Capitalismo - Wall Street: otra vez las mismas artimañas
Juan Luis Berterretche *
Cuando la economía capitalista global no ha logrado todavía encauzarse en la recuperación y el mundo alcanzó los mil millones de hambrientos; cuando durante 2009 perderán en el mundo su trabajo 60 millones de personas y los más afectados son los jóvenes, los inmigrantes, los trabajadores temporarios y las mujeres, los banqueros del imperio insisten con el lanzamiento de nuevos productos financieros -life settlements y re-remics- tan aventureros y especulativos como los títulos de hipotecas subprime que desataron el reciente colapso.
La economía de las “burbujas” de Greenspan
Desde la década pasada, la respuesta estadounidense privilegiada a un empeoramiento de la crisis crónica del capital iniciada a principios de los 70, han sido las burbujas de capital ficticio que transportan en su seno el fraude y la estafa especulativa. La “expansión” económica de los 90, en especial el quinquenio de aceleración económica empezado en 1995, se trató de un crecimiento ampliamente difundido como el inicio de una extensa prosperidad que los socios imperialistas europeos debían imitar.
Pero en realidad no era una superación de la pendiente iniciada en 1973. La tasa de ganancia del capital en los países imperialistas no se recupera desde hace más de tres décadas.
La expansión económica de 1995-2000 en EEUU fue ayudada por las grandes revaluaciones del yen y el marco impuestas por el gobierno estadounidense a sus rivales de Japón y Alemania en el Acuerdo del Plaza de 1985 /1. La competencia mayor de EEUU en el mercado mundial provocó en el primer quinquenio de la década de los 90 las recesiones más profundas de posguerra en Japón y Alemania.
La recuperación económica en EEUU se basaba no sólo en la devaluación del dólar (lo que impulsó sus ventas al mercado mundial), sino también en una década de estancamiento salarial, una severa reconversión industrial, disminución de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal y un cierto equilibrio del presupuesto público. El dólar comenzó a subir a partir de 1995 y el exceso de producción industrial en el mercado mundial volvió a recaer sobre la industria de EEUU, agravado por las crisis de 1997-1998 de Asia oriental que redujo la demanda de esos países a la vez que el dinero de sus gobiernos afluyó a los mercados financieros estadounidenses presionando a la mayor alza del dólar. El pillaje de la deuda externa en América Latina y África y las fugas de capitales hacia los países imperialistas promovidas por la aplicación de las recetas fondomonetaristas en el mundo neocolonial también impulsaron el alza del dólar.
En esos años la intervención de Alan “burbujas” Greenspan desde la presidencia de la Reserva Federal (Fed) fue decisiva /2. Entre 1995 y mediados de 1999 mantuvo sin elevar los tipos de interés y auxilió a los inversores en Wall Street con inyecciones de crédito para superar cualquier amague de inestabilidad financiera. Para contrarrestar el aumento del dólar y las restricciones presupuestarias de Clinton, la Fed facilitó el crédito a las empresas y las familias para estimular la inversión y la demanda de consumo, en gran medida suntuario. Esto es lo que se conoció como efecto riqueza, que consistió en las elevaciones de las cotizaciones bursátiles durante toda la segunda mitad de los noventa. Fue la época de la fiesta yuppie. Se inició allí la gran burbuja en la bolsa de valores que a corto plazo terminó en el 2000 con la desaparición del 90% de las empresas Puntocom, un torrente de quiebras y la pérdida del trabajo para medio millón de estadounidenses. La especulación financiera elevaba las cotizaciones bursátiles. Se fraguaban los balances de las empresas para que aparecieran ganancias inexistentes y subieran las acciones. O se utilizaban los créditos de la Reserva Federal con intereses negativos para poner en práctica en la bolsa el efecto “rebote del gato muerto”: cuando las acciones tenían tendencia a bajar las empresas tomaban los benéficos préstamos de Greenspan y compraban sus propias acciones para impulsar el alza de las cotizaciones. Además de inflar la creación de capital ficticio, la Reserva Federal promovía en la bolsa el mero fraude.
Los casos Enron, Worldcom, Vivendi-Universal, etc., en el 2001 iniciaron una multiplicación de escándalos de manipulación contable de las corporaciones -para inflar las cotizaciones de las acciones- con la complicidad de las compañías auditoras y de los bancos de negocios. Este panorama anunció una fuerte tendencia hacia la contracción de la economía. En el plano político el gobierno neo-con de Bush respondió con su política de “guerra permanente” -favorecida por los oportunos atentados de dudoso origen contra las torres gemelas- que estimuló las compras del estado al complejo militar-industrial y de servicios. Los recursos salieron del endeudamiento externo (gran parte lo aportó China -cediendo el plusvalor extraído a sus obreros en las mercancías exportadas a EEUU- con su masiva compra de bonos del Tesoro) y la emisión sin respaldo de moneda por la Fed.
Fue sobre todo la burbuja bursátil la que ofreció oportunidades históricamente inigualadas para acumular tasas y beneficios por supervisar la emisión de acciones y las fusiones y absorciones, al tiempo que gestionaban la financiación de los créditos a los empresarios y a los consumidores. Al final de la década de los 90, cuando la burbuja bursátil se aproximaba a su apogeo, el inicio de la burbuja inmobiliaria ofreció al sector financiero otro exorbitante campo de ejercicios con múltiples oportunidades para obtener cuantiosos beneficios /3. El aumento del precio de la vivienda acompañó el ascenso de las cotizaciones bursátiles desde mediados de la década del 90. En 1995 los valores inmobiliarios estaban en cifras similares a los de las dos décadas anteriores. Pero entre 1995 y 2003 el precio de la vivienda subió un 35% por encima del IPC. En ese período los accionistas beneficiarios de la burbuja bursátil demandaron casas más lujosas e impulsaron los precios. La gran reevaluación de las viviendas permitió la venta de inmuebles a precios superiores a la deuda hipotecaria; la refinanciación de hipotecas o una nueva obtención de créditos con garantía en la diferencia entre el precio de mercado y el valor de la hipoteca pendiente.
En síntesis: capital dinerario no volcado a la producción y a la acumulación de capital, sino al derroche de lujo. En el período 2001/2003, todas las transacciones del mercado inmobiliario o relacionado a él fueron responsables por casi el 70% del crecimiento del PIB. Y representaron más de dos tercios del aumento de la producción y del empleo en el período 2001-2007. Es decir EEUU salió de la recesión en el 2002 de la mano -visible- de “burbujas” Greenspan que inyectó ingentes cantidades de capital ficticio en el mercado.
