Suiza: un sindicalismo diferente,
La huelga de los trabajadores de CFF Cargo
Historias de una asamblea
Construyendo Nº 31
http://construyendo.nuevaradio.org/
La Haine
http://www.lahaine.org/
Historias de una asamblea
Construyendo Nº 31
http://construyendo.nuevaradio.org/
La Haine
http://www.lahaine.org/
.
Toda lucha de los trabajadores revela, más allá de lo que aparece como anécdota, la inteligencia colectiva de los asalariados.
El jueves 6 de marzo, 430 trabajadores de los talleres mecánicos de CFF Cargo (servicio de carga de los ferrocarriles suizos) se lanzaron a la huelga en la ciudad de Bellinzona, capital del Cantón Tessino, de habla italiana. El “inhabitual” conflicto que conmovió al país (que no conocía una huelga en los servicios públicos desde hacía décadas), tuvo una amplia repercusión en la prensa capitalista de Suiza y Europa que “informaban”, alarmados, del quiebre de la “paz social” impuesta por los sucesivos gobiernos derechistas y las patronales en transa con las direcciones sindicales socialdemócratas.
El “conflicto” se extendió a otras regiones, donde también se protestó contra la “reestructuración” (cierre de talleres y “recorte” de empleos) de esta empresa que pertenece a la Confederación Helvética (Estado suizo) y depende directamente de Moritz Leuenberger, ministro de Transportes. La población de la región del Tessino, algunas fuerzas de la izquierda anticapitalista y hasta el obispo de la ciudad de Lugano se volcaron al apoyo de los huelguistas. En Berna se manifestaron 5 mil personas en contra de la “reestructuración” (o sea, despidos). Y en Bellinzona, alrededor de 10 mil manifestantes se concentraron en solidaridad con los huelguistas de los talleres. Fue la expresión popular más importante que se recuerde en el Cantón Tessino.
El jueves 6 de marzo, 430 trabajadores de los talleres mecánicos de CFF Cargo (servicio de carga de los ferrocarriles suizos) se lanzaron a la huelga en la ciudad de Bellinzona, capital del Cantón Tessino, de habla italiana. El “inhabitual” conflicto que conmovió al país (que no conocía una huelga en los servicios públicos desde hacía décadas), tuvo una amplia repercusión en la prensa capitalista de Suiza y Europa que “informaban”, alarmados, del quiebre de la “paz social” impuesta por los sucesivos gobiernos derechistas y las patronales en transa con las direcciones sindicales socialdemócratas.
El “conflicto” se extendió a otras regiones, donde también se protestó contra la “reestructuración” (cierre de talleres y “recorte” de empleos) de esta empresa que pertenece a la Confederación Helvética (Estado suizo) y depende directamente de Moritz Leuenberger, ministro de Transportes. La población de la región del Tessino, algunas fuerzas de la izquierda anticapitalista y hasta el obispo de la ciudad de Lugano se volcaron al apoyo de los huelguistas. En Berna se manifestaron 5 mil personas en contra de la “reestructuración” (o sea, despidos). Y en Bellinzona, alrededor de 10 mil manifestantes se concentraron en solidaridad con los huelguistas de los talleres. Fue la expresión popular más importante que se recuerde en el Cantón Tessino.
.
Una escuela de comunicación
El 9 de abril, luego de 32 días de ocupación de los talleres, la huelga fue levantada. Se había triunfado. El viernes 11, a las 13 horas, en el gran taller de pintura, centro neurálgico de la huelga, se realizó la primera asamblea general de información luego del retorno al trabajo. La expresión centro neurálgico no es utilizada a la ligera. En efecto, en el taller de pintura se desarrollaron las asambleas de los huelguistas. Allí se hicieron los debates, el reparto de tareas, se tomaron las decisiones, y el control de los mandatos de los delegados. Los trabajadores tenían acceso a toda la información sobre las negociaciones, en tiempo real. Nada se hacía en reuniones de cúpula. Dicho de otro modo, se puso en práctica una democracia viva y efectiva. En este “centro administrativo” de la huelga se organizó, sistemáticamente, la ayuda financiera, sometida a un estricto control. Los resultados eran comunicados diariamente. Las sumas obtenidas alcanzaron, al 11 de abril, la suma de 1,5 millón de francos (alrededor de un millón de dólares), lo que traduce el apoyo ofrecido a los huelguistas de parte de otros asalariados, colectivos públicos, organizaciones sociales, etc. Se distribuyeron cerca de 6.000 mails y más de 5.500 SMS con el fin de informar a la mayor cantidad de personas sobre la huelga.
