Argentina - Ante la masacre de Uribe-Bush
El Socialista 12 de marzo de 2008 Nro. 094
Cristina Kirchner, funcional a Estados Unidos
La actitud ante las violaciones a los derechos humanos e invasión a Ecuador, perpetradas por el presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez, por orden de su jefe, George Bush, mostró el grado de sometimiento de los gobiernos latinoamericanos a la política yanqui.
Cristina Kirchner se destacó como una de las más funcionales a la política norteamericana. Tanto que fue merecedora de un entusiasta elogio de Tom Shannon, secretario de Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos: “Creo que Argentina, como otros países de la región, está tomando un rol importante aquí en la OEA y está dedicada a una solución pacífica… Vemos la participación de Argentina y del Mercosur con interés y agrado” (Clarín, 5/03).
No es para menos: el gobierno argentino en ningún momento condenó claramente a la invasión y los asesinatos. Cuando Ecuador, Venezuela y Nicaragua rompieron relaciones con Colombia, Argentina miró para otro lado.
Y luego vino la cumbre. Cristina, junto con Lula, jugaron el papel de grandes componedores para lograr los abrazos y un pacto que no condenó al genocida Uribe ni a su jefe Bush (ver páginas 14 y 15). Esto es lo que Shannon llama “solución pacífica”. Está claro que ningún sector popular latinoamericano quería la guerra. Pero la palabra “paz”, en boca de un funcionario de Bush, es bastante poco creíble. En realidad quería decir salvar a su títere Uribe.
Cristina viajó personalmente a Caracas y se reunió con Chávez. No para defender a Ecuador y Venezuela contra el agresor Uribe, sino para convencer al presidente venezolano de que todo debía terminar en un abrazo con el genocida.
Pero Cristina Kirchner fue más allá. Llamó “terroristas” a las FARC, copiando el discurso de Uribe y Bush. Y todavía más lejos, al reivindicar el “derecho” de Uribe a “combatir el terrorismo con la legalidad”. Omitió mencionar que en Colombia se han asesinado a miles de dirigentes campesinos, obreros, de izquierda, de derechos humanos, y que estos asesinatos fueron perpetrados en su inmensa mayoría por los “paras” (paramilitares) que Uribe legalizó y disfrazó de “cooperativistas”.
¡Uribe es el jefe de los paramilitares! Esta misma semana, mientras la señora presidenta pronunciaba su florido discurso y se abrazaba con Uribe, fue secuestrado y asesinado en Bogotá, Leonidas Gómez Rozo, dirigente nacional de la Unión Nacional de Empleados Bancarios, miembro de la conducción del Polo Democrático. Esto se llama terrorismo de estado. ¿Se olvidó de este terrorismo la señora presidenta?
Compañero lector: ¿Recuerda usted a Videla? Los mismos argumentos 32 años después. También en la Argentina del 76 se hablaba de “combatir al terrorismo” y con ese argumento se secuestraban y asesinaban delegados obreros, militantes sociales, estudiantes, abogados… Eso no le impedía a Videla hablar de “legalidad” y otras palabras bonitas.
La señora presidenta aprovechó el día para visitar además a las tropas argentinas en Haití. ¿Qué están haciendo ahí? La Misión de la Naciones Unidas para Haití (Minustah) es una fuerza militar encabezada por militares de Brasil -acompañada por Argentina- , que ocupa la isla por orden de los Estados Unidos, reprimiendo a los trabajadores y protegiendo a las multinacionales yanquis que operan en ese país. Las tropas de la Minustah atacaron barrios populares, causando numerosos muertos y heridos, e incluso ocuparon militarmente la fábrica Larsco, cuyos trabajadores estaban en huelga.
Por su parte, la dirigente de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, señaló que “lo peor que le podía pasar” a Argentina era “alinearse con Venezuela”. Acusó a Chávez de tener una “reacción desproporcionada” por mantener -dijo- “una relación directa con guerrilleros y narcotraficantes” (Radio 10). Además justificó la masacre e invasión de Ecuador diciendo que “la incursión fue sólo de 2 km y en plena selva” (Crítica, 9/03). Carrió, a la que los medios de comunicación siguen calificando, vaya a saber por qué, de “centroizquierda”, compite por ser más proyanqui que Cristina Kirchner, eligiendo usar directamente el mismo lenguaje que Uribe. El PRO, por otro lado, directamente llamó a apoyar a Uribe; y la UCR balbuceó una confusa declaración sin condenarlo.
Cuando se acerca el 32 aniversario del golpe del 76, la crisis latinoamericana vuelve a dejar clara la ubicación del gobierno, el PJ, la UCR, Coalición Cívica, PRO y todos los políticos tradicionales de la patronal y la oligarquía. Así como lo hicieron en Argentina, están dispuestos a encubrir a los genocidas también a escala internacional. Muestra que el discurso de “derechos humanos” de los Kirchner es totalmente hueco.
