Bolivia: un futuro de escaramuzas

Posted by Correo Semanal on martes, agosto 19, 2008

Pablo Stefanoni, desde La Paz
Semanario Brecha, Montevideo, 15-8-08
http://www.brecha.com.uy/main.asp

Evo Morales pasó la apuesta más arriesgada de su gobierno con un porcentaje de votos inesperado incluso por los oficialistas más optimistas: con casi la totalidad de los votos escrutados, un 67,8 por ciento de los bolivianos le dijo Sí a la continuidad en el poder del presidente boliviano en el referéndum revocatorio realizado este domingo con la finalidad de remover pacíficamente las trabas al proyecto nacionalista popular que lidera el gobernante indígena, enfrentado a una oposición fuertemente regionalizada.

De esta forma, y pese a dos años y medios de crisis y tensiones políticas e institucionales, Evo Morales superó en más de 14 por ciento los votos que el 18 de diciembre de 2005 lo catapultaron como el primer presidente elegido con mayoría absoluta desde la recuperación de la democracia en 1982. Consiguió, así, la tercera victoria con más del 50 por ciento de su mandato, después del triunfo oficialista para la Asamblea Constituyente en 2006. Y esta situación contrasta con sus antecesores en la presidencia, que se mantenían en el gobierno gracias a acuerdos parlamentarios basados en un pragmatismo a ultranza que les garantizaban mayorías artificiales que los votantes no habían avalado en las urnas.
No obstante, también fueron ratificados todos los prefectos opositores, lo que limita la potencia política de la victoria presidencial. Rubén Costas fue ratificado en Santa Cruz con el 67 por ciento, Ernesto Suárez en Beni con 64 por ciento, Mario Cossío en Tarija con el 58 por ciento y Leopoldo Suárez en Pando con el 56 por ciento. Como premio consuelo, el oficialismo logró echar al gobernador cochabambino Manfred Reyes Villa, lo que frena la expansión hacia el oeste de la “media luna” autonomista liderada por Santa Cruz, y al paceño José Luis Paredes, dos opositores que habían ganado la elección de 2005 en dos bastiones del gubernamental Movimiento al Socialismo (MAS) gracias al voto cruzado con Morales.
Así, pese a la contundencia de su victoria, la postal de Bolivia que surgió de la votación de ayer es la de un occidente indígena unánimemente alineado con Evo Morales y un oriente autonomista en el que se combinó un importante crecimiento del proyecto oficialista con la masiva ratificación del proyecto autonomista inspirado en el modelo español. Por eso, después de una jornada pacífica, todos festejaron y en este hecho en apariencia auspicioso reside el drama de Bolivia: la dificultad para dejar atrás “empate catastrófico” entre dos bloques étnico-regionales con visiones de país enfrentadas. Con el riesgo de que cada bloque utilice la legitimidad de las urnas –y escuche su propio “mensaje de las urnas”- para una fuga hacia delante que puede convulsionar nuevamente al país. El virtual fracaso de la mesa de diálogo que este jueves quedó en la nada después de varias horas de reuniones, en medio de acusaciones cruzadas de “falta de generosidad”, anticipa un futuro de escaramuzas que podrían crecer en intensidad.

“(El referéndum) es un respaldo a la decisión popular tomada en los referendos autonómicos, que abre la puerta a la aplicación de los estatutos de autonomía”, evaluó el gobernador Mario Cossío apenas conocerse los resultados. “Lo que fue planificado como una emboscada artera fue derrotada hoy (domingo) en las urnas”, añadió el gobernador Costas, en huelga de hambre en protesta por un recorte impositivo del estado central. Consideró que la consulta no resolverá los problemas de Bolivia y llamó “macaco” a Evo Morales, sin nombrarlo, y “macacón” a Hugo Chávez, artífices según él de un nuevo terrorismo de Estado. Anunció, además, la creación de una policía y una agencia tributaria locales, y la convocatoria a elecciones –sin base legal– para una suerte de Parlamento local llamado Consejo Departamental. Es decir, el avance hacia una autonomía de facto, con peligrosas consecuencias de desconexión política e institucional.
Morales fue ratificado con el 80 por ciento en la Paz , Oruro y Potosí, y con alrededor de 70 por ciento en Cochabamba, lo que conforma un “cordón de seguridad” a su estabilidad política. El voto campesino fue casi unánime y ya se habla de la “chaparización” del campo boliviano, en referencia a los elevados porcentajes de votos que Morales suele conseguir en la región cocalera del Chapare, donde escaló desde los sindicatos agrarios al mundo político. En la provincia paceña de Omasuyos, ex baluarte del líder aymara Felipe Quispe hoy fuera de juego, el Sí al presidente asciende al 98,5 por ciento. En la provincia cochabambina de Tiraque el Sí bordeaba el 97 por ciento y llegaba a casi el 98 por ciento en la orureña provincia de Sajama. En la provincia gasífera tarijeña de O'Connor la aprobación llegó al 66 por ciento.
El mandatario indígena perforó también a la “media luna” autonomista: conquistó Pando (en la Amazonia ) con el 53 por ciento y empató virtualmente en Tarija -fronteriza con Argentina- con un 49,83 por ciento por el Sí frente a 50,17 por ciento por el No. En Beni contaba con el 43,7 por ciento en asenso frente a menos del 20 por ciento obtenido en 2005 y tiene un piso no despreciable de casi el 40 por ciento en Santa Cruz, su plaza más hostil. También ganó Chuquisaca, pese a los violentos conflictos por la demanda de Sucre de volver a ser capital plena del país.

