Italia - El auge y la caída de Rifondazione Comunista
Gran potencial desaprovechado
Christine Thomas, Lotta, CIT/CWI Italia
Christine Thomas, Lotta, CIT/CWI Italia
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Cuando Rifondazione Comunista se creó a finales de 1991, muchos esperaban que esto fuera el comienzo de una nueva ola en la organización de la representación de los obreros. Y en la radicalización de mediados de la década de 1990 se ganó el apoyo de miles de trabajadores y jóvenes como una alternativa a la clase política. En las elecciones generales de abril, sin embargo, perdió todos sus diputados, desacreditado por su participación en un gobierno capitalista. Ahora se enfrenta a un colapso total.
El PRC (Partito della Rifondazione Comunista) fue aniquilado en las elecciones generales italianas de abril, al perder la totalidad de los 66 diputados y senadores que tenía. El partido se presentó como Sinistra Arcobaleno (Izquierda arcoiris) con otros tres pequeños partidos de izquierda. Todos juntos alcanzaron el 3% del voto, menos que el 5´8% que el PRC había obtenido en la última elección del 2006. En suma, la Sinistra Arcobaleno ha perdido casi cerca de tres millones de votos.
Turín, una ciudad industrial en el noroeste de Italia y sede de la multinacional automovilística Fiat en Mirafiori, es un caso emblemático de la ignomiosa caída del PCR. No mucho después de su formación, el PRC obtuvo más votos en esta ciudad que el gigante PDS (Partito Democrático della Sinistra, el antiguo Partido Comunista). En el 2006, el PRC todavía fue capaz de conseguir en esta ciudad el 14% del voto. En esta ocasión la Sinistra Arcobaleno arañó el 4%, menos que la populista derechista Liga Norte, que alcanzó el 6´5%. De acuerdo con Il Manifesto, un periódico independiente de la izquierda, de los 15.000 obreros de Mirafiori solo nueve eran miembros de carnet del PRC antes de las elecciones.
El desastre en el que ha caído el PRC, el primer partido obrero post estalinista, revela gráficamente como la supervivencia de las nuevas formaciones obreras no está garantizada. Pueden surgir e incluso conseguir un apoyo de las masas, pero si sus líderes llevan a cabo una política incorrecta, también pueden caer rápidamente, perder su base social y enfrentarse a la desaparición. La caída del PRC debería ser una saludable lección para otras formaciones internacionales como el P-SOL (Partido Socialismo e Liberdade) en Brasil, Die Linke (La Izquierda) en Alemania, el Socialistische Partij en Holanda y, más recientemente, SYRIZA en Grecia.
Las consecuencias de la caída del PRC, de hecho, se harán presentes más allá de Italia. El partido nació hace 17 años, cuando en su 20º congreso, el PCI (Partido Comunista Italiano), una vez el partido comunista más grande de Europa occidental con 2 millones de miembros, votó en la estela de la caída del estalinismo en la Unión Soviética abandonar formalmente su pasado comunista y, simbólicamente, cambiar su nombre al de PDS. A pesar de que el PCI hace mucho tiempo que había adoptado un enfoque pro-capitalista y reformista, esto marcó un importante paso cualitativo en su transición hacia un partido capitalista. El PRC surgió como una división a la izquierda de aproximadamente un cuarto del PCI que se oponía a abandonar el comunismo. Pocos meses después 150.000 miembros se manifestaron bajo su bandera, incluyendo muchos trabajadores y jóvenes de fuera del PCI.
El nacimiento del PRC como partido comunista en favor de la lucha de clases y anti-estalinista, tuvo una enorme significación internacional. Era un gran partido obrero dispuesto a defender abiertamente las ideas del comunismo/socialismo en un momento en que esas ideas sufrían un feroz ataque ideológico por parte de la burguesía internacional como consecuencia de la caída del estalinismo. A lo largo de toda Europa occidental, los antiguos partidos obreros fueron abandonando el socialismo, aceptando el mercado capitalista y “aburguesándose”. El PRC, sin embargo, se mantuvo fuera de esta tendencia como partido anti-capitalista convirtiéndose por lo tanto en un polo de atracción y punto de referencia para miles de obreros y jóvenes dentro y fuera de Italia.
Gran potencial desperdiciado
El subsiguiente colapso del PRC no era inevitable. Por el contrario, reuniendo a muchos de los mejores luchadores obreros, tenía potencial para desarrollar un partido obrero revolucionario capaz de liderar a la clase trabajadora hacia una transformación socialista de la sociedad. Al comienzo de la década de 1990 la política italiana y el sistema estatal era un alboroto. Los magistrados habían levantado la tapa de la corrupción endémica que llegaban al aparato estatal e involucraban a miles de políticos y hombres de negocios. La caída desde el escándalo Tangentopoli, como es sabido, fue tan grande que destrozó al principal partido capitalista, Democracia Cristiana (DC). El PSI (Partido Socialista Italiano) también se desintegró en muchos partidos menores. Ningún partido político salió indemne de estas crisis.
La consiguiente reacción contra la corrupción del sistema político permitió la victoria de Silvio Berlusconi en las elecciones generales de 1994. Con su recién creada Forza Italia (Vamos, Italia) se presentó como una “cara nueva” un hombre de negocios hecho a sí mismo (en aquel momento el más rico de Italia) que no procedía de la clase política y que era capaz de llevar a Italia al éxito como le había ocurrido a él mismo. Su gobierno duró sólo 9 meses. En el “otoño caliente” de 1994 millones de obreros fueron a la huelga y millones de trabajadores, pensionistas y jóvenes tomaron las plazas contra la reforma de pensiones propuesta por Berlusconi.
El PRC se había ya establecido como un partido combativo en las luchas contra los ataques de los gobiernos previos. Con claras políticas y tácticas revolucionarias el PRC podría haber emergido gracias al gran movimiento existente como un partido obrero de masas capaz de desafiar al poder. La constitución del partido declaraba que el PRC estaba inspirada en los valores del marxismo y se mantenía en la lucha por la derrota del capitalismo y la transformación de la sociedad. Sin embargo, aunque sobre el papel el programa del PRC parece revolucionario, su liderazgo no tenía claro como ganar el apoyo de la clase obrera.
Para la mayor parte de los líderes del PRC el movimiento huelguístico fue simplemente visto como una oposición a la reforma de pensiones y ataques impositivos y no como una lucha para ganar a las masas obreras para el cambio revolucionario. El PRC invitaba a Berlusconi a irse pero no adelantó un programa concreto para el desarrollo de la huelga unido a la petición de un gobierno obrero. En lugar de eso, actuó como animador de la huelga, apoyando sin críticas a los líderes sindicales, inclusive cuando se suspendió una segunda huelga general.
Fundamentalmente, el problema fue que los líderes del PRC no habían realmente roto con las “etapas” de acercamiento a los partidos capitalistas que el PCI adoptó después de la svolta di Salerno (vuelta de Salerno) en 1944. Esto significaba que el PRC no abogaba por un programa socialista consistente, sino que mantuvo una división entre demandas “máximas” y “mínimas” y continuamente se acercó a la posición “menos mala”, especialmente en apoyo de muchas políticas de L´Ulivo (El Olivo), coalición de gobierno de finales de la década de 1990 y parte del entonces gobierno de Prodi. No obstante el PRC se benefició electoralmente de su oposición al primer gobierno de Berlusconi subiendo su voto nacional en 1996 hasta el 8,4% y creciendo más en otras áreas (del 8´8% al 24´7% en Florencia, por ejemplo). Sin embargo se desperdició una oportunidad crucial de construir un partido de masas.