A principios de 2002 Greenspan anunció que la recesión iniciada el año anterior en EEUU había terminado. A mediados del 2003 los “economistas” de Wall Street proclamaban que comenzaba una nueva expansión económica en el imperio. ¿Qué había pasado entretanto para que el optimismo retornara con tanta premura?
Es que en ese medio tiempo el presidente de la Fed realizó otra reducción drástica de las tasas de interés y el crédito se hizo cada vez más barato. La rebaja de la tasa de interés, llegó a alcanzar el 1%, por debajo del nivel de inflación; es decir la tasa llegó a ser negativa (-1%) en términos reales. El crédito parecía no tener límite ya que se sustentaba en una emisión masiva de dólares por la Fed cuyo único costo es el de impresión y distribución. Privilegio y amenaza. Privilegio de EEUU por ser el dólar moneda mundial y acaparar el 70% del comercio y el 65 % de las reservas planetarias. Pero también una amenaza para la economía capitalista estadounidense y mundial por tratarse de una emisión de moneda que no está sustentada en la creación real de valor. En algún momento esto desemboca en una gran quema de capital ilusorio como la que presenciamos en 2007-2008.
Durante 2008 la mitad del capital ficticio que representa la cartera accionaria mundial se evaporó. “El valor de los mercados de acciones mundiales se redujo en cerca de 30 billones de dólares (treinta trillones en inglés) en un año, o sea a la mitad” /4. Es decir, durante 2008, la cartera accionaria mundial, se desvalorizó en una suma equivalente a más del 50% del PIB mundial.
La ficción de la Nueva Economía
La baja de la tasa de ganancia de las últimas tres décadas hizo buscar atajos absurdos por fuera de la producción industrial, que condujeran a obtener plusvalor. Pero el plusvalor sólo proviene de la capacidad del capital de transformarse en medios de producción y de esa forma movilizar constantemente trabajo impago –único origen de plusvalor-, convirtiendo al proceso de producción y circulación de mercancías en la producción de plusvalor para su poseedor. Sin trabajo ajeno impago no existe plusvalor.
“…en el capital que devenga interés queda consumada la idea del fetiche capitalista, la idea que atribuye al producto acumulado del trabajo, y por añadidura fijado como dinero, la fuerza de generar plusvalor en virtud de una cualidad secreta e innata, como un autómata puro, en progresión geométrica, de manera que este producto acumulado del trabajo (…) ya ha descontado desde hace muchísimo tiempo toda la riqueza del mundo y a perpetuidad como perteneciéndole y correspondiéndole por derecho.” /5
Este extremo proceso de fetichización y enajenación del capital que devenga interés estimulado por las corrientes neoliberales, ha impulsado el crecimiento desmedido del capital dinerario en las dos últimas décadas con la ilusión de que éste podría arrojar interés sin empleárselo en el proceso productivo. Es lo que los economistas señalan como financierización de la economía.
A mediados de siglo XIX, Marx había advertido sobre lo absurdo de una transformación del capital total en capital dinerario, anulando la intervención de capitalistas que compren y valoricen los medios de producción: “Esto encierra la insensatez aún mayor de que, sobre la base del modo capitalista de producción, el capital arrojaría un interés sin actuar como capital productivo, es decir sin crear plusvalor, del cual el interés sólo constituye una parte; que el modo capitalista de producción seguiría su curso sin la producción capitalista” /5. Y aquí Marx advertía cuales serían las consecuencias prácticas de un desatino de esa naturaleza: “Si una parte desproporcionadamente elevada de los capitalistas transformase su capital en capital dinerario, la consecuencia sería una enorme desvalorización del capital dinerario y una tremenda caída del tipo de interés…”/6.
En EEUU, desde la década del 80, aumenta el capital dinerario en desmedro del capital productivo. La Unión Europea y Japón acompañaron esta tendencia. Esto es lo que los economistas neoliberales definieron ilusionados como “la nueva economía”. En los últimos meses del 2008 y principio de 2009 presenciamos la desvalorización del capital dinerario global en un porcentaje que se calcula entre el 40 y 60%. Con algo más de un siglo y medio de antecedencia Marx previó en forma minuciosa adonde conduciría la “astuta y creativa” orientación económica de las últimas décadas -liderada por EEUU, secundada con entusiasmo por el gobierno laborista de Gran Bretaña, los demás países de la Unión Europea, Japón y otros socios menores del imperialismo- transformando enormes sumas de capital productivo en capital dinerario, con la ilusión de driblar la ley del valor y encontrar un “atajo” hacia el plusvalor sin pasar por el trabajo no-remunerado.
Timothy Franz Geithner y sus dilectos derivados de crédito
Sus antecedentes como subsecretario del Tesoro para Asuntos Internacionales de Clinton, (1999-2001) como director de departamento en el FMI y como presidente del banco de la Reserva Federal de Nueva York durante el gobierno Bush Jr., lo definen sin ninguna clase de dudas como un neoliberal ortodoxo suprapartidario. Y su intervención en Wall Street -desde la reserva Federal de N. York- promoviendo la expansión de los derivados de crédito /7, lo sitúa gerenciando el capital financiero hacia el colapso económico.
En febrero de 2007, Jenny Anderson /8 publicó un artículo sobre su conducción del Fed N. York, premonitorio del colapso económico-financiero a partir de la observación de un crecimiento inusitado de los derivados de crédito. Con un título elogioso para el entrevistado (Calmo antes y durante una tempestad), J. Anderson no dejó de mencionar los ilusorios derivados de crédito que Tim Geithner había convencido a Wall Street de apadrinar y difundir.
“Lo más importante en la lista de tareas de Mr. Geithner es comprender y acompañar los U$S 26 millones de millones de derivados de crédito en el mercado -el doble del tamaño de la economía de Estados Unidos- ya que ese mayor crecimiento del mercado financiero no existe. Su crecimiento ilusorio engrasa las ruedas de la economía global, aumentando la liquidez, con flujo de dinero hacia Wall Street, pero también con riesgo de diseminación.”... “Cuando el mercado empiece a testar esta situación, nadie sabe con certeza como él puede reaccionar.”
