Chile - Pensando en lo (no tan) evidente
Juan Varela Reyes (*)
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“Pensar nos hace humanos,
Pero ser humanos nos hace pensar”
(Z. Bauman)
Se ha desatado una gran discusión y movilización en un tema trascendental en toda sociedad, como es la educación. Indudablemente la educación chilena se ha transformado en un problema de difícil solución, tanto por los resultados que se obtienen del proceso de enseñanza – aprendizaje y que tan bien le hacen a las políticas neoliberales, como por las dificultades que se van encontrando en el camino a la hora de pensar en una educación con sentido, o más bien en el sentido de la educación. Se hace necesario agregar a ello las condiciones en que se da la tarea educativa en este Chile de hoy, y que tienen que ver con los medios y herramientas para hacerlo, con las remuneraciones y sueldos de los profesores, con la situación de colegios, que no cumplen con lo necesario para hacer de esta tarea algo que permita educar en dignidad a los niños y jóvenes de este país.
Uno de los problemas más sentidos tiene que ver con el carácter de esta educación chilena, transformada en mercancía por obra de las políticas neoliberales, normada desde una espuria Constitución política y encajonada cada vez más por los gobiernos concertacionistas de las últimas décadas. Movida por la lógica del mercado, ella tiene el sentido de seguir reproduciendo este modelo de desarrollo del capitalismo, conocido como neoliberalismo. Uno de los reclamos viene por lado de la necesidad del carácter público de la educación, es decir, que ella sea responsabilidad del Estado, no desde los privados que han lucrado con esta actividad y que, por tanto, dificultades y problemas sean asumidos desde allí. El sentido que ello tiene, creemos, es el de salir al paso de aquel discurso que se ha instalado y que ha servido a los gobernantes para desentenderse justamente de aquellas responsabilidades, nos referimos a eso que se ha dado en llamar: “problemas entre privados”.
Conviene hacer algunas reflexiones que, aunque obvias, a veces no nos son tan evidentes a la hora de pensar en nuestros problemas, sus formas de solución y las lecciones que convendría sacar a partir de ellas. Nos permitimos decir, entonces, que el problema de la educación no es algo aislado, hay otros que reclaman también una urgencia en su enfrentamiento; todos tienen la misma causa y por ello parece ser que las soluciones tienen que ver con enfrentar de una buena vez aquel problema central de nuestra sociedad.
Una primera reflexión tiene una relación con aquello que está ahí, sin resolverse: esa pugna de intereses que, pese a todos los discursos posmodernistas, pos estructuralistas y una serie de otros post, sigue ordenando la historia, la de ayer y la del presente: la Lucha de Clases. Porque son los estudiantes de los sectores más pobres de la sociedad los que no pueden estudiar en condiciones dignas, para ellos está vedado el derecho legítimo a una educación de calidad y son, justamente, ellos los que se han movilizado, los que ya han empezado a iluminar con su rebeldía el camino y el que hacer. Son los profesores de los colegios municipalizados, y también los de otros, los más perjudicados y vapuleados con situaciones de trabajo precarias, con normativas dictatoriales que envilecen su labor docente transformándola en vehículo de dominación y explotación para los sectores explotados y humillados de nuestra sociedad; son, en últimas los pobres de la ciudad y del campo los más afectados por esta situación que se ha enseñoreado en nuestra Patria. Mientras, los poderosos ponen el grito en el cielo al ver amenazados sus intereses y sus ganancias, son ellos los que han profitado del lucro que genera el “negocio” de la educación; son los políticos, muchos de ellos empresarios de la educación los que ya han tomado su lugar, al lado de los intereses y componendas de los empresarios. Por tanto, no se trata de cualquier lucha la que se está manifestando hoy día, es la lucha social – como forma de la lucha de clases – la que está presente y ella tiene su fundamento en ese conflicto no resuelto entre los intereses de unos y los de las grandes mayorías, en este caso preciso, los actores de la educación.
Uno de los reclamos más sentidos, decíamos, es el que la educación tenga un carácter público, centralizada desde el Ministerio de Educación, como responsable de las políticas y también de los recursos que asignan a la educación. Reclamo legítimo, porque en esa “lucha entre privados” sabemos que siguen ganando los que mismos de siempre, aquellos que siguen “privatizando” y “privando” a los demás de los legítimos derechos, bajo el amparo de una supuesta libertad económica que no es otra cosa que la libertad entregada a los poderosos para seguir explotando y ganando. Nos parece que como guía de acción el carácter público de la educación permite enfrentar otro problema que aparece a la hora de tomar conciencia de el carácter integral que debe tener toda lucha, no se trata de problema aislado lo que ocurre con la educación en el Chile actual; de alguna forma pasa lo mismo en la salud, en la vivienda, en el trabajo. Al ser mostradas como hechos aislados es fácil para el poder morigerarlas y relativizarlas, presentarlas como que afectaría sólo a sectores determinados de la sociedad, con intereses propios y sin ninguna encadenación con el conjunto de males que aquejan al país.