Balance de poder
La reciente derrota electoral del PRC puede ser principalmente atribuida a los dos años anteriores (2006-08) durante los cuales participó en el gobierno capitalista de Romano Prodi. Sin embargo, el proceso hacia la participación en gobiernos burgueses empezó mucho antes. Antes de la victoria de Berlusconi en 1994 la mayoría de líderes del PRC habían aprobado una política de “progresiva” alianza política con el PDS en nombre de la “unidad de la izquierda”, para prevenir el “aislamiento” y “parar a la derecha”.
El mismo PDS se estaba moviendo rápidamente a la derecha apoyando abiertamente las privatizaciones y la agenda neoliberal de la clase capitalista. No obstante, muchos trabajadores apoyaron todavía al partido y el objetivo del PRC debería haber sido ganarse a esos obreros a través de unidad de acción y lucha sobre temas concretos como la reforma de pensiones. Temporalmente, tener alianzas electorales tácticas mientras se preserva la independencia y autonomía política del PRC, podría haber formado una parte legítima de este proceso de ruptura de los obreros con el PDS. Sin embargo, este no fue el objetivo de la mayoría de líderes del PRC que mientras todavía usaban una fraseología revolucionaria sobre la “derrota del capitalismo”, buscaban sustituir la acción de masas con las alianzas desde arriba con los “progresivos” partidos capitalistas.
En las elecciones de 1996 el PRC se presentó independiente aunque tenía un acuerdo electoral con El Olivo de Prodi, que incluía partidos capitalistas. Cuando El Olivo ganó las elecciones, el PRC no se unió a la coalición gubernamental declarando que se opondría a cualquier medida anti-obrera que el gobierno aprobara pero sin llegar a votar por la caída del gobierno. Con 35 diputados el PRC mantenía la balanza de poder.
En los comienzos del gobierno de Prodi esto no era necesariamente un acercamiento incorrecto. Berlusconi acababa de deshacerse y las masas obreras no eran todavía conscientes del carácter anti-obrero de El Olivo y creían que se les podría presionar a favor de sus intereses. Si el PRC hubiera causado inmediatamente la caída del gobierno y la vuelta de Berlusconi esto podría no haber sido entendido y hubiera dañado la imagen del partido entre los obreros y la juventud. Sin embargo, los líderes del PRC no advirtieron suficientemente el avance de la naturaleza capitalista del gobierno y las políticas neoliberales que estaba preparando, por lo que segó las ilusiones en el gobierno, subestimando su propio apoyo.
El principal objetivo de Prodi era preparar el capitalismo italiano para la entrada en el euro. Para alcanzar los criterios de Maastricht el gobierno recortó el gasto social, introdujo un impuesto del euro y llevó a cabo algunas de las privatizaciones más grandes de Europa. Se aplicó también el “paquete Treu” que estableció el trabajo precario (sueldos bajos en contratos de corta duración con escasos derechos). Los líderes del PRC no solo fallaron al preparar a la clase obrera ante este ataque, sino que apoyaron estas políticas en el parlamento, a pesar de su oposición verbal.
Cuándo la naturaleza real del gobierno se hizo clara, creció el descontento sobre el gobierno de Prodi y se volcó en una pérdida de apoyo electoral del PRC y una intranquilidad interna en el partido. En este contexto es cuando el PRC dejó de apoyar al gobierno en 1998 y la administración de Prodi cayó. Pero el PRC no preparó el fondo de esta ruptura. En 1997, por ejemplo, se retira inicialmente el apoyo por un recorte del presupuesto, pero una semana más tarde se cambió y se votó a favor, al conceder Prodi algunas pequeñas peticiones. Esto creo una enorme confusión entre los miembros y seguidores del PRC. Cuando un año después se retiró el apoyo al gobierno, fue con un presupuesto mucho menos severo que el presupuesto de “sangre y lágrimas” apoyado en 1996.
Debido a este fallo al anticipar los acontecimientos y preparar y movilizar a las masas obreras, debido a su inconsistencia y sobre todo, debido a su apoyo a las políticas capitalistas, el PRC sufrió una erosión en su apoyo entre los asociaron el partido con los ataques de Prodi. Al mismo tiempo, el partido se expuso a las acusaciones de allanar el camino de vuelta de Berlusconi. El liderazgo mayoritario del PRC claramente no aprendió nada de su experiencia cuando en el 2006, el actual partido entró otra vez en un gobierno capitalista de nuevo liderado por Prodi, agravando sus errores previos y poniendo en juego su propia existencia.
Aumento de la lucha de clases.
Sin embargo, el desarrollo del PRC no fue una continua caída. Como resultado de su apoyo al gobierno de El Olivo, el partido se enfrentó a una disminución de apoyo electoral y de miembros. También sufrió una escisión a la derecha liderada por el presidente Armando Cossutta sobre la continuidad del apoyo al Gobierno de Prodi. El recién formado PdCI (Partido de los Comunistas Italianos) se llevó el 10% de los miembros y el 65% de los diputados.
En esta situación, el liderazgo mayoritario alrededor de Fausto Bertinotti intentó apuntalar la base social del PRC con un giro a la izquierda. Bertinotti mismo era un respetado y carismático líder con una reputación de honesto luchador de clase. Su poderosa oratoria incluía frecuentes referencias al marxismo y a la revolución, pero en la práctica se volvió más reformista. Cada vez más, a comienzos de la década del 2000, Bertinotti tomó prestadas frases de la crítica de Leon Trotsky al estalinismo de la antigua Unión Soviética a la vez que movía al PRC a la derecha en sus políticas diarias en Italia. Manteniendo la tradición de los líderes del PCI de la posguerra, Bertinotti no rechazó las alianzas electorales con los partidos capitalistas. Por el contrario, el partido entró en coalición a nivel local con el PDS en lugares donde se estaban aplicando recortes sociales.
Sin embargo, a nivel nacional el partido estuvo en la oposición cuando la situación objetiva empezó a cambiar dramáticamente. Berlusconi fue reelegido en el 2001 (como consecuencia de la desilusión con el gobierno de El Olivo) desencadenando una serie de huelgas generales por la defensa del artículo 18 de la ley laboral, que brindaba protección a los trabajadores frente al despido injusto, y en oposición a los ataques a las pensiones. En 2002, 12 millones de trabajadores se vieron envueltos en una huelga general y tres millones se manifestaron en Roma. El movimiento antiglobalización y los movimientos contra la guerra de Afganistán e Iraq también movilizaron cientos de miles de jóvenes y trabajadores. En este momento de aumento de lucha social y de clase, hubiera sido posible para el PRC desarrollar una fuerza de masas capaz de desafiar al poder. Sin embargo, éste nunca fue el objetivo de los líderes mayoritarios. Para Bertinotti y compañía, los movimientos antiglobalización, antiguerra y de obreros no fueron más que un medio para reponer sus filas e incrementar su apoyo electoral para estar en una posición de fuerza y gobernar en alianza con los partidos capitalistas “progresistas” en el futuro.
El PRC se lanzó al “movimiento de movimientos” pero sin abordar ninguna de sus deficiencias y debilidades. Comprensiblemente, muchos de los jóvenes envueltos en los movimientos antiglobalización estaban en contra de los partidos políticos. Pero, en lugar de explicar pacientemente porqué un partido obrero independiente y joven era necesario para luchar colectivamente por las reformas y construir “otro mundo”, el PRC efectivamente se convirtió en excusa del movimiento fallando completamente en levantar la conciencia y la comprensión de miles de jóvenes y trabajadores que entraron en contacto con ellos. De nuevo, no se aplicó una estrategia para desarrollar y extender las luchas obreras. De hecho, para la mayoría de los líderes el papel central de la clase trabajadora y la idea de la lucha de clases se fueron convirtiendo en vagas referencias a la “no violencia” y a los “movimientos”.