Luego de citar a Robert Rubin afirmando que Mr. Geithner “es realmente notable” Anderson explica que “Esto ha sido ampliamente demostrado en la forma como él persuadió a Wall Street de apropiarse de los derivados de crédito.”... “Su abordaje tiene por objetivo ayudarles a creer que ellos son maestros de su propio destino, en vez de infames que precisan ser punidos, al paso que extraen mejorías en el sistema financiero a lo largo del camino.”
Y aquí es importante remarcar la responsabilidad del gobierno Clinton con la burbuja bursátil. Su secretario de Tesoro Robert “profeta” Rubin /9 (entre 1995 y 1999) provenía del núcleo de la aventura financiera: había sido jefe ejecutivo de Goldman Sachs. “Clinton y Rubin llevaron la desregulación bancaria hasta su conclusión lógica, abriendo la vía para el ascenso de supermercados financieros integrados (holdings) que podían combinar, con gran aumento de sus beneficios, las tareas hasta entonces separadas de la banca comercial, la banca de inversiones y los seguros” /10.
Respondiendo a las amenazas de esta explosión de capital ficticio de corte fraudulento, Geithner afirmó al New York Times en febrero de 2007: “El hecho de que los bancos están más fuertes y el riesgo de diseminación (de los derivados) es más amplio, debe tornar el sistema más estable” No hay duda que Rubin y sus protegidos tienen dotes oraculares.
Fueron esos derivados de crédito envenenados, que se expandieron contaminando las carteras financieras en todo el globo. Para algunos, el mercado mundial de los derivados de crédito (desde operaciones de crédito y seguro hasta la especulación en mercados de futuros y en divisas inestables) ronda en el actualidad los 600 billones (600 millones de millones) de dólares /11. En 2007, todo el PIB mundial fue diez veces menor situándose en $58 billones. Se estima que el PIB de los países de la Unión Europea alcanzará el presente año unos $19 billones, y el de EEUU, algo más de $14 billones. Sólo en derivados de crédito el capital financiero se compone hoy de diez veces más dinero virtual que la producción mundial anual de valor real.
Este es el resultado extremo de la desregulación de las finanzas procesada durante los gobiernos secuenciales de R. Reagan, Bush senior, Clinton, Bush júnior que llevó a la formación de un núcleo duro del capital ficticio con la acción combinada de Wall Street – Tesoro - Reserva Federal - FMI. Este núcleo reprodujo en cada país esa sincronización de los bancos centrales, los ministros de finanzas y las bolsas de valores bajo la batuta del imperio y la subordinación a los malabaristas del capital ilusorio. La reclamada autonomía de los bancos centrales en relación a los gobiernos, -medida neoliberal que se impuso a todos los países- era para preservar la independencia de los núcleos duros del capital financiero frente a potenciales viradas políticas indeseables. El actual secretario del Tesoro de Barak Obama, fue una pieza clave de la transformación en Wall Strett de capital ficticio en derivados de crédito y de la diseminación de estos papeles fraudulentos en el planeta.
Wall Street inflando una nueva burbuja
El mecanismo privilegiado de la especulación capitalista siempre se basa en la creación de capital ficticio (capital dinerario, letras de colusión /12, hipotecas, seguros, acciones, títulos u obligaciones públicas, títulos nacionales, certificados o bonos del tesoro, fondos de pensión) y siempre se manifiesta en la fetichización y enajenación del capital que devenga interés. Es decir la fetichización del interés hace aparecer a éste como un plusvalor que arroja el capital en sí y para sí, sin emplearlo productivamente.
El capital ficticio es en el mejor de los casos una representación del capital real en la forma de un título de propiedad sobre dicho capital; o sobre el plusvalor que este puede generar (acciones); un título de propiedad sobre los pagos fraccionados que deberá hacer el deudor de una hipoteca o el beneficiario de un seguro; o el derecho a percibir los intereses que el estado se compromete a pagar sobre un título de deuda pública. En el peor de los casos pueden ser acciones de Enron o General Motors, hipotecas sub-prime, títulos de derivados de crédito, seguros de AIG, o bonos del tesoro de un país en default.
Mientras Washington aún debate la regulación financiera y los mayores bancos estadounidenses usufructúan de su recapitalización con dineros de los contribuyentes, los banqueros están consagrados a inventar nuevos productos tan fuleros como los que provocaron el colapso financiero.
Por un lado están “titulizando” los seguros de vida (life settlements), es decir reuniéndolos y presentándolos como bonos de inversión. “Los banqueros proyectan comprar los seguros de vida con efectivo: por ejemplo, 400.000 dólares por una póliza de un millón de dólares, según la expectativa de vida de la persona asegurada, que suele estar enferma o ser muy mayor. Luego planean “titulizar” esas pólizas, según la jerga de Wall Street, mediante la agrupación de centenares o miles de seguros. Entonces revenden esos bonos a inversores como grandes fondos de pensión, que recibirán los pagos cuando la gente asegurada se muera” /13. Estos bonos implican una apuesta sobre la vida y la muerte de las personas: cuanto antes se mueran los titulares de las pólizas, mayor es el dividendo y cuanto más sobrevivan más se achica la ganancia o directamente la inversión da pérdidas. En todos los casos Wall Street siempre gana cobrando sus comisiones por crear y negociar los bonos. Para el inversor es una forma de apostar a favor de la muerte, menos atroz que comprar acciones de la industria de armamentos.
Como en EEUU hay 26 billones -millones de millones- de dólares en pólizas de seguros se prevé que el mercado de estos títulos podría llegar a los 500.000 millones de dólares. Credit Suisse se prepara a comprar cantidad de pólizas de seguros de vida para entrar en la especulación. Goldman Sachs ya posee un “índice negociable de seguros de vida” donde los inversores pueden apostar “si la gente vivirá más de lo esperado o morirá antes de los previsto” /14; es decir un casino que permite hacer apuestas sobre la incerteza de la muerte.
Algunos bancos ni siquiera se han molestado en inventar nuevos productos financieros. Tomaron sus títulos hipotecarios envenenados los “retitularon” y pagaron a las tramposas agencias calificadoras para que recalificaran los títulos fallutos. Los denominan “re-remics” (sigla en inglés de retitulación de vehículos de inversión inmobiliarios hipotecarios). Morgan Stanley afirma que en 2009 se obtuvieron 30.000 millones de dólares en re-remics.
