Venezuela - El conflicto de SIDOR: Alcances y perspectivas
Por: Ricardo Galíndez (CSR - EL TOPO OBRERO)
El pasado viernes 14 de marzo sucedieron cosas muy graves con el conflicto de SIDOR, en el Estado Bolívar. Pero prácticamente nada se informó sobre eso. Hay que llamar a la reflexión por algo muy serio y es que una burocracia debilitada, expuesta a la vanguardia política y social, está dando muestras de nerviosismo al tratar de frenar su desprestigio y su conciliación con las fuerzas económicas de la reacción capitalista. Se veía venir este aumento en las acciones de represión por parte del estado como respuesta a las luchas que se asomaban, a lo que debe añadirse la debilidad expuesta a partir del 2 de diciembre con la derrota en el referéndum sobre la reforma constitucional, que dio como consecuencia los indultos y la amnistía. Esta misma debilidad, con sus distorsiones, se reflejó en el proceso de elección de la dirección del PSUV, incluyendo sus resultados.
En el caso concreto de la represión a los compañeros sidoristas, está claro que no fueron palos de ciego. No. La misma fue preparada, hasta con pelos y señales. A los compañeros no solo se les reprimió con saña, sino que se les persiguió hasta en la clínica donde fueron atendidos. Los carros de los trabajadores fueron destrozados y desvalijados, aún estando en sitios apartados de la escena de 'los enfrentamientos'. Se les conocía. Se les buscaba por toda la ciudad. Había orden de detención contra todo aquel que llevara una camisa de SIDOR. En esta orientación detuvieron a un señor que iba en su carro vistiendo una camisa de color similar a las usadas por los sidoristas y lo sacaron con una violencia inusitada.
Se dieron casos de disparos de perdigones a quemarropa. La intención fue clara: decirle a los trabajadores que o se aquietaban y cesaban en sus exigencias, o ello tendría un precio a pagar; decirle de manera clara de que lado está el gobierno o una parte del mismo. Ya el presidente Chávez debería haber declarado condenando la represión, así como muy bien lo hizo contra el asesinato de Raúl Reyes. Su silencio lo hace pecar por omisión, lo que no es bueno ante los ataques de los sectores de la oposición golpista. No es solo el Ministro del Trabajo con sus posturas ilegales y patronales como en los mejores tiempos de Caldera parte I cuando la derrota de la huelga, precisamente de SIDOR con sus 512 despedidos.
Que el PSUV, o mejor dicho: su dirección, no haya dicho nada, es más que comprensible, aunque tiene que corregirse eso. La dirección electa, aunque no representa a los más cuestionados funcionarios del gobierno, lo cual es bueno, es débil en su composición social por carecer de compañeros venidos de luchas sociales concretas en lo reivindicativo, por derechos democráticos y, con raras excepciones, sin formación teórica marxista revolucionaria. Con esto no los pongo en minusvalía y menos aún los estoy despreciando. Sólo los ubico para poder entenderlos y darnos los lineamientos que permitan tender puentes de comunicación con ellos. Ellos son compatriotas valiosos que no se han pasado a las filas del golpismo, todos apegados a Chávez, y quieren hacerlo bien dentro de un proyecto confuso y que tendrá que definirse.
Distinto ha pasado entre algunos militantes del PSUV. De estos, varios se han manifestado, incluso por la publicación electrónica Aporrea, y si no se ha extendido es por las debilidades de los sectores revolucionarios que no hemos comprendido la magnitud de la lucha y lo trascendente de la represión bestial que se desató ese 'viernes sangriento'. Algunos no hemos comprendido la necesidad de dirigirnos hacia la dirección y militancia del PSUV para que se exprese y hasta para que se sigan desarrollando las contradicciones positivas que hay en su seno. En este partido, en el cual militamos, hacen vida centenares de miles de excelentes camaradas y compatriotas que estarían dispuestos a solidarizarse si se les explicase la situación. Esto ya lo hemos venido comprobando.
¿Por qué el gobierno venezolano protege a una multinacional como Techint, de origen argentino, que es la propietaria de SIDOR en el 60 % de su paquete accionario? Sobre el tema del gobierno argentino, hay que dejar claro que éste, y otros gobiernos igualmente, sólo están con el proceso bolivariano porque éste busca con esos acuerdos lo que el imperio es incapaz de proveer. Esta política global de buscar alternativas a los mercados imperialistas es comprensible para un gobierno nacionalista pequeño burgués, y siendo una política progresista que hay que apoyar, debemos tener la claridad para entender que es de patas cortas. El apoyo de Chávez a gobiernos como el de Cristina Fernández de Kirchner está determinado por el tamaño del excedente de la renta petrolera venezolana, que a su vez tiene sus límites en el volumen de los ingresos y el nivel de gastos (inversiones, corrupción) al interior del país.
