Colombia - Uribe Vélez: Enredado en sus propias espuelas

Colombia ha sido el país de las desproporciones. Los colombianos que hemos intentado saber, mirar y oír, llevamos muchos años oyendo desproporciones y soportando propuestas desproporcionadas de los gobernantes desproporcionados que han presidido el país. Dirigentes políticos en todas las escalas del estado, desde alcaldes de municipios menores hasta la presidencia de la república que no han tenido el sentido de las proporciones. Por algo se habla de alcaldada como de la acción imprudente, inconsiderada e ilegal que ejecuta un alcalde abusando de la autoridad que ejerce. En Colombia hemos tenido siempre presidentes que han cometido alcaldadas, presidentes que han abusado de su autoridad.

Invito a los colombianos a hacer un poco de memoria sobre los actos de gobierno que algunos de nuestros gobernantes se han atrevido a proponer, ya elegidos y gobernando, violando la constitución y las leyes, para resolver los más grandes problemas que aun siguen sin solución y que se han agravado.José Antonio Montalvo, ministro de gobierno del presidente Ospina Pérez, propuso alcanzar la paz del país para acabar con la violencia por ellos mismos desatada con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, con la consigna, será la Paz recuperada a Sangre y Fuego.

Para poder “elegir” a Laureano Gómez a la presidencia de la república, esa política, a sangre y fuego, retuvo las cédulas del pueblo liberal y asesinó a muchos miles de hombres sencillos de ese partido con lo cual se institucionalizó la violencia desde el estado para quedarse en el poder un siglo entero, plazo histórico para instalar en Colombia un régimen dictatorial inspirado en las corrientes nacional socialistas que se tomaron el poder en Europa en cabeza de Adolfo Hitler, Benito Mussolini, José Antonio Primo de Rivera, Francisco Franco y Oliveira Salazar.Es histórica la Oración Por la Paz de Jorge Eliécer Gaitán en la plaza de Bolívar de Bogotá, pronunciada el 7 de febrero de 1.947 durante la Marcha del Silencio, trescientos mil manifestantes silenciosos, pidiéndole la paz al presidente, pues es lo menos que puede pedir un pueblo, inmenso acto popular del ejercicio de la No Violencia que fue respondido con violencia, pues Gaitán fue asesinado por el régimen el 9 de abril de 1948, asesinato que desató una respuesta popular desorganizada y violenta que se conoce como el Bogotazo, ante la cual Ospina Pérez respondió, MAS VALE UN PRESIDENTE MUERTO QUE UN PRESIDENTE FUGITIVO, indudable propósito de mantenerse en el poder por medio de las armas, sistema de gobernar ininterrumpido de tantos presidentes que hoy se expresa en la Seguridad Democrática de Alvaro Uribe Vélez.

Podría escribirse un libro sobre las desproporciones de los presidentes durante el último siglo en Colombia que ahora sólo es apropiado resumir para un recuerdo rápido que sirva para una comparación histórica con el régimen de Uribe Vélez, que es como el remate de un proceso que el pueblo colombiano no ha podido detener a pesar de todas las luchas que ha emprendido, ajustadas a la legalidad, la mayoría, de carácter subversivo permanente desde hace más de 40 años, luchas de la clase obrera, del campesinado, de la población indígena, en fin, de todos los sectores sociales, luchas respondidas por el terrorismo de estado expresado con tal saña que no se ha detenido ante el debido respeto por los derechos humanos, masacrando al pueblo, que no otra cosa es la violencia que institucionalizaron todos los presidentes desde el asesinato de Gaitán.

Fue una desproporción haber llamado golpe de opinión a la entrega del poder a Rojas Pinilla por parte de los mismos dirigentes conservadores y liberales aterrados por el rumbo que estaba tomando la dictadura de Laureano Gómez.

Fue una desproporción haber pactado el Frente Nacional para sacar a Rojas del gobierno que ellos mismos le habían entregado y para acabar con la violencia que ellos mismos habían instaurado para mantener el poder.Fue una desproporción llamar a un plebiscito para recortar todavía más el ejercicio de la democracia, institucionalizando la alternación presidencial, la paridad burocrática entre liberales y conservadores para ocupar los cargos públicos, pues uno de los tantos orígenes de la violencia eran los gobiernos hegemónicos, obligando al pueblo colombiano a votar en bloque por el Si o por el No que quitó toda legalidad democrática a los presidentes que fueron elegidos a partir de 1958.

Fue una desproporción el ataque militar del presidente Guillermo León Valencia a la región de Marquetalia y Guayabero, repúblicas independientes que desmembraban la integridad del país, argumento de Alvaro Gómez Hurtado para instigar la invasión militar, en donde se asentaba un verdadero movimiento campesino de autodefensa pacífica para protegerse de la violencia oficial y para, por medio de una reforma agraria en terrenos de propiedad del estado o abandonados por terratenientes, construir un sistema nuevo de explotación de la tierra en beneficio de la colectividad campesina.

Esa invasión militar, que rompió la paz que en esa región reinaba, tuvo como consecuencia obligada la formación militar revolucionaria de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- FARC- respuesta armada por el desconocimiento de una actividad pacífica.

Fue una desproporción haber impulsado el fraude electoral para desconocer el triunfo de Rojas Pinilla, que habiendo soportado la más inclemente persecución política creó la Alianza Nacional Popular-ANAPO- movimiento de gran raigambre popular que derrotó en las urnas al candidato conservador Misael Pastrana representante de la más rancia oligarquía conservadora, gobierno que impulsó el desmonte de la incipiente reforma agraria y de la organización campesina que la defendía y abrió el camino para el desplazamiento de la población campesina hacia las ciudades, crecimiento urbano totalmente irregular que las ha rodeado de cordones de miseria, crisis urbana sin solución a la vista y causa del surgimiento del M19, movimiento armado que se sumó a las organizaciones de lucha armada contra el sistema como consecuencia de las prácticas antidemocráticas del régimen aun vigente en Colombia.

Fueron una desproporción los actos de gobierno de Alfonso López Michelsen, un revolucionario de pacotilla que fundó el MRL, movimiento revolucionario liberal que invitó a los colombianos como pasajeros de una revolución para que los mejores días pudieran llegar, político con los más oscuros pasados de corrupción como hijo del ejecutivo en el último gobierno de su padre, Alfonso López Pumarejo, practicadas en su gobierno, durante el cual se inició la penetración del narcotráfico en el manejo del país y la corrupción del estado alcanzó niveles desconocidos hasta entonces.

La sabiduría popular escribió en las paredes de la ciudad de Cali, el Pollo López pone huevos de coca, condición mafiosa que fue confirmada y aprovechada por el gobierno de César Gaviria para adelantar negociaciones con Pablo Escobar.La represión militar del Paro Cívico Nacional en Julio de 1997 marcó con sangre imborrable de luchadores populares su paso por la presidencia de la república.

Fue una desproporción elegir a Julio César Turbay Ayala, personaje que por si solo fue la prueba más contundente de la incapacidad del régimen burgués para resolver los problemas sociales por métodos democráticos instaurando los métodos más modernos de la tortura, dándole cabida a la corrupción y al narcotráfico, sin duda el origen más reciente de los problemas de la sociedad colombiana, agudizados todos los días hasta extremos casi insolubles.

Prometió gobernar con los más capaces y nombró a los más incapaces, y controlar la corrupción hasta niveles aceptables, desproporcionada concepción del manejo del estado.Belisario Betancur ha sido uno de los presidentes que ha gobernado con mayores desproporciones.Invadió el país con las palomas de la paz pintadas como si la paz fuera cuestión de palomas pintadas, prometió casas de interés social sin cuota inicial para una población con salarios mínimos y desempleados, vivienda que el Instituto de Crédito Territorial después expropió por la imposibilidad de pago de los ilusionados beneficiarios que quedaron otra vez en la calle.

Abrió la posibilidad de un diálogo de paz con las FARC en la Uribe, suscribiendo los llamados Pactos de la Uribe en los cuales se comprometía con un programa revolucionario que haría innecesaria la subversión armada y ofreciendo todas las posibilidades electorales para que un movimiento político revolucionario tuviera la oportunidad de llegar al poder por la vía electoral, que desembocó en la masacre política de la UP y en la retoma del Palacio de Justicia, operación militar que significó un golpe militar, una jugada maestra del ejercito para acabar con el M19 y con la Corte Suprema de Justicia, magistrados que daban una valerosa lucha contra el narcotráfico y sostenían jurídicamente que el poder civil estaba sometido al poder militar, calificando así al régimen colombiano como una dictadura.

La desproporción del gobierno de Virgilio Barco es haberse constituido en un gobierno gris que pasó sin pena ni gloria.

El de César Gaviria Trujillo fue el gobierno de Pablo Escobar, cuyos asesores jurídicos redactaron los decretos leyes que hicieron posible su sometimiento a la justicia permitiendo que el capo construyera su propia cárcel, cuyo nombre, La Catedral, corresponde a la magnitud de las desproporciones.

El de Ernesto Samper destapó sin dejar dudas como el dinero del narcotráfico venía financiando las campañas electorales que le han permitido a los carteles de la droga apoderarse de las más altas posiciones del estado, del senado, de la cámara de representantes, gobernadores y alcaldes, haciendo del estado colombiano un estado mafioso.

Andrés Pastrana sucumbió ante el Despeje del Caguán. Nadie duda que su visita a los predios de Manuel Marulanda para comprometerse con un pacto de paz con las FARC le abrió las puertas de la presidencia de la republica creyendo el país que era posible que esta organización revolucionaria entregara las armas olvidando la traición del régimen al intento democrático de la UP.La paz no se consigue con la entrega de las armas, ni con la reinserción a la vida civil de las organizaciones insurgentes. Las desmovilizaciones del M19, del EPL, del Quintín Lame, de sectores del ELN y del PRT, aún habiendo participado en las discusiones de la Constitución del 91, demuestran todo lo contrario.

Un buen número de reinsertados han sido asesinados, muchos de los que conservan la vida se han puesto al servicio del sistema o han regresado silenciosos al estrecho círculo familiar.

La Paz no será posible sino cuando se haga necesariamente impostergable la toma del poder por una organización popular que destruya el régimen capitalista y construya una sociedad humanista de distribución de la riqueza y de las oportunidades entre toda la población, por métodos de acción política apoyados por el pueblo en el momento en que tome conciencia de que el poder en manos de sus enemigos no hace otra cosa que mantenerlo en la miseria.

Llegamos al gobierno de Alvaro Uribe Vélez cuya primera elección fue determinada por el fracaso del despeje del Caguán, ilusión de paz durante más de tres años cuyo precio era la liquidación de las FARC, y como no fue posible, había que desatar la guerra y los electores sin brújula pasaron de la noche a la mañana de querer la paz a sostener la guerra.

Los colombianos eligieron a un guerrero, no a un estadista, que venía de la Gobernación de Antioquia, primera escala de su llegada al poder total, durante la cual organizó grupos paramilitares para combatir la guerrilla que alió con el ejército en Urabá al mando del general Alejo del Río.

Su lucha antiguerrillera es fundamentalmente por su ideología de extrema derecha, sin duda exacerbada por el odio personal por la muerte de su padre por un comando armado que supone que fue un frente armado de las FARC y esta condición personal le inhabilita como estadista para conducir a un país.

Su personalidad corresponde al comportamiento de un gallito de pelea, pequeño, espuelón, con espuelas desproporcionadas a su tamaño, que no tiene límites para cazar un combate, que al no tener en cuenta el poder del enemigo, dice el lenguaje popular que se enreda en sus espuelas, y califica al ser parecido al gallito como un hombre presuntuoso y eso es Alvaro Uribe Vélez.

Casi coincide la iniciación de su primer periodo de gobierno con el atentado terrorista de la Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001, atentado aprovechado por el gobierno de Bush para desatar la guerra contra el terrorismo internacional al que Uribe se sumó al aprobar la invasión a Irak, táctica de política internacional para buscar el apoyo de los Estados Unidos para profundizar la guerra contra las FARC, organización armada que fue incluida en el listado de las organizaciones terroristas del mundo.

