Únete a los que en las calles de Oviedo y de toda España luchan por crear una sociedad más justa, por implantar un GOBIERNO PROLETARIO.
¡¡HERMANO SOLDADO!!
Ven con nosotros. Deserta de las filas capitalistas!”

0 Responses to "España – Asturias: «La Revolución de 1934 fue la más emblemática del siglo XX»"
Publicar un comentario