Perú - Crónica sobre el paro en Trujillo
Ocurrió en Trujillo el 9 de Julio
Por Salvador Mendoza Maquiavelo
Por Salvador Mendoza Maquiavelo
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Después de pre concentraciones obligadas y de recorridos dispuestos, los gremios y organizaciones políticas desembocaron en la plaza de Armas de Trujillo, una de las más grandes del Perú. Casi llenaron los dos tercios. Desfilaron organizaciones sindicales del campo y de la ciudad, de obreros y de empleados. Llevaban pancartas alusivas y significativas inscripciones, con lemas que calificaban mal al gobierno y su política. Un gremio portó una enorme rata negra con una alusión presidencial. El recorrido fue bullicioso, pacífico y ordenado, acompañado por un nutrido cordón policial, fruncido y amenazante, cuya función fue más de adorno que de necesidad. Pues el orden y la disciplina estaban garantizados por la suma responsabilidad del pueblo, democrático y solidario.
No estuvieron todos los que debían estar por diferencias de tinte político y gremial, pues no estuvieron los transportistas, los taxistas, los cañeros, pequeños y medianos agricultores de las campiñas que rodean a Trujillo, es decir del valle Santa Catalina, entre otros. Sin embargo fue una movilización nutrida como no se ha visto en muchos años.
Desde muy temprano se dejó sentir los efectos del paro. Los microbuses lo habían acatado, tanto como las combis (como siempre, también hubieron amarillos, muy escasos); y el número de taxis y colectivos había disminuido sensiblemente. La calle principal de Trujillo, Francisco Pizarro, la más concurrida, lucía casi desértica. Un sol esplendoroso acompañó
todo el día, era un alegre y vistoso, más bien optimista, con sabor a triunfo legítimo e indiscutible, un triunfo que se avizoró con claridad por la desesperación del gobierno, incluido sus denuestos, calumnias, mentiras, gastos excesivos y abusivos en propaganda contra el paro y con inscripciones en las paredes del Perú con lemas que expresan un peligroso terrorismo ideológico por parte del gobierno. Lo peor, e indigno de un estadista, fue el spot publicitario televisivo en el que se usaba la imagen y las frases del criminal Vladimiro Montesinos, como testimonio de verdad absoluta, en el que decía este sujeto que el Sutep nunca le había hecho un paro al gobierno de Fujimori, cuando realmente fueron seis. Esto, el spot televisivo, se financió con dinero proveniente de un programa de las NN UU.
El mitin empezó cerca del medio día. La plaza de Trujillo era una fiesta, la gente estaba firme y segura en sus decisiones. Fueron más o menos seis oradores, hegemonizado por el Movimiento Nueva Izquierda con su consabida visión unilateral y sectaria de los acontecimientos, y todos ellos dijeron lo mismo. Se olvidaron del hecho que se estaba viviendo, de la particularidad del momento y de la necesaria ratificación de una propuesta regional para encaminarse hacia la real descentralización y el desarrollo. Nada en absoluto se dijo. Hay problemas serios en Chavimochic, particularmente con Camposol, con el grupo Gloria en el valle Chicama, con las relaciones laborales en la hacienda Laredo, con los productores arroceros y el TLC que pretende producir una reconcentración de la gran propiedad en el agro del valle Jequetepeque, igualmente el problema con las mineras; también la comunicación vial en el ámbito andino entre otras cosas. Se reiteraron asuntos que más parecían lemas redundantes y cansados. Efectivamente, la gran parte de los manifestantes se retiraron ante discursos de ese tipo y llamados a la unidad sólo como lema, sin contenidos reales, y lo que es sustantivo sobre cuáles son las nuevas bases de la unidad, pues las del pasado ya no sirven porque condujeron al fracaso y la derrota.
Lo particular, fueron las condiciones económicas y políticas del gobierno que crearon las condiciones para la realización de una gran protesta social. Ocurre que los que dirigen el paro creen que es suficiente organizarlo y concretizarlo; y que no es oportuno darle una nueva perspectiva a este descontento social. Que lo haga reflexionar sobre la gran capacidad del movimiento popular para crear una nueva realidad democrática y un nuevo futuro. Realmente fue una oportunidad perdida, una más.