Se hace necesario preguntarse, entonces, en donde estaría el centro, en donde se ubicaría una de las causas más inmediatas de estas situaciones. No caben dudas, que el Sistema Capitalista y el modelo de desarrollo y acumulación impuestos son las causas fundamentales de la situación. Las dificultades que tiene nuestra afirmación, por correcta que es, es que; por una parte, necesitamos dar cuenta del punto neurálgico hacia donde dirigir nuestros esfuerzos hoy día, no basta decir que el sistema es el problema, porque en la práctica eso no moviliza a las grandes mayorías, más bien nos deja donde mismo; por otro lado, no existen en verdad los espacios públicos que provoquen y dinamicen la discusión y la búsqueda de soluciones, más bien, en esta lógica privatizadora del modelo, sólo existe el espacio privado, individualista, intimista en que cada uno se vale de sus propios medios y voluntades para enfrentar aisladamente su problema.
El problema central que enfrentamos está determinado por aquel marco normativo, por aquella camisa de fuerza impuesta de manera fraudulenta por la dictadura, La Constitución de 1980. Mientras no enfrentemos de manera decidida aquel problema central todas nuestras luchas quedarán aisladas; es decir, ellas no son aisladas por el carácter que puedan tener, por la visión que puedan entregar los analistas, sino seguirán aisladas mientras no nos hagamos cargo de que ese es el problema, Como salimos de este laberinto neoliberal, de este modelo que ha significado que la educación, el agua, la salud y todo aquello que sea posible sea convertido en mercancía y no en un derecho de todos.
Para volver al tema que nos ocupa al inicio, en la Constitución de 1980 está consagrada la “libertad” de enseñanza y ella “incluye el derecho de abrir, organizar y mantener establecimientos educacionales” (**)
Por ahí deben de ir nuestros esfuerzos: la educación, la salud y otros, como decíamos, y su carácter descansan en aquella constitución espuria, hecha en dictadura y amañada en esta democracia. Es ella la que se ha transformado en el dique de contención de todas las demandas, es ella la que no permite la resolución de los problemas parciales que hay que atacar desde su raíz y quitar los obstáculos que impiden en definitiva solucionarlos.
(*) Sociólogo, magíster en Ciencias Sociales. 24 de Junio de 2008
(**) Constitución Política de 1980. Artículo 19 – Inciso 11º
Pero ser humanos nos hace pensar”
(Z. Bauman)
Se ha desatado una gran discusión y movilización en un tema trascendental en toda sociedad, como es la educación. Indudablemente la educación chilena se ha transformado en un problema de difícil solución, tanto por los resultados que se obtienen del proceso de enseñanza – aprendizaje y que tan bien le hacen a las políticas neoliberales, como por las dificultades que se van encontrando en el camino a la hora de pensar en una educación con sentido, o más bien en el sentido de la educación. Se hace necesario agregar a ello las condiciones en que se da la tarea educativa en este Chile de hoy, y que tienen que ver con los medios y herramientas para hacerlo, con las remuneraciones y sueldos de los profesores, con la situación de colegios, que no cumplen con lo necesario para hacer de esta tarea algo que permita educar en dignidad a los niños y jóvenes de este país.
Uno de los problemas más sentidos tiene que ver con el carácter de esta educación chilena, transformada en mercancía por obra de las políticas neoliberales, normada desde una espuria Constitución política y encajonada cada vez más por los gobiernos concertacionistas de las últimas décadas. Movida por la lógica del mercado, ella tiene el sentido de seguir reproduciendo este modelo de desarrollo del capitalismo, conocido como neoliberalismo. Uno de los reclamos viene por lado de la necesidad del carácter público de la educación, es decir, que ella sea responsabilidad del Estado, no desde los privados que han lucrado con esta actividad y que, por tanto, dificultades y problemas sean asumidos desde allí. El sentido que ello tiene, creemos, es el de salir al paso de aquel discurso que se ha instalado y que ha servido a los gobernantes para desentenderse justamente de aquellas responsabilidades, nos referimos a eso que se ha dado en llamar: “problemas entre privados”.
Conviene hacer algunas reflexiones que, aunque obvias, a veces no nos son tan evidentes a la hora de pensar en nuestros problemas, sus formas de solución y las lecciones que convendría sacar a partir de ellas. Nos permitimos decir, entonces, que el problema de la educación no es algo aislado, hay otros que reclaman también una urgencia en su enfrentamiento; todos tienen la misma causa y por ello parece ser que las soluciones tienen que ver con enfrentar de una buena vez aquel problema central de nuestra sociedad.