Toda guerra es en esencia un terrorismo pues toda guerra causa estragos en la población civil y bastan unos pocos ejemplos para respaldar este aserto, la invasión a Irak, las invasiones a Afganistán y a Pakistán, en los años más recientes, la Segunda Guerra Mundial, la Bomba Atómica lanzada contra Hiroshima y Nagasaki por el ejército norteamericano, las guerras de colonización en todos los tiempos, las intervenciones militares de los Estados Unidos en América Latina, la invasión a Cuba en Bahía Cochinos, los Contra en Nicaragua para debilitar la Revolución Sandinista, la intervención en Chile contra el régimen democrático de Salvador Allende y el paramilitarismo en Colombia financiado por los Estados Unidos a través del Plan Colombia, y pare de contar que la lista es interminable, verdad histórica que desautoriza al gobierno de Bush, y al gobierno de Uribe para considerar terroristas a todas las expresiones armadas de las luchas de los pueblos, siendo que ellos desde el estado que dirigen cometen actos de terrorismo de estado.

¿En qué sentido es que se enreda en sus espuelas el gallito de Uribe Vélez? La lista de sus contradicciones es interminable.Veamos algunas.No permite el despeje de Florida y Pradera pues eso atenta contra la soberanía nacional pero promueve la Zona de Encuentro de Ralito, un nombre distinto para los mismos objetivos del Caguán. La diferencia política está en que se lo niega a las FARC y se lo concede a sus amigos de las AUC.

Ante el acuerdo humanitario lleva cinco años interponiendo inamovibles, algunos de ellos completamente infantiles como exigir que los guerrilleros liberados no regresen a la lucha armada, salvo que sean en verdad desertores de la revolución, como no lo hizo con los reinsertados de las AUC, que continúan delinquiendo y traficando drogas desde las cárceles.Tratar de impulsar leyes para que los delitos de las AUC sean considerados delitos políticos es completamente contrario a toda legislación.

El delito político ha sido siempre relacionado con las organizaciones que combaten a los estados por medio de las armas y aún se ha hablado de delitos conexos, pero es claro que las organizaciones armadas de los grupos paramilitares se han aliado con el ejército colombiano para defender el régimen.En una decisión todavía no completamente comprendida por la opinión más ilustrada, les entrega el manejo del intercambio humanitario al Presidente Chávez y a la Senadora Piedad Córdoba y cuando todo parecía estar muy cerca de una liberación unilateral, los desautoriza por una simple llamada al comandante de las fuerzas militares, para luego permitir la presencia en suelo colombiano de autoridades venezolanas, de aviones y helicópteros de Venezuela y de testigos de otros países, un reconocimiento de la necesidad de la participación extranjera en la solución de un problema colombiano que sin duda implicó un corredor aéreo y una suspensión de operaciones militares algo mas comprometedor de la soberanía nacional que el despeje de Florida y Pradera.

Haber aceptado la entrega de Clara y Consuelo al Presidente Chávez y en Venezuela es algo que compromete la capacidad del gobierno colombiano para resolver por sus propios medios los intercambios humanitarios.Me parece del caso concluir este análisis citando un aparte del artículo de Iván Cepeda publicado en El Espectador en la edición del 12 de enero pasado titulado La Mentira, refiriéndose al caso de Emmanuel, sobre el cual Luís Carlos Restrepo dijo que las FARC mentían y que el gobierno nunca miente.

“No obstante esta hipotética situación no valdría la afirmación del Alto Comisionado para la Paz, quién asegura que este gobierno nunca miente. El gobierno miente en forma sistemática y la mentira ha sido un componente esencial de su política. El Gobierno fabrica toda clase de encubrimientos, tergiversaciones y desfiguraciones de los hechos. Para ello utiliza una amplia gama de estrategias: montajes, fingidos atentados y amenazas, “falsos positivos”, distorsiones estadísticas, calumnias contra opositores, defensores de derechos humanos y periodistas; sofismas de distracción, espionaje e interceptación telefónica, manipulación del dolor de las víctimas, invención de pruebas y testigos, falsificación de documentos. El método más eficaz del gobierno en este campo es haber implantado la delación como procedimiento de información y pretender que dicho mecanismo se transforme en una práctica social generalizada. Cuando el presidente de la República o sus colaboradores han sido sorprendidos en flagrancia, o cuando se ha logrado desmontar sus embustes, el recurso final de esta cadena de artificios ha sido el reconocimiento cínico de la verdad, minimizando su importancia y equiparando actuaciones ilícitas a simples “errores”.

Un decir popular sentencia que más fácil se cae un mentiroso que un cojo y eso es lo que le sucede al gallito presuntuoso, se cae enredado en sus espuelas