La reincidencia en las mismas triquiñuelas financieras no puede extrañarnos ya que en la conducción de la economía estadounidense continúa el mismo equipo que condujo la economía mundial al colapso: Timothy Geithner actual Secretario del Tesoro (subsecretario del Tesoro para Asuntos Internacionales de Clinton, presidente del banco de la Reserva Federal de Nueva York -la sombra de Wall Street- durante el gobierno Bush Jr. e impulsor de los derivados de crédito), Robert Rubin principal asesor económico de Barack Obama (secretario del Tesoro de Clinton de 1995 a 1999 y artífice de la desregulación financiera), Lawrence Summers actual director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca (secretario del Tesoro de Clinton de 1999 a 2001), Paul Wolcker presidente del Consejo Asesor para la Recuperación Económica del gobierno Obama (como presidente de la Reserva Federal de 1979 a 1987 –gobiernos Carter y Reagan- fue quien concibió el pillaje de la deuda externa a los países del tercer mundo y el ideólogo de la orientación neoliberal).
Era obvio que la impunidad con la que la mayoría de los banqueros y las grandes corporaciones sobrevivieron a la crisis subidos al tren de la alegría de los billonarios subsidios gubernamentales, los alentaría a continuar con los mismos trucos con los que especuló Wall Street. El capitalismo global en su etapa de crisis estructural crónica /15 tampoco tiene otras alternativas a medida que se alcanzan los límites últimos de su potencial productivo.
Montevideo, setiembre de 2009.
* Juan Luis Berterretche, militante-investigador. Autor del libro “El comisario va en coche al muere" (primera edición, Trilce, Montevideo 1992, segunda edición, Banda Oriental, Montevideo 2000), ensayo sobre el movimiento anarquista en los años 1920-1930. Es redactor de Desacato, revista que se edita en portugués y castellano: www.desacato.info/
Notas
1/ “En 1985, los ministros de finanzas y los presidentes de los bancos centrales de las principales potencias económicas mundiales (Francia, Alemania, Japón, el Reino Unido y los Estados Unidos) se reunieron en Nueva York con la intención de llegar a un acuerdo diplomático que ayudara a optimizar la operación de los mercados de divisas. Esta reunión se llevó a cabo en el Hotel Plaza y los allí reunidos llegaron a varios acuerdos con respecto al comportamiento del mercado de divisas y el comercio internacional en general. Los Estados Unidos experimentaba un déficit creciente en su cuenta corriente, mientras que Japón y Alemania tenían grandes superávit comerciales.” En la reunión del Hotel Plaza, los Estados Unidos convencieron a los demás asistentes para que se coordinara una intervención en los mercados cambiarios y en septiembre 22 de 1985, se creo el Plaza Accord o Acuerdo del Hotel Plaza. Este acuerdo tenia como objetivo devaluar de manera controlada el dólar y revaluar las principales monedas de sus países socios. “(…) “Los efectos de este acuerdo sobre las principales monedas se vieron casi de inmediato: el dólar cayó 46% frente al marco alemán y 50% frente al yen. El sector exportador norteamericano se benefició, mientras que Alemania y Japón vieron crecer sus importaciones.“ http://www.finanzasydinero.com
2/ Alan “burbujas” Greenspan sustituyó a Paul Volcker en 1987 -bajo el gobierno de R. Reagan- y salió de la Fed en enero de 2006.
3/ Bureau of Economic Analysis http://www.bea.doc.gov/bea/dn/nipaweb/index.asp y http://www.bea.gov/bea/dn2/gpo.htm
4/ The Economist, editorial 06 12 2008.
5/ Karl Marx, El Capital, Tomo III, Vol. 7 p 483 Siglo XXI editores, México, 5ta. Edición 1982.
6/ Ibid. p 542.
7/ Se llaman derivados de crédito una serie de productos financieros que incluyen documentos de compras a futuro de commodities , títulos de inversión conteniendo hipotecas, seguros, u otros con distintas clases de riesgo, etc. Se trata siempre de la creación de capital ficticio por fabricación de simples medios de circulación.
8/ Jenny Anderson, Calmo antes y durante una tempestad The New York Times, 9 de febrero de 2007 http://www.nytimes.com/2007/02/09/business/09credit.html
9/ Benner, Katie, Robert Rubin: Qual meltdown? para CNNMoney.com, 31 de enero 2008 http://money.cnn.com/magazines/fortune. La conferencia se realizó en Manhattan's Cooper Union for the Advancement of Cience and Art. “No estamos de hecho al borde de un colapso financiero” “Es sólo un desajuste coyuntural” afirmó Robert “profeta” Rubin en enero de 2008, a un público de Manhattan ávido en esclarecimientos sobre el carácter de la crisis que empezaba a revelar un volumen catástrofe de préstamos incobrables. Una verdadera pitonisa! Rubin ha sido director y presidente del comité ejecutivo del Citigroup's desde 1999 cuando dejó el cargo de secretario del Tesoro de EEUU.
10/ Brenner, Robert. ¿Nueva Expansión o Nueva Burbuja?, La trayectoria de la economía estadounidense, p.72.
11/ El dinero virtual...Ria Novosti, http://www.argenpress.info/2008/10
12/ Letras de colusión son las que se extienden como relevo de otras antes de su vencimiento.
13/ Jenny Anderson, Wall Street Pursues Profit in Bundles of Life Insurance The New York Times, 5 de setiembre de 2009.
14/ Jenny Anderson, ibid.
15/ Mészáros, István Beyond Capital, Towards a Theory of Transition, Merlin Press, Londres, 1995. Para Mészáros el carácter estructural crónica de la crisis del sistema basado en el capital se manifiesta hoy en cuatro aspectos principales:
-Su extensión es universal, no se trata de una crisis en una rama de la industria o en una esfera particular (financiera, comercial, etc.)
-Su alcance es global. No abarca a un grupo de países o región del mundo como fueron las principales crisis del pasado. Los distintos componentes de la crisis se expresan en menor o mayor medida en todos los países. El ejemplo más generalizado es la actual crisis iniciada en las “hipotecas basura” del sector inmobiliario de EEUU, que tuvo como centro al Citigroup pero que abarca a la banca, seguros, y fondos de pensión estadounidense, se ha extendido al capital financiero europeo, afecta la cotización del dólar, ha desestabilizado las bolsas asiáticas y de otros continentes y continúa como una recesión que apunta hacia la depresión.
-No se trata de una crisis cíclica, sino de una crisis permanente.
-No es una crisis tipo “tempestad” o colapso violento con un período limitado de quiebras industriales, comerciales o financieras. Se trata de una crisis de arrastre o extendida, acumulativa, endémica o crónica.
