CRISIS GLOBAL, Preparar la organización

Posted by Correo Semanal on jueves, julio 03, 2008

Hace casi 160 años un caballero europeo observando la dinámica o el comportamiento del inversionista o negociante burgués rubrico lo siguiente: "El capital huye de los tumultos y las riñas y es tímido por naturaleza. Esto es verdad, pero no toda la verdad. El capital tiene horror a la ausencia de ganancia o a la ganancia demasiado pequeña, como la naturaleza tiene horror al vacío. Conforme aumenta la ganancia, el capital se envalentona. Asegúresele un 10 % y acudirá adonde sea; un 20 % y se sentirá ya animado; con un 50 %, se volverá positivamente temerario; al 100 %, es capaz de saltar por encima de todas las leyes humanas; el 300 %, y no hay crimen a que no se arriesgue aunque arrostre el patíbulo. Si el tumulto y las riñas suponen ganancia, allí estará el capital encizañándolas. Prueba: el contrabando y la trata de esclavos."
[1]
Si el capitalismo de ayer prosperó en medio del fango y la sangre; el neoliberalismo salvaje del revival capitalista, de la “supervivencia del más apto”y el culto al mercado ¿qué no hará por un 300 % de utilidad? Un análisis superficial de los acontecimientos en los últimos años nos lleva a preguntarnos: ¿Por qué los Usanos del norte permitieron el 11 de Setiembre? No será porque la destrucción y reconstrucció n de Irak y Afganistán es un pingüe negocio con un 300% de beneficio. Un negocio a la vista y nada detiene al capital. Cuanta razón tenía Marx al sentenciar: “el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies a la cabeza.”[2] Recurrir a la mentira, a la estafa y hasta la masificación del crimen es apenas un movimiento táctico en la estrategia del Marketing cuando el negocio está a la vista. Pero… ¿Por qué los representantes del capital están tan desesperados que tienen que montar todo un tinglado para justificar sus negocios (guerras)? ¿No será porque el agua les está llegando al cuello?
El mundo vive signos inequívocos de una crisis que para muchos es la crisis terminal del capitalismo. Crisis irreversible cuyos síntomas más notorios se manifiestan en el terreno de la economía, la política y la sociedad. En la economía, crisis inmobiliaria, inestabilidad bursátil y crisis energética que tienen como telón de fondo la tendencia a la caída irreversible de la ganancia. En la política, descrédito de la gastada manera de mandar mandando y crisis de la democracia representativa (desprestigio de los estafadores políticos y sus partidos). En la sociedad, crisis de valores y descomposició n del viejo orden social (espiral creciente de la delincuencia en todas sus modalidades) .
Ese es el telón de fondo sobre el que se enmarca la protesta popular. Protesta que está pasando del motín local o regional a la movilización nacional. Pero, veamos o mejor revisemos brevemente la experiencia de nuestros pueblos indoamericanos en el combate de clase.
Oportunidades perdidas. Dentro de un par de años se cumple el centenario de la revolución mexicana. En aquél momento Pancho Villa y Emiliano Zapata tomaron la capital azteca y no supieron qué hacer. Hace siete años el pueblo peruano se puso de pie contra la corrupción y la política neoliberal del régimen fujimorista. El Perú exigía un cambio. Y ciertamente las clases dominantes nos dieron cambio, pero… moco por baba. Es decir, más de lo mismo: Toledo.
¿Qué nos enseña la experiencia Azteca o Inca? Que no basta luchar, que no es suficiente tener el control de la situación, que de lo que se trata es saber que hacer con el poder.

En 1884 Federico Engels dice que “casi todos los socialistas” de Inglaterra “han propuesto, en diferentes épocas, la aplicación igualitaria de la teoría ricardiana.” Pero, “la susodicha aplicación de la teoría de Ricardo” es “formalmente falsa en el sentido económico, ya que representa una simple aplicación de la moral a la economía política. (…) Cuando decimos que es injusto, que no debe ocurrir, esto nada tiene de común con la economía política. No decimos sino que este hecho económico se halla en contradicción con nuestro sentido moral. Por eso Marx no basó jamás sus reivindicaciones comunistas en argumentos de esta especie, sino en el desmoronamiento inevitable del modo capitalista de producción, desmoronamiento que adquiere cada día ante nuestros ojos proporciones más vastas.”[3] En ésas páginas los maestros de la clase obrera marcan una línea divisoria entre socialismo burgués y socialismo proletario. El primero clama por la “justicia social”. El segundo promueve el Cambio Social. El campesinado, la pequeña y mediana burguesía sólo llegan a enarbolar la bandera de la “justicia social”, el reparto equitativo de la tierra, el salario justo y el bienestar social, son los adalides del “justicialismo” y el “igualitarismo” . Pero, sólo el proletariado puede enarbolar la bandera del Cambio Social. Las razones de la sustitución de un sistema de explotación no residen en que sea un orden justo o injusto, moral o inmoral, sino en que el viejo orden ha dejado de coincidir con el progreso, como anotara José Carlos Mariátegui.
En nuestro tiempo, artículo de primera necesidad es el TRABAJO; pero, éste brilla por su ausencia. Poblador económicamente activo sin trabajo es mercancía sin valor, es simplemente b
aladí, despreciable, un cero a la izquierda. Y cada día es más difícil conseguir un puesto de trabajo. El Perú crece económicamente, dicen los mercenarios del “buen gobierno”; pero, nuestro país sigue hundiéndose en la descomposició n política, moral, social y económica. Un Estado que no garantiza el trabajo, la vida, la educación y la salud de sus representados, es decir, del pueblo peruano, no merece seguir existiendo. Por eso, los trabajadores del campo y la ciudad expresan su malestar, su descontento, su insatisfacció n en las permanentes huelgas, paros y movimientos por sus reivindicaciones básicas. El Perú del presente busca una solución pero no cualquier solución. Nuestro pueblo busca una salida, una solución de continuidad, que unifique nuestras tradiciones, nuestras experiencias de vida. Peruanicemos al Perú, bandera que brota espontánea desde las entrañas de nuestro Perú al pie del orbe, no es una simple frase, condensa tres etapas de la historia de nuestra formación social. El autor de los 7 Ensayos en su célebre respuesta a Luis Alberto Sánchez sintetiza su posición al respecto: “No es mi ideal el Perú colonial ni el Perú incaico sino un Perú integral.”[4] Esta es la más lúcida solución de continuidad que unifica las tres tradiciones (incaica, española y republicana) en una, la tradición socialista.
Por eso, en esta hora aciaga, trascendental, tenemos el deber de profundizar el debate en torno a la unidad y el futuro de nuestro pueblo. Tenemos el deber de centralizar ideas correctas en el conocimiento de nuestro pasado para comprender el presente y vislumbrar el futuro. Tenemos el deber de fortalecer niveles de coordinación regional, macro regional, nacional e internacional. De allí que el compromiso a que arribemos hoy debe:
PRIMERO. Institucionalizar la realización de la Asamblea Regional y Macro Regional de la CGTP como niveles de coordinación y centralizació n de ideas correctas en la lucha social. Preparar la organización para el presente–futuro es tarea ineludible en la lucha por el cambio social. ¡He ahí una tarea digna de nuestra generación! SEGUNDO. La experiencia de cada una de nuestras regiones en la solución de los problemas de la unidad del pueblo es grande como grande es el espíritu de lucha que las anima. Sistematizarlas es una tarea pendiente. Por eso, es necesidad perentoria iniciar el intercambio de experiencias en la organización de masas del campo y la ciudad, en los sistemas de dirección y ejecución, mando y obediencia. Rescatar la gran tradición de nuestros antiguos en el arte de MANDAR OBEDECIENDO. ¡He ahí otra tarea digna de nuestra generación! TERCERO. La hora que la clase trabajadora tome en sus manos la administració n de la cosa pública ha llegado. ¡Puede alguien dudarlo! Para cumplir ese objetivo tenemos el deber de prepararnos, material e intelectualmente. Tenemos el deber de estudiar y debatir cuál ha de ser la arquitectura de un nuevo poder. Tenemos la obligación de hallar formas que conjuguen bajo costo, eficiencia y rapidez en la administració n y solución de los problemas de la cosa pública. Lino Urquieta en 1903 levantó la bandera de la “completa autonomía provincial en el orden económico y administrativo, tendiendo a preparar el terreno para una federación de municipios.”[5] Al ilustre luchador social moqueguano no le falta razón en su premonitorio planteamiento. Planteamiento que abre paso, en la búsqueda de soluciones, hacia la tesis de un nuevo municipio como célula base de un Nuevo Estado. Es decir, un Nuevo Estado, tipo Comuna, donde el dinero y la fanfarria electoral no cumplan ninguna función. De las elecciones en barrios y centros de producción, surgirán los delegados a los gobiernos municipales y, de éstos, los delegados para las elecciones nacionales. Así sólo los que luchen los 365 días del año tendrán el deber y el derecho de representar a su pueblo.
¡He ahí una tarea digna de las generaciones actuales y venideras!
¡Proletarios de todos los países, uníos!
¡Viva la histórica CGTP!

Edgar Bolaños Marín
Tacna, 28 junio 2008
Edboma2@yahoo. com


[1] P. J. Dunning, Trade–Unions, 1860, p. 36.
[2] K. Marx, El Capital Tomo I, Fondo de cultura económica, México, 1971, Pág. 646
[3] F. Engels, Prefacio a la primera edición alemana de Miseria de la filosofía de K. Marx, Editorial Progreso, Moscú, Pág. 7 – 9; ver también Cap. I, Pág. 59
[4] JCM, Tomo 13, Edición 1979, Pág. 222
[5] Amauta Nº5, Enero 1927