Los huelguistas impusieron “su” comunicación, sin depender pasivamente de los “grandes medios”, tal cual hacen los politiqueros y los burócratas sindicales. Al contrario, en todo momento los trabajadores desarrollaron su propia comunicación, politizando y extendiendo a otros sectores de asalariados la lucha en CFF Cargo. De esta forma, el taller de pintura fue, en todo caso, el instrumento de socialización y una escuela de conocimiento sobre un acontecimiento excepcional en Suiza: una huelga con ocupación durante un mes. La estrategia del comité de huelga tuvo una importancia vital en la transmisión generacional de una experiencia de confrontación sindical y política.
Los huelguistas defendieron una reivindicación firme y simple: retirar el plan de “reestructuración”, obtener garantías y obligar a la dirección de CFF Cargo a cambiar su objetivo de “recortar” empleos. Con calma y determinación, los trabajadores consiguieron imponer sus demandas en toda la línea. Esto fue posible gracias a la unidad, la convicción, y la comprensión, cada día acumulada, del conjunto de las apuestas que la lucha revelaba paso a paso.Miembros de un trabajador colectivo
Volviendo a la asamblea del 11 de abril. Ante más de 400 trabajadores, el comité de huelga presentó el balance de la lucha a través de uno de sus miembros, Gianni Frizzo. De entrada, llamó la atención de todas y todos los participantes sobre que la batalla lejos estaba de haber terminado: “La vuelta triunfal del 9 de abril, con el reinicio del trabajo, no puede cegarnos sobre las dificultades que tenemos ahora. Retomar el trabajo es difícil.
La huelga deja huellas y fatigas. La puesta en marcha puede ser la ocasión de tensiones en los talleres. Por eso es absolutamente necesario sostener un contacto permanente entre los talleres, los delegados y el comité de huelga que, por lo decidido el 8 de abril, se mantiene en funciones y en comunicación con el personal”. Y agregó: “Nosotros aseguramos que todas las locomotoras y todos los vagones retornen a Bellinzona para su reparación, así como en una próxima fase que las secciones se desarrollen y que las inversiones sean hechas.”
Al mismo tiempo, puso en guardia a los trabajadores sobre posibles maniobras del director de la empresa, Roland Kuster, en el sentido de revertir la victoria de los huelguistas y volver a intentar nuevas operaciones de “reestructuración”. Es decir, el comité de huelga convocó a los trabajadores a mantenerse activos y vigilantes de los compromisos. Volver al trabajo implicaba “limpiar” el taller de pintura. Esto fue discutido. Y se tomaron dos decisiones: La primera: mantener la ropa de trabajo utilizada, como símbolo de la protesta contra los despidos del 6 de marzo anunciados por la dirección de CFF Cargo; 2) transmitir a un fondo especial de los Archivos de la ciudad, el conjunto de materiales y fotos de la huelga y los trabajos en el taller de pintura, como forma concreta de demostrar que todos “estamos juntos, ayer, hoy y mañana”.
Justamente, para que la experiencia acumulada en esta lucha, por los huelguistas, otros sectores asalariados, y amplias capas de la población, se mantuviera como parte de la memoria necesaria (y de la comprensión política) de esta lucha histórica. Al final de los debates, y tras innumerables intervenciones que hicieron referencia a los distintos momentos de la huelga, al rol de la unidad, y a lo decisivo de la solidaridad de otros asalariados y sectores populares para alcanzar la victoria, una conclusión quedó plenamente establecida: la importancia de ser miembros de “un trabajador colectivo”.
Es decir, de una expresión democrática y concreta de la lucha de la clase trabajadora, donde las decisiones se tomaron sin distinciones funcionales (tanto valía ser un “técnico” como un obrero “común”), y sin subordinación alguna a los “dirigentes” sindicales.
* La nota que publicamos tiene como fuentes diversos medios alternativos y un artículo más extenso de Charles-André Udry (La Breche, nueva serie, Nº 2, Lausanne, abril 2008), quincenario del Movimiento Por el Socialismo
(http://www.alencontre.org/). Traducción de Ernesto Herrera.
__________________________________________________________Una escuela de comunicación
El 9 de abril, luego de 32 días de ocupación de los talleres, la huelga fue levantada. Se había triunfado. El viernes 11, a las 13 horas, en el gran taller de pintura, centro neurálgico de la huelga, se realizó la primera asamblea general de información luego del retorno al trabajo. La expresión centro neurálgico no es utilizada a la ligera. En efecto, en el taller de pintura se desarrollaron las asambleas de los huelguistas. Allí se hicieron los debates, el reparto de tareas, se tomaron las decisiones, y el control de los mandatos de los delegados. Los trabajadores tenían acceso a toda la información sobre las negociaciones, en tiempo real. Nada se hacía en reuniones de cúpula. Dicho de otro modo, se puso en práctica una democracia viva y efectiva. En este “centro administrativo” de la huelga se organizó, sistemáticamente, la ayuda financiera, sometida a un estricto control. Los resultados eran comunicados diariamente. Las sumas obtenidas alcanzaron, al 11 de abril, la suma de 1,5 millón de francos (alrededor de un millón de dólares), lo que traduce el apoyo ofrecido a los huelguistas de parte de otros asalariados, colectivos públicos, organizaciones sociales, etc. Se distribuyeron cerca de 6.000 mails y más de 5.500 SMS con el fin de informar a la mayor cantidad de personas sobre la huelga.