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Cuando la economía capitalista global no ha logrado todavía encauzarse en la recuperación y el mundo alcanzó los mil millones de hambrientos; cuando durante 2009 perderán en el mundo su trabajo 60 millones de personas y los más afectados son los jóvenes, los inmigrantes, los trabajadores temporarios y las mujeres, los banqueros del imperio insisten con el lanzamiento de nuevos productos financieros -life settlements y re-remics- tan aventureros y especulativos como los títulos de hipotecas subprime que desataron el reciente colapso.
La economía de las “burbujas” de Greenspan
Desde la década pasada, la respuesta estadounidense privilegiada a un empeoramiento de la crisis crónica del capital iniciada a principios de los 70, han sido las burbujas de capital ficticio que transportan en su seno el fraude y la estafa especulativa. La “expansión” económica de los 90, en especial el quinquenio de aceleración económica empezado en 1995, se trató de un crecimiento ampliamente difundido como el inicio de una extensa prosperidad que los socios imperialistas europeos debían imitar.
Pero en realidad no era una superación de la pendiente iniciada en 1973. La tasa de ganancia del capital en los países imperialistas no se recupera desde hace más de tres décadas.
La expansión económica de 1995-2000 en EEUU fue ayudada por las grandes revaluaciones del yen y el marco impuestas por el gobierno estadounidense a sus rivales de Japón y Alemania en el Acuerdo del Plaza de 1985 /1. La competencia mayor de EEUU en el mercado mundial provocó en el primer quinquenio de la década de los 90 las recesiones más profundas de posguerra en Japón y Alemania.
La recuperación económica en EEUU se basaba no sólo en la devaluación del dólar (lo que impulsó sus ventas al mercado mundial), sino también en una década de estancamiento salarial, una severa reconversión industrial, disminución de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal y un cierto equilibrio del presupuesto público. El dólar comenzó a subir a partir de 1995 y el exceso de producción industrial en el mercado mundial volvió a recaer sobre la industria de EEUU, agravado por las crisis de 1997-1998 de Asia oriental que redujo la demanda de esos países a la vez que el dinero de sus gobiernos afluyó a los mercados financieros estadounidenses presionando a la mayor alza del dólar. El pillaje de la deuda externa en América Latina y África y las fugas de capitales hacia los países imperialistas promovidas por la aplicación de las recetas fondomonetaristas en el mundo neocolonial también impulsaron el alza del dólar.
En esos años la intervención de Alan “burbujas” Greenspan desde la presidencia de la Reserva Federal (Fed) fue decisiva /2. Entre 1995 y mediados de 1999 mantuvo sin elevar los tipos de interés y auxilió a los inversores en Wall Street con inyecciones de crédito para superar cualquier amague de inestabilidad financiera. Para contrarrestar el aumento del dólar y las restricciones presupuestarias de Clinton, la Fed facilitó el crédito a las empresas y las familias para estimular la inversión y la demanda de consumo, en gran medida suntuario. Esto es lo que se conoció como efecto riqueza, que consistió en las elevaciones de las cotizaciones bursátiles durante toda la segunda mitad de los noventa. Fue la época de la fiesta yuppie. Se inició allí la gran burbuja en la bolsa de valores que a corto plazo terminó en el 2000 con la desaparición del 90% de las empresas Puntocom, un torrente de quiebras y la pérdida del trabajo para medio millón de estadounidenses. La especulación financiera elevaba las cotizaciones bursátiles. Se fraguaban los balances de las empresas para que aparecieran ganancias inexistentes y subieran las acciones. O se utilizaban los créditos de la Reserva Federal con intereses negativos para poner en práctica en la bolsa el efecto “rebote del gato muerto”: cuando las acciones tenían tendencia a bajar las empresas tomaban los benéficos préstamos de Greenspan y compraban sus propias acciones para impulsar el alza de las cotizaciones. Además de inflar la creación de capital ficticio, la Reserva Federal promovía en la bolsa el mero fraude.
Los casos Enron, Worldcom, Vivendi-Universal, etc., en el 2001 iniciaron una multiplicación de escándalos de manipulación contable de las corporaciones -para inflar las cotizaciones de las acciones- con la complicidad de las compañías auditoras y de los bancos de negocios. Este panorama anunció una fuerte tendencia hacia la contracción de la economía. En el plano político el gobierno neo-con de Bush respondió con su política de “guerra permanente” -favorecida por los oportunos atentados de dudoso origen contra las torres gemelas- que estimuló las compras del estado al complejo militar-industrial y de servicios. Los recursos salieron del endeudamiento externo (gran parte lo aportó China -cediendo el plusvalor extraído a sus obreros en las mercancías exportadas a EEUU- con su masiva compra de bonos del Tesoro) y la emisión sin respaldo de moneda por la Fed.
Fue sobre todo la burbuja bursátil la que ofreció oportunidades históricamente inigualadas para acumular tasas y beneficios por supervisar la emisión de acciones y las fusiones y absorciones, al tiempo que gestionaban la financiación de los créditos a los empresarios y a los consumidores. Al final de la década de los 90, cuando la burbuja bursátil se aproximaba a su apogeo, el inicio de la burbuja inmobiliaria ofreció al sector financiero otro exorbitante campo de ejercicios con múltiples oportunidades para obtener cuantiosos beneficios /3. El aumento del precio de la vivienda acompañó el ascenso de las cotizaciones bursátiles desde mediados de la década del 90. En 1995 los valores inmobiliarios estaban en cifras similares a los de las dos décadas anteriores. Pero entre 1995 y 2003 el precio de la vivienda subió un 35% por encima del IPC. En ese período los accionistas beneficiarios de la burbuja bursátil demandaron casas más lujosas e impulsaron los precios. La gran reevaluación de las viviendas permitió la venta de inmuebles a precios superiores a la deuda hipotecaria; la refinanciación de hipotecas o una nueva obtención de créditos con garantía en la diferencia entre el precio de mercado y el valor de la hipoteca pendiente.
En síntesis: capital dinerario no volcado a la producción y a la acumulación de capital, sino al derroche de lujo. En el período 2001/2003, todas las transacciones del mercado inmobiliario o relacionado a él fueron responsables por casi el 70% del crecimiento del PIB. Y representaron más de dos tercios del aumento de la producción y del empleo en el período 2001-2007. Es decir EEUU salió de la recesión en el 2002 de la mano -visible- de “burbujas” Greenspan que inyectó ingentes cantidades de capital ficticio en el mercado.
