Perú: Sucedió. Las generaciones de izquierda
Sucedió. Las generaciones de izquierda
Antonio Zapata.
A diferencia del APRA, que registra continuidad y cambio generacional más o menos ordenado, la izquierda peruana ha evolucionado a borbotones. La línea generacional de dirigentes del APRA es ininterrumpida, mientras que la historia de la izquierda está cortada por vacíos y avanza a saltos. La primera generación fue clave. Haya diseñó el CEN del PAP agrupando frentes funcionales. Cada profesión u oficio tiene un organismo y define una línea de intervención. Combinando esta estructura con la territorial, desde el comienzo, el APRA tejió un manto con trama y urdimbre proyectado sobre la sociedad.
Mientras tanto, al fallecer José Carlos Mariátegui, el PS se transformó en PC y se organizó para la inminente toma del poder; venía de quebrar la bolsa de valores de Nueva York, el capitalismo mundial estaba en seria crisis y la Internacional ordenó la lucha final de "clase contra clase". El PC naciente se dispuso para la insurrección adoptando una estructura leninista. Sin embargo, las condiciones no estaban maduras y los aprestos revolucionarios derivaron en huelgas conducidas en forma intransigente, seguidas por intensa represión. El APRA aprovechó el vacío a su izquierda y se montó como partido, lanzando la candidatura de un líder carismático como Víctor Raúl.
La izquierda saltó una generación para reaparecer en los 1950. El nuevo núcleo de izquierda fue confrontado por la revolución cubana en la escena internacional y el fin de la república oligárquica en el país. La doble circunstancia histórica condujo a la guerrilla y en esa aventura pereció parte de esa generación, tan creativa y con sentido de lo heroico. El grupo del 50 no desapareció del todo. A esa generación pertenecen Hugo Blanco, Carlos Malpica y Alfonso Barrantes. Algunos guerrilleros salvaron la vida, fueron a prisión y siguieron consecuentes. Otros, se desarrollaron como profesionales comprometidos sin pasar por la experiencia de las armas. Así, ciertos militantes del 50 lograron vincularse con la generación del 68 que venía a continuación. El puente fue muy tenue porque algunos habían caído y muchos se dispersaron ante la represión y las dificultades personales. Además, el cambio institucional fue dramático. Se estancó el PC y apareció la nueva izquierda, maoísta y castrista. El discurso ideológico se transformó y las instituciones también. Así, entre el 50 y el 68 había más cambio que continuidad. Un nuevo salto, otra vez ruptura entre las generaciones.
Desde entonces, la generación del 68 ha conducido la tradición política de la izquierda y hoy enfrenta un balance complicado. Como generación ha sido muy sólida y por lo tanto pesada. Una dura tapa, difícil de levantar para los nuevos. Al construirse casi sola y llegar joven arriba, la generación del 68 fue soberbia. Los celos descompusieron las relaciones entre sus dirigentes y los pleitos debilitaron una organización fragmentada en diversos grupos y de estructura movimientista. Ya no era la guerrilla de los 50-60 sino la participación electoral de los 80.
Aunque, no se organizó en forma eficiente. La IU fue una suma de partidos y se dividió cuando intentó estructurarse a partir de sus militantes. Se esfumó una oportunidad. Al asesinar Sendero a dirigentes de tradición marxista, simbolizados en María Elena Moyano, la izquierda del 68 llegó a su fin. No lo sabíamos aún, porque éramos relativamente jóvenes y creíamos en nuestra fuerza para reinventarnos. Pero, Sendero fue crucial en el debilitamiento del socialismo en el país, porque actuó en nombre de Mariátegui y provocó un baño de sangre. Luego la idea misma de justicia social quedó comprometida. La esencia cuestionada. Se han sucedido severas derrotas electorales y la dispersión de núcleos y militantes de izquierda democrática. Peor aún, se ha retrocedido sin orden en la batalla de ideas y no está en curso una renovación de ilusiones. De este modo, la estrategia del 68 ha terminado. Para volver a levantarse, la izquierda requiere una generación que salte hacia adelante. Pronto habrá eventos internos importantes, bueno sería que se reduzca al mínimo la participación de cincuentones en los órganos de dirección. Habrá futuro si los nuevos líderes son menores de 35 años. Ya lo dijo González Prada
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