Chile - PACTOS COMPLEJOS… ¿O ACOMPLEJADOS?

Posted by Correo Semanal on martes, agosto 12, 2008

Juan Varela Reyes (*)

“Hay muchas afirmaciones que se parecen a la
Fórmula de la santísima trinidad: no se entienden,
Pero la fe los resuelve” (CHE)


Hablábamos en una anterior reflexión de la posición que, frente a la coyuntura electoral ya en curso, ha asumido un sector político de nuestra sociedad en orden a pactar con los gobernantes y administradores del modelo una supuesta y futura inclusión dentro del aparato del poder político. Conviene esta vez profundizar en un par de aspectos que no quedan suficientemente claros o no expresados en aquella ocasión.

Una primera reflexión u observación tiene que ver con el sentido que las elecciones tienen en la coyuntura actual y que gravitan en la vida de nuestra sociedad. Ciertamente éstas no resuelven los problemas centrales que sufren las mayorías de este país, pero de alguna manera, aunque no con toda la fuerza que se quisiera, ellos se instalan arriba de la mesa y adquieren cierta visibilidad. No serán los que detentan el poder quienes se interesen por que esas discusiones pesen en las conciencias de los que participan de dichos procesos; ellos están más interesados en la prolongación del actual estado de cosas y que adquiera cierta naturalidad. Corresponde a los otros sectores, a las fuerzas consecuentes no solamente denunciar y analizar las causas y los efectos de la aplicación del modelo neoliberal capitalista en nuestra sociedad, como también, y fundamentalmente, luchar por el cambio radical, por la transformación revolucionaria de la situación y, en ese sentido, los procesos eleccionarios son una vía más de las formas de lucha. Un proceso eleccionario que no se piense en esos términos sólo es una caricatura, no deja de ser más que un afianzamiento y reforzamiento de la dominación, la explotación y de la lucha de clases.

Una segunda reflexión tiene que ver con la pregunta por la situación de las mayorías de este país. En ningún lado aparece el problema central, la contradicción no resuelta y que cruza socialmente: la lucha de clases. Insistimos e insistiremos en ello, ya que hay varios que empiezan a caminar sobre las hojas caídas y no sobre el terreno duro de la realidad. Siempre existe una lucha de clases latente, subterránea, invisible e imperceptible a simple vista; en toda lucha espontánea siempre existe un nivel organizativo por débil que sea y en donde existe una pequeña organización corresponde también una conciencia pequeña. Olvidar ello no es sólo escamotear un dato de la realidad, es simplemente olvidar que todos los procesos de construcción de conciencias y por tanto de organización se asientan y se inscriben en ese proceso real, firme, concreto, la lucha de clases que determina las formas y los contenidos de la marcha y del camino.

Desde esas reflexiones, superficiales aún, es que queremos empezar a apurar una explicación sobre los sentidos y motivaciones que impulsan a ciertos sectores a buscar acuerdos y pactos con aquellos otros sectores interesados en continuar con la dominación y la explotación y también apurar algunas reflexiones sobre los caminos que corresponden en esta etapa de la lucha, asumiendo que no se trata de recetarios mágicos sino más bien con una recurrencia a la historia y más a la memoria que es la que siempre entrega claves y pistas sobre el devenir. Sin caer en psicologismos baratos, sino que tratando de ceñirnos a la fuerza de los hechos, conviene decir que los sectores de la dirigencia reformista y sus fuerzas aliadas han reeditado su tesis del complejo de inferioridad, es decir, como dice el Che “siempre con los ojos puestos en el modelo imperialista”. Esta actitud, ya natural, no permite analizar la realidad sino con los ojos de los administradores del modelo. Tesis muy peligrosa y dañina, ya que por esa vía se cancelan tanto otras miradas como otras formas de abordar la situación. Tesis fácil porque no obliga a nada, tan sólo a renunciar a la posibilidad y la necesidad de construir un camino distinto y nuevo y también a reverenciar aquello que se dice renegar. Tesis, por otro lado, difícil ya que desde ella se hace posible el desconcierto de algunos que no ven otro camino que lo que se muestra.

No queda claro aún, en donde concluye esta toma de posiciones. Ciertamente los contextos históricos no son los mismos en sus particularidades; lo que si es cierto es que al no estar resuelto lo central – la lucha de clases – se puede responder que se camina – nuevamente – hacia la colaboración de clase y al entreguismo.

