AUNQUE DUELA
Por Wilson Tapia Villalobos*
Fuente: Fortín Mapocho http://www.fortinmapocho.com/
El periodista Wilson Tapia es un distinguido colaborador de Fortín Mapocho. En su columna expone una serie de verdades que duelen. Verdades conocidas por todos pero obsecuentemente calladas.
La verdad no es una virtud apreciada en política - es más bien una molestia.
La virtud suprema en política es cultivar el mito.
Uno de ellos es el apego a toda prueba de algunos líderes de la democracia cristiana por la democracia.
Allí está Eduardo Frei Montalva y Patricio Aylwin que apoyaron e incitaron el golpe de estado. Hoy reconvertidos a intachables demócratas.
Otro mito. El papel jugado por Lagos durante el golpe contra Chávez, cuando junto con otros demócratas, Bush, Aznar... pedían la celebración de elecciones para reemplazar al presidente constitucionalmente elegido por el pueblo venezolano.
No hablemos del presidente de la ODCA democristiana, Gutemberg Martínez, quien con sus pares de COPEI en Venezuela estaban en primera fila de quienes avivaban la cueca a los golpistas.
Otro mito. La derecha defiende la democracia. Bueno aquí ya entramos en el terreno de la hilaridad, cuando recordamos sus antecedentes democráticos durante la dictadura de Pinochet. Para qué hablar cuando aplauden las intervenciones en política local de los embajadores americanos en Santiago.
Como escribe Tapia, no es posible reescribir la historia.
Héctor Vega, Director Fortin Mapocho.
AUNQUE DUELA.
Por Wilson Tapia Villalobos
En Chile se habla mucho de asumir nuestra historia. De que sólo aprendiendo del pasado se puede construir el futuro. Pero lo que muestra el espejo no gusta. Es así en todo orden de cosas. ¡Si todavía escuchamos que los detenidos desaparecidos se esfumaron! Que hay que perdonar, pero los responsables no aparecen por ningún lado. Si a alguien se le ocurre sugerir que es necesario pedir perdón, no falta la frase descalificadora. Incluso, los chilenos tienen que creer que las Fuerzas Armadas y Carabineros, autores materiales de crímenes y torturas, nada saben de esos compatriotas a quienes un día detuvieron, se los llevaron y nunca más aparecieron. Y para que hablar de lo que ocurre con el general Augusto Pinochet. Lo trajeron desde Londres para juzgarlo en Chile. Y ahora lo único que parece esperar la justicia chilena es que el tiempo le evite cumplir con su deber.
En estos días el escándalo se ha producido porque el embajador de Venezuela en Santiago, Víctor Delgado, dijo una verdad que aparecerá en todos los libros de historia. Afirmó que la Democracia Cristiana impulsó el golpe militar contra Salvador Allende. Y agregó que ese mismo Partido está en contra del gobierno del Presidente Hugo Chávez porque éste representa valores similares a los que encarnaba el ex mandatario socialista chileno. Además, recordó que cuando se produjo un golpe contra Chávez, en el 2002, Santiago reaccionó apoyando la asonada, igual que Washington. El presidente de entonces, Ricardo Lagos, justificó a los golpistas, pese a que el gobierno de Caracas era un régimen democráticamente electo. Cuarenta y ocho horas más tarde, cuando el poder volvió a manos de Chávez, las explicaciones fueron variadas, pero lamentables.
Le costó la cabeza al embajador chileno en Caracas, Marcos Álvarez. Fue el pato de la boda. En ese momento, la canciller era la actual Presidenta de la DC, la senadora Soledad Alvear. Ya en aquel entonces la animadversión contra Chávez y su gobierno era cuestión manifiesta. De parte de Lagos, porque parece que la personalidad ríspida del venezolano no le va bien al regio estadista que Lagos lleva dentro. En la señora Alvear, en cambio, deben influir otros factores. Es la esposa de Gutenberg Martínez, presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América [ODCA]. De más está decir que los democratacristianos venezolanos, luego de las seis elecciones que Chávez ha ganado, desaparecieron del mapa político de su país.
Lo que dijo Delgado es cierto. Pero no está dentro de los cánones diplomáticos. En estas materias, los embajadores -con excepción de los de EEUU, que más bien tienen patente de corso- son lo más parecido a monos de peluche. Su misión es estar siempre con el viento que sopla en la nación en que representan a su país. Si mienten, no importa. Nadie les pide que digan la verdad. Pero, eso sí, deben saber comportarse. Delgado no supo, aunque lo que dijo sea cierto.
A los demócrata cristianos no les gusta recordar. Les desagrada que les digan que dos de sus grandes íconos fueron golpistas. Que los ex presidentes Patricio Aylwin y Eduardo Frei Montalva estuvieron por el golpe militar. Que este último fue uno de los que organizó la asonada, creyendo, tal vez, que los militares dejarían pronto el poder y él sería el hombre del recambio. Eso incomoda. Sobre todo en estos momentos en que la figura de Frei empieza a surgir como otro mártir más de la dictadura. Pero por mucho que moleste, la historia es la historia, se escribe con las acciones y no se borra con el codo.
Esto ha dado todo tipo de material para quienes se oponen a que Chile apoye la postulación de Venezuela para un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad en las Naciones Unidas. En realidad, se trata de un cargo de tercera categoría. Pero aquí lo transformaron en un tema en dirime contradicciones de política local. Y para ganar puntos contra el Gobierno, todo vale. Incluso que la presidenta pueda referirse al Presidente Chávez, como “Hugo”. Cuestión especialmente cuestionable por la personalidad del mandatario, materia que amerita comentario.
Es evidente que el presidente venezolano no es un político del corte que uno pudiera llamar habitual. Y a nuestra clase política le molesta todo lo que pueda sonar a “ordinario”, en especial si representa modos o intereses ajenos o contradictorios a los suyos. No importa que seamos uno de los países en que peor se habla el español en América Latina. No importa que el lenguaje cotidiano del chileno esté jalonado de groserías. No, lo que importa es la apariencia. Jamás a un político chileno se le ocurriría llamar a George Bush El Diablo. Eso divide, genera anticuerpos. Es belicoso. Un personaje así no puede representar a América Latina. Claro, el presidente Bush es respetable aunque mienta para invadir Irak. Sigue siendo respetable a pesar de crear la entelequia “el eje mal” para referirse a naciones soberanas que cometen el pecado de no estar de acuerdo con su política exterior. Nadie se atreve a cuestionar que funcionarios de inmigración norteamericanos hayan retenido arbitrariamente en Nueva York, durante 90 minutos, al canciller venezolano Nicolás Maduro. No importa que el ministro estuviera allí asistiendo a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Esas acciones no merecen condenas de los políticos tradicionales chilenos de derecha o de la Concertación.
Chávez molesta porque es como es: ordinario, según la óptica elitista de quienes detentan aquí el poder. Aunque sea un poder pequeño, como el escribir una columna en diarios de la cadena El Mercurio o Copesa. Es la siutiquería de que hacen gala nuestros funcionarios diplomáticos de carrera. Es la siutiquería y ceguera de quienes creen que somos los mejores, aunque para sentirnos seguros de tal aserto tengamos que guardar la verdad debajo de la alfombra.
24.9.06
* Wilson Tapia V. es periodista, Director de la Escuela de Periodismo de la Universidad La República
Excelente! Gracias por siempre enviarme sus actualizaciones ... les hice un link en mi blog, y publiqué su articulo en http:movimiento13deabril.blogcindario.com
Sigamos siempre adelante que en la Unión está la Fuerza!!!
Un abrazo solidario desde venezuela.