Paraguay: el fin de un ciclo, Lugo terminó con la dinastía colorada
El ex obispo gano las elecciones presidenciales con su coalicion de centroizquierda
Lugo terminó con la dinastía colorada
En una jornada histórica, el candidato opositor obtuvo un claro triunfo sobre la candidata oficialista Blanca Ovelar y el ex general golpista Lino Oviedo. Prometió luchar contra la corrupción y desató una ola de festejos en todo el país
El fin de un ciclo
Mercedes López San Miguel, desde AsunciónPágina/12, Buenos Aires, 21-4-08
Lugo terminó con la dinastía colorada
En una jornada histórica, el candidato opositor obtuvo un claro triunfo sobre la candidata oficialista Blanca Ovelar y el ex general golpista Lino Oviedo. Prometió luchar contra la corrupción y desató una ola de festejos en todo el país
El fin de un ciclo
Mercedes López San Miguel, desde AsunciónPágina/12, Buenos Aires, 21-4-08
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Paraguay cambió el signo político luego de 61 años de reinado del Partido Colorado: la silla del Palacio de López quedó en poder de un obispo de perfil progresista. Fernando Lugo, líder de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), fue electo presidente con un 40,7 por ciento frente a la candidata oficialista Blanca Ovelar (30,8 por ciento) y el polémico general Lino Oviedo (22 por ciento), en una jornada en la que los paraguayos fueron masivamente a votar. A ellos se dirigió Lugo con un semblante que rebosaba felicidad. “Ustedes son culpables de la alegría del pueblo paraguayo. El 20 de abril marca una fecha histórica para todos. Escribimos una nueva página. De ahora en más este pueblo será conocido por su honestidad y no por su corrupción”, proclamó.
La emoción copó las calles de la ciudad de Asunción, sobre todo frente al Panteón de Los Héroes. Unas 50 mil personas llegaron al microcentro de la capital al grito de “Se siente, se siente Lugo presidente” y “Viva el Paraguay, viva”. Los fuegos artificiales y el sonido de bocinas comenzaron no bien se conocieron las primeras bocas de urna que daban ganador al candidato de la Alianza. En la sede del comando de Lugo, ubicada frente a la estación de ómnibus de la capital, los simpatizantes levantaron banderas del país mientras cantaban “borón bombón, borón bombón, el que no canta es Nicanor”, por el saliente presidente Duarte Frutos.
Lugo, secundado por su compañero de fórmula, Federico Franco, y el presidente de la Internacional Socialista, el chileno Luis Ayala, dio un discurso conciliador, pidiendo la unidad del pueblo paraguayo. “Cuando se ratifiquen los resultados en el cómputo oficial estaremos abiertos para construir la integración real de la región, el continente y el mundo. Nunca más un gobierno de clientelismo y prebendas”, dijo en medio de los aplausos.
Al cierre de esta edición seguía corriendo el cómputo rápido de los comicios, que ya ninguno de los contendientes cuestionaba. El Tribunal Electoral no iba a difundir los resultados de la elección de los diputados y senadores, así como de los gobernadores de 17 departamentos que ayer se renovaron. Sin embargo, no es prematuro decir que la izquierda ganó presencia política. Será clave a partir de hoy saber si la Alianza obtiene mayoría parlamentaria y la calidad del gabinete que confeccionará. Por lo pronto, el próximo ministro de Economía es un independiente, Dionisio Borda, ex ministro de Hacienda de Duarte Frutos.
“Que los colorados pierdan el poder entero es una novedad, nunca hubo una alternancia política que fortalezca la democracia”, señaló a este diario el analista Alfredo Boccia, columnista de Ultima Hora. Boccia dijo que Lugo recibirá presiones, dado que los funcionarios de toda la estructura político-económica siempre han sido colorados. El experto agregó que también habrá presiones en el seno de la Alianza, dado que está formada por una veintena de grupos sociales y campesinos –una suerte de izquierda setentista– y el Partido Liberal Radical, que históricamente ha sido la segunda fuerza del país.
“En estos comicios queda evidenciado que ya nadie piensa como los colorados, es el fin de una época”, afirmó por su parte la historiadora Milda Rivarola.