A principios de 2002 Greenspan anunció que la recesión iniciada el año anterior en EEUU había terminado. A mediados del 2003 los “economistas” de Wall Street proclamaban que comenzaba una nueva expansión económica en el imperio. ¿Qué había pasado entretanto para que el optimismo retornara con tanta premura?
Es que en ese medio tiempo el presidente de la Fed realizó otra reducción drástica de las tasas de interés y el crédito se hizo cada vez más barato. La rebaja de la tasa de interés, llegó a alcanzar el 1%, por debajo del nivel de inflación; es decir la tasa llegó a ser negativa (-1%) en términos reales. El crédito parecía no tener límite ya que se sustentaba en una emisión masiva de dólares por la Fed cuyo único costo es el de impresión y distribución. Privilegio y amenaza. Privilegio de EEUU por ser el dólar moneda mundial y acaparar el 70% del comercio y el 65 % de las reservas planetarias. Pero también una amenaza para la economía capitalista estadounidense y mundial por tratarse de una emisión de moneda que no está sustentada en la creación real de valor. En algún momento esto desemboca en una gran quema de capital ilusorio como la que presenciamos en 2007-2008.
Durante 2008 la mitad del capital ficticio que representa la cartera accionaria mundial se evaporó. “El valor de los mercados de acciones mundiales se redujo en cerca de 30 billones de dólares (treinta trillones en inglés) en un año, o sea a la mitad” /4. Es decir, durante 2008, la cartera accionaria mundial, se desvalorizó en una suma equivalente a más del 50% del PIB mundial.
La ficción de la Nueva Economía
La baja de la tasa de ganancia de las últimas tres décadas hizo buscar atajos absurdos por fuera de la producción industrial, que condujeran a obtener plusvalor. Pero el plusvalor sólo proviene de la capacidad del capital de transformarse en medios de producción y de esa forma movilizar constantemente trabajo impago –único origen de plusvalor-, convirtiendo al proceso de producción y circulación de mercancías en la producción de plusvalor para su poseedor. Sin trabajo ajeno impago no existe plusvalor.
“…en el capital que devenga interés queda consumada la idea del fetiche capitalista, la idea que atribuye al producto acumulado del trabajo, y por añadidura fijado como dinero, la fuerza de generar plusvalor en virtud de una cualidad secreta e innata, como un autómata puro, en progresión geométrica, de manera que este producto acumulado del trabajo (…) ya ha descontado desde hace muchísimo tiempo toda la riqueza del mundo y a perpetuidad como perteneciéndole y correspondiéndole por derecho.” /5
Este extremo proceso de fetichización y enajenación del capital que devenga interés estimulado por las corrientes neoliberales, ha impulsado el crecimiento desmedido del capital dinerario en las dos últimas décadas con la ilusión de que éste podría arrojar interés sin empleárselo en el proceso productivo. Es lo que los economistas señalan como financierización de la economía.
A mediados de siglo XIX, Marx había advertido sobre lo absurdo de una transformación del capital total en capital dinerario, anulando la intervención de capitalistas que compren y valoricen los medios de producción: “Esto encierra la insensatez aún mayor de que, sobre la base del modo capitalista de producción, el capital arrojaría un interés sin actuar como capital productivo, es decir sin crear plusvalor, del cual el interés sólo constituye una parte; que el modo capitalista de producción seguiría su curso sin la producción capitalista” /5. Y aquí Marx advertía cuales serían las consecuencias prácticas de un desatino de esa naturaleza: “Si una parte desproporcionadamente elevada de los capitalistas transformase su capital en capital dinerario, la consecuencia sería una enorme desvalorización del capital dinerario y una tremenda caída del tipo de interés…”/6.
En EEUU, desde la década del 80, aumenta el capital dinerario en desmedro del capital productivo. La Unión Europea y Japón acompañaron esta tendencia. Esto es lo que los economistas neoliberales definieron ilusionados como “la nueva economía”. En los últimos meses del 2008 y principio de 2009 presenciamos la desvalorización del capital dinerario global en un porcentaje que se calcula entre el 40 y 60%. Con algo más de un siglo y medio de antecedencia Marx previó en forma minuciosa adonde conduciría la “astuta y creativa” orientación económica de las últimas décadas -liderada por EEUU, secundada con entusiasmo por el gobierno laborista de Gran Bretaña, los demás países de la Unión Europea, Japón y otros socios menores del imperialismo- transformando enormes sumas de capital productivo en capital dinerario, con la ilusión de driblar la ley del valor y encontrar un “atajo” hacia el plusvalor sin pasar por el trabajo no-remunerado.
Timothy Franz Geithner y sus dilectos derivados de crédito
Sus antecedentes como subsecretario del Tesoro para Asuntos Internacionales de Clinton, (1999-2001) como director de departamento en el FMI y como presidente del banco de la Reserva Federal de Nueva York durante el gobierno Bush Jr., lo definen sin ninguna clase de dudas como un neoliberal ortodoxo suprapartidario. Y su intervención en Wall Street -desde la reserva Federal de N. York- promoviendo la expansión de los derivados de crédito /7, lo sitúa gerenciando el capital financiero hacia el colapso económico.
En febrero de 2007, Jenny Anderson /8 publicó un artículo sobre su conducción del Fed N. York, premonitorio del colapso económico-financiero a partir de la observación de un crecimiento inusitado de los derivados de crédito. Con un título elogioso para el entrevistado (Calmo antes y durante una tempestad), J. Anderson no dejó de mencionar los ilusorios derivados de crédito que Tim Geithner había convencido a Wall Street de apadrinar y difundir.
“Lo más importante en la lista de tareas de Mr. Geithner es comprender y acompañar los U$S 26 millones de millones de derivados de crédito en el mercado -el doble del tamaño de la economía de Estados Unidos- ya que ese mayor crecimiento del mercado financiero no existe. Su crecimiento ilusorio engrasa las ruedas de la economía global, aumentando la liquidez, con flujo de dinero hacia Wall Street, pero también con riesgo de diseminación.”... “Cuando el mercado empiece a testar esta situación, nadie sabe con certeza como él puede reaccionar.”