Sin embargo, el partido se convirtió en un polo de atracción durante el periodo 2001-03, especialmente para la gente joven. Pero su crecimiento cayó muy por debajo del potencial inherente a la situación. Y no consiguió retener a muchos de los que había conseguido reclutar, con decenas de miles de afiliados abandonandolo cada año en un constante cambio de miembros de alrededor del 30% anual.
Presión sobre las nuevas formaciones.
En el congreso de Venecia del 2005, los delegados votaron por un 60% contra 40% a favor de una resolución que apoyaba la participación del PRC en un futuro gobierno capitalista. Esta decisión provocó una gran intranquilidad en muchos miembros recordando la caída que supuso el apoyo a El Olivo. Muchos de los argumentos a favor eran ya familiares. Era necesario unirse para “derrotar a Berlusconi y a la derecha”, y para prevenir el aislamiento e incluso el “colapso” del PRC.
Argumentos parecidos habían sido usados y serán usados en el futuro para presionar a las nuevas formaciones obreras a entrar en coalición con los partidos capitalistas en otros lugares. En Alemania, por ejemplo, el PDS (Partido del Socialismo Democrático), ahora parte de Die Linke (La Izquierda), ya ha gobernado dos estados con el capitalista SPD (Partido Socialdemócrata Alemán) aprobando sueldos antiobreros y recortes sociales. El partido se verá más presionado a unirse al SPD en un gobierno nacional. En Holanda, el Socialistische Partij estaba dispuesto a aliarse con el Partij van de Arbeid (Partido del Trabajo) tras las últimas elecciones. Finalmente esto no ocurrió, pero sólo porque el Partido del Trabajo encontró un socio alternativo en el capitalista Christen-Democratisch Appel y el ChristenUnie (Unión Cristiana). En Grecia, las encuestas de opinión apoyaban a la nueva formación de izquierdas, SYZIRA (Coalición de la Izquierda Radical) en algunos momentos con el 18%. Esta también se enfrentará a las propuestas de entrar en coalición gubernamental con el Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK, antiguos socialdemócratas). La experiencia negativa del PRC debería ser un fuerte argumento contra la entrada en los gobiernos capitalistas.
No hay duda de que en las elecciones del 2006 hubo un fuerte deseo de unión entre los trabajadores para derrotar a Berlusconi. Esto podría haberse conseguido a través de una alianza electoral temporal. Pero, al mismo tiempo, habría sido necesario para el PRC mantener su propio programa político independiente, mantenerse fuera del gobierno capitalista de Prodi, advertir a los trabajadores de los ataques de clase antiobreros que el gobierno desencadenaría, para organizar a los trabajadores y jóvenes para luchar en defensa de sus intereses y en oposición a esos ataques. Nada de eso ocurrió.
Después de la victoria de la “Unione” de Prodi en abril del 2006, Bertinotti se convirtió en portavoz de la Cámara Baja y Paulo Ferrero en Ministro de Bienestar Social y Solidaridad Social. La mayoría del PRC argumentaba que estando dentro del gobierno sería posible tener más influencia sobre él y “llevarlo a la izquierda”. Sin embargo, rápidamente se hizo claro que la mayor influencia sobre el gobierno de Prodi no provenía del PRC sino de los jefes de Confindustria. Al entrar en el gobierno, el PRC fue visto por los obreros y jóvenes como parte responsable de las subidas de impuestos, ataques a las pensiones y al bienestar, de la precariedad del trabajo, los salarios bajos, la subida de precios y la política exterior a favor del imperialismo norteamericano.
Los líderes continuaron argumentando que el PRC era al mismo tiempo un partido del gobierno y un partido de lucha. Pero manteniéndose en el gobierno ocurrió lo mismo que antes. En respuesta a aquellos que llamaban al PRC a abandonar el gobierno, los líderes argumentaban que eso significaría el fin del PRC como si eso mismo no tuviera ninguna influencia. La idea de que el partido y su influencia podrían ser construidos a través de la lucha de clases era ahora un completo anatema. Por supuesto los representantes del PRC se opusieron verbalmente a las medidas antiobreras de Prodi y ocasionalmente incluso fueron a manifestaciones, pero a los ojos de los obreros y los jóvenes ellos eran responsables por haberlas votado en el parlamento.
En las elecciones locales de mayo del 2007, el partido perdió dos tercios de sus votos, un claro signo de como la participación en el gobierno había socavado claramente su apoyo electoral. El 9 de junio, dos protestas nacionales antiguerra rivales tuvieron lugar en Roma para coincidir con la visita a Italia de George Bush. Mientras 150.000 personas tomaron parte en la protesta organizada por el movimiento antibélico No Dal Molin (No a la base norteamericana en Dal Molin), y los sindicatos de base, especialmente Cobas (Confederación del Comité de Base), el acto simultáneo organizado por el PRC y otros partidos de izquierda en el gobierno de Prodi fue un completo fracaso con solo un puñado de personas participando. El PRC estaba perdiendo toda credibilidad ante las capas que una vez le habían mirado como un partido comprometido, luchador y anticapitalista.
Finalmente los catastróficos resultados de las elecciones generales de este año mostraron la total quiebra la política de los líderes principales. Una táctica que se suponía era para derrotarla, supuso allanar el camino a la derecha para la tercera victoria de Berlusconi, doblar el apoyo a la ultraderechista Liga Norte que recogió votos del propio PRC y la elección de un neofascista como alcalde de Roma. Una táctica que, como se dijo, prevendría la caída del PRC terminó acelerando su declive viciado con los ataques antiobreros del gobierno de Prodi.
¿Qué hay del futuro?
¿Ha terminado el PRC como partido obrero o podría volver a lo que tenía en el pasado? El resultado del próximo congreso, que tendrá lugar en julio, será decisivo para su futuro. El desastre electoral ha tenido un efecto bomba dentro del partido. En el encuentro postelectoral del comité político nacional, los viejos líderes fueron expulsados y la mayoría se dividió para convertirse en una minoría. Su proyecto había sido disolver el PRC dentro de la Sinistra Arcobaleno, un tipo de social-liberalismo aliado del PD (Partido Democrático) en el que, de acuerdo con Bertinotti, el comunismo sería solo una “tendencia cultural”. Esta era la lógica progresión de su reformista sustitución de una lucha de clases por una colaboración de clases.
Hay una batalla librada por los grupos de oposición que todavía permanecen en el PRC. Pero incluso si deciden prevenirse de un mayor éxodo del partido, que no está claro, y unir sus fuerzas, no es probable que tengan éxito para “recuperar” el partido durante la conferencia. La nueva mayoría es liderada por Paulo Ferrero, que tomó parte en la antigua mayoría de Bertinotti y por un ministro del gobierno de Prodi. Está a favor de continuar con la Sinistra Arcobaleno, pero como una “federación”. Es posible que pudiera llegar a un acuerdo con la antigua mayoría que a raíz de la debacle electoral dice ahora ¡qué nunca se buscó disolver el PRC!
Ferrero habla de “oposición social”, de volver a los lugares de trabajo y a las comunidades a reconstruir el PRC desde abajo. En una situación de crisis económica, con luchas industriales y sociales en oposición a Berlusconi, es posible que el PRC liderado por Ferrero pudiera temporalmente incrementar su apoyo electoral. Pero Ferrero es todavía favorable a la participación en los gobiernos capitalistas que destruirán cualquier credibilidad de que el partido pueda ser capaz de rescatar entre los obreros y jóvenes. Si la nueva mayoría triunfa, entonces esto será lo más parecido a la muerte del PRC como partido obrero, pero más prolongada y con larga agonía que bajo la antigua mayoría.