Los colorados tardaron en reconocer su derrota. A las 16.15 de la tarde, el jefe de campaña del Partido Colorado, Mario Benítez, salió a proclamar ganadora a su candidata, Ovelar. Pero tres horas más tarde, los sondeos de cinco medios y el sondeo rápido de datos (TREP) lo daban ganador al obispo opositor. Según fuentes del Tribunal Electoral, los apoderados del oficialismo se habían ido del TREP para no reconocer los resultados del conteo rápido. Pero Blanca Ovelar declaró anoche a las 21 horas local que reconocía el triunfo de Lugo. “Que perdamos las elecciones no significa que descreamos de la democracia. Celebramos la democracia.” Lo mismo hizo el general Lino Oviedo, pero evitó dar una conferencia de prensa.
Lugo fue el primer candidato en votar a las 7.11 de la mañana en la ciudad de Lambaré, en la periferia de la capital paraguaya. Con él estuvo la representante de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe Bonafini. El obispo luego fue a la misa dominical en la parroquia Verbo Divino.
Paraguay cambió el signo político luego de 61 años de reinado del Partido Colorado: la silla del Palacio de López quedó en poder de un obispo de perfil progresista. Fernando Lugo, líder de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), fue electo presidente con un 40,7 por ciento frente a la candidata oficialista Blanca Ovelar (30,8 por ciento) y el polémico general Lino Oviedo (22 por ciento), en una jornada en la que los paraguayos fueron masivamente a votar. A ellos se dirigió Lugo con un semblante que rebosaba felicidad. “Ustedes son culpables de la alegría del pueblo paraguayo. El 20 de abril marca una fecha histórica para todos. Escribimos una nueva página. De ahora en más este pueblo será conocido por su honestidad y no por su corrupción”, proclamó.
La emoción copó las calles de la ciudad de Asunción, sobre todo frente al Panteón de Los Héroes. Unas 50 mil personas llegaron al microcentro de la capital al grito de “Se siente, se siente Lugo presidente” y “Viva el Paraguay, viva”. Los fuegos artificiales y el sonido de bocinas comenzaron no bien se conocieron las primeras bocas de urna que daban ganador al candidato de la Alianza. En la sede del comando de Lugo, ubicada frente a la estación de ómnibus de la capital, los simpatizantes levantaron banderas del país mientras cantaban “borón bombón, borón bombón, el que no canta es Nicanor”, por el saliente presidente Duarte Frutos.
Lugo, secundado por su compañero de fórmula, Federico Franco, y el presidente de la Internacional Socialista, el chileno Luis Ayala, dio un discurso conciliador, pidiendo la unidad del pueblo paraguayo. “Cuando se ratifiquen los resultados en el cómputo oficial estaremos abiertos para construir la integración real de la región, el continente y el mundo. Nunca más un gobierno de clientelismo y prebendas”, dijo en medio de los aplausos.
Al cierre de esta edición seguía corriendo el cómputo rápido de los comicios, que ya ninguno de los contendientes cuestionaba. El Tribunal Electoral no iba a difundir los resultados de la elección de los diputados y senadores, así como de los gobernadores de 17 departamentos que ayer se renovaron. Sin embargo, no es prematuro decir que la izquierda ganó presencia política. Será clave a partir de hoy saber si la Alianza obtiene mayoría parlamentaria y la calidad del gabinete que confeccionará. Por lo pronto, el próximo ministro de Economía es un independiente, Dionisio Borda, ex ministro de Hacienda de Duarte Frutos.
“Que los colorados pierdan el poder entero es una novedad, nunca hubo una alternancia política que fortalezca la democracia”, señaló a este diario el analista Alfredo Boccia, columnista de Ultima Hora. Boccia dijo que Lugo recibirá presiones, dado que los funcionarios de toda la estructura político-económica siempre han sido colorados. El experto agregó que también habrá presiones en el seno de la Alianza, dado que está formada por una veintena de grupos sociales y campesinos –una suerte de izquierda setentista– y el Partido Liberal Radical, que históricamente ha sido la segunda fuerza del país.