La mezcla de identificación étnica y políticas sociales compone el “cariño por Evo”. “Las clases medias no valoran los 200 Bolivianos (alrededor de 30 dólares) mensuales de la Renta Dignidad a los ancianos, pero para un campesino equivale a cuatro corderos por mes. Lo misma vale con el bono Juancito Pinto a los escolares”, explicó el mandatario en un diálogo con periodistas. Y anunció que a la electrificación del campo le seguirán los teléfonos. “Hoy ya hay campesinos que pastorean sus ovejas hablando con celular”, añadió.
De esta forma, los porcentajes del inédito referéndum imaginado para superar la actual crisis política muestra un inédito apoyo al gobierno nacional, cuya construcción de hegemonía –que no es lo mismo que mayoría electoral– enfrenta la resistencia de unas elites en la región sur-oriental del país, sede de las principales reservas de gas y de las tierras más fértiles, que también lograron legitimarse en las urnas, y junto con ellas a su proyecto autonómico.
“Evo Morales no ha perdido, pero qué nos importa. Acá en Santa Cruz hemos ganado. Con este resultado él ya no va a poder seguir jodiendo la pava”, se sinceró el alcalde cruceño Percy Fernández, famoso por sus exabruptos, quien días atrás convocó a los militares un golpe de Estado. “(Evo) No pisa más (Santa Cruz)”, coreaban los manifestantes concentrados en la céntrica plaza 24 de Septiembre para festejar los resultados, como si el hecho de ser “revocado” en una región le impidiera gobernar en esa parte del país.
Entre los obstáculos al diálogo aparecen los estatutos autonómicos aprobados en referendos ilegales en mayo y junio pasados, que la dirigencia de la “media luna” no quiere poner a discusión, junto con su rechazo al proyecto de nueva Constitución promovido por el gobierno nacional. Buscan además la restitución de los impuestos recortados para pagar la Renta Dignidad y aumentar los presupuestos municipales. Por su parte, el gobierno propuso “constitucionalizar” las autonomías pero en el marco del texto aprobado en diciembre por la Asamblea Constituyente –con un perfil nacionalista e indigenista–, y enviar los temas en conflicto a un plebiscito nacional “para que el pueblo dirima”. Pero, por ahora, las posibilidades de acercamiento transitan por un camino lleno de obstáculos, incluidos un rosario de recelos, desconfianzas y visiones enfrentadas de país, en una lucha entre una nueva elite emergente y otra que perdió su influencia nacional pero logró atrincherarse en sus regiones gracias a la reactivación de las identidades locales que remiten a las históricas peleas contra el centralismo paceño y tocan fibras sensibles como la supuesta revancha étnica promovida por un gobierno aymara-quechua. Los más radicales, como el grupo independentista Nación Camba, hablan incluso de las “hordas del Estado incaico”.

En cualquier caso, los resultados van quitando del medio dos discursos maniqueos: que las autonomías son sólo una demanda de un pequeño grupo oligárquico sin un real apoyo popular. Y, más aún, las cotidianas quejas de políticos opositores y analistas señalando que el de Evo Morales es un gobierno sostenido en un fundamentalismo indígena que había perdido a las clases medias y gobernaba acorralado en la Bolivia andina. La expansión hacia el oriente del voto del presidente boliviano, combinado con una la amplia confirmación de los líderes autonomistas dejó claro también que unos y otros están ahí para quedarse y ningún bando puede ignorar a sus adversarios, ilusionarse con tumbarlos o quitarles legitimidad para gobernar.
_________________________________________________
Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín Solidario