La caída del PRC es un golpe a la clase obrera en Italia e internacionalmente. Los obreros italianos están sin un partido de lucha de clases en un momento de desarrollo económico y crisis social. El fallo del PRC será usado para desacreditar el comunismo/socialismo y la posibilidad de construir nuevos partidos obreros. Pero incluso las derrotas pueden tener un lado positivo si las razones son entendidas y no repetidas.
En Italia, como en muchos otros países europeos, la clase trabajadora se enfrenta ahora a la tarea de construir un nuevo partido obrero capaz de asegurarse el apoyo popular. El país está ya experimentando una crisis económica seria con el menor crecimiento de Europa. Una recesión en los EE.UU. y un empeoramiento de la situación económica mundial, intensificarán esa crisis. A pesar de tener una clara mayoría en las elecciones de abril, la luna de miel de Berlusconi será probablemente corta cuando su gobierno se muestre incapaz de mejorar las condiciones de vida de los italianos. La propia clase gobernante teme que, sin una representación política en el parlamento, el enfado obrero explote en las calles y trabajos.
Las luchas económicas y sociales sentarán las bases para una real “refundación comunista”, la construcción de un partido obrero anticapitalista combativo, un partido que rechace la colaboración de las clases y que esté armado con un programa socialista que sea capaz de unir las luchas diarias de los obreros con la tarea de una transformación revolucionaria de la sociedad.
Sin duda hay muchos activistas que están cansados, que después de la derrota del PRC no tienen confianza de que una nueva alternativa pueda ser construida. Pero hay muchos otros que están preparados para la lucha. El primer paso inmediato debería ser reunir a todos aquellos que buscan luchar y reconstruir una alternativa comunista revolucionaria en Italia y entonces sacar estas fuerzas a los trabajadores y jóvenes y las nuevas capas que se mueven en la lucha. No será fácil o sencillo pero aprender de la subida y caída del PRC será una parte vital de este proceso.
Oposición dentro del PRC
El papel que los grupos opositores han jugado dentro del PRC a lo largo de su subida y declive es muy instructivo. Al principio, el PRC era un partido muy democrático con todas las tendencias políticas exponiendo sus posturas interna y externamente. Las áreas programáticas recibieron fondos del partido nacional y hasta finales de la década de 1990, los escaños nacionales fueron distribuidos de forma proporcional.
Dos de los principales grupos están ahora fuera del partido: el “trostskista” PCL (Partito Comunista dei Lavoratori) que en un principio se llamó Proposta y luego Progretto; y Sinistra Critica (Izquierda Crítica, antiguamente conocida como Bandiera Rossa- Bandera roja), la sección italiana del Secretariado internacional para la IV Internacional. Si esas organizaciones hubieran seguido una política y tácticas correctas al entrar el PRC, estarían ahora en una buena posición de influencia en la construcción de un verdadero partido obrero, anticapitalista y de lucha de clases. Desafortunadamente, a causa de sus errores, la lucha de oposición dentro del PRC les ha debilitado y no tienen fuerzas, programa o táctica que les permita tener importancia en la construcción de un nuevo partido obrero. Saldrán del PRC sin una influencia real o sin raíces en la clase obrera. Al presentarse (por separado) a la elección de abril recibieron sólo el 1% de los votos entre todos.
El camino en que abandonaron el PRC es indicativo de su enfoque erróneo. Sinistra Critica salió en el 2007 después de que su senador, Franco Turigliatto, fuera expulsado del partido por votar en contra de la política exterior gubernamental, incluyendo la financiación de las tropas en Afganistán. La decisión de Sinistra Critica de salir estuvo totalmente motivada por asuntos subjetivos de su propia organización sin relación con la situación objetiva, la conciencia de los obreros y la lucha de clases. Su senador fue expulsado por lo que ellos fueron todos “Turigliattos” y tuvieron que salir del grupo por solidaridad. Esto significa que Sinistra Critica abandonó el PRC sin librar una lucha real contra la expulsión y al mismo tiempo cuando una cruda e importante batalla sobre el futuro del partido se libraba.
Porqué abandonaron el PRC no está del todo claro. El financiamiento de las tropas en Afganistán es un tema importante, pero no es visto como una prioridad por la mayoría de los obreros. En una encuesta entonces, sólo el 6% lo consideraba un tema esencial. Más relevantes eran los temas económicos alrededor e sueldos, trabajo y pensiones.
Dentro del PRC, Sinistra Critica/Bandiera Rossa giraron de la oposición al apoyo oportunista de los líderes mayoritarios y regresaron de nuevo a la oposición. En el cuarto congreso (marzo 1999), tras la retirada del apoyo del PRC al primer gobierno de Prodi, se convirtieron en una parte acrítica de la mayoría de Bertinotti. Durante el movimiento antiglobalización publicaron discursos de Bertinotti sin crítica política. Como era de esperar, Sinistra Critica falló al construir las bases y abandonó el partido con no más de unos pocos de cientos de miembros. Ahora llama vagamente por un nuevo anticapitalismo y rechaza la necesidad de un partido revolucionario.
Al contrario que la Sinistra Critica, Prospota/Progetto se opuso consistentemente al liderazgo mayoritario en la mayoría de los temas. Pero fue una crítica que no era acompañada por un programa alternativo concreto que tuviera en cuenta la conciencia de la clase obrera. A lo largo del primer gobierno de Berlusconi, por ejemplo, se llamó a una huelga general pero no contestaba a la pregunta obvia de los obreros: si echamos a Berlusconi, ¿quién le reemplazará? No plantearon la alternativa de un gobierno obrero.
Cometieron un fallo similar que en el congreso de 1998 con una moción llamando al terminar con el apoyo al gobierno de Prodi. La moción no tenía en cuenta el estado de ánimo de la mayoría de los trabajadores que, en aquel momento, temían la vuelta de la derecha y no querían la caída del gobierno. Esto podría haber sido indicado por una llamada para el PRC a continuar el voto para mantener al gobierno en el poder pero para criticar sus medidas antiobreras y movilizar a la clase obrera en la oposición. Pero no teniendo en cuenta como pensaban los trabajadores, Progetto dio a Bertinotti un poderoso argumento con el que golpear a la oposición. La moción de Progetto recibió el 16% del voto aunque podría haber ganado mucho más con un acercamiento correcto.
La poca habilidad para contar su programa y tácticas a la conciencia de la clase obrera se confirmó de nuevo con la manera en que salieron del partido. El principal grupo de Progetto (se habían dividido previamente) decidió dejar el partido en 2006 cuando Prodi fue elegido. Pero no había preparado políticamente su explicación a los trabajadores. Es más, en aquel momento ni siquiera su salida fue entendida. Aunque no había grandes ilusiones en el gobierno de Prodi, la mayoría de los trabajadores no estaban advertidos de su carácter antiobrero. Ahora Progetto se ha convertido en el PCL y, con alrededor de 1000 miembros, se ha autodeclarado de forma sectaria como el “nuevo partido obrero”.
Ni Sinistra Critica/Bandiera Rossa ni Proposta/Progetto funcionaron como cohesionadores de grupos organizados de oposición revolucionaria con un claro programa y tácticas, capaz de ganar sobre los rangos del PRC y cambiar al exterior para construir una base social entre la clase obrera y la juventud. Sus fallos han contribuido a debilitar la clase obrera italiana ya que tratan de reconstruir su propia representación política independiente.