Toda nuestra reflexión apunta, entonces, en esta oportunidad, a seguir clarificándonos en lo que está aconteciendo: la lucha de clases goza de buena salud, otra cosa es el estado en que se encuentra; las elecciones no resuelven los problemas y tampoco el hecho de conseguir un lugar en el reparto del poder, si los instalan en la retina de la sociedad; un reformismo con su eterno complejo de inferioridad que trasunta colaboracionismo y confusión a los vacilantes.

Queda por empezar a resolver el problema que tenemos ante nosotros y que de manera simple se puede traducir en la interrogante de lo que corresponde hacer. Aquí comienza la reflexión seria y central de nuestra reflexión, que será necesario abordar en esta y nuestras siguientes. Hay algunos criterios y fundamentos que es preciso señalar para iniciar este debate abierto que queremos provocar y compartir:

El estado actual de la situación nos señala que el modelo neoliberal ya ha sido instalado de manera exitosa en nuestro país y ha servido de ejemplo para el resto de los países de América Latina que ven en este laboratorio cumplidas las promesas del capitalismo de dominar su patio trasero y con ello no tener preocupaciones para seguir con su tarea de destrucción económica, política y social del resto de los países y regiones. Unido a ello está su dominación ideológica y cultural que aspira a la construcción de sujetos con capacidad de reproducir este modelo a escala planetaria. Asumido ello hay que ver, entonces, si corresponde seguir sólo denunciando los atropellos, la explotación, el saqueo o es preciso ir un poco más allá en términos de empezar a proponer la construcción de un paradigma distinto a lo que se ha impuesto.

Desde lo anterior se puede decir también que el modelo ha hecho suyas las banderas de lucha que corresponden a todos, a la mayoría. Hay que decir que la libertad, la democracia, la dignidad han sido traducidos a los códigos neoliberales, los que entregan visiones distorsionadas de sus contenidos, convirtiéndolos en meros valores de cambio en ese espacio que tanta fuerza discursiva adquiere en las explicaciones neoliberales como es el mercado.

El resultado de lo que tenemos no ha sido el fruto de la concatenación de fuerzas extrañas ni por la conjunción de detalles azarosos, ello ha sido posible por la planificación conciente que desde los centros de poder imperialista ha sido dictado para los pueblos. Tiene por tanto, una trayectoria y un contexto histórico que se precisa analizar. Dentro de ese análisis conviene señalar que tenemos una historia y una memoria que dice que es posible y necesario cambiar radicalmente todo. Junto a ello es necesario abordar aquellos componentes de la teoría clásica que tanto bien hace refrescar a fin de explicar y comprender los males, sus causas y consecuencias, que atravesamos en la actualidad. A manera de ejemplo señalar que la situación de los trabajadores tiene su causa en la explotación; ella es la que genera la plusvalía y la propiedad privada. Que la Ley del Valor es uno de los puntos neurálgicos centrales de la explicación de la ganancia capitalista. Que la esencia del capitalismo es el aumento de su tasa de ganancia y que ella se oculta bajo otras apariencias.

Junto a aquel desafío de la explicación para transformar la realidad está lo concreto y lo cotidiano, aquello que cada día reclama una respuesta de las mayorías a su situación. Es necesario seguir trabajando por tomar en nuestras manos aquello que corresponde: la dignidad, la justicia. Creando y recreando una práctica de encuentro, de construir nuevas alianzas entre los pobres del campo y la ciudad; de avanzar y valorar los pequeños pasos y conquistas; de denunciar los atropellos y también de anunciar y proclamar proyectos alternativos que cada día se van tejiendo, en la educación, en la salud, en la recreación, en la cultura. Visibilizar nuestra situación y trabajar porque se vaya verbalizando.

Hay urgencias que enfrentar y desafíos que asumir. Es por ello que nuestras reflexiones futuras deben empezar a obviar lo que aquellos otros van haciendo y construyendo en aras de privilegios, raciones y prebendas. Se nos plantea este desafío: como hacer para empezar a construir proyectos significativos y alternativos que den cuenta efectiva de lo que nos acontece.

Santiago, Agosto 12 de 2008

(*) Sociólogo, Magíster en Ciencias Sociales, militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR