ESTADOS UNIDOS: ¡LA IGUALDAD SALARIAL DEBE SER UNA REALIDAD!

Posted by Correo Semanal on miércoles, septiembre 03, 2008


Dani Indovino, Socialist Alternative (CIT-EE.UU).

Traducido por Tina Rua, USA.


Las Mujeres en los Estados Unidos se enfrentan a una compleja situación económica. La discriminación sexual, aunque a menudo declarada inexistente tanto por los medios de comunicación como por los legisladores, ha persistido a través del tiempo. Una de las crudas ilustraciones de esta discriminación es económica. En primer lugar, la diferencia de salario entre las mujeres y los hombres no se ha cerrado significantemente en más de veinte años. Es más probable que las mujeres sean pobres que los hombres en los Estados Unidos, además de necesitar los servicios sociales cada vez más limitados. Tres cuartos de la pobreza en los Estados Unidos están concentrados en las mujeres y sus hijos. Este número no se está reduciendo, si no aumentando, particularmente entre mujeres solteras, madres sin parejas, viudas o amas de la casa desplazadas. No existe un sólo motivo para la tasa de pobreza entre mujeres norteamericanas si no una compleja red de cuestiones culturales y económicos que forman el clima para esta pobreza incrementada. El mercado económico capitalista es estructurado alrededor de la idea sexista de la especialización, que significa que las mujeres son consideradas para cuidar el hogar doméstico a expensas de su valor económico. Incluso las mujeres que deciden entrar en la mano de obra y ganar un sueldo, ya sea por su gusto o por necesidad, sufren estas implicaciones. Trabajo asociado con mujeres es menospreciado, y las profesiones que son consideradas como "trabajo de mujer," como la asistencia médica, el cuidado de niños y otros trabajos de servicio, son a menudo menos valoradas en el mercado que los "trabajos" tradicionales de los hombres, como la industria, la producción y las profesiones tradicionales (como médico, abogado).


Ahora que la economía americana está sufriendo una caída en estos trabajos tradicionales de los hombres y un aumento en los trabajos tradicionales de las mujeres, todas personas de bajos ingresos están sintiendo los efectos del menosprecio de algunos de los trabajos más importantes en cualquiera sociedad, como el cuidado de los enfermos, niños y mayores.

Un aspecto fundamental de la feminización de la pobreza es la diferencia de salario entre las mujeres y los hombres. Por término medio, en los Estados Unidos, las mujeres ganan setenta y seis por ciento del salario de un hombre. Otra manera de entender esto es que las mujeres ganan setenta y seis centavos para cada dólar que ganan un hombre. Esta estadística es basada en la comparación de todas las mujeres con todos los hombres, y por lo tanto, es probable que esto infravalore la diferencia de salario.


La concepción cultural de las mujeres como dependientes es un aspecto fundamental de la pobreza de mujeres. Esta concepción contribuye fuertemente a la diferencia de salario, además de la falta de servicios sociales para mujeres que son dependientes económicamente de un hombre. El que se espere que los hombres ganen un salario que mantenga toda la familia es un factor que fomenta la idea en el mercado laboral que el salario de la mujer es solamente suplementario. El mensaje social, además económico, es que las mujeres pertenecen a familias con un hombre a la vanguardia y cualquiera otra elección que ellas puedan elegir debe ser castigada por consiguiente. Las mujeres todavía son tutelas de los hombres y no son entrenadas a mantener a las familias, pero son forzadas a trabajos temporales de bajo sueldo. Es más probable que ellas sean enfermeras, profesoras, y gerencia media que los hombres, que son más probables de ser los médicos, abogados y los presidentes de directorios. En la clase directiva/profesional de trabajos, las mujeres solamente constituyen 10 por ciento del primer nivel de los asalariados. Los hombres constituyen el resto. Esto se explica en parte por la diferencia entre la duración del trabajo y los años trabajados. Para trabajos de bajos ingresos, la diferencia de salario es más austera.


Es más probable para los hombres trabajar en los sectores industriales y de transporte que las mujeres que son concentradas en el sector servicios. Trabajos como la construcción, fontanería, producción y transportes son mejores pagadas que el cuidado de los niños, ayudantes de enfermería, y los empleos administrativos. Estos trabajos son menos estables, menos móviles y tienen condiciones no deseadas de trabajo. 80% de las personas que empiezan en estos niveles bajos de trabajo nunca cambiará a trabajos no manuales que son mejores pagados y estables incluso a los trabajos manuales mejores pagados.


Además las mujeres en los mismos tipos de trabajo ganan menos dinero que sus homólogos masculinos. Por causa de la división sexista del trabajo, las mujeres son obligadas frecuentemente a dejar la fuerza de trabajo por el trabajo domestico. Esto significa que ellas son exigidas a dejar de dejar el trabajo o soportar más estrés y hacer más trabajo que sus homólogos masculinos en la fuerza laboral. El trabajo doméstico no es exclusivamente dar a luz hijos y cuidarlos, si no también cuidar de los mayores, los familiares minusválidos, sus propias enfermedades y las enfermedades de sus esposos. Este problema es agravado ya que las mujeres son pagadas menos que los hombres porque su trabajo es visto como suplementario al de los hombres y porque es mas probable que ellas acepten trabajos a tiempo parcial o dejen la mano de obra. Y cuando es necesario que alguien cuide un hijo o un familiar enfermo, el incentivo económico de la familia es preservar el salario del hombre, que normalmente es más alto que el de su esposa. El mito de la elección, que las mujeres quieren dejar la mano de obra para cuidar de hijos y de la familia, es a menudo movido por el dinero.


Las diferencias de salario, aunque ellas afectan la familia inmediatamente, también afectan las mujeres a largo plazo. Durante las vidas de las mujeres, hasta una pequeña diferencia en sueldo en cualquier momento podrá significar un diferencial enorme en sus vidas. Esto no solamente tiene un impacto a la familia en su totalidad, también afecta las mujeres individualmente. El divorcio, que está en el 50% en los Estados Unidos, es un factor enorme en estas diferencias de salario. Una mujer que se ha tomado tiempo libre para cuidar de hijos ganará menos que su pareja masculino. Después de un divorcio, ella ganará menos de lo que había ganado antes y por lo tanto está a riesgo de caer en la pobreza. También, el sistema de seguridad social de los Estados Unidos está basado en la cantidad de años trabajados y cuánto salario ha ganado durante esos años. Esto significa que las mujeres, que viven más que los hombres, tienen más probabilidad de recibir menos pagos de la seguridad social durante sus vidas.


El cuidado de los hijos por mujeres no casadas o solteras es un vaticinador enorme de la pobreza en los Estados Unidos. No hay un sistema de guarderías económicas, y muchas mujeres que tienen hijos fuera del matrimonio acaban en trabajos inestables en el sector informal. Otro factor que afecta a las mujeres es el índice de encarcelación de los hombres negros en los Estados Unidos. Los hombres negros constituyen 13% de la población, aunque constituyen 30% de las personas arrestadas, 41% de las detenidas, y 49% de las encarceladas. Muchos de los hombres que podrían contribuir a las finanzas de las familias con madres solteras ahora están en la prisión y por lo tanto no pueden ganar un sueldo. Además, una vez que salen de la prisión hay grandes obstáculos para encontrar vivienda y trabajo y no pueden solicitar muchos de los servicios de apoyo social.

Los servicios de apoyo social, incluso, son divididos en dos áreas. Los servicios del primer nivel o los servicios bien financiados, como Medicare (la asistencia médica pública para los mayores), el sistema de seguridad social, y el subsidio de desempleo históricamente fueron creados y usados por los hombres. Los servicios de apoyo social para las mujeres, como la asistencia social y las guarderías, son frecuentemente infra-dotados y estigmatizados. La asistencia social, por ejemplo, fue creada fuera de un sistema de pensión del siglo XIX para las viudas y ahora es distorsionada como un programa para mujeres negras. Para recibir beneficios una persona debe acatar muchas normas y restricciones que no son solamente machistas e impertinentes si no que también limitan a quien puede beneficiar. Por ejemplo, las personas que usan la asistencia social tienen que trabajar 35 horas por semana. Aunque reciben reembolsos y cupones para la guardería, no son ayudados con la tarea de buscar las guarderías económicas. Además, las actividades educativas, como los deberes escolares, solamente son contadas cuando son hechas en un salón de estudios supervisado.