Cuando Rifondazione Comunista se creó a finales de 1991, muchos esperaban que esto fuera el comienzo de una nueva ola en la organización de la representación de los obreros. Y en la radicalización de mediados de la década de 1990 se ganó el apoyo de miles de trabajadores y jóvenes como una alternativa a la clase política. En las elecciones generales de abril, sin embargo, perdió todos sus diputados, desacreditado por su participación en un gobierno capitalista. Ahora se enfrenta a un colapso total.
El PRC (Partito della Rifondazione Comunista) fue aniquilado en las elecciones generales italianas de abril, al perder la totalidad de los 66 diputados y senadores que tenía. El partido se presentó como Sinistra Arcobaleno (Izquierda arcoiris) con otros tres pequeños partidos de izquierda. Todos juntos alcanzaron el 3% del voto, menos que el 5´8% que el PRC había obtenido en la última elección del 2006. En suma, la Sinistra Arcobaleno ha perdido casi cerca de tres millones de votos.
Turín, una ciudad industrial en el noroeste de Italia y sede de la multinacional automovilística Fiat en Mirafiori, es un caso emblemático de la ignomiosa caída del PCR. No mucho después de su formación, el PRC obtuvo más votos en esta ciudad que el gigante PDS (Partito Democrático della Sinistra, el antiguo Partido Comunista). En el 2006, el PRC todavía fue capaz de conseguir en esta ciudad el 14% del voto. En esta ocasión la Sinistra Arcobaleno arañó el 4%, menos que la populista derechista Liga Norte, que alcanzó el 6´5%. De acuerdo con Il Manifesto, un periódico independiente de la izquierda, de los 15.000 obreros de Mirafiori solo nueve eran miembros de carnet del PRC antes de las elecciones.
El desastre en el que ha caído el PRC, el primer partido obrero post estalinista, revela gráficamente como la supervivencia de las nuevas formaciones obreras no está garantizada. Pueden surgir e incluso conseguir un apoyo de las masas, pero si sus líderes llevan a cabo una política incorrecta, también pueden caer rápidamente, perder su base social y enfrentarse a la desaparición. La caída del PRC debería ser una saludable lección para otras formaciones internacionales como el P-SOL (Partido Socialismo e Liberdade) en Brasil, Die Linke (La Izquierda) en Alemania, el Socialistische Partij en Holanda y, más recientemente, SYRIZA en Grecia.
Las consecuencias de la caída del PRC, de hecho, se harán presentes más allá de Italia. El partido nació hace 17 años, cuando en su 20º congreso, el PCI (Partido Comunista Italiano), una vez el partido comunista más grande de Europa occidental con 2 millones de miembros, votó en la estela de la caída del estalinismo en la Unión Soviética abandonar formalmente su pasado comunista y, simbólicamente, cambiar su nombre al de PDS. A pesar de que el PCI hace mucho tiempo que había adoptado un enfoque pro-capitalista y reformista, esto marcó un importante paso cualitativo en su transición hacia un partido capitalista. El PRC surgió como una división a la izquierda de aproximadamente un cuarto del PCI que se oponía a abandonar el comunismo. Pocos meses después 150.000 miembros se manifestaron bajo su bandera, incluyendo muchos trabajadores y jóvenes de fuera del PCI.
El nacimiento del PRC como partido comunista en favor de la lucha de clases y anti-estalinista, tuvo una enorme significación internacional. Era un gran partido obrero dispuesto a defender abiertamente las ideas del comunismo/socialismo en un momento en que esas ideas sufrían un feroz ataque ideológico por parte de la burguesía internacional como consecuencia de la caída del estalinismo. A lo largo de toda Europa occidental, los antiguos partidos obreros fueron abandonando el socialismo, aceptando el mercado capitalista y “aburguesándose”. El PRC, sin embargo, se mantuvo fuera de esta tendencia como partido anti-capitalista convirtiéndose por lo tanto en un polo de atracción y punto de referencia para miles de obreros y jóvenes dentro y fuera de Italia.
Gran potencial desperdiciado
El subsiguiente colapso del PRC no era inevitable. Por el contrario, reuniendo a muchos de los mejores luchadores obreros, tenía potencial para desarrollar un partido obrero revolucionario capaz de liderar a la clase trabajadora hacia una transformación socialista de la sociedad. Al comienzo de la década de 1990 la política italiana y el sistema estatal era un alboroto. Los magistrados habían levantado la tapa de la corrupción endémica que llegaban al aparato estatal e involucraban a miles de políticos y hombres de negocios. La caída desde el escándalo Tangentopoli, como es sabido, fue tan grande que destrozó al principal partido capitalista, Democracia Cristiana (DC). El PSI (Partido Socialista Italiano) también se desintegró en muchos partidos menores. Ningún partido político salió indemne de estas crisis.
La consiguiente reacción contra la corrupción del sistema político permitió la victoria de Silvio Berlusconi en las elecciones generales de 1994. Con su recién creada Forza Italia (Vamos, Italia) se presentó como una “cara nueva” un hombre de negocios hecho a sí mismo (en aquel momento el más rico de Italia) que no procedía de la clase política y que era capaz de llevar a Italia al éxito como le había ocurrido a él mismo. Su gobierno duró sólo 9 meses. En el “otoño caliente” de 1994 millones de obreros fueron a la huelga y millones de trabajadores, pensionistas y jóvenes tomaron las plazas contra la reforma de pensiones propuesta por Berlusconi.
El PRC se había ya establecido como un partido combativo en las luchas contra los ataques de los gobiernos previos. Con claras políticas y tácticas revolucionarias el PRC podría haber emergido gracias al gran movimiento existente como un partido obrero de masas capaz de desafiar al poder. La constitución del partido declaraba que el PRC estaba inspirada en los valores del marxismo y se mantenía en la lucha por la derrota del capitalismo y la transformación de la sociedad. Sin embargo, aunque sobre el papel el programa del PRC parece revolucionario, su liderazgo no tenía claro como ganar el apoyo de la clase obrera.
Para la mayor parte de los líderes del PRC el movimiento huelguístico fue simplemente visto como una oposición a la reforma de pensiones y ataques impositivos y no como una lucha para ganar a las masas obreras para el cambio revolucionario. El PRC invitaba a Berlusconi a irse pero no adelantó un programa concreto para el desarrollo de la huelga unido a la petición de un gobierno obrero. En lugar de eso, actuó como animador de la huelga, apoyando sin críticas a los líderes sindicales, inclusive cuando se suspendió una segunda huelga general.
Fundamentalmente, el problema fue que los líderes del PRC no habían realmente roto con las “etapas” de acercamiento a los partidos capitalistas que el PCI adoptó después de la svolta di Salerno (vuelta de Salerno) en 1944. Esto significaba que el PRC no abogaba por un programa socialista consistente, sino que mantuvo una división entre demandas “máximas” y “mínimas” y continuamente se acercó a la posición “menos mala”, especialmente en apoyo de muchas políticas de L´Ulivo (El Olivo), coalición de gobierno de finales de la década de 1990 y parte del entonces gobierno de Prodi. No obstante el PRC se benefició electoralmente de su oposición al primer gobierno de Berlusconi subiendo su voto nacional en 1996 hasta el 8,4% y creciendo más en otras áreas (del 8´8% al 24´7% en Florencia, por ejemplo). Sin embargo se desperdició una oportunidad crucial de construir un partido de masas.