“En estos comicios queda evidenciado que ya nadie piensa como los colorados, es el fin de una época”, afirmó por su parte la historiadora Milda Rivarola.
Los colorados tardaron en reconocer su derrota. A las 16.15 de la tarde, el jefe de campaña del Partido Colorado, Mario Benítez, salió a proclamar ganadora a su candidata, Ovelar. Pero tres horas más tarde, los sondeos de cinco medios y el sondeo rápido de datos (TREP) lo daban ganador al obispo opositor. Según fuentes del Tribunal Electoral, los apoderados del oficialismo se habían ido del TREP para no reconocer los resultados del conteo rápido. Pero Blanca Ovelar declaró anoche a las 21 horas local que reconocía el triunfo de Lugo. “Que perdamos las elecciones no significa que descreamos de la democracia. Celebramos la democracia.” Lo mismo hizo el general Lino Oviedo, pero evitó dar una conferencia de prensa.
Lugo fue el primer candidato en votar a las 7.11 de la mañana en la ciudad de Lambaré, en la periferia de la capital paraguaya. Con él estuvo la representante de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe Bonafini. El obispo luego fue a la misa dominical en la parroquia Verbo Divino.
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El fin de un ciclo
Atilio A. Boron
El fin de un ciclo
Atilio A. Boron
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El triunfo del ex obispo Fernando Lugo en las elecciones de ayer pone fin a casi 61 años de predominio del Partido Colorado. La mayor parte de este período transcurrió bajo el signo de una de las más feroces y reaccionarias dictaduras de América latina, presidida por Alfredo Stroessner, quien se hizo del poder mediante un golpe de Estado en 1954 y permaneció en él hasta 1989. Luego de su derrocamiento el Partido Colorado retuvo el poder político, hasta ayer. A lo largo de esos años, Paraguay, un país que, como Bolivia, posee grandes recursos naturales y una población relativamente pequeña (no llega a los siete millones de habitantes), profundizó su atraso económico, político y cultural, condenando a la pobreza a la gran mayoría de sus hijos y reteniendo a aquellos que no emigraron bajo las tenazas de un sistema corrupto hasta la médula, en donde los más altos funcionarios del Estado eran, con muy pocas excepciones, los organizadores del saqueo practicado en contra de la nación guaraní.
Con el triunfo de Lugo cayó el último bastión de los despotismos que asolaron la región durante la segunda mitad del siglo pasado. El de Paraguay fue el más longevo; mudó de piel como una serpiente y se las ingenió para perpetuar la dictadura del mismo bloque dominante bajo un ropaje que apenas si formalmente podía parecer democrático. El transformismo del que hablaba Gramsci fue una verdadera escuela entre la clase política paraguaya y los cambios que ocurrieron luego de la partida de Stroessner sirvieron, como decía el Gatopardo, para que todo siguiera igual.
Con Lugo como presidente toda la estructura de la sociedad paraguaya se enfrentará a fuertes remezones. Por empezar, del aparato clientelístico montado desde hace seis décadas y alimentado permanentemente por la corrupción imperante. La oposición con que se enfrentará el ex obispo será inclemente e intratable: dueños absolutos de vidas y haciendas durante décadas y oportunistas e hipócritas adherentes a la norma del juego democrático no dejarán de emplear cualquier recurso para desestabilizar el proceso y provocar una situación similar a la que hoy sufre en Bolivia Evo Morales.
Por otra parte, como si la oposición interior fuera poca cosa, los ojos del imperio se clavarán de hoy en más en la hermana república paraguaya, que pasará a engrosar la lista de los gobiernos con “débiles credenciales democráticas”. La imperdonable miopía de los gobiernos de Brasil y Argentina, la misma que está empujando cada vez con más fuerza al Uruguay hacia los brazos de los Estados Unidos, hizo que Asunción terminara por conceder para uso de las fuerzas estadounidenses la base aérea de Mariscal Estigarribia. Situada en una zona prácticamente despoblada, a unos 200 kilómetros de la frontera de Argentina y unos 300 de Brasil, tiene la pista aérea más extensa del Paraguay, superior a la del aeropuerto internacional de Asunción y capacidad para albergar 20.000 tropas. Tropas que gozan de inmunidad bajo un supuesto “Acuerdo Militar de Entrenamiento” firmado entre gallos y medianoche en el 2005, mientras Itamaratí y la Cancillería argentina estaban distraídas en cuestiones menos relevantes.