¿Pero por qué el gobierno venezolano, en vez de buscar resolver el campo alimentario en el apoyo de un país 'amigo', no ataca el problema de una buena vez con un planteamiento socialista de autosuficiencia alimentaria nacional y de reforma agraria en serio? Es que los límites ideológicos de todo el proceso muchas veces no permiten ir realmente hacia planteos de fondo, más allá de las declamaciones antiimperialistas, importantes sin dudas, pero limitadas al final. El gobierno de Chávez no es un gobierno marxista. Con esto ni ofendo ni temo. Ni siquiera uno radical como lo fue el M 26 de Julio, incluso como el de Salvador Allende que algunos intentan hacer olvidar cuando hablan de la originalidad y excepcionalidad de nuestro proceso revolucionario. Es uno más débil en las medidas tomadas, aunque más agresivo en lo verbal. Esto tiene que ver con sus orígenes de clase: el de la dirección del MBR donde había hasta elementos de extrema derecha, con los aliados de 'izquierda' que asesoraban a algunos de ello con concepciones etapistas de la revolución, y para rematar con los también de izquierda que se fueron incorporando, la gran mayoría, cuando mucho intelectuales inorgánicos, sino arribistas y cadáveres insepultos que encontraron su oportunidad de realizarse, pero siempre temiendo el dedo del 'Bonaparte sui generis' que los desplazase en el momento que no respondiese al criterio político dominante dentro del gobierno.
¿Por qué el gobierno desarrolla la agricultura de puertos (de ahí el acuerdo amigable con Argentina dejando pasar esto hecho a la multinacional Techint) y no impulsa el aparato productivo nacional? Esta situación tiene varias aristas, vinculadas todas entre si. La primera tiene que ver con la concepción capitalista que se maneja desde el propio gobierno, y esto más allá de la retórica sobre socialismo. Incluso de un capitalismo de bodega. La agricultura como negocio tiene que dar dividendos, si no, no sirve. El negocio no es producir en unas cuantas hectáreas si trayendo unos cuantos barcos se gana mucho más. Otro problema que tiene el gobierno es que para aumentar la producción en el campo se apoya en los grandes de la agroindustria, que no están interesados en desarrollar un proyecto de 'desarrollo endógeno', sino en invertir más allá de la agricultura y de nuestras fronteras, pues es más rentable.
Vinculado a esto es el hecho de que a la burocracia del estado lo que le importa es realizar negocios con un criterio capitalista de la obtención de la máxima ganancia y la agricultura no es precisamente, dentro del capitalismo, el más rentable. El negocio es asociarse, no sólo para traer barcos con alimentos, sino traerlos con el condimento de los sobreprecios y la corrupción. Es la manera más fácil de formarse un capital, un objetivo alentado en el fondo por la propia fuerza de la política que se alienta desde el gobierno cuando un Giordani dice que en los próximos 20 o 30 años hay que desarrollar el capitalismo para luego pasar a otra etapa que nos suponemos sea el de las expropiaciones. Si hay que desarrollar el capitalismo nacional, se necesitan burgueses nacionales, y allí está los llamados boliburgueses.
Las propias concepciones que se manejan de cómo rentabilizar la tierra influye. La idea de ciertos funcionarios de impulsar sólo pequeñas o micro unidades de producción, que no tienen incidencia en la cobertura de las necesidades nacionales, son hasta un factor de desmotivación, pues este tipo de unidades en muchos casos no sirven ni siquiera para el autoconsumo de quienes doblan la espalda en el campo.
El nacionalismo de Chávez, que ha sido positivo y ha ayudado a calentar el ambiente, a alentar a las masas explotadas y oprimidas, tiene los límites de un proyecto que quiere realizar cambios revolucionarios 'con las armas melladas del capitalismo', que queriendo servirle al 'capitalismo nacional', es rechazado, odiado por esa burguesía nacional de todos los países del continente. Es un proyecto que tiene una profunda debilidad al no creer en la clase obrera como clase específica, sino como parte de una totalidad diluyente que es el pueblo, y quienes hemos tenido la oportunidad de darle relevancia a la clase, no lo hemos hecho por nuestras tímidas políticas reivindicativas, nuestra carencia de una visión política del momento y por nuestros métodos burocráticos de conducción. También así se ha perdido un tiempo valioso.
Tenemos que recordar que las fuerzas que se reclamaban de izquierda en nuestro país venían de una crisis gigantesca. Prácticamente no existían ni física, ni políticamente. Veníamos de 'socialismo ya', a 'manos limpias al poder', pasando por el eje de la lucha contra el bipartidismo, a integrarnos a un gobierno anti cogollos adecos y copeyanos, pero integrado y dirigido a dedo por parte de eso mismo. Es decir, nuestra izquierda daba pena ajena y eso le dimos de herencia a esa juventud militar que se rebelaba contra lo existente.
Todos estos problemas que hemos enumerado se hacen presentes en la lucha de SIDOR. Es la fuerza de la clase la que ha empujado la discusión hasta este punto. La dirección burocrática de derecha ha tenido poco margen de maniobra para entregar el contrato por esta fuerza obrera y por la existencia de una corriente alternativa como lo es AS, pero a su vez, ésta ha dado pocos y muy débiles pasos para globalizar la lucha que traspasa SIDOR. Ha perdido buenas oportunidades de demostrar la superioridad de los métodos de la democracia asamblearia, donde los trabajadores no son recipiente de informaciones y decisiones, sino la parte que tiene que tomar las decisiones. Su desarrollo a medio camino en los métodos democráticos y en la superación de las debilidades organizativas, han impedido una mayor fortaleza de esta lucha, incluso una victoria, pero que aún se está a tiempo de alcanzar, y con ello, profundizar la revolución.
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