Balance de poder
La reciente derrota electoral del PRC puede ser principalmente atribuida a los dos años anteriores (2006-08) durante los cuales participó en el gobierno capitalista de Romano Prodi. Sin embargo, el proceso hacia la participación en gobiernos burgueses empezó mucho antes. Antes de la victoria de Berlusconi en 1994 la mayoría de líderes del PRC habían aprobado una política de “progresiva” alianza política con el PDS en nombre de la “unidad de la izquierda”, para prevenir el “aislamiento” y “parar a la derecha”.
El mismo PDS se estaba moviendo rápidamente a la derecha apoyando abiertamente las privatizaciones y la agenda neoliberal de la clase capitalista. No obstante, muchos trabajadores apoyaron todavía al partido y el objetivo del PRC debería haber sido ganarse a esos obreros a través de unidad de acción y lucha sobre temas concretos como la reforma de pensiones. Temporalmente, tener alianzas electorales tácticas mientras se preserva la independencia y autonomía política del PRC, podría haber formado una parte legítima de este proceso de ruptura de los obreros con el PDS. Sin embargo, este no fue el objetivo de la mayoría de líderes del PRC que mientras todavía usaban una fraseología revolucionaria sobre la “derrota del capitalismo”, buscaban sustituir la acción de masas con las alianzas desde arriba con los “progresivos” partidos capitalistas.
En las elecciones de 1996 el PRC se presentó independiente aunque tenía un acuerdo electoral con El Olivo de Prodi, que incluía partidos capitalistas. Cuando El Olivo ganó las elecciones, el PRC no se unió a la coalición gubernamental declarando que se opondría a cualquier medida anti-obrera que el gobierno aprobara pero sin llegar a votar por la caída del gobierno. Con 35 diputados el PRC mantenía la balanza de poder.
En los comienzos del gobierno de Prodi esto no era necesariamente un acercamiento incorrecto. Berlusconi acababa de deshacerse y las masas obreras no eran todavía conscientes del carácter anti-obrero de El Olivo y creían que se les podría presionar a favor de sus intereses. Si el PRC hubiera causado inmediatamente la caída del gobierno y la vuelta de Berlusconi esto podría no haber sido entendido y hubiera dañado la imagen del partido entre los obreros y la juventud. Sin embargo, los líderes del PRC no advirtieron suficientemente el avance de la naturaleza capitalista del gobierno y las políticas neoliberales que estaba preparando, por lo que segó las ilusiones en el gobierno, subestimando su propio apoyo.
El principal objetivo de Prodi era preparar el capitalismo italiano para la entrada en el euro. Para alcanzar los criterios de Maastricht el gobierno recortó el gasto social, introdujo un impuesto del euro y llevó a cabo algunas de las privatizaciones más grandes de Europa. Se aplicó también el “paquete Treu” que estableció el trabajo precario (sueldos bajos en contratos de corta duración con escasos derechos). Los líderes del PRC no solo fallaron al preparar a la clase obrera ante este ataque, sino que apoyaron estas políticas en el parlamento, a pesar de su oposición verbal.
Cuándo la naturaleza real del gobierno se hizo clara, creció el descontento sobre el gobierno de Prodi y se volcó en una pérdida de apoyo electoral del PRC y una intranquilidad interna en el partido. En este contexto es cuando el PRC dejó de apoyar al gobierno en 1998 y la administración de Prodi cayó. Pero el PRC no preparó el fondo de esta ruptura. En 1997, por ejemplo, se retira inicialmente el apoyo por un recorte del presupuesto, pero una semana más tarde se cambió y se votó a favor, al conceder Prodi algunas pequeñas peticiones. Esto creo una enorme confusión entre los miembros y seguidores del PRC. Cuando un año después se retiró el apoyo al gobierno, fue con un presupuesto mucho menos severo que el presupuesto de “sangre y lágrimas” apoyado en 1996.
Debido a este fallo al anticipar los acontecimientos y preparar y movilizar a las masas obreras, debido a su inconsistencia y sobre todo, debido a su apoyo a las políticas capitalistas, el PRC sufrió una erosión en su apoyo entre los asociaron el partido con los ataques de Prodi. Al mismo tiempo, el partido se expuso a las acusaciones de allanar el camino de vuelta de Berlusconi. El liderazgo mayoritario del PRC claramente no aprendió nada de su experiencia cuando en el 2006, el actual partido entró otra vez en un gobierno capitalista de nuevo liderado por Prodi, agravando sus errores previos y poniendo en juego su propia existencia.
Aumento de la lucha de clases.
Sin embargo, el desarrollo del PRC no fue una continua caída. Como resultado de su apoyo al gobierno de El Olivo, el partido se enfrentó a una disminución de apoyo electoral y de miembros. También sufrió una escisión a la derecha liderada por el presidente Armando Cossutta sobre la continuidad del apoyo al Gobierno de Prodi. El recién formado PdCI (Partido de los Comunistas Italianos) se llevó el 10% de los miembros y el 65% de los diputados.
En esta situación, el liderazgo mayoritario alrededor de Fausto Bertinotti intentó apuntalar la base social del PRC con un giro a la izquierda. Bertinotti mismo era un respetado y carismático líder con una reputación de honesto luchador de clase. Su poderosa oratoria incluía frecuentes referencias al marxismo y a la revolución, pero en la práctica se volvió más reformista. Cada vez más, a comienzos de la década del 2000, Bertinotti tomó prestadas frases de la crítica de Leon Trotsky al estalinismo de la antigua Unión Soviética a la vez que movía al PRC a la derecha en sus políticas diarias en Italia. Manteniendo la tradición de los líderes del PCI de la posguerra, Bertinotti no rechazó las alianzas electorales con los partidos capitalistas. Por el contrario, el partido entró en coalición a nivel local con el PDS en lugares donde se estaban aplicando recortes sociales.
Sin embargo, a nivel nacional el partido estuvo en la oposición cuando la situación objetiva empezó a cambiar dramáticamente. Berlusconi fue reelegido en el 2001 (como consecuencia de la desilusión con el gobierno de El Olivo) desencadenando una serie de huelgas generales por la defensa del artículo 18 de la ley laboral, que brindaba protección a los trabajadores frente al despido injusto, y en oposición a los ataques a las pensiones. En 2002, 12 millones de trabajadores se vieron envueltos en una huelga general y tres millones se manifestaron en Roma. El movimiento antiglobalización y los movimientos contra la guerra de Afganistán e Iraq también movilizaron cientos de miles de jóvenes y trabajadores. En este momento de aumento de lucha social y de clase, hubiera sido posible para el PRC desarrollar una fuerza de masas capaz de desafiar al poder. Sin embargo, éste nunca fue el objetivo de los líderes mayoritarios. Para Bertinotti y compañía, los movimientos antiglobalización, antiguerra y de obreros no fueron más que un medio para reponer sus filas e incrementar su apoyo electoral para estar en una posición de fuerza y gobernar en alianza con los partidos capitalistas “progresistas” en el futuro.
El PRC se lanzó al “movimiento de movimientos” pero sin abordar ninguna de sus deficiencias y debilidades. Comprensiblemente, muchos de los jóvenes envueltos en los movimientos antiglobalización estaban en contra de los partidos políticos. Pero, en lugar de explicar pacientemente porqué un partido obrero independiente y joven era necesario para luchar colectivamente por las reformas y construir “otro mundo”, el PRC efectivamente se convirtió en excusa del movimiento fallando completamente en levantar la conciencia y la comprensión de miles de jóvenes y trabajadores que entraron en contacto con ellos. De nuevo, no se aplicó una estrategia para desarrollar y extender las luchas obreras. De hecho, para la mayoría de los líderes el papel central de la clase trabajadora y la idea de la lucha de clases se fueron convirtiendo en vagas referencias a la “no violencia” y a los “movimientos”.