Una primera reflexión tiene una relación con aquello que está ahí, sin resolverse: esa pugna de intereses que, pese a todos los discursos posmodernistas, pos estructuralistas y una serie de otros post, sigue ordenando la historia, la de ayer y la del presente: la Lucha de Clases. Porque son los estudiantes de los sectores más pobres de la sociedad los que no pueden estudiar en condiciones dignas, para ellos está vedado el derecho legítimo a una educación de calidad y son, justamente, ellos los que se han movilizado, los que ya han empezado a iluminar con su rebeldía el camino y el que hacer. Son los profesores de los colegios municipalizados, y también los de otros, los más perjudicados y vapuleados con situaciones de trabajo precarias, con normativas dictatoriales que envilecen su labor docente transformándola en vehículo de dominación y explotación para los sectores explotados y humillados de nuestra sociedad; son, en últimas los pobres de la ciudad y del campo los más afectados por esta situación que se ha enseñoreado en nuestra Patria. Mientras, los poderosos ponen el grito en el cielo al ver amenazados sus intereses y sus ganancias, son ellos los que han profitado del lucro que genera el “negocio” de la educación; son los políticos, muchos de ellos empresarios de la educación los que ya han tomado su lugar, al lado de los intereses y componendas de los empresarios. Por tanto, no se trata de cualquier lucha la que se está manifestando hoy día, es la lucha social – como forma de la lucha de clases – la que está presente y ella tiene su fundamento en ese conflicto no resuelto entre los intereses de unos y los de las grandes mayorías, en este caso preciso, los actores de la educación.
Uno de los reclamos más sentidos, decíamos, es el que la educación tenga un carácter público, centralizada desde el Ministerio de Educación, como responsable de las políticas y también de los recursos que asignan a la educación. Reclamo legítimo, porque en esa “lucha entre privados” sabemos que siguen ganando los que mismos de siempre, aquellos que siguen “privatizando” y “privando” a los demás de los legítimos derechos, bajo el amparo de una supuesta libertad económica que no es otra cosa que la libertad entregada a los poderosos para seguir explotando y ganando. Nos parece que como guía de acción el carácter público de la educación permite enfrentar otro problema que aparece a la hora de tomar conciencia de el carácter integral que debe tener toda lucha, no se trata de problema aislado lo que ocurre con la educación en el Chile actual; de alguna forma pasa lo mismo en la salud, en la vivienda, en el trabajo. Al ser mostradas como hechos aislados es fácil para el poder morigerarlas y relativizarlas, presentarlas como que afectaría sólo a sectores determinados de la sociedad, con intereses propios y sin ninguna encadenación con el conjunto de males que aquejan al país.
Se hace necesario preguntarse, entonces, en donde estaría el centro, en donde se ubicaría una de las causas más inmediatas de estas situaciones. No caben dudas, que el Sistema Capitalista y el modelo de desarrollo y acumulación impuestos son las causas fundamentales de la situación. Las dificultades que tiene nuestra afirmación, por correcta que es, es que; por una parte, necesitamos dar cuenta del punto neurálgico hacia donde dirigir nuestros esfuerzos hoy día, no basta decir que el sistema es el problema, porque en la práctica eso no moviliza a las grandes mayorías, más bien nos deja donde mismo; por otro lado, no existen en verdad los espacios públicos que provoquen y dinamicen la discusión y la búsqueda de soluciones, más bien, en esta lógica privatizadora del modelo, sólo existe el espacio privado, individualista, intimista en que cada uno se vale de sus propios medios y voluntades para enfrentar aisladamente su problema.
El problema central que enfrentamos está determinado por aquel marco normativo, por aquella camisa de fuerza impuesta de manera fraudulenta por la dictadura, La Constitución de 1980. Mientras no enfrentemos de manera decidida aquel problema central todas nuestras luchas quedarán aisladas; es decir, ellas no son aisladas por el carácter que puedan tener, por la visión que puedan entregar los analistas, sino seguirán aisladas mientras no nos hagamos cargo de que ese es el problema, Como salimos de este laberinto neoliberal, de este modelo que ha significado que la educación, el agua, la salud y todo aquello que sea posible sea convertido en mercancía y no en un derecho de todos.
Para volver al tema que nos ocupa al inicio, en la Constitución de 1980 está consagrada la “libertad” de enseñanza y ella “incluye el derecho de abrir, organizar y mantener establecimientos educacionales” (**)
Por ahí deben de ir nuestros esfuerzos: la educación, la salud y otros, como decíamos, y su carácter descansan en aquella constitución espuria, hecha en dictadura y amañada en esta democracia. Es ella la que se ha transformado en el dique de contención de todas las demandas, es ella la que no permite la resolución de los problemas parciales que hay que atacar desde su raíz y quitar los obstáculos que impiden en definitiva solucionarlos.
(*) Sociólogo, magíster en Ciencias Sociales. 24 de Junio de 2008
(**) Constitución Política de 1980. Artículo 19 – Inciso 11º
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