Argentina: La Pampa
Fuente: Argenpress
El nuevo latifundio
Por: LA ARENA
Fecha publicación: 07/02/2008
Finalmente ha comenzado a oírse en nuestra provincia las voces que advierten sobre la incidencia negativa que tienen los grandes pooles de siembra en la economía provincial. Funcionarios provinciales, dirigentes agropecuarios y de cámaras económicas relacionadas con el sector advirtieron que la forma de operar de estas megaempresas agropecuarias elude los mercados locales proveyéndose de insumos, acopiando y comercializando la producción fuera de los límites provinciales.
Los grandes pooles de siembra no son otra cosa que grandes contratistas rurales que operan a una escala nunca antes conocida. El fenómeno del contratista rural irrumpe en el campo pampeano -en el campo argentino- como un actor de creciente importancia, a mediados del siglo pasado, a partir de la coyuntura de la desaparición de los arrendatarios en esa bisagra que fue la ley de congelamiento de alquileres.
La conversión de los arrendatarios en pequeños propietarios y la paralela transformación de la empresa rural en una empresa donde es necesario cada vez más incorporación de capital, dejó a estos pequeños actores rurales fuera de la posibilidad de producir con rendimientos económicamente rentables. Este proceso se comenzó a insinuar en un período que los historiadores han situado en una época tan temprana como la década del 60, se aceleró a partir de los 70 y maduró en los 90.
A medida que un número creciente de productores se veía imposibilitado, por la escala pequeña de su producción, a hacer frente a las exigencias cada vez mayores de la incorporación de capital a las tareas agrícolas -maquinarias, agroquímicos, etc.- la figura del contratista se volvía imprescindible para suplir esta carencia y la escala de la empresa de contratos rurales creció hasta llegar a lo que hoy se conoce como los 'grandes pooles de siembra'.
Este cambio no fue gratuito para las economías locales. Una dinámica actividad económica se movía a escala local cuando el pequeño y mediano productor compraban sus insumos en los comercios lugareños, acopiaban en las cooperativas del pueblo o en las firmas de prestigio de la zona y vendían su producción utilizando transportes e intermediación locales.
Pero la irrupción de los contratistas a gran escala significó el fin de esta 'rueda virtuosa' de la economía regional porque los pooles de siembra ni compran sus insumos en los pueblos cercanos a los campos que arriendan, ni comercializan allí su producción. Llegan con sus maquinarias, sus semillas y sus tanques de combustible y se van con sus camiones con la producción. Solo dejan el pago de un cannon al propietario del campo.
Se asiste así a un proceso de limitación -si no de anulación- de las ventajas económicas que significó para nuestra provincia el fenómeno de facilitación del acceso a la propiedad de la tierra con la congelamiento de los alquileres en los años del primer peronismo. Aquélla pléyade de pequeños y nuevos propietarios rurales fueron los actores de una redistribución positiva de la renta rural en La Pampa.La irrupción de los pooles a la que se asiste hoy, no afecta tanto a los pequeños productores que sobreviven cobrando buenos alquileres, sino al entorno económico que aquélla situación productiva provocaba en los pueblos de La Pampa cuando cada campo era una unidad productiva y cada propietario de campo un 'productor'.
Lo curioso es que esta reversión económica se produce bajo el mismo signo político que impulsó la ley de alquileres. En medio siglo, aquél esfuerzo para diversificar la propiedad concentrada de la tierra ha derivado en una nueva concentración, más dañina para la economía regional porque no precisa la propiedad de la tierra ni necesita casi proveedores de insumos y servicios locales.
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