Por eso, más que nunca, llamamos a marchar este 24 de marzo, no sólo conmemorando el hecho histórico y repudiando el golpe del 76, sino para exigir el retiro de las tropas de Haití, para denunciar el genocidio en Colombia, y bregar por la unidad de los pueblos latinoamericanos para expulsar al imperialismo y a sus títeres.
Cristina Kirchner se destacó como una de las más funcionales a la política norteamericana. Tanto que fue merecedora de un entusiasta elogio de Tom Shannon, secretario de Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos: “Creo que Argentina, como otros países de la región, está tomando un rol importante aquí en la OEA y está dedicada a una solución pacífica… Vemos la participación de Argentina y del Mercosur con interés y agrado” (Clarín, 5/03).
No es para menos: el gobierno argentino en ningún momento condenó claramente a la invasión y los asesinatos. Cuando Ecuador, Venezuela y Nicaragua rompieron relaciones con Colombia, Argentina miró para otro lado.
Y luego vino la cumbre. Cristina, junto con Lula, jugaron el papel de grandes componedores para lograr los abrazos y un pacto que no condenó al genocida Uribe ni a su jefe Bush (ver páginas 14 y 15). Esto es lo que Shannon llama “solución pacífica”. Está claro que ningún sector popular latinoamericano quería la guerra. Pero la palabra “paz”, en boca de un funcionario de Bush, es bastante poco creíble. En realidad quería decir salvar a su títere Uribe.
Cristina viajó personalmente a Caracas y se reunió con Chávez. No para defender a Ecuador y Venezuela contra el agresor Uribe, sino para convencer al presidente venezolano de que todo debía terminar en un abrazo con el genocida.
Pero Cristina Kirchner fue más allá. Llamó “terroristas” a las FARC, copiando el discurso de Uribe y Bush. Y todavía más lejos, al reivindicar el “derecho” de Uribe a “combatir el terrorismo con la legalidad”. Omitió mencionar que en Colombia se han asesinado a miles de dirigentes campesinos, obreros, de izquierda, de derechos humanos, y que estos asesinatos fueron perpetrados en su inmensa mayoría por los “paras” (paramilitares) que Uribe legalizó y disfrazó de “cooperativistas”.
¡Uribe es el jefe de los paramilitares! Esta misma semana, mientras la señora presidenta pronunciaba su florido discurso y se abrazaba con Uribe, fue secuestrado y asesinado en Bogotá, Leonidas Gómez Rozo, dirigente nacional de la Unión Nacional de Empleados Bancarios, miembro de la conducción del Polo Democrático. Esto se llama terrorismo de estado. ¿Se olvidó de este terrorismo la señora presidenta?
Compañero lector: ¿Recuerda usted a Videla? Los mismos argumentos 32 años después. También en la Argentina del 76 se hablaba de “combatir al terrorismo” y con ese argumento se secuestraban y asesinaban delegados obreros, militantes sociales, estudiantes, abogados… Eso no le impedía a Videla hablar de “legalidad” y otras palabras bonitas.
La señora presidenta aprovechó el día para visitar además a las tropas argentinas en Haití. ¿Qué están haciendo ahí? La Misión de la Naciones Unidas para Haití (Minustah) es una fuerza militar encabezada por militares de Brasil -acompañada por Argentina- , que ocupa la isla por orden de los Estados Unidos, reprimiendo a los trabajadores y protegiendo a las multinacionales yanquis que operan en ese país. Las tropas de la Minustah atacaron barrios populares, causando numerosos muertos y heridos, e incluso ocuparon militarmente la fábrica Larsco, cuyos trabajadores estaban en huelga.
Por su parte, la dirigente de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, señaló que “lo peor que le podía pasar” a Argentina era “alinearse con Venezuela”. Acusó a Chávez de tener una “reacción desproporcionada” por mantener -dijo- “una relación directa con guerrilleros y narcotraficantes” (Radio 10). Además justificó la masacre e invasión de Ecuador diciendo que “la incursión fue sólo de 2 km y en plena selva” (Crítica, 9/03). Carrió, a la que los medios de comunicación siguen calificando, vaya a saber por qué, de “centroizquierda”, compite por ser más proyanqui que Cristina Kirchner, eligiendo usar directamente el mismo lenguaje que Uribe. El PRO, por otro lado, directamente llamó a apoyar a Uribe; y la UCR balbuceó una confusa declaración sin condenarlo.
Cuando se acerca el 32 aniversario del golpe del 76, la crisis latinoamericana vuelve a dejar clara la ubicación del gobierno, el PJ, la UCR, Coalición Cívica, PRO y todos los políticos tradicionales de la patronal y la oligarquía. Así como lo hicieron en Argentina, están dispuestos a encubrir a los genocidas también a escala internacional. Muestra que el discurso de “derechos humanos” de los Kirchner es totalmente hueco.
Por eso, más que nunca, llamamos a marchar este 24 de marzo, no sólo conmemorando el hecho histórico y repudiando el golpe del 76, sino para exigir el retiro de las tropas de Haití, para denunciar el genocidio en Colombia, y bregar por la unidad de los pueblos latinoamericanos para expulsar al imperialismo y a sus títeres.
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