TODAS LAS BASES… TODAS

Posted by Correo Semanal on martes, septiembre 29, 2009


Juan Varela Reyes (*)

“El problema es que ser:
el cáncer o el canceroso”

Roque Dalton

Ante el avance de procesos democratizadores en la mayoría de los países latinoamericanos, que significan un nuevo aire a las esperanzas de los pueblos de construir sociedades verdaderamente libres e independientes, el imperialismo norteamericano enfrenta y responde aquellos procesos con la misma arma que siempre ha utilizado, la militar, lo que le permite resolver sus propios problemas políticos y económicos: mantener “tranquilo su patio trasero” (ese patio tan grande en donde escasamente se hace presente la justicia y la democracia), y seguir dominando, explotando y saqueando los recursos naturales con el fin de resolver su propia crisis.

La instalación de bases militares en un país latinoamericano es la respuesta objetiva a las demandas de los pueblos y ello ha dado lugar a manifestaciones de rechazo a esta acción imperial, a movilizaciones de las conciencias, al repudio de pueblos y gobiernos que se ven efectivamente amenazados por esta agresión. Pero, sobre todo en nuestro país, ha dado lugar a silencios cómplices con esta acometida, por parte de funcionarios del modelo, políticos y todos aquellos que en momentos como éste debieran usar su tribuna para denunciar este atropello a la soberanía; y es que todos sabemos, por la porfiada historia, donde tienen su punto de llegada estos embates imperialistas.

¿Pero, qué es lo que si silencia?

1.- Se silencia una desatada carrera armamentista en América Latina, que con la excusa de la defensa, no es otra cosa que una forma encubierta de base militar, asentada en la sin razón de funcionarios que tratan de explicar lo inexplicable: el aumento de los gastos militares en la región.

Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres, la carrera armamentista desatada en Latinoamérica se expresa: (1)

Los gastos militares Per cápita por países son:

Chile US$ 290
Colombia US$ 123
Venezuela US$ 101
Brasil US$ 86
Ecuador US$ 48
Argentina US$ 47
Perú US$ 39
Bolivia US$ 17

Si el gasto militar se mide de acuerdo al Producto Interno Bruto, es decir, lo que cada país gasta de su presupuesto anual en esta irracional carrera, porcentualmente los resultados son:

Colombia gasta el 4 % de su presupuesto en defensa
Chile gasta el 3,2 %
Brasil, Venezuela, Argentina y Perú destinan menos del 1,5 %

Este exorbitante gasto en armamentos no guarda ninguna relación con los gastos en Salud, Educación, Viviendas que son los problemas sociales más apremiantes de las mayorías latinoamericanas.

Sólo como corolario, un candidato a la presidencia de Chile anunció que su programa de gobierno contempla el aumento del gasto en educación, para llegar al 1,5 % del PIB… pero para el año 2018.

2.- Se silencia mañosamente la “base” económica de una deuda externa que en Chile ya se transforma en impagable. Según un estudio del Banco Central: “la deuda externa bruta aumentó US$ 9097 millones en 2008 debido al sector privado (2)

Según este mismo informe a diciembre de 2008 la deuda externa de Chile alcanzó un monto de US$ 64.768 millones, lo que representó un aumento de 16,3 % respecto al año anterior.

Cada niño que nace en los suelos latinoamericanos ya tiene hipotecada una parte importante de su vida por esta deuda impuesta por tiranías políticas y económicas que siguen esquilmando a los trabajadores. Todo este enorme peso de una deuda externa, de esta “base” económica instalada desde hace ya décadas en América Latina significa un aumento de la pobreza estructural de millones de latinoamericanos, que siguen viendo como sus gobiernos les amarran a los intereses transnacionales y que les dejan en un callejón sin salida… por ahora.

En el caso chileno, puede ser cierto que una parte importante de la deuda externa corresponde al endeudamiento de los privados, pero ¿para quién se gobierna en Chile?

3.- Este año es un año de aparente recambio en la administración del modelo y para ello se instala nuevamente el rito electoral, en donde las ofertas y frivolidades adquieren visibilidad en este paisaje político.

Cada uno de los candidatos pone todo su empeño discursivo en tratar de convencer que ahora si puede haber probabilidades de un cambio. Desde aquellos más neoliberales que buscan perpetuar un modelo en crisis; pasando por aquellos “díscolos” que, con una cara aparentemente distinta se dejan ver como el lado menos siniestro del capitalismo; hasta aquellos que se presentan con la máscara del “progresismo” (esa enfermedad infantil del neoliberalismo), pero que al final, la historia lo demuestra, todos sus ingentes esfuerzos y discursos van a reforzar, segunda vuelta de por medio, la administración del modelo… porque son nada más que eso: la fuerza auxiliar del modelo.

No hay nada que pueda indicar que vaya a haber un asomo de cambio, porque hay una “base” política: la Constitución de la dictadura que sigue ordenando y determinando arreglos, acomodos que, al final no son otra cosa que formas espurias de perpetuar el mismo orden político de la dictadura.

4.- Hay también otras “bases” instaladas, en la cultura, por ejemplo. Bases culturales que son la reproducción de un modo de hacer, de vivir, de sentir ajeno a nuestra realidad y que sólo provocan alienación y enajenación. La cultura extranjera ha venido moldeando nuestros quehaceres y procederes; haciéndonos mirar en un solo sentido, con un pensamiento único, con una centralidad: preservar aquellos “valores” de la sociedad capitalista.

5.- Ciertamente la instalación de bases militares en ese hermano país es un peligro para la paz de nuestra región. Pero no es menos cierto que desde hace décadas en nuestra tierra se han instalado las otras bases, aquellas que refuerzan la explotación de los trabajadores, la dominación y la verdadera exclusión… de las mayorías y no de unos pocos.


¿No será tiempo de empezar a instalar nuestras propias bases?


Santiago, Septiembre 29 de 2009
(*) Sociólogo, Equipo de Investigación EN CAMINO
(1) La Nación: 20 – Septiembre – 2009 , Pág. 25
(2) Informa Banco Central