Los huelguistas impusieron “su” comunicación, sin depender pasivamente de los “grandes medios”, tal cual hacen los politiqueros y los burócratas sindicales. Al contrario, en todo momento los trabajadores desarrollaron su propia comunicación, politizando y extendiendo a otros sectores de asalariados la lucha en CFF Cargo. De esta forma, el taller de pintura fue, en todo caso, el instrumento de socialización y una escuela de conocimiento sobre un acontecimiento excepcional en Suiza: una huelga con ocupación durante un mes. La estrategia del comité de huelga tuvo una importancia vital en la transmisión generacional de una experiencia de confrontación sindical y política.
Los huelguistas defendieron una reivindicación firme y simple: retirar el plan de “reestructuración”, obtener garantías y obligar a la dirección de CFF Cargo a cambiar su objetivo de “recortar” empleos. Con calma y determinación, los trabajadores consiguieron imponer sus demandas en toda la línea. Esto fue posible gracias a la unidad, la convicción, y la comprensión, cada día acumulada, del conjunto de las apuestas que la lucha revelaba paso a paso.Miembros de un trabajador colectivo
Volviendo a la asamblea del 11 de abril. Ante más de 400 trabajadores, el comité de huelga presentó el balance de la lucha a través de uno de sus miembros, Gianni Frizzo. De entrada, llamó la atención de todas y todos los participantes sobre que la batalla lejos estaba de haber terminado: “La vuelta triunfal del 9 de abril, con el reinicio del trabajo, no puede cegarnos sobre las dificultades que tenemos ahora. Retomar el trabajo es difícil.
La huelga deja huellas y fatigas. La puesta en marcha puede ser la ocasión de tensiones en los talleres. Por eso es absolutamente necesario sostener un contacto permanente entre los talleres, los delegados y el comité de huelga que, por lo decidido el 8 de abril, se mantiene en funciones y en comunicación con el personal”. Y agregó: “Nosotros aseguramos que todas las locomotoras y todos los vagones retornen a Bellinzona para su reparación, así como en una próxima fase que las secciones se desarrollen y que las inversiones sean hechas.”
Al mismo tiempo, puso en guardia a los trabajadores sobre posibles maniobras del director de la empresa, Roland Kuster, en el sentido de revertir la victoria de los huelguistas y volver a intentar nuevas operaciones de “reestructuración”. Es decir, el comité de huelga convocó a los trabajadores a mantenerse activos y vigilantes de los compromisos. Volver al trabajo implicaba “limpiar” el taller de pintura. Esto fue discutido. Y se tomaron dos decisiones: La primera: mantener la ropa de trabajo utilizada, como símbolo de la protesta contra los despidos del 6 de marzo anunciados por la dirección de CFF Cargo; 2) transmitir a un fondo especial de los Archivos de la ciudad, el conjunto de materiales y fotos de la huelga y los trabajos en el taller de pintura, como forma concreta de demostrar que todos “estamos juntos, ayer, hoy y mañana”.
Justamente, para que la experiencia acumulada en esta lucha, por los huelguistas, otros sectores asalariados, y amplias capas de la población, se mantuviera como parte de la memoria necesaria (y de la comprensión política) de esta lucha histórica. Al final de los debates, y tras innumerables intervenciones que hicieron referencia a los distintos momentos de la huelga, al rol de la unidad, y a lo decisivo de la solidaridad de otros asalariados y sectores populares para alcanzar la victoria, una conclusión quedó plenamente establecida: la importancia de ser miembros de “un trabajador colectivo”.
Es decir, de una expresión democrática y concreta de la lucha de la clase trabajadora, donde las decisiones se tomaron sin distinciones funcionales (tanto valía ser un “técnico” como un obrero “común”), y sin subordinación alguna a los “dirigentes” sindicales.
* La nota que publicamos tiene como fuentes diversos medios alternativos y un artículo más extenso de Charles-André Udry (La Breche, nueva serie, Nº 2, Lausanne, abril 2008), quincenario del Movimiento Por el Socialismo
(http://www.alencontre.org/). Traducción de Ernesto Herrera.
Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín Solidario
0 Responses to "Suiza: un sindicalismo diferente,"
Publicar un comentario