Luego de citar a Robert Rubin afirmando que Mr. Geithner “es realmente notable” Anderson explica que “Esto ha sido ampliamente demostrado en la forma como él persuadió a Wall Street de apropiarse de los derivados de crédito.”... “Su abordaje tiene por objetivo ayudarles a creer que ellos son maestros de su propio destino, en vez de infames que precisan ser punidos, al paso que extraen mejorías en el sistema financiero a lo largo del camino.”
Y aquí es importante remarcar la responsabilidad del gobierno Clinton con la burbuja bursátil. Su secretario de Tesoro Robert “profeta” Rubin /9 (entre 1995 y 1999) provenía del núcleo de la aventura financiera: había sido jefe ejecutivo de Goldman Sachs. “Clinton y Rubin llevaron la desregulación bancaria hasta su conclusión lógica, abriendo la vía para el ascenso de supermercados financieros integrados (holdings) que podían combinar, con gran aumento de sus beneficios, las tareas hasta entonces separadas de la banca comercial, la banca de inversiones y los seguros” /10.
Respondiendo a las amenazas de esta explosión de capital ficticio de corte fraudulento, Geithner afirmó al New York Times en febrero de 2007: “El hecho de que los bancos están más fuertes y el riesgo de diseminación (de los derivados) es más amplio, debe tornar el sistema más estable” No hay duda que Rubin y sus protegidos tienen dotes oraculares.
Fueron esos derivados de crédito envenenados, que se expandieron contaminando las carteras financieras en todo el globo. Para algunos, el mercado mundial de los derivados de crédito (desde operaciones de crédito y seguro hasta la especulación en mercados de futuros y en divisas inestables) ronda en el actualidad los 600 billones (600 millones de millones) de dólares /11. En 2007, todo el PIB mundial fue diez veces menor situándose en $58 billones. Se estima que el PIB de los países de la Unión Europea alcanzará el presente año unos $19 billones, y el de EEUU, algo más de $14 billones. Sólo en derivados de crédito el capital financiero se compone hoy de diez veces más dinero virtual que la producción mundial anual de valor real.
Este es el resultado extremo de la desregulación de las finanzas procesada durante los gobiernos secuenciales de R. Reagan, Bush senior, Clinton, Bush júnior que llevó a la formación de un núcleo duro del capital ficticio con la acción combinada de Wall Street – Tesoro - Reserva Federal - FMI. Este núcleo reprodujo en cada país esa sincronización de los bancos centrales, los ministros de finanzas y las bolsas de valores bajo la batuta del imperio y la subordinación a los malabaristas del capital ilusorio. La reclamada autonomía de los bancos centrales en relación a los gobiernos, -medida neoliberal que se impuso a todos los países- era para preservar la independencia de los núcleos duros del capital financiero frente a potenciales viradas políticas indeseables. El actual secretario del Tesoro de Barak Obama, fue una pieza clave de la transformación en Wall Strett de capital ficticio en derivados de crédito y de la diseminación de estos papeles fraudulentos en el planeta.
Wall Street inflando una nueva burbuja
El mecanismo privilegiado de la especulación capitalista siempre se basa en la creación de capital ficticio (capital dinerario, letras de colusión /12, hipotecas, seguros, acciones, títulos u obligaciones públicas, títulos nacionales, certificados o bonos del tesoro, fondos de pensión) y siempre se manifiesta en la fetichización y enajenación del capital que devenga interés. Es decir la fetichización del interés hace aparecer a éste como un plusvalor que arroja el capital en sí y para sí, sin emplearlo productivamente.
El capital ficticio es en el mejor de los casos una representación del capital real en la forma de un título de propiedad sobre dicho capital; o sobre el plusvalor que este puede generar (acciones); un título de propiedad sobre los pagos fraccionados que deberá hacer el deudor de una hipoteca o el beneficiario de un seguro; o el derecho a percibir los intereses que el estado se compromete a pagar sobre un título de deuda pública. En el peor de los casos pueden ser acciones de Enron o General Motors, hipotecas sub-prime, títulos de derivados de crédito, seguros de AIG, o bonos del tesoro de un país en default.
Mientras Washington aún debate la regulación financiera y los mayores bancos estadounidenses usufructúan de su recapitalización con dineros de los contribuyentes, los banqueros están consagrados a inventar nuevos productos tan fuleros como los que provocaron el colapso financiero.
Por un lado están “titulizando” los seguros de vida (life settlements), es decir reuniéndolos y presentándolos como bonos de inversión. “Los banqueros proyectan comprar los seguros de vida con efectivo: por ejemplo, 400.000 dólares por una póliza de un millón de dólares, según la expectativa de vida de la persona asegurada, que suele estar enferma o ser muy mayor. Luego planean “titulizar” esas pólizas, según la jerga de Wall Street, mediante la agrupación de centenares o miles de seguros. Entonces revenden esos bonos a inversores como grandes fondos de pensión, que recibirán los pagos cuando la gente asegurada se muera” /13. Estos bonos implican una apuesta sobre la vida y la muerte de las personas: cuanto antes se mueran los titulares de las pólizas, mayor es el dividendo y cuanto más sobrevivan más se achica la ganancia o directamente la inversión da pérdidas. En todos los casos Wall Street siempre gana cobrando sus comisiones por crear y negociar los bonos. Para el inversor es una forma de apostar a favor de la muerte, menos atroz que comprar acciones de la industria de armamentos.
Como en EEUU hay 26 billones -millones de millones- de dólares en pólizas de seguros se prevé que el mercado de estos títulos podría llegar a los 500.000 millones de dólares. Credit Suisse se prepara a comprar cantidad de pólizas de seguros de vida para entrar en la especulación. Goldman Sachs ya posee un “índice negociable de seguros de vida” donde los inversores pueden apostar “si la gente vivirá más de lo esperado o morirá antes de los previsto” /14; es decir un casino que permite hacer apuestas sobre la incerteza de la muerte.
Algunos bancos ni siquiera se han molestado en inventar nuevos productos financieros. Tomaron sus títulos hipotecarios envenenados los “retitularon” y pagaron a las tramposas agencias calificadoras para que recalificaran los títulos fallutos. Los denominan “re-remics” (sigla en inglés de retitulación de vehículos de inversión inmobiliarios hipotecarios). Morgan Stanley afirma que en 2009 se obtuvieron 30.000 millones de dólares en re-remics.