Sin embargo, el partido se convirtió en un polo de atracción durante el periodo 2001-03, especialmente para la gente joven. Pero su crecimiento cayó muy por debajo del potencial inherente a la situación. Y no consiguió retener a muchos de los que había conseguido reclutar, con decenas de miles de afiliados abandonandolo cada año en un constante cambio de miembros de alrededor del 30% anual.
Presión sobre las nuevas formaciones.
En el congreso de Venecia del 2005, los delegados votaron por un 60% contra 40% a favor de una resolución que apoyaba la participación del PRC en un futuro gobierno capitalista. Esta decisión provocó una gran intranquilidad en muchos miembros recordando la caída que supuso el apoyo a El Olivo. Muchos de los argumentos a favor eran ya familiares. Era necesario unirse para “derrotar a Berlusconi y a la derecha”, y para prevenir el aislamiento e incluso el “colapso” del PRC.
Argumentos parecidos habían sido usados y serán usados en el futuro para presionar a las nuevas formaciones obreras a entrar en coalición con los partidos capitalistas en otros lugares. En Alemania, por ejemplo, el PDS (Partido del Socialismo Democrático), ahora parte de Die Linke (La Izquierda), ya ha gobernado dos estados con el capitalista SPD (Partido Socialdemócrata Alemán) aprobando sueldos antiobreros y recortes sociales. El partido se verá más presionado a unirse al SPD en un gobierno nacional. En Holanda, el Socialistische Partij estaba dispuesto a aliarse con el Partij van de Arbeid (Partido del Trabajo) tras las últimas elecciones. Finalmente esto no ocurrió, pero sólo porque el Partido del Trabajo encontró un socio alternativo en el capitalista Christen-Democratisch Appel y el ChristenUnie (Unión Cristiana). En Grecia, las encuestas de opinión apoyaban a la nueva formación de izquierdas, SYZIRA (Coalición de la Izquierda Radical) en algunos momentos con el 18%. Esta también se enfrentará a las propuestas de entrar en coalición gubernamental con el Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK, antiguos socialdemócratas). La experiencia negativa del PRC debería ser un fuerte argumento contra la entrada en los gobiernos capitalistas.
No hay duda de que en las elecciones del 2006 hubo un fuerte deseo de unión entre los trabajadores para derrotar a Berlusconi. Esto podría haberse conseguido a través de una alianza electoral temporal. Pero, al mismo tiempo, habría sido necesario para el PRC mantener su propio programa político independiente, mantenerse fuera del gobierno capitalista de Prodi, advertir a los trabajadores de los ataques de clase antiobreros que el gobierno desencadenaría, para organizar a los trabajadores y jóvenes para luchar en defensa de sus intereses y en oposición a esos ataques. Nada de eso ocurrió.
Después de la victoria de la “Unione” de Prodi en abril del 2006, Bertinotti se convirtió en portavoz de la Cámara Baja y Paulo Ferrero en Ministro de Bienestar Social y Solidaridad Social. La mayoría del PRC argumentaba que estando dentro del gobierno sería posible tener más influencia sobre él y “llevarlo a la izquierda”. Sin embargo, rápidamente se hizo claro que la mayor influencia sobre el gobierno de Prodi no provenía del PRC sino de los jefes de Confindustria. Al entrar en el gobierno, el PRC fue visto por los obreros y jóvenes como parte responsable de las subidas de impuestos, ataques a las pensiones y al bienestar, de la precariedad del trabajo, los salarios bajos, la subida de precios y la política exterior a favor del imperialismo norteamericano.
Los líderes continuaron argumentando que el PRC era al mismo tiempo un partido del gobierno y un partido de lucha. Pero manteniéndose en el gobierno ocurrió lo mismo que antes. En respuesta a aquellos que llamaban al PRC a abandonar el gobierno, los líderes argumentaban que eso significaría el fin del PRC como si eso mismo no tuviera ninguna influencia. La idea de que el partido y su influencia podrían ser construidos a través de la lucha de clases era ahora un completo anatema. Por supuesto los representantes del PRC se opusieron verbalmente a las medidas antiobreras de Prodi y ocasionalmente incluso fueron a manifestaciones, pero a los ojos de los obreros y los jóvenes ellos eran responsables por haberlas votado en el parlamento.
En las elecciones locales de mayo del 2007, el partido perdió dos tercios de sus votos, un claro signo de como la participación en el gobierno había socavado claramente su apoyo electoral. El 9 de junio, dos protestas nacionales antiguerra rivales tuvieron lugar en Roma para coincidir con la visita a Italia de George Bush. Mientras 150.000 personas tomaron parte en la protesta organizada por el movimiento antibélico No Dal Molin (No a la base norteamericana en Dal Molin), y los sindicatos de base, especialmente Cobas (Confederación del Comité de Base), el acto simultáneo organizado por el PRC y otros partidos de izquierda en el gobierno de Prodi fue un completo fracaso con solo un puñado de personas participando. El PRC estaba perdiendo toda credibilidad ante las capas que una vez le habían mirado como un partido comprometido, luchador y anticapitalista.
Finalmente los catastróficos resultados de las elecciones generales de este año mostraron la total quiebra la política de los líderes principales. Una táctica que se suponía era para derrotarla, supuso allanar el camino a la derecha para la tercera victoria de Berlusconi, doblar el apoyo a la ultraderechista Liga Norte que recogió votos del propio PRC y la elección de un neofascista como alcalde de Roma. Una táctica que, como se dijo, prevendría la caída del PRC terminó acelerando su declive viciado con los ataques antiobreros del gobierno de Prodi.
¿Qué hay del futuro?
¿Ha terminado el PRC como partido obrero o podría volver a lo que tenía en el pasado? El resultado del próximo congreso, que tendrá lugar en julio, será decisivo para su futuro. El desastre electoral ha tenido un efecto bomba dentro del partido. En el encuentro postelectoral del comité político nacional, los viejos líderes fueron expulsados y la mayoría se dividió para convertirse en una minoría. Su proyecto había sido disolver el PRC dentro de la Sinistra Arcobaleno, un tipo de social-liberalismo aliado del PD (Partido Democrático) en el que, de acuerdo con Bertinotti, el comunismo sería solo una “tendencia cultural”. Esta era la lógica progresión de su reformista sustitución de una lucha de clases por una colaboración de clases.
Hay una batalla librada por los grupos de oposición que todavía permanecen en el PRC. Pero incluso si deciden prevenirse de un mayor éxodo del partido, que no está claro, y unir sus fuerzas, no es probable que tengan éxito para “recuperar” el partido durante la conferencia. La nueva mayoría es liderada por Paulo Ferrero, que tomó parte en la antigua mayoría de Bertinotti y por un ministro del gobierno de Prodi. Está a favor de continuar con la Sinistra Arcobaleno, pero como una “federación”. Es posible que pudiera llegar a un acuerdo con la antigua mayoría que a raíz de la debacle electoral dice ahora ¡qué nunca se buscó disolver el PRC!
Ferrero habla de “oposición social”, de volver a los lugares de trabajo y a las comunidades a reconstruir el PRC desde abajo. En una situación de crisis económica, con luchas industriales y sociales en oposición a Berlusconi, es posible que el PRC liderado por Ferrero pudiera temporalmente incrementar su apoyo electoral. Pero Ferrero es todavía favorable a la participación en los gobiernos capitalistas que destruirán cualquier credibilidad de que el partido pueda ser capaz de rescatar entre los obreros y jóvenes. Si la nueva mayoría triunfa, entonces esto será lo más parecido a la muerte del PRC como partido obrero, pero más prolongada y con larga agonía que bajo la antigua mayoría.