Habrá que ver si ahora que Lugo es gobierno Argentina y Brasil pasan de la retórica de la solidaridad al apoyo efectivo a un gobierno que va a necesitar de mucha ayuda para poder sobrevivir a los embates ya diseñados para precipitar su fracaso y volver al Paraguay a su normalidad.
.El triunfo del ex obispo Fernando Lugo en las elecciones de ayer pone fin a casi 61 años de predominio del Partido Colorado. La mayor parte de este período transcurrió bajo el signo de una de las más feroces y reaccionarias dictaduras de América latina, presidida por Alfredo Stroessner, quien se hizo del poder mediante un golpe de Estado en 1954 y permaneció en él hasta 1989. Luego de su derrocamiento el Partido Colorado retuvo el poder político, hasta ayer. A lo largo de esos años, Paraguay, un país que, como Bolivia, posee grandes recursos naturales y una población relativamente pequeña (no llega a los siete millones de habitantes), profundizó su atraso económico, político y cultural, condenando a la pobreza a la gran mayoría de sus hijos y reteniendo a aquellos que no emigraron bajo las tenazas de un sistema corrupto hasta la médula, en donde los más altos funcionarios del Estado eran, con muy pocas excepciones, los organizadores del saqueo practicado en contra de la nación guaraní.
Con el triunfo de Lugo cayó el último bastión de los despotismos que asolaron la región durante la segunda mitad del siglo pasado. El de Paraguay fue el más longevo; mudó de piel como una serpiente y se las ingenió para perpetuar la dictadura del mismo bloque dominante bajo un ropaje que apenas si formalmente podía parecer democrático. El transformismo del que hablaba Gramsci fue una verdadera escuela entre la clase política paraguaya y los cambios que ocurrieron luego de la partida de Stroessner sirvieron, como decía el Gatopardo, para que todo siguiera igual.
Con Lugo como presidente toda la estructura de la sociedad paraguaya se enfrentará a fuertes remezones. Por empezar, del aparato clientelístico montado desde hace seis décadas y alimentado permanentemente por la corrupción imperante. La oposición con que se enfrentará el ex obispo será inclemente e intratable: dueños absolutos de vidas y haciendas durante décadas y oportunistas e hipócritas adherentes a la norma del juego democrático no dejarán de emplear cualquier recurso para desestabilizar el proceso y provocar una situación similar a la que hoy sufre en Bolivia Evo Morales.
Por otra parte, como si la oposición interior fuera poca cosa, los ojos del imperio se clavarán de hoy en más en la hermana república paraguaya, que pasará a engrosar la lista de los gobiernos con “débiles credenciales democráticas”. La imperdonable miopía de los gobiernos de Brasil y Argentina, la misma que está empujando cada vez con más fuerza al Uruguay hacia los brazos de los Estados Unidos, hizo que Asunción terminara por conceder para uso de las fuerzas estadounidenses la base aérea de Mariscal Estigarribia. Situada en una zona prácticamente despoblada, a unos 200 kilómetros de la frontera de Argentina y unos 300 de Brasil, tiene la pista aérea más extensa del Paraguay, superior a la del aeropuerto internacional de Asunción y capacidad para albergar 20.000 tropas. Tropas que gozan de inmunidad bajo un supuesto “Acuerdo Militar de Entrenamiento” firmado entre gallos y medianoche en el 2005, mientras Itamaratí y la Cancillería argentina estaban distraídas en cuestiones menos relevantes.
Habrá que ver si ahora que Lugo es gobierno Argentina y Brasil pasan de la retórica de la solidaridad al apoyo efectivo a un gobierno que va a necesitar de mucha ayuda para poder sobrevivir a los embates ya diseñados para precipitar su fracaso y volver al Paraguay a su normalidad.
Enviado por Correspondencia de Prensa - Agenda Radical - Boletín Solidario
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