La reincidencia en las mismas triquiñuelas financieras no puede extrañarnos ya que en la conducción de la economía estadounidense continúa el mismo equipo que condujo la economía mundial al colapso: Timothy Geithner actual Secretario del Tesoro (subsecretario del Tesoro para Asuntos Internacionales de Clinton, presidente del banco de la Reserva Federal de Nueva York -la sombra de Wall Street- durante el gobierno Bush Jr. e impulsor de los derivados de crédito), Robert Rubin principal asesor económico de Barack Obama (secretario del Tesoro de Clinton de 1995 a 1999 y artífice de la desregulación financiera), Lawrence Summers actual director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca (secretario del Tesoro de Clinton de 1999 a 2001), Paul Wolcker presidente del Consejo Asesor para la Recuperación Económica del gobierno Obama (como presidente de la Reserva Federal de 1979 a 1987 –gobiernos Carter y Reagan- fue quien concibió el pillaje de la deuda externa a los países del tercer mundo y el ideólogo de la orientación neoliberal).
Era obvio que la impunidad con la que la mayoría de los banqueros y las grandes corporaciones sobrevivieron a la crisis subidos al tren de la alegría de los billonarios subsidios gubernamentales, los alentaría a continuar con los mismos trucos con los que especuló Wall Street. El capitalismo global en su etapa de crisis estructural crónica /15 tampoco tiene otras alternativas a medida que se alcanzan los límites últimos de su potencial productivo.
Montevideo, setiembre de 2009.
* Juan Luis Berterretche, militante-investigador. Autor del libro “El comisario va en coche al muere" (primera edición, Trilce, Montevideo 1992, segunda edición, Banda Oriental, Montevideo 2000), ensayo sobre el movimiento anarquista en los años 1920-1930. Es redactor de Desacato, revista que se edita en portugués y castellano: www.desacato.info/
Notas
1/ “En 1985, los ministros de finanzas y los presidentes de los bancos centrales de las principales potencias económicas mundiales (Francia, Alemania, Japón, el Reino Unido y los Estados Unidos) se reunieron en Nueva York con la intención de llegar a un acuerdo diplomático que ayudara a optimizar la operación de los mercados de divisas. Esta reunión se llevó a cabo en el Hotel Plaza y los allí reunidos llegaron a varios acuerdos con respecto al comportamiento del mercado de divisas y el comercio internacional en general. Los Estados Unidos experimentaba un déficit creciente en su cuenta corriente, mientras que Japón y Alemania tenían grandes superávit comerciales.” En la reunión del Hotel Plaza, los Estados Unidos convencieron a los demás asistentes para que se coordinara una intervención en los mercados cambiarios y en septiembre 22 de 1985, se creo el Plaza Accord o Acuerdo del Hotel Plaza. Este acuerdo tenia como objetivo devaluar de manera controlada el dólar y revaluar las principales monedas de sus países socios. “(…) “Los efectos de este acuerdo sobre las principales monedas se vieron casi de inmediato: el dólar cayó 46% frente al marco alemán y 50% frente al yen. El sector exportador norteamericano se benefició, mientras que Alemania y Japón vieron crecer sus importaciones.“ http://www.finanzasydinero.com
2/ Alan “burbujas” Greenspan sustituyó a Paul Volcker en 1987 -bajo el gobierno de R. Reagan- y salió de la Fed en enero de 2006.
3/ Bureau of Economic Analysis http://www.bea.doc.gov/bea/dn/nipaweb/index.asp y http://www.bea.gov/bea/dn2/gpo.htm
4/ The Economist, editorial 06 12 2008.
5/ Karl Marx, El Capital, Tomo III, Vol. 7 p 483 Siglo XXI editores, México, 5ta. Edición 1982.
6/ Ibid. p 542.
7/ Se llaman derivados de crédito una serie de productos financieros que incluyen documentos de compras a futuro de commodities , títulos de inversión conteniendo hipotecas, seguros, u otros con distintas clases de riesgo, etc. Se trata siempre de la creación de capital ficticio por fabricación de simples medios de circulación.
8/ Jenny Anderson, Calmo antes y durante una tempestad The New York Times, 9 de febrero de 2007 http://www.nytimes.com/2007/02/09/business/09credit.html
9/ Benner, Katie, Robert Rubin: Qual meltdown? para CNNMoney.com, 31 de enero 2008 http://money.cnn.com/magazines/fortune. La conferencia se realizó en Manhattan's Cooper Union for the Advancement of Cience and Art. “No estamos de hecho al borde de un colapso financiero” “Es sólo un desajuste coyuntural” afirmó Robert “profeta” Rubin en enero de 2008, a un público de Manhattan ávido en esclarecimientos sobre el carácter de la crisis que empezaba a revelar un volumen catástrofe de préstamos incobrables. Una verdadera pitonisa! Rubin ha sido director y presidente del comité ejecutivo del Citigroup's desde 1999 cuando dejó el cargo de secretario del Tesoro de EEUU.
10/ Brenner, Robert. ¿Nueva Expansión o Nueva Burbuja?, La trayectoria de la economía estadounidense, p.72.
11/ El dinero virtual...Ria Novosti, http://www.argenpress.info/2008/10
12/ Letras de colusión son las que se extienden como relevo de otras antes de su vencimiento.
13/ Jenny Anderson, Wall Street Pursues Profit in Bundles of Life Insurance The New York Times, 5 de setiembre de 2009.
14/ Jenny Anderson, ibid.
15/ Mészáros, István Beyond Capital, Towards a Theory of Transition, Merlin Press, Londres, 1995. Para Mészáros el carácter estructural crónica de la crisis del sistema basado en el capital se manifiesta hoy en cuatro aspectos principales:
-Su extensión es universal, no se trata de una crisis en una rama de la industria o en una esfera particular (financiera, comercial, etc.)
-Su alcance es global. No abarca a un grupo de países o región del mundo como fueron las principales crisis del pasado. Los distintos componentes de la crisis se expresan en menor o mayor medida en todos los países. El ejemplo más generalizado es la actual crisis iniciada en las “hipotecas basura” del sector inmobiliario de EEUU, que tuvo como centro al Citigroup pero que abarca a la banca, seguros, y fondos de pensión estadounidense, se ha extendido al capital financiero europeo, afecta la cotización del dólar, ha desestabilizado las bolsas asiáticas y de otros continentes y continúa como una recesión que apunta hacia la depresión.
-No se trata de una crisis cíclica, sino de una crisis permanente.
-No es una crisis tipo “tempestad” o colapso violento con un período limitado de quiebras industriales, comerciales o financieras. Se trata de una crisis de arrastre o extendida, acumulativa, endémica o crónica.
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