.Después de pre concentraciones obligadas y de recorridos dispuestos, los gremios y organizaciones políticas desembocaron en la plaza de Armas de Trujillo, una de las más grandes del Perú. Casi llenaron los dos tercios. Desfilaron organizaciones sindicales del campo y de la ciudad, de obreros y de empleados. Llevaban pancartas alusivas y significativas inscripciones, con lemas que calificaban mal al gobierno y su política. Un gremio portó una enorme rata negra con una alusión presidencial. El recorrido fue bullicioso, pacífico y ordenado, acompañado por un nutrido cordón policial, fruncido y amenazante, cuya función fue más de adorno que de necesidad. Pues el orden y la disciplina estaban garantizados por la suma responsabilidad del pueblo, democrático y solidario.
No estuvieron todos los que debían estar por diferencias de tinte político y gremial, pues no estuvieron los transportistas, los taxistas, los cañeros, pequeños y medianos agricultores de las campiñas que rodean a Trujillo, es decir del valle Santa Catalina, entre otros. Sin embargo fue una movilización nutrida como no se ha visto en muchos años.
Desde muy temprano se dejó sentir los efectos del paro. Los microbuses lo habían acatado, tanto como las combis (como siempre, también hubieron amarillos, muy escasos); y el número de taxis y colectivos había disminuido sensiblemente. La calle principal de Trujillo, Francisco Pizarro, la más concurrida, lucía casi desértica. Un sol esplendoroso acompañó
todo el día, era un alegre y vistoso, más bien optimista, con sabor a triunfo legítimo e indiscutible, un triunfo que se avizoró con claridad por la desesperación del gobierno, incluido sus denuestos, calumnias, mentiras, gastos excesivos y abusivos en propaganda contra el paro y con inscripciones en las paredes del Perú con lemas que expresan un peligroso terrorismo ideológico por parte del gobierno. Lo peor, e indigno de un estadista, fue el spot publicitario televisivo en el que se usaba la imagen y las frases del criminal Vladimiro Montesinos, como testimonio de verdad absoluta, en el que decía este sujeto que el Sutep nunca le había hecho un paro al gobierno de Fujimori, cuando realmente fueron seis. Esto, el spot televisivo, se financió con dinero proveniente de un programa de las NN UU.
El mitin empezó cerca del medio día. La plaza de Trujillo era una fiesta, la gente estaba firme y segura en sus decisiones. Fueron más o menos seis oradores, hegemonizado por el Movimiento Nueva Izquierda con su consabida visión unilateral y sectaria de los acontecimientos, y todos ellos dijeron lo mismo. Se olvidaron del hecho que se estaba viviendo, de la particularidad del momento y de la necesaria ratificación de una propuesta regional para encaminarse hacia la real descentralización y el desarrollo. Nada en absoluto se dijo. Hay problemas serios en Chavimochic, particularmente con Camposol, con el grupo Gloria en el valle Chicama, con las relaciones laborales en la hacienda Laredo, con los productores arroceros y el TLC que pretende producir una reconcentración de la gran propiedad en el agro del valle Jequetepeque, igualmente el problema con las mineras; también la comunicación vial en el ámbito andino entre otras cosas. Se reiteraron asuntos que más parecían lemas redundantes y cansados. Efectivamente, la gran parte de los manifestantes se retiraron ante discursos de ese tipo y llamados a la unidad sólo como lema, sin contenidos reales, y lo que es sustantivo sobre cuáles son las nuevas bases de la unidad, pues las del pasado ya no sirven porque condujeron al fracaso y la derrota.
Lo particular, fueron las condiciones económicas y políticas del gobierno que crearon las condiciones para la realización de una gran protesta social. Ocurre que los que dirigen el paro creen que es suficiente organizarlo y concretizarlo; y que no es oportuno darle una nueva perspectiva a este descontento social. Que lo haga reflexionar sobre la gran capacidad del movimiento popular para crear una nueva realidad democrática y un nuevo futuro. Realmente fue una oportunidad perdida, una más.
Trujillo (Perú), 09 de julio de 2008
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