La crisis de la vivienda es otro aspecto de la pobreza de las mujeres en los Estados Unidos. Ahora mismo, las mujeres tienen 32% más probabilidad de recibir las hipotecas de alto riesgo que un hombre y estas hipotecas tienen diez veces más probabilidad de ejecutarse que los hipotecas principales. Las mujeres siempre han tenido obstáculos para los préstamos de hipotecas, y con esta nueva crisis, aparece que los prestamistas predadores están intentando captar ambas las mujeres y la gente de color. El índice de las propiedades de vivienda para mujeres constituye solamente 30% comparado con 68% por todos americanos. Los índices de interés que ellas fueron ofrecidas por ellas suben exponencialmente a través del tiempo, y estos grupos corren más riesgos de que se ejecuten las hipotecas. Las propiedades de la vivienda es uno de los recursos principales de equidad, y no solo están perdiendo esta base de riqueza las mujeres, ellas también corren el riesgo de indigencia y vivir sin techo. La situación de sin techo es un obstáculo al empleo estable, además de un gran perjuicio para los niños y adolescentes. A estas mujeres les esperara sumirse más profundamente en la pobreza y ser enviadas a un mercado de alquiler más restringido y con índices de alquiler crecientes.

Por supuesto, estas no son todas las causas y manifestaciones de la pobreza de las mujeres en los Estados Unidos. Es solamente una instantánea de cómo la discriminación y los inequidades del pasado y presente afecta a un grupo de la clase obrera. Las divisiones entre raza y sexo que se forman sobre cuestiones de salario y acceso y los pobres "dignos" o "no dignos" de la ayuda son usadas como una cuña para dividir la clase obrera en su totalidad e impedir movimientos que pueden ayudar no solamente las mujeres, si no a toda la clase obrera.


La subordinación de las mujeres es una realidad social que proviene de la explotación económica. En los últimos doscientos años, la reclusión de las mujeres a la casa y las expectativas de que ellas cuiden del hogar y los familiares han sido maneras de privatizar la creación de una nueva clase obrera. Si las familias tienen que absorber el precio del cuidado de los hijos y los ancianos, el gobierno no tiene que recaudar dinero para esos servicios de la clase dirigente. Además, interfiere con el activismo entre hombres, porque son menos probables de hacerles frente a sus jefes, sindicalizarse o exigir condiciones mejores y justas de trabajo si su despedida del trabajo pondría su familia en la miseria. El obstáculo económico a las mujeres en este sistema las castiga por salirse fuera de los límites sociales aceptables. Es aceptable a la sociedad que estas personas sean castigadas económicamente porque son vistas socialmente como seres no dignos de la ayuda o parias.


Se afectarían los lucros de los capitalistas si fueras serio sobre la igualdad de género más allá del derecho a la libertad reproductiva. La única manera que las mujeres pueden alcanzar la igualdad en el trabajo, económica y políticamente sería que la clase trabajadora—las mujeres y los hombres—organizaran una lucha contra los ataques de la clase capitalista. Un fuerte movimiento de mujeres que se centre en la organización sindical del sector informal y de los trabajos tradicionales de las mujeres sería un primer paso en acabar con las desventajas de género en esos trabajos. Además, ayudaría unir a los hombres y mujeres en los cuarteles sindicales y en la calle y comprender que sus situaciones apremiantes no son muy diferentes. Lo que es necesario es una ruptura con los dos partidos de los capitalistas y construir un desafío político e independiente pro-mujer y trabajador.


Necesitamos un trampolín que unifique a la clase trabajadora a pesar del género y raza, además de unificar los jóvenes y los activistas progresistas que apoyarán un programa obrero de igualdad de género. Mientras el sistema de la clase gobernante, el capitalismo, mantiene su poder, no se puede garantizar el éxito de nuestros esfuerzos en el área de derechos de las mujeres. Tenemos construir una nueva sociedad democrática y socialista.