La caída del PRC es un golpe a la clase obrera en Italia e internacionalmente. Los obreros italianos están sin un partido de lucha de clases en un momento de desarrollo económico y crisis social. El fallo del PRC será usado para desacreditar el comunismo/socialismo y la posibilidad de construir nuevos partidos obreros. Pero incluso las derrotas pueden tener un lado positivo si las razones son entendidas y no repetidas.
En Italia, como en muchos otros países europeos, la clase trabajadora se enfrenta ahora a la tarea de construir un nuevo partido obrero capaz de asegurarse el apoyo popular. El país está ya experimentando una crisis económica seria con el menor crecimiento de Europa. Una recesión en los EE.UU. y un empeoramiento de la situación económica mundial, intensificarán esa crisis. A pesar de tener una clara mayoría en las elecciones de abril, la luna de miel de Berlusconi será probablemente corta cuando su gobierno se muestre incapaz de mejorar las condiciones de vida de los italianos. La propia clase gobernante teme que, sin una representación política en el parlamento, el enfado obrero explote en las calles y trabajos.
Las luchas económicas y sociales sentarán las bases para una real “refundación comunista”, la construcción de un partido obrero anticapitalista combativo, un partido que rechace la colaboración de las clases y que esté armado con un programa socialista que sea capaz de unir las luchas diarias de los obreros con la tarea de una transformación revolucionaria de la sociedad.
Sin duda hay muchos activistas que están cansados, que después de la derrota del PRC no tienen confianza de que una nueva alternativa pueda ser construida. Pero hay muchos otros que están preparados para la lucha. El primer paso inmediato debería ser reunir a todos aquellos que buscan luchar y reconstruir una alternativa comunista revolucionaria en Italia y entonces sacar estas fuerzas a los trabajadores y jóvenes y las nuevas capas que se mueven en la lucha. No será fácil o sencillo pero aprender de la subida y caída del PRC será una parte vital de este proceso.
Oposición dentro del PRC
El papel que los grupos opositores han jugado dentro del PRC a lo largo de su subida y declive es muy instructivo. Al principio, el PRC era un partido muy democrático con todas las tendencias políticas exponiendo sus posturas interna y externamente. Las áreas programáticas recibieron fondos del partido nacional y hasta finales de la década de 1990, los escaños nacionales fueron distribuidos de forma proporcional.
Dos de los principales grupos están ahora fuera del partido: el “trostskista” PCL (Partito Comunista dei Lavoratori) que en un principio se llamó Proposta y luego Progretto; y Sinistra Critica (Izquierda Crítica, antiguamente conocida como Bandiera Rossa- Bandera roja), la sección italiana del Secretariado internacional para la IV Internacional. Si esas organizaciones hubieran seguido una política y tácticas correctas al entrar el PRC, estarían ahora en una buena posición de influencia en la construcción de un verdadero partido obrero, anticapitalista y de lucha de clases. Desafortunadamente, a causa de sus errores, la lucha de oposición dentro del PRC les ha debilitado y no tienen fuerzas, programa o táctica que les permita tener importancia en la construcción de un nuevo partido obrero. Saldrán del PRC sin una influencia real o sin raíces en la clase obrera. Al presentarse (por separado) a la elección de abril recibieron sólo el 1% de los votos entre todos.
El camino en que abandonaron el PRC es indicativo de su enfoque erróneo. Sinistra Critica salió en el 2007 después de que su senador, Franco Turigliatto, fuera expulsado del partido por votar en contra de la política exterior gubernamental, incluyendo la financiación de las tropas en Afganistán. La decisión de Sinistra Critica de salir estuvo totalmente motivada por asuntos subjetivos de su propia organización sin relación con la situación objetiva, la conciencia de los obreros y la lucha de clases. Su senador fue expulsado por lo que ellos fueron todos “Turigliattos” y tuvieron que salir del grupo por solidaridad. Esto significa que Sinistra Critica abandonó el PRC sin librar una lucha real contra la expulsión y al mismo tiempo cuando una cruda e importante batalla sobre el futuro del partido se libraba.
Porqué abandonaron el PRC no está del todo claro. El financiamiento de las tropas en Afganistán es un tema importante, pero no es visto como una prioridad por la mayoría de los obreros. En una encuesta entonces, sólo el 6% lo consideraba un tema esencial. Más relevantes eran los temas económicos alrededor e sueldos, trabajo y pensiones.
Dentro del PRC, Sinistra Critica/Bandiera Rossa giraron de la oposición al apoyo oportunista de los líderes mayoritarios y regresaron de nuevo a la oposición. En el cuarto congreso (marzo 1999), tras la retirada del apoyo del PRC al primer gobierno de Prodi, se convirtieron en una parte acrítica de la mayoría de Bertinotti. Durante el movimiento antiglobalización publicaron discursos de Bertinotti sin crítica política. Como era de esperar, Sinistra Critica falló al construir las bases y abandonó el partido con no más de unos pocos de cientos de miembros. Ahora llama vagamente por un nuevo anticapitalismo y rechaza la necesidad de un partido revolucionario.
Al contrario que la Sinistra Critica, Prospota/Progetto se opuso consistentemente al liderazgo mayoritario en la mayoría de los temas. Pero fue una crítica que no era acompañada por un programa alternativo concreto que tuviera en cuenta la conciencia de la clase obrera. A lo largo del primer gobierno de Berlusconi, por ejemplo, se llamó a una huelga general pero no contestaba a la pregunta obvia de los obreros: si echamos a Berlusconi, ¿quién le reemplazará? No plantearon la alternativa de un gobierno obrero.
Cometieron un fallo similar que en el congreso de 1998 con una moción llamando al terminar con el apoyo al gobierno de Prodi. La moción no tenía en cuenta el estado de ánimo de la mayoría de los trabajadores que, en aquel momento, temían la vuelta de la derecha y no querían la caída del gobierno. Esto podría haber sido indicado por una llamada para el PRC a continuar el voto para mantener al gobierno en el poder pero para criticar sus medidas antiobreras y movilizar a la clase obrera en la oposición. Pero no teniendo en cuenta como pensaban los trabajadores, Progetto dio a Bertinotti un poderoso argumento con el que golpear a la oposición. La moción de Progetto recibió el 16% del voto aunque podría haber ganado mucho más con un acercamiento correcto.
La poca habilidad para contar su programa y tácticas a la conciencia de la clase obrera se confirmó de nuevo con la manera en que salieron del partido. El principal grupo de Progetto (se habían dividido previamente) decidió dejar el partido en 2006 cuando Prodi fue elegido. Pero no había preparado políticamente su explicación a los trabajadores. Es más, en aquel momento ni siquiera su salida fue entendida. Aunque no había grandes ilusiones en el gobierno de Prodi, la mayoría de los trabajadores no estaban advertidos de su carácter antiobrero. Ahora Progetto se ha convertido en el PCL y, con alrededor de 1000 miembros, se ha autodeclarado de forma sectaria como el “nuevo partido obrero”.
Ni Sinistra Critica/Bandiera Rossa ni Proposta/Progetto funcionaron como cohesionadores de grupos organizados de oposición revolucionaria con un claro programa y tácticas, capaz de ganar sobre los rangos del PRC y cambiar al exterior para construir una base social entre la clase obrera y la juventud. Sus fallos han contribuido a debilitar la clase obrera italiana ya que tratan de reconstruir su propia representación política independiente.
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